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¿China Imperialista?
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¿China Imperialista?

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(ENGLISH BELOW)
La lucha contra el revisionismo en el marxismo, a la luz de la cuestión china, concentra uno de los combates centrales del marxismo y es donde se forja la continuidad de su programa en las batallas del Siglo XXI, contra sus liquidadores revisionistas que “inventan nuevas teorías” para justificar sus traiciones al proletariado y preparar sus próximas derrotas. Los revisionistas que agitan el fantasma del “imperialismo chino” –uno de los mitos de la restauración capitalista- quieren convencer al proletariado mundial de que el capitalismo en su época imperialista, de decadencia y putrefacción, de parasitismo y reacción en toda la línea, puede desarrollar “nuevas potencias imperialistas” de forma pacífica, sin el hundimiento de otras potencias mediante guerras, tal como define el marxismo revolucionario. Quieren engañar a la clase obrera mundial diciendo que la restauración capitalista contrarrevolucionaria en China, una terrible derrota al proletariado mundial llevada adelante por la burocracia maoísta, jugó un rol progresivo en la historia. Revisan la teoría marxista, diciendo que con el “socialismo en un solo país” y bajo la dirección de la pandilla contrarrevolucionaria de la burocracia maoísta se pudo desarrollar las fuerzas productivas en China y hoy a partir de ello, se puede transformar en un “pujante imperialismo”. Este revisionismo tiene como objetivo alimentar la propaganda chovinista hacia el proletariado norteamericano por parte del imperialismo yanqui en su carrera por la recolonización de china.
Estas falsificaciones de la teoría marxista ya fueron derrotadas por el marxismo revolucionario desde la fundación de la III Internacional de Lenin y Trotsky. El revisionismo de hoy no dice nada nuevo, son continuadores de sus maestros Kautzky, Bernstein, Stalin, los pablistas y sus descendientes de hoy que hace 70 años tratan de liquidar desde adentro la teoría y el programa de la Cuarta Internacional de 1938.

The struggle against revisionism in Marxism, at the light of the Chinese question, concentrates one of the central combats of Marxism and is where the continuity of its program in the battles of the 21st Century is forged against its revisionist liquidators who "invent new theories" to justify their betrayals to the proletariat and prepare their next defeats.
The revisionists who weil the ghost of a "Chinese imperialism" - one of the myths of capitalist restoration - want to convince the world proletariat that capitalism in its imperialist epoch of decay and rottening, of parasitism and reaction all along the line, can develop "new imperialist powers" in a peaceful way, without the collapse of other powers through wars, as defined by revolutionary Marxism. They want to deceive the world working class by saying that the counterrevolutionary capitalist restoration in China, a terrible defeat to the world proletariat carried out by the Maoist bureaucracy, played a progressive role in history. They review the Marxist theory, saying that with "socialism in one country" and under the leadership of the counterrevolutionary gang of the Maoist bureaucracy, the productive forces could be developed in China and today it can become "a rising imperialism". This revisionism aims to feed the chauvinist propaganda towards the American proletariat by US imperialism in its race for the recolonización of China. These falsifications of Marxist theory have already been defeated by revolutionary Marxism since the founding of the Third International of Lenin and Trotsky. Today's revisionism does not say anything new. They are followers of their teachers Kautzky, Bernstein, Stalin, the Pabloites and their descendants today that for 70 years have tried to liquidate from whithin the theory and program of the Fourth International of 1938.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 sept 2017
ISBN9789874402042
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    ¿China Imperialista? - Carlos Munzer

    Presentación

    El siguiente folleto "A propósito de los mitos de la restauración capitalista ¿China imperialista?" está basado en un documento presentado por Carlos Munzer como Proyecto de resolución con fecha del 7 de febrero de 2010, en el período pre-congreso de la Fracción Leninista Trotskista Internacional. El II Congreso Internacional de la FLTI de abril de 2010 lo adoptó como resolución oficial.

    Este documento es la síntesis de una delimitación revolucionaria con una fracción minoritaria liquidacionista del programa fundacional de la FLTI, fracción compuesta por el Grupo de Obreros Comunistas de Nueva Zelanda (CWG) y Obreros Humanistas Socialistas Revolucionarios (HWRS) de la ciudad de San Francisco, EE.UU.

    Dos meses después del congreso fundacional de la FLTI en 2009, dicha fracción comenzó a plantear la existencia del supuesto imperialismo chino como la gran amenaza que sufre el proletariado internacional en todos sus documentos y posiciones. Esta pequeña ex-minoría al interior de la FLTI era correa de transmisión de la absoluta mayoría de liquidadores de la IV Internacional de la izquierda anglosajona que, como el SWP y Workers Power de Inglaterra y la izquierda norteamericana del Peace and Freedom Party, que esparcen el demonio del imperialismo chino al interior del movimiento obrero mundial y en particular en los países imperialistas. Repiten así los dictados de las oficinas de la City de Londres y Wall Street, los nuevos dueños de la China capitalista, y también se hacen eco de los lamentos de la burguesía aislacionista norteamericana que quedara por fuera de los enormes negocios de la China transformada en una maquiladora de las transnacionales, con millones de obreros esclavos entregados por el stalinismo a la restauración capitalista. Esta política nefasta prepara al proletariado norteamericano e inglés para atarlo al carro de su propia burguesía imperialista en nuevas aventuras de ataque militar contra la nación china. Y a su vez oculta que el verdadero enemigo son las multinacionales y los parásitos accionistas de Wall Street y Londres que descargan sobre la clase obrera un feroz ataque. Contra ellos, los internacionalistas decimos: ¡El verdadero enemigo está en casa!

    Para ponerse a los pies de su propia burguesía imperialista y de las direcciones traidoras que la sostienen, no se puede usar ninguna teoría ni combate del marxismo para justificarlo, hay que revisar al marxismo y romper con él.

    Los documentos que aquí presentamos al lector no son un debate limitado a una lucha política de tendencias y fracciones de una corriente del proletariado internacional. La lucha contra el revisionismo en el marxismo, a la luz de la cuestión china, concentra uno de los combates centrales del marxismo y es donde se forja la continuidad de su programa en las batallas del siglo XXI, contra los liquidadores que inventan nuevas teorías para justificar sus traiciones al proletariado y preparar las próximas derrotas. Se han definido dos barricadas en este combate: la teoría y el programa de los revisionistas que envenenan la conciencia de la vanguardia proletaria, por un lado, y el programa y la estrategia del trotskismo principista de la IV Internacional fundada en 1938, por otro. De esto se trata el presente folleto.

    Abril de 2010

    Capítulo I

    Las resoluciones revolucionarias del primer congreso de la FLTI y la evolución de la situación mundial

    Entre la debacle del sistema capitalista imperialista mundial, el reagrupamiento de las direcciones traidoras para salvarlo y una tenaz y persistente resistencia de masas

    A fines de diciembre de 2009 se realizaba en Buenos Aires una conferencia de los grupos trotskistas latinoamericanos de la FLTI. Al mismo tiempo en Zimbabwe se concentraba una enorme campaña internacionalista de las fuerzas de la FLTI para impedir que renegados del trotskismo y agentes del Foro Social Mundial entregaran a disidentes revolucionarios de la ISO de ese país a la justicia burguesa. Esa durísima batalla por un Tribunal Moral Internacional impidió que las fuerzas contrarrevolucionarias del Foro Social Mundial entregaran al estado burgués a los combatientes del proletariado en Zimbabwe.

    Hace tan sólo 6 meses conquistábamos en nuestro Congreso Internacional las resoluciones y un programa que prepararon a nuestra fracción internacional para combatir por concentrar las fuerzas de los revolucionarios y dispersar las de los reformistas.

    Después de años de aislamiento, se puso en pie la FLTI. Al momento mismo del congreso redobló su ofensiva y llegó física y personalmente a intervenir y a abrir una discusión con el trotskismo japonés, con el que hemos acordado abrir un debate público ante los ojos del proletariado mundial sobre las diferencias existentes; mientras golpeamos juntos en campañas revolucionarias internacionales, como ha sido la lucha por la libertad de los mineros presos de Perú.

    Nuestra FLTI se ha constituido en un punto de apoyo para el combate internacionalista del proletariado mundial y sus organizaciones de lucha. Como no podía ser de otra manera, hoy la FLTI está presente en los focos calientes del planeta donde el proletariado resiste e inclusive sigue atacando a los explotadores, que intentan a toda costa hacerle pagar la crisis de la catástrofe de Wall Street y de la economía mundial capitalista a los explotados.

    Cuando estábamos realizando el primer congreso de la FLTI, el proletariado se levantaba contra la operación Plomo Fundido contrarrevolucionaria de Obama y Bush en la Palestina martirizada, protagonizando magníficas acciones revolucionarias, como en la Grecia sublevada de obreros y estudiantes, en Guadalupe, Martinica y Madagascar, con grandiosas jornadas revolucionarias de obreros, campesinos y soldados contra el colonialismo francés y las burguesías cipayas.

    Hacia fines de 2008 y principios de 2009, la clase obrera intentaba comenzar a dar respuesta a los ataques del gran capital y tendía a colocarse en el centro de la escena internacional con sus acciones revolucionarias. Definíamos que se abría la posibilidad a partir de allí, en una situación transitoria, de que la clase obrera partiera de esos combates como punto de apoyo para largar una contraofensiva revolucionaria como en el ‘68-74.

    A seis meses de realizada la fundación de la FLTI, podemos afirmar que hemos pasado las pruebas de la lucha de clases. Porque definimos las condiciones para la victoria de las primeras avanzadas revolucionarias de las masas contra el crack y las guerras imperialistas, concentrándolas en resoluciones por las que combatimos y damos nuestra vida, y que fueron publicadas en nuestros materiales públicos. Pero también, y esencialmente, porque definimos que para salvar al capitalismo en crisis de su debacle financiera, éste iba a reclutar y centralizar a todas las direcciones traidoras contrarrevolucionarias del planeta para que defiendan su propiedad, desorganicen las embestidas de masas y conspiren contra ellas. Esta centralización de las direcciones contrarrevolucionarias es lo que hemos visto en acción estos últimos meses.

    Estas direcciones actuaron en todo el planeta con una misma política centralizada, imponiendo aquí y allá pactos contrarrevolucionarios de sometimiento del proletariado a la burguesía como en Palestina, Bolivia, Medio Oriente, Irak, Honduras, Madagascar y, asimismo, carnereando y haciendo de rompehuelgas de todo intento del movimiento obrero por defender su salario, su trabajo y su nivel de vida a nivel internacional.

    De la misma forma que en el primer lustro del siglo XXI se ponía en pie el Foro Social Mundial, con los renegados del trotskismo adentro para sostener a gobiernos islámicos y bolivarianos, expropiadores de la revolución proletaria, a partir del 2007, en momentos que la crisis mundial desnudaba al sistema capitalista ante los ojos de miles de explotados del mundo, y frente al peligro de que la chispa de Grecia incendiara París y Nueva York, la burguesía debía poner en pie los nuevos partidos anticapitalistas para que, junto a las burocracias sindicales norteamericanas, europeas o japonesas, puedan contener y derrotar todo levantamiento de la clase obrera y todo intento de ésta de dar una respuesta a la crisis en el corazón mismo de las potencias imperialistas.

    Ahora, está ahí la V internacional de Chávez, de la burocracia castrista y del Kuomintang chino, ese partido de capangas y empresarios rojos que es el partido comunista de China, socios menores de las potencias imperialistas en el saqueo y la explotación de la clase obrera de ese país, junto a los stalinistas, socialdemócratas, burocracias sindicales, y los partidos anticapitalistas de todo el mundo.

    Estos son los verdaderos salvadores del capitalismo en crisis, los defensores más acérrimos de la City de Londres, de Wall Street, y las bolsas de Frankfurt, Tokio y París, y los responsables de haber sometido a la clase obrera norteamericana a ese Bush tiznado de Obama y de haberla sacado del combate contra la guerra imperialista junto a sus hermanos de clase, los inmigrantes, que por millones fueron expulsados de EE.UU. durante la crisis. Por esa vía dejaron atada de manos a la clase obrera norteamericana para que se rindiera ante los despidos en la General Motors y la pérdida de millones de puestos de trabajo y de conquistas del proletariado norteamericano. Estas direcciones contrarrevolucionarias son enemigas declaradas de la revolución proletaria y son expropiadoras de revoluciones. Son el verdadero muro que deberá destruir el proletariado si quiere que la crisis la paguen los explotadores y el sistema capitalista imperialista mundial y avanzar hacia la revolución proletaria.

    No le ha sido fácil a esta quinta columna desorganizar los combates revolucionarios de las masas que como en Grecia, Guadalupe y Madagascar preanunciaban la perspectiva de una contraofensiva de masas a nivel mundial. Ellos son limones exprimidos a los que, como agentes del capital, éste les sacará hasta la última gota para salvarse de la catástrofe. Ellos son los encargados de paralizar las fuerzas del proletariado, de echarle agua al fuego de los focos revolucionarios del planeta.

    Los parásitos imperialistas saben muy bien que ese es el rol que necesitan de sus agentes, porque para salir de esta crisis lo que necesitan las potencias imperialistas, los capitalistas, sus gobiernos, regímenes y estados, es provocarle enormes derrotas al proletariado mundial, que les permitan, sobre todo a las potencias imperialistas que lo logren decisivamente, ir a aventuras militares superiores para disputarle a sus competidores las zonas de influencia. Ellos saben que en última instancia el rol decisivo de la quinta columna de hoy es crear las condiciones para preparar zarpazos contrarrevolucionarios como en Honduras, Afganistán, en el Valle de Swat en Pakistán; es decir condiciones para el bonapartismo y el fascismo.

    Las energías de las masas no han sido consumidas pese al pérfido accionar del frente popular y pese a los cercos contrarrevolucionarios. Una muestra de ello es el intento de las masas de romper el cerco que se les tendió en Guadalupe, donde a pesar y en contra de las burocracias de los sindicatos de la V República francesa, de su pérfida burocracia y aristocracia obrera, las masas emergieron en huelga general política de 48 horas para exigir que se efectivice el pago de los 200 euros prometidos que el régimen colonial francés se niega a cumplir, amenazando con su lucha, que se extiende a Martinica, con abrir una lucha política de masas en el Caribe, incluso contagiando a otras colonias francesas como la Isla de la Reunión.

    Lo demuestra también México que, amenazado con nuevos ataques imperialistas que buscan apropiarse de sus ramas centrales de la economía estatal como la electricidad o el petróleo, vio surgir un combate heroico de la clase obrera contra la privatización de la compañía de electricidad, a pesar y en contra del zapatismo, del PRD, de la burocracia sindical charra, de los renegados del trotskismo, de los entregadores de la Comuna de Oaxaca. Centenares de miles de obreros en huelga política de masas, encabezados por los obreros del SME (Sindicato Mexicano de Electricistas) combatieron en las calles del Zócalo contra las privatizaciones y el estado mexicano, agente de los yanquis.

    En los meses de julio y agosto de 2009, el proletariado chino, con los combates de avanzada de Tonghua y Lingzou, intervino por primera vez desde el ’89 en luchas decisivas junto a sus hermanos de clase del proletariado mundial, acompañando el cambio de la ubicación de China en el mercado mundial. Hoy China se ubica no sólo como exportadora sino también como importadora de, además de materias primas e insumos para las transnacionales, bienes de consumo, motorizados por un ciclo de inversiones y subsidios del estado de 600.000 millones de dólares. Como veremos más adelante, las transnacionales están así realizando enormes negocios en ventas de computadoras, artículos de electrónica, automóviles, etc., al interior de China.

    Como también demostraremos más adelante, contra lo que opinan los revisionistas del marxismo, bajo estas condiciones de la crisis y de una reconfiguración de la división mundial del trabajo, las empresas estatales de las industrias básicas chinas –que se subvencionaron a costa del quebranto de todos los bancos estatales en el 2001-, que se conservan del ex estado obrero, ya obsoletas, hunden la productividad del trabajo media de China, inclusive a niveles inferiores a los de la India y de sectores de Brasil.

    Los bancos, ahora mayoritariamente en manos de accionistas de los imperialistas norteamericanos, ingleses, etc., ya no pueden subvencionar más a las empresas estatales obsoletas. Ahora vienen a privatizarlas, tal como lo hicieron en México con su compañía de electricidad, o como el proceso de privatización que prepara EE.UU. con el FMI para quedarse con todas las empresas estatales de los países del Glacis, hoy sometidos como colonias al FMI.

    Estos primeros pasos de ofensiva privatizadora, que actúan como una verdadera contratendencia a la caída de la tasa de ganancia y a la ruina del capital financiero internacional en crisis, recibieron una primera respuesta en México, como ya vimos, con los obreros de la electricidad, y a principios del 2009 por parte de los obreros de Rumania, Checoslovaquia y Hungría, que obligaron al FMI a socorrer con miles de millones de dólares el quebranto de esos países para impedir un levantamiento generalizado de masas. También vimos esta respuesta ahora en China con un enfrentamiento de clases en Tonghua y en Lingzou, donde presentaron batalla y pararon la ofensiva privatizadora de despedir a la gran mayoría de los cien millones de obreros que producen en las empresas estatales, proceso que inclusive dejaría como anécdota la oleada de privatizaciones en América Latina en los noventa.

    Esta nueva ofensiva imperialista para recolonizar China, y con su plan de privatizaciones, ha dividido y partido a la burguesía de los mandarines chinos. Por un lado, una fracción aliada a través de las finanzas y la bolsa al capital financiero angloyanqui, fracción que puja por la privatización inmediata; y por otro lado una fracción de esa misma burguesía que opina que perdería sus fuentes de ingreso como administradora de las empresas estatales en bancarrota, y que a su vez afirma que el régimen bonapartista chino perdería base social en un sector de la base obrera que mantiene conquistas en la industria estatizada (guardería, seguro médico, etc.), y que por lo tanto el Partido Comunista de los empresarios rojos también perdería base social.

    Pero el proletariado irrumpió por entre estas brechas que se abrieron en las alturas, imponiendo en dos combates decisivos en la gran industria estatizada, que el que las toca muere, porque no están dispuestos ellos a morir de hambre sin salario y sin trabajo.

    Estos combates, que tomaron por sorpresa a esa cueva de contrarrevolucionarios de los empresarios rojos del PC chino, empalmaron con la lucha de millares y centenares de miles de obreros que vieron cerrarse 30 mil empresas desde el año 2008, en donde sus patrones huyeron y las dejaron sin funcionar, y no les pagaron ni un peso a sus obreros. Estos marcharon a las municipalidades las cercaron y las obligaron a que les paguen regularmente su salario. Mientras, el ejército choca, según el Foreign Affairs, con más de 250.000 revueltas campesinas por año al internarse cada vez más en la China profunda para sacar a las masas campesinas de su tierra con el objetivo construir en ellas las carreteras y las fábricas de las empresas capitalistas, para que los desposeídos de la tierra vuelvan allí luego como mano de obra esclava.

    China entró, desde los combates de Tonghua y Lingzou en una fase de revueltas y motines de masas, que de forma embrionaria anticipa un estado de lucha política y semi insurreccional de masas. Pues, como veremos más adelante, allí queda cada vez más claro que si no se derrota al gobierno bonapartista del Partido Comunista de los empresarios rojos, los explotados perderán la tierra, el pan, y sólo conquistarán esclavitud y salarios de miseria, y nuevo sometimiento y recolonización de la nación china.

    Así, la lucha económica en defensa de la fuente de trabajo comenzó a tener en su vanguardia a sectores de la clase obrera china, que por primera vez desde Tiananmen comienzan a ser sujetos y parte del combate del proletariado mundial.

    Miles de obreros, allí donde las fábricas fueron cerradas, hoy siguen cobrando el salario porque marcharon a las municipalidades amenazando con hacer rodar las cabezas de los jefes de los municipios, como en Tonghua y Lingzou.

    Son luchas de vanguardia, espontáneas nos dicen. E inclusive nos llegaron a decir a los trotskistas de la FLTI -que tomamos esas luchas como bandera para el proletariado mundial, generalizando esa experiencia de las masas que fue un millón de veces superior a los planes de sumisión y derrotas de las direcciones traidoras- que el estado chino se anticipó y le dio concesiones a los obreros, y que no estaba interesado en cerrar Tonghua ni Lingzou. Actúan, como decía Lenin, como verdaderos embusteros ante el proletariado internacional, porque quisieron hacerle pasar sus triunfos como derrotas o concesiones dadas por los enemigos de clase, cuando en realidad los empresarios rojos tuvieron que dar algo por miedo a perder todo.

    El sindicalista no distingue la lucha económica de la lucha política. En momentos de crisis y crac, todo obrero sabe que en luchas económicas parciales y aisladas, su combate se vuelve impotente, y que los patrones y sus estados le tiran a éste toda su crisis, fábrica por fábrica y sector por sector de la producción.

    Al decir de Lenin, la lucha política subsume a la lucha económica y la eleva a un estadio superior. Es la fase en que en la lucha inmediata por el pan hay que enfrentarse al gobierno, a los regímenes, a su ejército. Es la fase en la que las masas comprenden cada vez más que sin derrotar al enemigo de clase no se consigue ni lo más mínimo.

    En los regímenes con elementos de engaño o parcialmente democrático burgueses, los explotadores tienen mecanismos de amortiguación a través de cierta legitimidad de sus instituciones, frente a la acción de masas. Estos mecanismos como la estatización de los sindicatos, el control policíaco de la burocracia y el control reformista de las organizaciones obreras por parte de la aristocracia y la burocracia obrera, imponen un colchón en la lucha de clases. Pero este colchón, por otra parte, se ve socavado permanentemente puesto que, bajo estas condiciones de crisis, ya ni siquiera las limosnas pueden pasar como reformas ante los ojos del proletariado.

    En el caso de China, como tiene un régimen policíaco-militar del partido de los empresarios rojos, toda lucha económica deviene inmediatamente en enfrentamiento directo con el partido contrarrevolucionario de la restauración capitalista, el PC chino.

    En esta coyuntura de la lucha de clases a nivel internacional, la clase obrera y las masas chinas entraron en una fase de revueltas y de lucha política con las que se golpea directamente al estado y al poder. Es que toda crisis plantea directamente un enfrentamiento entre la clase obrera y el gobierno y sus fuerzas de represión contrarrevolucionarias.

    Esta situación, si se combina con un boom de crecimiento en sectores de sus ramas de producción ligadas al consumo (como sucede hoy), puede hacer que las revueltas por la tierra, el pan y el trabajo se coordinen con una lucha de la clase obrera por la redistribución de la riqueza, que empuje a las masas a un estadio superior del combate y a un enfrentamiento directo con el gobierno contrarrevolucionario asesino y bonapartista restaurador de los mandarines chinos.

    Da vergüenza ver a toda la izquierda mundial silenciar, junto a la prensa imperialista, esta escuela de combates que están protagonizando y en la que están aprendiendo a pelear -bajo terribles condiciones- millones de explotados en China. Ellos están ejercitando sus músculos para la guerra de clases y aprendiendo en el combate, colgando patrones que despedían obreros en las fábricas, al igual que sucedió en la India en los combates de 80.000 obreros de la industria autopartista de Coimbratore.

    La izquierda de Petras y demás académicos pequeños burgueses y demás reformistas angloyanquis, sólo hablan del dragón y el poderoso monstruo chino que les saca el empleo y el salario a los obreros norteamericanos.

    Pero nadie habla ante los obreros norteamericanos, ingleses, y del mundo, de cómo pelean y del ejemplo que dan de cómo luchar los obreros de China, la India y sus hermanos de clase de Perú y México.

    Todos los sirvientes del imperialismo hablan del coloso chino, pero callan sobre los sepultureros que éste puso de pie, y que ya comienza a ser parte del combate del proletariado internacional. Todos quieren callar los enormes combates que han comenzado a dar los heroicos y martirizados obreros chinos.

    Y callan porque son portavoces de la burguesía y los explotadores que le echan la culpa a la clase obrera china del hundimiento del salario de la

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