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La desobediencia
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La desobediencia

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Todo puede cambiar, si tan sólo se aprende a no resignarse.
Una nueva Anunciación: un Arcángel, muy diferente de aquel al que la tradición nos ha acostumbrado, visita hoy esa dimensión interior de cada uno, que los antiguos teólogos llamaban María. Y el Arcángel no quiere obediencia, al contrario, quiere que “María” se vuelva autónoma, valiente, y haga nacer en sí misma una nueva personalidad, un futuro diferente. El le explica por qué, le demuestra, le advierte sobre los riesgos y espera una respuesta. Su discurso es bien claro.
«A donde quiera que mires, hace falta algo que haga que el mundo te parezca un lugar hermoso donde vivir largo tiempo. Ves solamente cosas que ya sabes, o que no te importan. Y la mayor parte de las cosas que ya sabes contienen amenazas en contra de tu identidad, y determinan situaciones de opresión…»
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 ago 2017
ISBN9788863654332
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    La desobediencia - Igor Sibaldi

    Note

    Dedicatoria

    Queridas Marías de Nazaret, me dirijo directamente a ustedes, o al menos espero lograrlo: no es empresa fácil de captar su atención – la auténtica, la antigua – través de los muchos aspectos que ustedes han asumido en su sociedad, en su vida de todos los días.

    Sin duda en el siglo XXI ustedes se presentan, también a sí mismas, como personas que dan gran importancia a su trabajo: o porque le dedican un montón de horas durante casi todas las semanas del año, o porque están buscando empleo; y han aprendido a conducir un auto que les gusta, o que no les gusta, o que nunca se han preguntado si les gusta o no; miran la televisión, leen y escriben cosas en Internet, van al gimnasio o piensan que deberían de ir, visitan supermercados y farmacias y dan por hecho que María de Nazaret es una mujer famosa, que vivió (parece) hace veinte siglos. En cambio, según me consta esa muchachita tan problemática para todos está dentro de ustedes: está allí esperando, y quisiera que le hicieran caso.

    No hay necesidad de que se sorprendan tanto: son cosas que se saben. Al igual que tantos otros protagonistas de libros sagrados, también María fue imaginada con el objetivo preciso de representar ciertas potencialidades más o menos sublimes de cada individuo; y si esos libros se definen como «sagrados», es decir dotados de un poder particular, es justamente porque numerosas generaciones de lectores se han dado cuenta que hace falta nada más un poco de valor y de lucidez para ver espejos en cada de esos protagonistas.

    ¿O acaso ustedes no saben que es bien sabido? ¿Nadie se los ha dicho? Lo siento: se nota que han tenido que ver con demasiadas personas autoritarias, para quien era cómodo no decirlo. Les habrían dado demasiada dignidad, si se los hubiesen explicado; y a ninguna jerarquía, ni religiosa ni estatal, le gusta que sus súbditos sepan que valen mucho. Hay un viejo proverbio: «No le digas al granjero lo bueno que es su queso con sus peras», de otro modo, nunca más te los venderá baratos. Y si ustedes supieran que son también María de Nazaret, no se venderían nunca más.

    Queriendo ser optimistas: supongamos que han mantenido escondido este hecho para liberarte de un sentido responsabilidad no es poca cosa, para nuestro sistema nervioso, ¡saber que eres la madre de quien cambiará al mundo! Y esas autoridades pensaban que ustedes querían ser ante todo gente normal, una masa obediente y devota, y que ciertos enigmas de las Escrituras podrían obstaculizar esa intención. Pero a lo largo de los siglos hay momentos en los que es necesario enfrentar ciertas circunstancias interiores, y éste es uno de esos momentos: quiérase o no, cada uno de nosotros lleva dentro de sí un futuro mucho más grande de lo que hasta hace algún tiempo parecía ser importante. Tal como le sucedió a María.

    La mejor demostración de esto, la más simple e inmediata, es ese sentido general de aburrimiento desesperado que tantos se esfuerzan por ignorar: hacia donde mires, falta algo que haría que el mundo te pareciera un lugar bello donde vivir. Ves solamente las cosas que ya sabes, o que no te importan. Y la mayor parte de las cosas que ya sabes, contienen amenazas a tu identidad y determinan situaciones de opresión.

    Algunos, para anestesiar este aburrimiento, se esfuerzan por tener ideales, es decir certezas de principio o esperanzas respecto del

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