Francisco de Asis: el más humano de todos los santos
Por Niklaus Kuster
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Estos impulsos continúan obrando hasta hoy en día en los movimientos franciscanos, que han redescubierto su vida y su mensaje. Niklaus Kuster sigue también estas huellas y demuesta que el "Pobrecillo" es una figura de perenne relevancia actual.
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Francisco de Asis - Niklaus Kuster
Niklaus Kuster
Francisco de Asís
El más humano de todos los santos
Traducción:
Malena Barro
Herder
Título original: Franziskus
Traducción: Malena Barro
Diseño de la cubierta: Claudio Bado y Mónica Bazán
Edición digital: José Toribio Barba
© 2002, Verlag Herder Freiburg im Breisgau, Alemania
© 2003, Herder Editorial, S. L. , Barcelona
1. ª edición digital, 2015
ISBN DIGITAL: 978-84-254-3174-6
Depósito legal: B-16071-2015
La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.
Herder
www. herdereditorial. com
ÍNDICE
PRÓLOGO
I. APUNTES SOBRE SU VIDA
1. VIDA EN ASÍS
El despertar de una pequeña ciudad antes de 1200
El ambicioso hijo de un mercader
Sueños de caballero
«… como si Cristo no existiese»
Hacia arriba y hacia abajo
El abrazo de un leproso…
… y el encuentro en San Damián
Un nuevo padre
Proceso ante el obispo
2. DE PENITENTE A HERMANO
Rodeo por Gubbio
Años eremíticos
La vida de los apóstoles
Los primeros compañeros
Nuevos horizontes peligrosos
El viaje a Roma
Encuentro con Inocencio III
Fratres minores
La hermana Clara
3. MISIÓN A LOS LÍMITES DE LA TIERRA
Una interesante relación de viaje
Los hermanos en torno a 1216
Provincias y nuevas tierras
Un año agitado en Egipto y Palestina
Crisis de desarrollo y renuncia a la dirección
El «capítulo de las esteras» de 1221
Primeras casas y primeros estudios
Frailes menores al norte de los Alpes
La lucha por la Regla
4. EL SANTO VIVIENTE
Fidelidad a la forma original de vida
Entre la ciudad y el eremitorio
Hechos, palabras y escritos
Criatura de Dios desde el pesebre a la cruz
Cántico de las criaturas
El Pobrecillo y los pobrecillos
Médicos y caballeros
La señora Jacoba y la hermana Muerte
Una iglesia sepulcral de piedra y legados vivientes
II. ESPIRITUALIDAD
5. UN PADRE EN EL CIELO Y SU MUNDO FRATERNAL
«Uno es vuestro padre»
Despedida de los padres humanos
Renuncia al modelo patriarcal en la Iglesia
Mi pater sancte – el abba Jesús
Secreto inefable
Una letanía franciscana del Nombre de Dios
Rasgos femeninos en la experiencia divina
Proximidad del Padre y Creador
Una creación fraternal
6. JESUCRISTO Y UNA SOCIEDAD HUMANA
«Dado que Cristo existe»
Muchos nombres para un solo Cristo
Intimidad con Cristo
Introducción en la vida del Evangelio
Imitación en la fantasía del amor
La «pobreza del Señor Jesucristo»
Desde el pesebre a la cruz
Una amiga y las compañeras de Jesús
Una hermandad socialmente profética
7. EL ESPÍRITU DE DIOS Y UNA IGLESIA VIVA
«Inspiratio divina»: guiado por el Espíritu de Dios
«Dios es Espíritu» y hay que contemplar a Cristo «en el Espíritu»
Una «Carta Magna» de la fraternidad cristiana
La morada de Dios: María y la Iglesia
La Iglesia como pueblo de Dios y comunidad
Estructuras de la Iglesia y dignatarios
Historias críticas eclesiásticas
Amor a la Iglesia y «amor al amor»
La fraternitas: ¿una «Iglesia en la Iglesia»?
III. ACTUALIDAD
8. TRASPASAR FRONTERAS
«Alegría verdadera» o acerca del éxito, el desarrollo y la expansión
Esperanza universal o ¿por qué no existen enemigos?
«Vivir entre sarracenos» o acerca de la convivencia de las religiones
«Mi manto es un préstamo» o cuando el más pobre se convierte en referencia
«Siguiendo las huellas de Jesús» o de los propios peligros de la Iglesia
«Hermano Cuerpo» o acerca de la relación con la sexualidad
«Pobre en cosas y rico en vida» o la rica libertad del Evangelio
«Hermana Agua» o una nueva visión de la Creación
«Hermana Muerte» o cuando la muerte se convierte en esperanza
FUENTES
BIBLIOGRAFÍA SELECTA
GLOSARIO
PRÓLOGO
Es una noche de verano en Asís. Los jóvenes cantan en la plaza. Sus corros invitan a bailar. Jóvenes provenientes de Francia, una estadounidense bien alimentada, un grupo de delicadas japonesas, chicos de Nápoles y dos abueletes alemanes se ponen en movimiento. Se dan las manos y giran. Esta escena vespertina es típica de la ciudad. Una pareja ha buscado un rincón tranquilo allá en lo alto, sobre los viejos tejados. Juegan al pie del castillo, sumergidos en el encanto del amor de juventud. Las luciérnagas en vuelo resplandecen entre cañas y amapolas. Los dos saludan al fratello como en un sueño y se sumergen de nuevo en su mundo maravilloso. Una última escena: a medianoche, Franca cierra su bar con terraza. Sólo unos pocos huéspedes se han perdido esta noche por las estrechas callejuelas de los barrios bajos de la ciudad. No obstante, canta mientras limpia las mesas húmedas de rocío, vacía los ceniceros y recoge la basura. Su satisfacción no se mide por las consumiciones.
Noche de verano en Asís, que todavía hoy se presenta como la ciudad de Francisco. Su famoso hijo nació en un mundo que muchos sienten como un paraíso. Pero los paisajes encantadores, las callejuelas medievales y la alegría de vivir italiana no explican por sí solos la causa de por qué personas de todo el mundo viajan hasta Asís ni por qué los extraños se muestran tan abiertos entre ellos. En ninguna otra ciudad se canta tanto ni en tantos idiomas en las plazas. En el año 1986, por primera vez en la historia, representantes de las más diversas religiones del mundo oraron juntos en Asís por la paz. Hoy mismo, mientras escribo estas líneas, vuelven a orar, aun más preocupados, en mayor número y con más decisión. Con motivo de la catástrofe terrorista de NuevaYork, de la guerra de Afganistán y las consignas de una cruzada contra todos los «enemigos del mundo libre», manifestaron aquí la misma convicción que condujo a Francisco de Asís –hará pronto 800 años– hasta el campamento militar del sultán Melek el-Kamel: no serán las armas ni las cruzadas, sino la confianza nacida de Dios y en cada ser humano la que erradicará en definitiva el odio y la violencia del mundo. Con más energía que nunca, el Planeta Azul pide por un cuidado común en favor de la creación y por la dedicación de todos a la paz. No es casual que sea en la pequeña ciudad de Subasio donde los representantes religiosos hagan una llamada común: un lugar en el que personas de todos los países, idiomas y generaciones experimentan su armonía interna con más claridad que en ningún otro lugar.
Este libro recrea el retrato espiritual de un ser humano, Francisco, que se hizo llamar sencillamente fratello Poverello (fray Pobrecillo). Su historia personal nos conduce hasta el mundo medieval de Umbría, en el que surgen nuevas ciudades y poderosos gremios derrocan a la nobleza. Sólo lejanos en apariencia, aquellos tiempos demuestran ser la aurora de nuestra propia época. Una libertad insospechada y un comercio floreciente, ganas de viajar y sed de conocimientos, la construcción de imponentes casas-torre y fiestas desenfrenadas, el encanto de la moda y la vida «en la plaza» contrastaban duramente con la pobreza social, las guerras crueles y una Iglesia ajena a la vida. Francisco buscó primero su camino solo y, después, con una fraternitas de nuevo estilo. Una prolongada búsqueda de Dios transformó su visión del mundo, le impulsó a dedicarse a la sociedad humana y le hizo reformar la Iglesia de arriba abajo. Su nueva vida se inició con una sorprendente experiencia de Cristo, que hizo del ambicioso mercader un sencillo hermano. Con su amor al mundo, la profundidad de sus fuentes y la libertad en su vida, Francisco se ha convertido en definitiva en un reto para unos y, para otros, en el acompañante espiritual en la búsqueda del sentido de nuestro tiempo. Y va mucho más allá del cristianismo.
H. Niklaus Kuster
24 de enero de 2002,
Segunda Jornada de Oración por la Paz de las Religiones del Mundo en Asís
I
APUNTES SOBRE SU VIDA
1.
VIDA EN ASÍS
Nos encontramos a Francisco como hijo de una región paradisíaca, como vástago de una pequeña ciudad encantadora y como retoño de una burguesía consciente de sí misma. Ambicioso y mimado por la vida, descubre sólo como mercader con éxito los aspectos sombríos de su mundo. El camino de salida de la crisis conduce, después de una búsqueda existencial durante años, a la ruptura con su gremio y su ciudad. Por último, dos años como eremita le llevan hasta la senda de una nueva vida. Aun cuando desde entonces recorra descalzo toda Italia y medio área mediterránea, seguirá siendo un hijo de Asís. La montañosa ciudad de Umbría ha marcado a Francisco. En sus años mozos, experimenta el despertar de la cultura urbana, comparte la revolución burguesa y se beneficia del capitalismo temprano, que se encuentra en el alba de la modernidad. Sin embargo, su distanciamiento de la vida como mercader no le lleva a despreciar este mundo, sino que inicia un diálogo apasionado con él: a través de la vida, a través de una carrera hacia abajo y una prédica que habla con el lenguaje de la plaza en la concreta vida cotidiana de los seres humanos.
El despertar de una pequeña ciudad antes de 1200
A pesar de que Asís fuese una ciudad pequeña en el siglo XII, disfrutaba de la simpatía y la dedicación personal del emperador de la casa Hohenstaufen. Federico I Barbarroja concedió privilegios en el año 1160 a la antigua y pequeña ciudad, situada en el límite occidental de su ducado de Espoleto, colocándola bajo su protección directa como condado. Sólo algunas décadas antes, la antigua ciudad umbriana había resurgido de la decadencia iniciada por godos y longobardos durante la invasión de los bárbaros y que había quedado sellada definitivamente con las incursiones de los carolingios. En el siglo XI, la construcción de la iglesia de San Rufino anunció el nuevo despertar de la antaño floreciente Asís. Como en toda Europa, también la población italiana crecía como consecuencia de un clima más cálido, mejores métodos de cultivo y una alimentación más equilibrada. Este impulso en el desarrollo condujo al renacimiento de la cultura urbana. En medio del mundo rural feudal de la alta Edad Media, surgieron pequeñas ciudades vitales, en las que flotaba un espíritu nuevo. El «aire urbano da libertad», porque libra a los seres humanos de la servidumbre y las relaciones feudales, los libra de la gleba y los estrechos castillos, uniéndolos en un nuevo entramado social para formar un íntimo destino común. Gremios y oficios artesanales, mercados y comercio recuperan la economía financiera. Tanto los viajes comerciales como la formación amplían un horizonte rico en perspectivas y favorecen el intercambio de ideas. Pronto, la burguesía en ciernes anhela tener parte en el poder, de acuerdo con su importancia económica. Después de las grandes ciudades, hacia finales del siglo XII, también los pequeños centros conquistaron en el centro de Italia la autonomía administrativa municipal. Nobles y obispos vieron cómo las ideas republicanas acotaban sus privilegios de soberano.
Francisco nace en esta época agitada y palpitante del cambio. Poco antes de su nacimiento, la pujante y pequeña ciudad de Asís ya había emprendido un primer intento de sacudirse de encima el dominio extranjero alemán. Como consecuencia de ello, en el año 1174 Barbarroja ordenó a uno de sus jefes de ejército, el arzobispo Cristiano de Maguncia, que marchase contra la pequeña ciudad de Subasio. Después de un acoso eficaz, tuvo la inmensa suerte de eludir el destino de Espoleto, a la que hacía menos de veinte años antes habían devastado a sangre y fuego para tener que volver de nuevo bajo la férula imperial. Después de las derrotas de Barbarroja en la Lombardía, su hijo Enrique tiene que ocupar una vez más la ciudad de Perusa en el año 1186. El duque Conrado I de Espoleto, un partidario del Emperador proveniente de la ciudad suabia de Urslingen (la actual Irslingen bei Rottweil), asumió como duque de Asís la vigilancia de una burguesía cada vez más consciente de sí misma. Incluso el Duque residió por temporadas en la Rocca imperial, por encima de la ciudad de Subasio, de clima más agradable. El traslado de la vida económica, social y cultural del campo a la ciudad obligó también a la nobleza local a mudarse de sus residencias rurales a las casas-torre. Los clanes aristocráticos poblaron la parte alta de la pequeña ciudad de Asís. Como sus latifundios les parecían una señal de la bendición celestial, dieron por llamarse boni homines (buenos hombres), que estaban como maiores por encima de los ciudadanos. Éstos, como minores y homines populi (gente del pueblo), tenían que limitarse a la parte baja de la ciudad. «¡El orden es lo primero!» Y mientras un duque alemán vele por la ciudad, ésta seguirá siendo dominada por los nobles, al menos políticamente.
El ambicioso hijo de un mercader
Francisco llega al mundo en la parte baja de la ciudad. Su familia se encuentra entre las más ricas de Asís. Su padre forma parte del gremio de mercaderes. Con la producción de su propio paño de lana, el comercio con artículos de lujo, pero también con el préstamo de dinero, su familia ha adquirido un patrimonio considerable. Pedro de Bernardone tiene en propiedad, al menos, cinco casas, así como terrenos en las inmediaciones. Sólo en la tradición oral posterior se dice que su mujer procede del sur de Francia, lo cual sigue siendo dudoso, pues otra tradición afirma que Pedro la conoció en Lucca. El origen de la madre de Francisco se puede demostrar tan poco como que su nombre fue Pica, del que se dio testimonio sólo más tarde. En 1182, nace el primer hijo del matrimonio. El hecho de que la madre hiciese bautizar al pequeño Juan inmediatamente después del nacimiento, aunque no con el nombre del padre ni el del abuelo Bernardone, sugiere que la fecha de nacimiento fue el 24 de junio, día de San Juan. En esos momentos, Pedro está de viaje por Francia. La importación de tejidos costosos desde el sur de Francia y su venta en los mercados del valle de Espoleto contribuye de manera esencial a la prosperidad de la casa comercial. Regresa como padre feliz y sostiene por vez primera a su hijito en brazos, pero le cambia el nombre por el de Francisco. Los codiciados tejidos franceses se llaman panni franceschi. El nuevo nombre recuerda un paño costoso y sugiere riqueza, elegancia y negocios prósperos. Pero, en aquel entonces, también son «franceses» la nueva poesía, la cultura cortesana y las canciones de trovador, admiradas por los comerciantes italianos. El pequeño Francisco oirá hablar de la legendaria mesa redonda del rey Arturo y, siendo adolescente, se ejercitará en el comportamiento caballeresco. Incluso ya adulto, cuando rompe con la mentalidad capitalista temprana de su gremio, se lleva con él la hidalguía y el arte trovadoresco a una vida completamente distinta. Sin embargo, hasta entonces tendrán que transcurrir muchos años llenos de sol y acontecimientos.
Con prudencia, Pedro prepara a su primer hijo para la profesión de mercader. En la iglesia parroquial de San Jorge, Francisco recibe una educación básica rudimentaria. Dentro del círculo de hijos privilegiados, aprende a leer, escribir y calcular, además de adquirir conocimientos elementales de latín. Por entonces, los notarios escriben en latín, pero también los acuerdos comerciales y los contratos de compra-venta se redactan en este idioma. Además, la baja latinidad sirve para el entendimiento internacional. Francisco también aprende de su padre el provenzal, la lengua de los contactos comerciales más importantes con la Francia meridional. Con todo ello, la formación del joven respondía por completo a las necesidades del estamento burgués dirigente. No obstante, según sus propias palabras, Francisco se quedó iletrado e ignorante: «idiota et ignorans» (Test, CtaO).
A los catorce años, el hijo del mercader llega a la mayoría de edad. Por tanto, en 1196, tiene que jurar por primera vez ante la nobleza de Asís y ante el duque alemán su obligación de servidumbre personal en la Rocca. Al mismo tiempo, ingresa en el gremio de su padre, que dirige todos los demás gremios, pues está por encima de los gremios artesanales de zapateros, tejedores, sastres, herreros, picapedreros, carreteros, panaderos y carniceros. En su gremio, Francisco se convierte en un hábil mayorista. Ángel, su hermano menor, es menos trabajador. Por eso, las esperanzas de los padres están puestas en su primogénito, que promete continuar con talento la floreciente casa comercial de Pedro de Bernardone. Quizás el padre llevó a su hijo también a los viajes de comercio por los centros de la producción textil en el sur de Francia. La alegría con la que Francisco habla «francés» de manera espontánea o cómo canta una melodía trovadoresca del Languedoc se explica mejor con estos contactos directos. A la vez que el vástago sigue con éxito y ambición el ejemplo de su padre en el negocio, en sus horas de ocio se muestra mucho más voluptuoso y liberal que Pedro. La Leyenda de los Tres Compañeros, una de las colecciones de originales más fiables, perfectamente familiarizada con la vida cotidiana de Asís, recuerda: «… dado a juegos y cantares, de ronda noche y día por las calles de Asís con un grupo de compañeros; era tan pródigo en gastar, que cuanto podía tener y ganar lo empleaba en comilonas y otras cosas» (TC 2).
A los padres no les disgustaba la prodigalidad de su primogénito: ropas extravagantes y presencia elegante, costumbres cortesanas y la renuncia a lo plebeyo, a cualquier palabra soez, finesse en la conducta y el lenguaje, así como magnanimidad hacia pequeños y pobres. Todo esto le auguraba un gran futuro en la pequeña ciudad. El hijo alegre y derrochador hace carrera primero en la «comunidad de bailarines», que representaba obras de baile profanas y religiosas a lo largo del año. Aquí se festeja el despertar de la primavera con tanto alborozo como más adelante la vendimia, bajo el signo de Baco. La fantasía y el dinero convierten a Francisco en el animador de estas fiestas. Toda su vida seguirá siendo bailarín, poeta y juglar, se presentará como un «trovador», gustará de poner en escena su mensaje con pasión y, por último, también bailará durante sus prédicas.
A los 16 años, el joven comerciante será testigo de un primer año fatal en su ciudad natal, que marcará toda su vida. El emperador Enrique VI, hijo de Barbarroja, cae víctima de una plaga a finales de 1197 en el sur de Italia. Su hijo Federico tiene sólo tres años. Por tanto, Asís aprovecha hábilmente el vacío de poder que se ha producido. Cuando el duque alemán de Espoleto se somete en 1198 al flamante papa Inocencio III y tiene que ceder a su presión, los ciudadanos asaltan la Rocca antes de la llegada del nuncio apostólico. Sin duda, Francisco ha participado también en esta destrucción. Con las piedras del castillo de los Hohenstaufen, se ampliarán las murallas de la ciudad y se reforzarán las puertas, clara señal de que Asís defenderá con decisión su libertad reconquistada. Al año siguiente, se desatará la guerra civil dentro de estas murallas. Las tensiones entre maiores y minores se agudizarán. Los ciudadanos, a los que Asís debe su prosperidad económica, se imponen ahora también políticamente y establecen un orden municipal democrático. Los