Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

La hija del sol
La hija del sol
La hija del sol
Libro electrónico17 páginas12 minutos

La hija del sol

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Tocaban a animas las campanas de la ciudad de Sevilla, y muchos corazones religiosos se alzaban al cielo en aquella hora dedicada por la Iglesia a recordar a los muertos. Todo yacía frío, silencioso y triste en la invadiente oscuridad de una noche de Diciembre; una espesa cortina de nubes cubría las estrellas, que son, según dice un poeta, los ojos con que mira el cielo a la tierra.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 dic 2016
ISBN9788822873736
La hija del sol

Lee más de Fernan Caballero

Relacionado con La hija del sol

Libros electrónicos relacionados

Clásicos para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para La hija del sol

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    La hija del sol - Fernan Caballero

    LA HiJA DEL SOL

    Fernán Caballero

    1

    ¿Est-ce vrai? -Oui: mais qu'importe?

    Balzac.

    Tocaban a ánimas las campanas de la ciudad de Sevilla, y muchos corazones religiosos se alzaban al cielo en aquella hora dedicada por la Iglesia a recordar a los muertos. Todo yacía frío, silencioso y triste en la invadiente oscuridad de una noche de Diciembre; una espesa cortina de nubes cubría las estrellas, que son, según dice un poeta, los ojos con que mira el cielo a la tierra.

    En la sala de una de las hermosas casas de Sevilla, que los extranjeros llaman pala-cios, frente a una chimenea en que ardía y daba luz como una antorcha la alegre leña del olivo, estaba sentada una señora, sumida en los pensamientos graves y tristes que infundían la hora y lo lóbrego de la noche. No se oía sino el gemido del viento, que daba tor-mento a los naranjos del jardín,

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1