Latinismos, Latinajos y Aforismos
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Extensa recopilación de frases comunes, aforismos de derecho y aforismos de Hipócrates, en latín, con su traducción al español y una guía de la pronunciación correcta en latín. Más de 1000 frases para uso general, jurídico, y médico. La perfecta guía para doctores en medicina, abogados y todo aficionado al latín. Escrito originalmente en 1946 por el Dr. González Rivera (1897-1955), quien fue director del Centro de Salud en la Ciudad de México, el cual ahora lleva su nombre, en honor a la magnífica labor que hizo el Dr. González.
Dr. Manuel Gonzalez Rivera
Manuel González Rivera nació el 20 de julio de 1897, en la ciudad de Guanajuato, donde realizó sus primeros estudios.En la primera mitad de los años 20s estudió en la Escuela Nacional de Medicina, en la Calle Brasil No. 33, en el Centro de la Ciudad de México. Fue director del Hospital de Enfermedades Tropicales ubicado en la calle de Plan de San Luis, Colonia Santo Tomás, Ciudad de México, D.F. que ahora es un centro de salud que lleva su nombre.
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Latinismos, Latinajos y Aforismos - Dr. Manuel Gonzalez Rivera
Agradecimientos
(Agradecimientos a la versión e-book publicado por Patricia Ávila González)
El primer y máximo agradecimiento es a mi abuelo materno, el Dr. Manuel González Rivera por haber sido una persona ejemplar, de gran inteligencia, altruista y con una pasión por curar a gentes de menores recursos y por el legado de cualidades que lo hizo, y continúa siendo, admirado por todos los que sirvieron junto con él.
Tus nietos, aunque poca oportunidad tuvimos de conocerte antes de que tu propia vida se extinguiera, te conocemos y admiramos por medio de los relatos de nuestros padres, por tus escritos, y por los honores que se rinden en tu nombre.
Mil gracias a las siguientes personas por su colaboración para la edición electrónica de este libro:
Rafael Ávila
Salvador Ávila
Juan Ávila
Magaly Ávila
Guadalupe Rico
Creación, digitalización, restauración y edición fotográfica de la portada e imágenes en este libro, por ML Studio.
Fotografía del Dr. González Rivera cortesía de su hija, Carmen Erpenbach.
Carpent tua poma nepotes (Virgilio)
Tus nietos recogerán los frutos
Prólogo
En los momentos actuales de crisis intensa de casi todos los valores humanos, de ansiedades justificadísimas frente a las incertidumbres que se ven en el porvenir y de amenazas positivas para todo lo que hasta hoy hemos considerado como inconmovible y sagrado, el reavivamiento del pasado en cualquiera de sus manifestaciones es un síntoma de fe y de optimismo.
La patria está en la historia
, decía con profunda devoción un célebre pensador francés y, parafraseando este concepto magnifico, podemos decir que la humanidad está en el pasado, por cuanto en el encontramos los pilares inconmovibles sobre los cuales descansa el presente y tiene que apoyarse forzosamente el porvenir.
Los muertos mandan
, decía también otro pensador, queriendo encontrar en el presente la repercusión de los pensamientos y de las acciones de nuestros antepasados.
Y en verdad que tenían razón. Somos en gran parte lo que el ancestro ha querido que seamos. Fuera del imperativo biológico que hace que el hombre se eternice en su descendencia, hay otros imperativos no menos ineludibles: el del pensamiento humano, el de las acciones humanas que han dejado huellas profundas en el pensamiento y en las acciones de sus descendientes.
Sería en verdad imposible comprender la mente del siglo XX si no conociéramos a conciencia la de los siglos que lo precedieron. Vivimos a horcajadas en las grandezas y en las miserias de los tiempos pasados, decía un filósofo, replicando a un loco enamorado de las glorias del siglo XIX que menospreciaba todas las conquistas de Grecia y del Renacimiento.
Precisa, pues, si queremos penetrar profundamente en el pensamiento moderno, saber a fondo cómo pensaron y cómo actuaron los hombres que nos precedieron.
Y ese pensamiento y esas acciones están muchas veces condensados en frases inmortales, en axiomas, en máximas, en reflexiones que se han venido transmitiendo a través de los siglos y que perduran a pesar de las violencias, del olvido, de la incomprensión con que muchas veces se ha querido destruir el patrimonio espiritual del hombre.
Todos los pueblos de la tierra han conservado con fidelidad el pensamiento del pasado en forma de adagios que forman toda una filosofía. Los hombres de pensamiento superior conservan igualmente las expresiones más intensas que retratan las aspiraciones, las necesidades, las angustias, los mandatos, los dolores, los deleites, sentidos por los hombres y que muchas veces revelan el estado espiritual de una época, de un pueblo, de una raza, de una civilización.
La humanidad ha recogido y conserva como un patrimonio esas expresiones del pensamiento universal. No estoy en un lecho de rosas
basta para retratar el alma de una raza estoica y valiente. Alea jacta est
inmortaliza la audacia y falta de escrúpulos de un conquistador ambicioso y genial. E pur si muove
transmite a la posteridad la angustia y la inconformidad de un genio aplastado por la intolerancia y el fanatismo de unos ignorantes.
Todos los hombres de pensamiento deberían recordar y grabar profundamente en su espíritu esas explosiones geniales que pueden servir de orientación para el pensamiento. Ellas deberían ser hondamente grabadas en el alma para recordar en todo momento lo que pensaron, lo que sintieron y lo que hicieron los que frente a la vida tuvieron el privilegio de decir algo que los siglos han recordado y recordarán siempre.
En el brillante resumen de esas joyas que ha hecho el doctor González Rivera se recuerda lo que el maravilloso idioma latino nos ha perpetuado.
Una lucha que no nos atrevemos a tachar de estéril, pero que a la postre resultó desde cierto punto de vista perjudicial para la humanidad, pretendió proscribir el estudio de la armoniosa, lacónica y vigorosa lengua latina. Filosofías, sistemas pedagógicos y hasta fanatismos políticos trataron de excluir de los conocimientos humanos la lengua de Virgilio, inculpándola de haber envarado el pensamiento, como si el instrumento de expresión fuera el culpable de los errores de los que lo empleaban.
A pesar de ello, las frases, hijas de los momentos intensos de los hombres, de las meditaciones de los filósofos, de las máximas de los moralistas, de las reflexiones de los juristas, y de las observaciones de los médicos, han perdurado. Ars longa vita brevis
traslado del griego al latín una exclamación honesta e inmortal del Padre de la Medicina.
Como ésta, muchísimas expresiones son de uso corriente, no sólo entre los eruditos, sino aun entre algunos profanos. En la prensa, en la oratoria, en la conversación diaria, figuran con mucha frecuencia, a veces burdamente alteradas, expresiones latinas que todo hombre que se precie de culto debe conocer. Hay, aun en el lenguaje corriente, palabras y frases que no han podido ser traducidas y que son empleadas sin que se conozca su significado exacto.
Muy frecuentemente se dice ipso facto, queriendo dar a entender inmediatamente
al instante
, cuando en realidad significa "por el mismo hecho, u oímos decir motu propio en vez de motu proprio que es la pronunciación correcta.
Se nos dirá que es completamente inútil y hasta pedante recurrir a un idioma extraño para expresar un pensamiento claro del espíritu, y la observación es injusta. Fuera de que, como decíamos, muchísimas expresiones y aun simples palabras no pueden ser traducidas, tenemos que reconocer que algunas de ellas tienen en su idioma original un valor del cual carecen al ser traducidas. ¡Tu quoque, Brute! No tendrá nunca en castellano la energía, la profundidad y la amargura que tiene en la lengua del Lacio en que fue pronunciada.
El laconismo, la severidad y la elegancia del Latín, insubstituibles en verdad, le dan al pensamiento una fuerza difícil de alcanzar en otros idiomas y, tanto al emplearse las expresiones de índole profana, como las jurídicas y las médicas, se llega a una penetración más profunda del pensamiento del autor.
Este libro será sin duda de positiva utilidad para médicos, abogados, periodistas, y aun para gran parte del público que ansioso de conocer más a fondo el origen y la grandeza de ciertas expresiones, hallará en él un manantial de enseñanzas agradables, útiles y bellas, que son un verdadero manjar para los espíritus dilectos.
El empleo de las expresiones latinas es por otra parte un tributo, muy merecido no solo al idioma del Lacio, sino también a los hombres que las lanzaron y si bien es cierto que en algunos casos pueden indicar pedantería, en tal vicio se cae no solo al emplear una locución latina, sino aun hasta cuando se habla el idioma propio.
Algunos repudian los latinajos en nombre de un falso amor al presente y el porvenir, que quisieran ahogar para siempre el pasado que para ellos no tiene por qué ser revivido.
Este apasionamiento es también injusto. El pasado no merece amor ni desprecio por ser pasado, como tampoco los merece el presente. El culto por una idea, por una práctica, por una época, no debe fundarse en méritos circunstanciales, sino en sus características fundamentales.
Debemos amar el pasado por lo que tenga de justo, de bello o de verdadero, y por las mismas razones debemos amar al presente. Y es una visión mezquina de las de las cosas querer encontrar esos atributos exclusivamente en lo que pasó o en lo que estamos viviendo. Un espíritu libre no es adorador ciego de lo que vemos a través de la lejanía de los siglos ni de lo que vive ante nuestros ojos proporcionándonos impresiones más o menos intensas.
Es por eso que nosotros apreciamos en todo su alto valor el esfuerzo hecho por el Dr. González Rivera al editar su libro LATINISMOS, LATINAJOS Y AFORISMOS, que viene a enriquecer positivamente nuestra escasa producción en ese ramo de la bibliografía nacional.
DR. RICARDO D. ALDUVIN
Breves Notas Sobre Pronunciación Latina
Aunque este libro no es una gramática latina, ni pretende ser un libro de texto, es oportuno dar algunas notas acerca de la pronunciación de algunas de las letras que, en ciertos casos, no se pronuncian de la misma manera en latín que en español.
a.- Antes de la vocal e forma diptongo con ella y este diptongo se pronuncia e.
c.- Antes de a, o, y u se pronuncia como en español. Antes de e y de i de los diptongos ae y oe, tiene sonido suave. Ejemplos, etcétera, celum (etcaetera, coelum).
A este propósito, creemos necesario advertir que de algunos años para acá ha venido ganando terreno, sobre todo entre los sacerdotes de la iglesia católica, la costumbre de pronunciar la c a la italiana antes de e y de i de los diptongos ae y oe. "pater noster cui es in chelis".
Sin ánimo de discutir si es esta la pronunciación correcta o no, en el presente libro adoptamos la que se enseñaba en todas las escuelas de México a principios del siglo, antes de que algunos sacerdotes que fueron a estudiar a Roma volvieran con la pronunciación italiana.
Nos mueve a conservar la pronunciación a la española la circunstancia de que este libro es para uso de personas que no hablan latín, sino que únicamente citan frases o emplean locuciones latinas en medio del texto de los discursos o escritos, o en la conversación. Y aquí, como en todos los casos, la costumbre también tiene fuerza de ley. Estando acostumbrados, por ejemplo, a decir y oír decir etchétera
.
ch.- Se pronuncia como c fuerte o k. Ejemplo, caritas (charitas), la caridad.
e.- Después de la a y de o, forma diptongo con esas vocales y las hace enmudecer para ser pronunciada ella solamente.
g.- Antes de a, o y u tiene el mismo sonido suave que en español.
A propósito de la g antes de la e y de i, léase lo dicho arriba, en la letra c. Algunos pronuncian las silabas ge y gi como en italiano o en francés, o como la j en el idioma inglés.
Nosotros preferimos seguir pronunciando a