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El Sabueso
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Libro electrónico253 páginas3 horas

El Sabueso

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Es la persecución de la alada, imperiosa es la necesidad de cortarle las alas a La Cuervo Púrpura, sus acciones han atraído la atención de la cúpula política del país, México; sus quehaceres incomodan y obstruyen a los carroñeros que no pueden deglutir el hueso libre de zozobra, a los que nada aportan y son una carga para el pueblo, a los más grandes hipócritas, concebidos para ahogarse en su propia mediocridad.
El objetivo, determinar la identidad de La Mariposa, la última estrategia desesperada por parte de las autoridades del más alto mando, incorporar al mejor rastreador identificado en el país, reclutado desde La Puerta de México, Tijuana; perfil oficial: considerado de elevada eficiencia en campo; más sin embargo, sobre su cabeza pesan ciertas dudas que de ser comprobadas, sería tipificado como de alta peligrosidad.
El gorgoteo en plena contienda electoral, todo en ebullición, Romina Pérez se perfila como la próxima dirigente de la nación, la silla presidencial espera por ella, todos los reflectores están puestos en ella, es la mujer del momento, la más asediada y la más atacada, objeto de escrutinio público y privado, la atalaya a vencer; su opositora más tenaz, bajo su propia fortificación, la casa de las espinas tras un escudo de falsa sumisión. El púrpura más radiante que nunca sobre ese negro azabache.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 mar 2017
ISBN9781310393020
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    El Sabueso - Maribel Peralta

    Prólogo

    Una plegaria se encumbra al Omnipresente en la penumbra de la habitación sagrada, perfecto orden en medio de la gran sencillez que su quehacer demanda, en aparente sumisión, con brazos extendidos, manos sobre suelo, rostro oculto e inclinado; son vestigios de un pecador, el preludio en el cumplimiento de una promesa, un principio, el pensamiento a punto de convertirse en acción.

    Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa,

    Mi gran debilidad

    Lo declaro, soy gran pecador

    Esa promesa no descansa en mi interior

    Roba la paz de mi corazón

    Y cómo no hacerlo

    Cuando no le entiendo

    Yo veo que prospera al que carga iniquidad

    Y qué hay de esta carga que lacera mi alma

    Cuándo voy a ver justicia por su mano

    Soy un mal servidor

    Mi corazón contaminado está

    Debe comprender mi Señor

    Que ese día me marcó

    Me destruyó

    No encuentro la redención entre tus filas

    Es tarde mi Señor, soy gran pecador

    Ella me llama, me sujeta

    Me aprisiona, me acorrala y domina

    Mi alma se entrega a ella, continúa por ella

    Emana de ella, esclavo suyo soy, sueño con ella

    Acaricio el día en que pueda alcanzarla

    Que mis manos se impregnen con su expiación

    Y finalmente, quizá en ella, sucumbiendo

    Encuentre un poco de aquiescencia en ti

    Su fragua mi liberación o mi condena

    Volver al inicio…

    La Persecución

    —Josué De La Reé, a sus órdenes Comandante —mi Comandante era la manera correcta de expresarse como un subalterno que es, solo que las formas, la subordinación y el reconocimiento de la autoridad se han perdido.

    A través del cristal, al otro lado de la oficina principal dentro de la Federal de Seguridad, la secretaria del Comandante Vásquez le da el visto bueno a Josué con una sonrisa coqueta en el rostro, ella no está muy acostumbrada a ver policías así de bien parecidos, aunque a juzgar por ella bastante serio el muchacho y no tan muchacho, le calcula unos treinta de edad y no se equivoca. Todos los minutos que estuvo en espera para ser atendido por su jefe, éste no le cruzó mirada alguna y menos palabra alguna, hecho que no impidió que ella hurgara sobre sus facciones, sobre su porte espléndido.

    —José Guadalupe Vásquez, mucho gusto y aprovecho para darte la bienvenida a nuestra corporación —ambos se dan la mano enérgicamente—, siéntate por favor.

    —Gracias señor —Josué echa un vistazo a la oficina, por doquier hay archiveros con documentos apilados encima, como si hubieran olvidado guardarlos en el interior, el escritorio es lo mismo, repleto de expedientes pendientes, casos sin resolver; aquella oficina habla del rezago y la apatía por el cumplimiento del deber.

    En medio de aquel desorden el Comandante Vásquez extrae una carpeta que contiene los documentos del recién adscrito a la Federal de Seguridad Josué De La Reé; procede a indagar en el contenido del currículum del cual podemos destacar sus características físicas, estatura: 1.89 metros, complexión delgada, color de cabello: negro, color de ojos: él anotó café, ya que hubiera sonado extraño especificar color arándano, que era como los definía su ya fallecida madre. Otra característica que lo define y que no asentó en su currículum, por ser innecesaria claro está, y que remarca el contorno de su maxilar inferior es la barba cerrada que endurece aún más su rostro y le agrega años a los treinta que realmente tiene.

    Inamovible e infranqueable, torso completamente erguido y con una expresión insondable, es que Josué espera en silencio mientras su Comandante en Jefe, un hombre corpulento de estatura media y cabeza rapada, se toma su tiempo.

    —Veo que eres viudo —sin querer se da en la llaga.

    El rostro que hasta ese momento había permanecido inmutable ha sufrido un drástico cambio, la bestia del Sabueso asoma a través de sus ojos fulgurantes en un arándano escalofriante.

    El entrevistador comprende que ha tocado un tema sensible —perdón, no pretendía ser imprudente.

    La ira se oculta y vuelve a su pasividad; Josué calla y traga su dolor aún latente en su corazón.

    En un esfuerzo por cambiar el tema, el Comandante Vásquez escoge otro diferente, pero no menos escabroso —tengo entendido que estás bajo investigación judicial.

    —Estuve bajo investigación señor, fui absuelto en el proceso judicial que se me siguió —el tono de voz es brioso, autoritario.

    —También fuiste removido de tu puesto en Tijuana.

    —Así es señor —Josué ha recobrado completamente su postura inmutable, permanece rígido en su asiento mientras acomoda su asfixiante corbata y reacomoda su chaqueta de cuero café apagado.

    Con expresión de beneplácito el Jefe continúa echando un vistazo al currículum —más sin embargo veo que traes excelentes recomendaciones.

    Sin reacción alguna la contraparte. Josué calla y sostiene su mirada penetrante a su Comandante.

    El mando superior de la Federal de Seguridad deja de lado el currículum y sin más preámbulos aborda el tema crucial de esta reunión, la razón por la cual los servicios del excelente rastreador que es Josué De La Reé fueron requeridos, dejándose de lado las dudas que pesan sobre su persona —básicamente estás aquí para un caso en específico, el de La Mariposa, no sé si has escuchado hablar de ella.

    Con un movimiento esquivo de ojos busca en sus archivos mentales para concluir —no señor —la negativa se acompaña con un movimiento de cabeza.

    El desconcierto se presenta —qué extraño, los medios de comunicación le han dado mucha difusión a este personaje.

    La negativa perdura, Josué De La Reé permanece en las mismas, desconoce el tema por completo, resultado de su desconexión con el mundo exterior y con los sucesos cotidianos relevantes a nivel nacional.

    —Me imagino que conoces a la Lic. Romina Pérez, la actual contendiente a la grande por el Partido Alianza Revolucionaria.

    Al llegar a la capital en autobús, mientras transitaba varias de las tantas calles hasta llegar a la terminal, Josué recuerda haber visto varios espectaculares con la imagen de esta señora en el trayecto, si bien no les prestó mucha atención, no le pasaron desapercibidos —sí señor.

    —El caso de La Mariposa tiene que ver en gran parte con ella, ya que ha sido el blanco más directo de la banda encabezada por esta joven, han destruido mucha propaganda política en trabajo de hormiga, incluso la casa de campaña ha sido varias veces sitiada al grado que se teme por la propia seguridad de la candidata. La chica es un completo fantasma, todo lo que gira a su alrededor son puros rumores, no hemos encontrado a alguien que pueda darnos información fidedigna acerca de ella, no contamos con una descripción física siquiera, jamás ha sido aprehendido algún miembro de la banda, uno directo a ella, es un grupo muy cerrado en su jerarquía más alta y se está volviendo un problema muy serio, porque cada vez cuenta con más y más adeptos; la banda es conocida como Los Cuervo Púrpura y se está constituyendo como una gran colonia, muy nociva para el ámbito político en este país. Es por eso que se están redoblando esfuerzos para desmantelarla, confiamos en que si cae su cabecilla la banda quedará completamente desintegrada, su liderazgo raya en la exacerbación de sus seguidores, realmente no se han logrado medir sus alcances, sin embargo, un grupo de politólogos afirman que si la Lic. Pérez llega al poder, pueda desatarse una revuelta a nivel nacional, es por eso la imperiosa necesidad de cortarle las alas a La Mariposa de tajo, su liderazgo debe desaparecer, debe ser sepultado.

    El desarrollado olfato del Sabueso comprende estas últimas palabras, precisamente por esta razón fue convocado, precisamente por esta razón es que su perfil de alta peligrosidad no comprobado fue requerido, si bien su estabilidad emocional no está al cien por ciento sus deducciones son correctas, el problema aquí y que resulta muy desfavorecedor para La Mariposa, es que él no está interesado, por lo tanto, su escrutinio del caso carecerá de toda empatía, se enfocará única y exclusivamente en la obtención de los resultados —necesito toda la información que hayan recabado para poder establecer un punto de partida.

    La respuesta no se hace esperar, su mano descansa sobre una enorme torre de papeles —aquí tienes todo lo que necesitas saber acerca de Los Cuervo Púrpura y de su líder, La Mariposa.

    Josué no se intimida con tanta información y se pone a trabajar de inmediato en su nueva oficina de tres por tres con ventanales al interior, como al exterior; una vez que se ha despojado de su chaqueta de cuero, ha remangado las mangas de su camisola y aflojado su corbata. Aún no termina de ponerse cómodo cuando es interrumpido por Gilberto Elías —¿se puede?

    —Adelante —en tono cordial discordante con el rostro.

    —Gilberto Elías —le extiende su mano.

    —Josué De La Reé —él corresponde al saludo con un fuerte apretón de mano.

    —Veo que te dieron oficina y todo —Gilberto la inspecciona con sus ojos.

    Josué no comprende el porqué de la presencia de Gilberto —¿te puedo ayudar en algo?

    —Al contrario amigo, soy yo quien puede ayudarte, ese —le indica con un gesto de ojos sobre la torre de papeles— era mi trabajo, o es mi trabajo, porque vamos a estar juntos en esto, no vas a encontrar a nadie más empapado del tema que yo por estas oficinas. —Gilberto también es policía dentro de la Federal de Seguridad acumulando cierta antigüedad en el puesto, viste el típico uniforme en negro predominante, botas a media pierna con pantalón fajado, camisa blanca informal con insignias y bordados que lo distinguen como adscrito a la Federal de Seguridad, éste es básicamente el uniforme informal, mismo que le será asignado a su compañero junto con los demás adjuntos que conforman el set de trabajo.

    —Entonces quizá puedas ahorrarme el trabajo de buscar entre todos estos papeles e ilustrarme acerca de la banda de Los Cuervo Púrpura.

    —¿Qué quieres saber exactamente? —él pregunta mientras acomoda su regordeta figura en la silla que está a su lado.

    —¿Quién es La Mariposa?

    Gilberto se ríe de la pregunta, a la vez que se desconcierta con la misma.

    —La respuesta a esa pregunta me evitaría revisar esta pila de papeles.

    —Si tuviera esa respuesta, no estarías aquí amigo.

    Josué contesta para sí «y créeme, es mejor que esté aquí». Él se introduce en la pila de papeles, las horas empiezan a transcurrir y el silencio es abrumador, hoja por hoja busca el perfil de La Mariposa entre líneas que no explican mucho, líneas que la ocultan de su discernimiento. A Los Cuervo Púrpura se les responsabiliza de un sinnúmero de actos delictuosos, pero de ella no hay casi información, aun así él empieza a darle forma en su cabeza, la cacería empieza, El Sabueso pone en práctica sus habilidades, su cerebro configura un retrato de La Mariposa.

    —Mjjj —emite este ruido para traer de vuelta a su compañero que dormita en su silla frente a él y hasta deja escapar un que otro ronquido.

    —¿Qué pasó? —hay desorientación al despertar.

    —Puedes retirarte si gustas, veo que esto te resulta muy abrumador.

    Gilberto Elías se estira descaradamente frente a Josué que tiene cara de desaprobación —lo siento, lo mío no son los papeles, yo soy de campo. —Éste se acerca el reloj de su muñeca y mira la hora— ya acabó el turno, podemos irnos.

    —Yo voy a continuar —Josué frota con su mano derecha su barbilla, como si quisiera eliminar un cosquilleo, o quizá sea porque es algo nervioso.

    —Entonces nos vemos mañana.

    Se perdió la noción del tiempo y en este proceso automático de comprensión, quedaba claro para Josué De La Reé que los actores de este expediente son tres: Romina Pérez, los Cuervo Púrpura y La Mariposa, su dilema es que de los tres, de su objetivo es de quien menos información tenía, esto fue repetitivo a lo largo de toda la noche, al final se pregunta si valió la pena haber invertido tantas horas en aquella torre de papeles; lo que era evidente en su mente, es la forma en que opera la banda de Los Cuervo Púrpura y un hecho que llama sustancialmente su atención, es que sus esfuerzos no solo los dirigen a la Lic. Romina Pérez, las actividades de limpieza las llevan a cabo indiscriminadamente, ellos limpian la ciudad de la propaganda política de cualesquier político, solo que tienen una fijación especial hacia la contendiente por el Partido Alianza Revolucionaria.

    Aún sin asomar los rayos del sol, en un estado soñoliento Josué se prepara para abandonar su pequeña oficina, al levantarse de la silla giratoria y dar un primer paso siente que pisa con su bota un papel que lo hace medio resbalar, así que lo recoge del suelo, asume que escapó de la pila de papeles y cosa curiosa, es el único documento que realmente podría darle un norte de la descripción de La Mariposa; éste contiene la declaración de un informante y que fue desestimada porque no resultaba de alguna manera creíble, en su interior hay datos exactos sobre La Mariposa que atraen predominantemente el escrutinio de Josué y que su mente registra y agrega a su rostro ya medio configurado, al mismo le agrega un cabello negro azabache que se extiende a lo largo de su espalda, unos ojos chispeantes color púrpura y lo demás queda cubierto por un pasamontañas.

    El trabajo en el ejercicio de su profesión, siempre para Josué De La Reé Fuentes había sido apasionante, había vocación en su proceder, se entregaba por completo a cada misión y la cumplía a la perfección siendo constantemente reconocido en el desempeño, era un ferviente creyente del cambio que podría lograr con sus acciones en pro de la sociedad; pero un día esto cambió, su vida fue transgredida y mutilada por la blanca e inesquiva muerte, su brújula interior ha estado girando sin control desde entonces, sus valores se convirtieron en sutiles cenizas que huyeron y desaparecieron, su vida se tornó en un remolino de sentimientos contradictorios y confusos, la vida le mostró su peor cara y él respondió con rabia.

    En un esfuerzo por recuperar algo de estabilidad, es que aceptó este trabajo, dejó su natal ciudad norteña conocida como La Puerta de México, donde dejó además de sus recuerdos, una tumba con los restos mutilados de su mujer y que le fueron entregados a domicilio una tarde polvorienta de otoño.

    El de ojos arándano se ha instalado en la gran ciudad, alquilando un departamento modesto ubicado al norte, sus ánimos hacen juego con el panorama que lo podemos resumir en una sola palabra, desolación. El edificio de apartamentos es realmente una reliquia, apenas se logra sostener en pie, las paredes están desteñidas y deslavadas, escurren a hollín del acero oxidado por el pasar del tiempo y las filtraciones de humedad son perceptibles en el ambiente; el quinto piso frente a una puerta que reporta un descolorido ocho es el destino de unos pies que se arrastran y se introducen en un espacio algo reducido con tres habitaciones y un baño. El empapelado de las paredes es de color verde amarillento irregular y corrido en algunos espacios, hay un solo sillón color verde aguacate en forma de escuadra como parte de la pequeña sala, al fondo de un estrecho pasillo con puertas a sus costados hay un cuarto con una cama individual sin cabecera mal tendida que estorba al entrar y que aprisiona la puerta impidiendo su movimiento, y siendo ya de por sí obstaculizado el paso, el espacio se ve aún más afectado por un enorme ropero ubicado a la derecha de la entrada donde cupieron sus escasas pertenencias que perfectamente fueron trasladadas en una sola maleta.

    Con un breve paso por el baño, no sin antes haber dejado sobre la mesa de la cocina su recién asignada arma, una semiautomática nueve milímetros, Josué se deja caer en la cama, su corbata y chamarra quedan en el suelo, así como sus botas y todo lo que estorba para reposar con luz de día que se cuela desvergonzada por la ventana, hecho que se ha vuelto cotidiano, ya que por la noche le cuesta mucho conciliar con la almohada, las sombras lo perturban y asedian en el inconsciente.

    Rueda por la cama y medio abre sus ojos, parpadea una, dos, tres y en la tercera descubre que ya casi dan las diez de la mañana, Gilberto busca a su mujer junto a él, pero ella no está, entonces salta como un chapulín y busca su uniforme de trabajo que tampoco está en el lugar acostumbrado, ahí donde su mujer suele dejarlo listo para que se cambie al salir de la ducha —Lorenza, no me despertaste y mi ropa no está.

    La mujer con una trenza colgante a su derecha y de aspecto amable aparece por el marco de la puerta —tranquilo.

    —Ya ni tiempo voy a tener de bañarme, andas toda despistada mujer.

    —Habló tu nuevo compañero de trabajo y dijo que te presentaras en el turno de la tarde.

    —Ah, pues si así están las cosas, hiciste bien en no levantarme. Véngase para acá mi chaparra —la sienta en sus piernas—, vamos a ponernos romanticones, ¿qué te parece?

    —Tranquilo Casanova, no podemos.

    El regordete de Gilberto se tendrá que quedar con sus pretensiones, obvio su desagrado se puede percibir en su cara —por lo menos no es que tienes dolor de cabeza.

    —Mañana voy a tener dolor de cabeza.

    —O sea que mañana ya todo va a estar bien.

    —Quizá. Tú desayuno está listo, te preparé unos ricos chilaquiles con mucho queso como a ti te gustan.

    —Eres encantadora mi chaparra.

    Ya en la mesa, Lorenza atiende a su marido, le acarrea todo lo que necesita para su desayuno, sin olvidar un rico cafecito —cocinas como los dioses.

    —¿Y qué tal ese Josué De La R.

    —De La Reé.

    —Ese pues.

    —Se ve aburrido el amigo, viene muy bien recomendado de allá del norte, trabajaba en Tijuana, pero…

    —Pero ¿qué?

    —Trae su historia detrás, me encargaron prudencia y que lo vigilara muy de cerca. No sé si voy a trabajar con él o voy a vigilarlo.

    —¿Y eso por qué mi rechonchín?

    —Pues resulta que según esto hizo enojar al mero mero del cártel de Tijuana y le mandó matar a la mujer, de nota roja la historia. El caso es que dicen que no dejó títere con cabeza, que hizo justicia por propia mano.

    —¿Y no será peligroso que trabajes con él?

    —Al contrario, voy a estar seguro junto a él si es verdad que es tan bueno; viene por tu querida Mariposa, malas noticias para Los Cuervo Púrpura.

    —No va a poder atraparla.

    —Yo no estaría tan segura de eso, te digo que este bato viene con excelentes recomendaciones, si de verdad hizo enojar a un capo de la mafia y sigue vivo, es que debe estar pesado. Estuvo en prisión, lo curioso es que lo salvó la hija del desaparecido, o hijastra, te digo que hay toda una historia muy truculenta detrás.

    —¿Y cómo es?

    —No te digo que se ve aburrido, no sonríe y te mira como si quisiera desaparecerte del mapa, creo que hasta lo hice enojar.

    —Me refiero a cómo es físicamente.

    —Nada del otro mundo, alto, delgado; no le llega a los talones a tu rechonchín.

    —Alto, delgado, ¿qué más?

    —Qué necia eres, está bien, está galán el tipo, inclusive la secre del Comandante Vásquez me pidió que le averiguara si tenía novia, ya le andan echando la piola; son muy voladas ustedes las viejas, no pueden verlo así de carita a uno sin que luego luego le quieran echar el lazo y para que después le digan a uno que les duele la cabeza.

    —Ay cállate galán, no necees con lo mismo.

    —No me llené, quiero más.

    —Hablando de piolas, no hay que perder el nudo, ¿verdad?

    —Te estás portando mal mi chaparra,

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