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La isla encallada: El Caribe colombiano en el archipiélago del Caribe
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Libro electrónico356 páginas4 horas

La isla encallada: El Caribe colombiano en el archipiélago del Caribe

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El Caribe está lejos de ser un conjunto de territorios uniformes en el campo de la cultura. Luego del énfasis en la búsqueda de puntos de encuentro, es hora de otorgar herramientas que permitan tener sobre aquel una mejor comprensión. La reinvención del Caribe colombiano pasa por hacerse las preguntas que se plantean en este libro que compila ocho textos que ayudan a la comprensión de esta región de Colombia en el contexto del archipiélago Caribe. El autor asegura que la cultura no es la causa de esta "isla encallada" y toma distancia del fácil estereotipo que extraños y propios han construido sobre su gente. La cultura, con su peso, está llamada a apalancar su despegue.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 abr 2015
ISBN9789586653497
La isla encallada: El Caribe colombiano en el archipiélago del Caribe

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    La isla encallada - Alberto Abello Vives

    autor.

    1

    LA ISLA ENCALLADA¹

    ¿Hasta qué punto puede un mapa del mundo

    o de un territorio representar la realidad?

    Cees Nooteboom, Hotel Nómada

    1

    El reconocimiento del Caribe como una región de Colombia y de esta nación como parte integrante del Gran Caribe ha sido un proceso lleno de altibajos que ha pasado por distintos momentos; uno de ellos, de trascendental importancia, ocurrió cuando se conoció el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya —CIJ— sobre la delimitación marítima entre Colombia y Nicaragua en el Caribe occidental y los colombianos pudieron percatarse de esa pertenencia a través de los medios de comunicación aquel noviembre de 2012.²

    Un momento inicial de gran resonancia fue la publicación en 1945 de la Biografía del Caribe de Germán Arciniegas. No obstante, el Caribe allí representado es antillano y está conformado por islas mayores y menores situadas frente a la Tierra Firme. Salvo la descripción rápida de algunos momentos memorables, entre ellos, el recorrido de Rodrigo de Bastidas frente al litoral, el arribo de los conquistadores al Darién y al golfo de Urabá, la llegada de Simón Bolívar a Cartagena de Indias durante el periodo de la Independencia en 1812 y la posterior independencia de Panamá en 1903³, Colombia no forma parte del Caribe de Arciniegas.

    En contraste, Juan Bosch en De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el Caribe frontera imperial, libro en el que amplía el universo Caribe a las costas de Tierra Firme, reafirma la inclusión de Colombia en él y al referirse a la independencia de Panamá asegura:

    En el Caribe nadie había aplicado el método de la subversión para desmembrar un país y establecer una república títere en lo que había sido una provincia del país desmembrado. Eso hicieron los Estados Unidos con Colombia en el caso de su provincia de Panamá.

    Ilustración 1. Territorios marítimos de Colombia

    Autor: Rubén Egea.

    Bosch sostiene que el Caribe es el área de expansión de las fronteras de las metrópolis occidentales en conflicto por su hegemonía a partir de la llegada de Colón y que su historia

    […]es la historia de las luchas de los imperios contra los pueblos de la región para arrebatarles sus ricas tierras; es también la historia de las luchas de los imperios, unos contra otros, para arrebatarse porciones de lo que cada uno de ellos había conquistado; y es por último la historia de los pueblos del Caribe para liberarse de sus amos imperiales.

    En ese contexto, los Estados Unidos fueron el último de los imperios que alcanzó a la conquista del Caribe.

    Mientras en el interior del país faltaba comprensión sobre cómo era esa Colombia hacia el norte, desde el Caribe colombiano su población —fueran indígenas guajiros, trabajadores del banano y de la caña, escritores, músicos, artistas, deportistas o empresarios— miró y se relacionó a través de la historia con el área del Caribe. La referencia que Gabriel García Márquez, quien publica Cien años de soledad veintidós años después de la Biografía de Arciniegas, hace de Juan Bosch, a quien considera su maestro en asuntos del Caribe, y de su obra monumental —como la llama— hace parte de esas conexiones.

    Los contactos y las relaciones comerciales, familiares y culturales de los habitantes del Caribe colombiano con el resto del Caribe, o de los caribeños con el territorio de la actual Colombia, han sido una realidad a lo largo de la historia: las travesías de arawaks y caribes de las Antillas hacia el norte del continente suramericano, las visitas de los misquitos a la isla de San Andrés, los viajes de los conquistadores y colonizadores, la ruta de los galeones y el comercio colonial, los viajes y vínculos del proceso de independencia colombiano, las plantaciones de caña de azúcar del ingenio Central Colombia de Sincerín en el departamento de Bolívar, las plantaciones de la zona bananera de Santa Marta, el surgimiento del empresariado en la región y la actividad del contrabando, constante e histórica, así como el narcotráfico de los últimos tiempos, son episodios que la ilustran.

    Tampoco ha sido fácil el reconocimiento y la comprensión de Colombia como país perteneciente al Caribe y mucho menos de la existencia de un Caribe colombiano. Desde el Caribe inglés se conoce la obra From Colombus to Castro. The History of the Caribbean 1492-1969, casi homónima a la de Bosch, del líder de la independencia de Trinidad Eric Williams y publicada en 1970.⁷ En ella el universo Caribe se estrecha nuevamente con las Antillas, como en la obra de Arciniegas.⁸

    En general no existe una visión única del Caribe. Existen dificultades para la inclusión y comprensión de un Caribe continental como parte de su totalidad, entre ellas, las derivadas de la fragmentada geografía y de la diversidad cultural, lingüística y política. Por ello el desconocimiento de Colombia y su Caribe.

    En Colombia solo hasta bien entrado el siglo XX aumenta la conciencia sobre la pertenencia de este país al Caribe: se desarrolla la idea de un Caribe colombiano como una región que se redescubre a sí misma y que rescata su identidad dentro del amplio universo del Caribe.

    En 2012 la amplia difusión del fallo de La Haya fue un momento oportuno para recordar la soberanía de Colombia sobre un área de más de 500 000 km2 de mar Caribe, los límites con países caribeños —en número mayor a las fronteras continentales con Venezuela, Brasil, Perú, Ecuador y Panamá, las únicas que se enseñan en las aulas escolares—, la existencia de un archipiélago en el Caribe occidental (conocido bajo el nombre de San Andrés, Providencia y Santa Catalina) y también a una región continental con un litoral de 1.600 km entre cabo Tiburón y Castilletes. Es a la suma de esas islas, islotes y cayos, la región continental y la extensa área marítima, a lo que se llama Caribe colombiano, donde habita cerca de la cuarta parte de la población de Colombia. En la región continental este Caribe está conformado por el territorio de siete departamentos (Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre) y los municipios costeros en los golfos de Urabá y de Darién que pertenecen a los departamentos de Chocó y Antioquia.

    Pero fue la entrega del Premio Nobel de Literatura a García Márquez la que llamó la atención del mundo sobre una Colombia también caribe y no únicamente andina. Un país que se gobernaba desde un altiplano en los Andes, pero que tenía un enorme territorio: una región llamada costa Atlántica, con particularidades que la diferenciaban de esa idea de Colombia emergida de los procesos de construcción de la nacionalidad. La escritura y el reconocimiento logrado por la obra garciamarqueana marcaron un momento decisivo en el reencuentro con el Caribe y en el reconocimiento de Colombia, en un contexto caribeño, en medio del asombro mundial.

    Entre 1945, cuando se publicó la Biografía, y 1982, cuando Gabriel García Márquez obtuvo el Premio Nobel, hay un primer periodo, explorado con suficiencia, en el que la cultura nacional se vio enriquecida con los aportes provenientes del Caribe.

    Ilustración 2. El Caribe continental colombiano

    Autor: Rubén Egea.

    En una entrevista concedida a Silvia Lemus y publicada por el diario El Tiempo, Gabriel García Márquez dijo:

    Cuando llego al Caribe todo mi organismo empieza a funcionar de otra manera y mejor, como si lo hubiera puesto otra vez en su medio ecológico, del cual lo saco con frecuencia. Me voy a Bogotá o a México, que están a dos mil y tantos metros de altura, o me voy a Europa, que culturalmente es otra cosa por completo. Y cuando vuelvo aquí todo empieza a funcionarme bien y empiezo a pensar mejor. No he escrito un solo libro que no tenga sus raíces, al menos, en el Caribe. ¿Por qué? Porque no sé ver otro mundo. Donde quiera que estoy, cualquier cosa que veo, cualquier experiencia que tengo, no la comprendo si no la relaciono con el Caribe y con mis orígenes caribeños. Entonces procedo por comparación; en cambio, aquí no es por comparación, aquí es el mundo que conozco, el mundo en el cual me muevo, el único que entiendo.

    Pero la literatura no fue la única expresión que descubrió el Caribe. Desde esta región no solo arribaron al panorama nacional escritores e intelectuales, sino también músicos que se abrieron paso con sus cumbias, porros y acordeones, entre la llamada música colombiana cargada de pasillos, guabinas y bambucos de las zonas andinas, y artistas plásticos que con su paleta multicolor comenzaron también a ser parte del naciente arte moderno colombiano.¹⁰

    Durante el siglo XX, el deseo de conocer esta región colombiana caminó una doble senda. Una fue la de los primeros historiadores e intelectuales, artistas plásticos, escritores y músicos nacidos en ella. La otra, la de la nueva generación científica que expandió y renovó el conocimiento. Los artistas, escritores y músicos fueron grandes narradores de la región que habitaban: se preguntaron y descubrieron el mundo a su alrededor, al lado de una primera generación de historiadores e intelectuales; después vinieron los investigadores profesionales de las ciencias sociales. A partir de los años ochenta del siglo XX ocurre una expansión en la indagación sobre el hoy llamado Caribe colombiano al incorporarse a su interpretación los métodos de las ciencias sociales. El resultado es que, al despuntar el siglo XXI, la región Caribe se convierte en la más estudiada de Colombia. En ese esfuerzo han contribuido la academia, los investigadores, los centros de investigación, la institucionalidad del sector público y las empresas del sector privado.

    En el Caribe de Colombia ha ocurrido una ampliación en la frontera del conocimiento, como no ha ocurrido en otra región del país,¹¹ y, paralelo a ello, por iniciativa de su propia gente, se trabaja en el cambio de denominación. Se propone dejar atrás la idea de una costa Atlántica, o simplemente la Costa, por su connotación tanto geográfica como ideológica, y reemplazarla por nombres como región Caribe, costa Caribe o simplemente Caribe colombiano, expresiones para ajustar, de esta manera, su pertenencia a un área geográfica, histórica y cultural.¹²

    Pero el cambio de nombre no se ha completado satisfactoriamente. Entidades oficiales, medios de comunicación y buena parte del sistema educativo insisten en seguir usando costa Atlántica. Aunque, más allá del necesario cambio de nombre, la débil divulgación del conocimiento alcanzado sobre la región sugiere también una mayor apropiación por parte de la sociedad; asunto que requeriría de una amplia política pública cultural, científica y educativa.

    En 1997, surgieron tres centros de investigación regional dedicados a su estudio y en 2009 fue inaugurado el Museo del Caribe en la ciudad de Barranquilla, gracias —precisamente— a esa expansión del conocimiento que, desde la academia, transformó la comprensión sobre la región. Ese Museo contemporáneo fue posible porque se habían renovado las visiones sobre la historia y la cultura y se contaba con un amplio marco analítico aportado por las ciencias sociales. Así, entre 1982, año de la obtención del Premio Nobel por García Márquez, y 2009, año de apertura del Museo del Caribe, ocurre un segundo periodo singular en la cultura colombiana del Caribe. Mientras el primero, entre 1945 y 1982, se caracterizó por la irrupción en el ámbito nacional de las expresiones culturales regionales, el segundo lo hizo por la ampliación del conocimiento sobre la región junto con los primeros intentos de su apropiación social a través de estrategias, entre ellas, la del Museo.

    Los estudios del Caribe colombiano han sido disciplinares. En su mayoría tienen por objeto la investigación sobre partes de ese todo regional y sobre momentos de sus distintos procesos históricos, a la manera de un rompecabezas al que aún le faltan piezas. En efecto, ante la ausencia de miradas integradoras, la aparición del Museo del Caribe en Barranquilla es un primer esfuerzo en esa dirección por representar la totalidad de la región y contribuir a la apropiación social del nuevo conocimiento.

    Por otro lado, las aspiraciones a tener un mayor dinamismo económico, que se corresponda con su localización y su potencial, a superar la pobreza y a estudiar las desigualdades entre las regiones de Colombia han sido motivos de preocupación política e investigativa. Esto ha permitido que la profundización en el conocimiento de la región ocurra de manera paralela al estudio de las relaciones entre la región y la nación. En 2011 se publicó el libro ¿Por qué perdió la Costa Caribe el siglo XX?, que recoge los artículos de Adolfo Meisel Roca que explican el rezago regional y las brechas que no han sido superadas entre la región y el país. El trabajo de Meisel es una mirada al impacto, sobre el Caribe colombiano, de la economía y la política cafeteras que fueron el eje de la economía y la política nacionales durante buena parte del siglo XX.¹³

    Aunque se ha ganado espacio en la inclusión del Caribe colombiano en los llamados estudios del Caribe en el campo internacional, poco ha ganado el país en su inclusión en las visiones generales que ofrecen las miradas integradoras de toda esa región del mundo ubicada entre el norte y el sur de América. En efecto, publicaciones como La historia del Caribe de Frank Moya Pons o The Economic History of the Caribbean since the Napoleonic Wars de Víctor Bulmer-Thomas, en 2012, mantienen el mismo desconocimiento de la Colombia caribe de los años sesenta. Sobresale la publicación del catálogo de la exposición Caribbean: crossroads of the worlds, realizada en el Museo del Barrio de Nueva York en 2012, en la que artistas del Caribe colombiano fueron incluidos como parte de esa gran región caribeña.¹⁴

    Pero lo mismo puede decirse desde Colombia donde esas miradas de pertenencia a la gran área del Caribe son solo filamentos dispersos: muy pocos son los estudios que se hacen para abordar, específicamente, al Caribe colombiano y sus conexiones caribeñas o, para observar, desde Colombia, cómo es la configuración de la gran área del Caribe. Además de las conexiones coloniales estudiadas por los historiadores, los vínculos con Jamaica y Haití se precisan en los trabajos de Gustavo Bell, Aline Helg, Adelaida Sourdis y Marisa Lasso sobre el periodo de la independencia, los cuales ilustran su continuidad con el Caribe insular.¹⁵ Los trabajos El gran diablo hecho barco. Corsarios, esclavos y revolución en Cartagena y el Gran Caribe 1791-1817, de Edgardo Pérez Morales, y Periplos ilustrados, piratas y ladrones en el Caribe colonial, de Nara Fuentes Crispín, revelan cómo momentos clave de la historia nacional deben comprenderse desde una perspectiva grancaribeña.¹⁶ La tesis Between Imperial Projects and National Dreams: Communication Networks, Geopolitical Imagination, and the Role of New Granada in the Configuration of a Greater Caribbean Space, 1780s-1810s con la que Ernesto Bassi Arévalo obtuvo su doctorado en la Universidad de California (Irvine), en 2012, analiza la complejidad de las relaciones intracaribeñas en la era de las revoluciones y abre un nuevo momento en los estudios colombianos sobre el Caribe al preguntarse por la estructuración del área del hoy llamado Gran Caribe y el papel de la Nueva Granada.¹⁷

    2

    Es conocida, entre quienes estudian el Caribe, la frase Dígame su definición del Caribe y le diré cuál es su posición política del depuesto presidente haitiano Leslie Manigat, quien tanto reflexionó sobre la identidad de esta región;¹⁸ dicha frase expresa no solo la existencia de múltiples caribes, sino las implicaciones que trae consigo adherirse a una de esas muchas visiones. Hay caribes de caribes: unos se corresponden con los mapas hechos desde los centros de poder metropolitanos y coloniales que allí han intervenido; otros, con la geografía misma que separa las Antillas del continente americano; hay también quienes diferencian el Caribe en subregiones de acuerdo con los puntos cardinales, y los que obedecen simplemente a clasificaciones institucionales o a determinadas estrategias políticas internacionales.¹⁹ En muchos casos es frecuente encontrar el Caribe, a la hora de organizar capítulos o secciones geográficas, como un suplemento de Latinoamérica.

    Colombia, se sabe, ha tenido una mayor presencia en el concierto de las naciones latinoamericanas y andinas que en el de las caribeñas. Por ello no es fácil en escenarios internacionales comprenderla como una nación, además de andina, caribeña. La andinización está entroncada con la construcción de la nación colombiana; en ella no solo se recoge la incomprensión de lo que los ojos imperiales observaron en el territorio del hoy llamado Caribe colombiano desde la conquista española, sino que se consagra un estereotipo que la amplía y profundiza hasta entrado el siglo XXI. Muy a pesar de los avances en el conocimiento sobre esta región colombiana, persiste la idea de que los costeños son poco emprendedores, idea que los medios de comunicación reproducen hasta la saciedad; y se considera costeños a los oriundos de la Costa, de la costa Atlántica, en un país de dos costas, dejando así por fuera a la población que habita la costa del océano Pacífico.

    Pero, ¿qué Caribe, de esos tantos, es el Caribe de Colombia? Un Caribe que hace parte de un país continental y también insular; un país de regiones internas que se diferencian por la geografía, las culturas y las identidades diversas; pero también un país cuyas regiones hacen parte de grandes regiones supranacionales ambientales y culturales, como lo son el Caribe, los Andes, la Amazonía y la

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