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El plan de Zee: (Zee's Way)
El plan de Zee: (Zee's Way)
El plan de Zee: (Zee's Way)
Libro electrónico68 páginas53 minutos

El plan de Zee: (Zee's Way)

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Información de este libro electrónico

Zee y sus amigos están furiosos porque su refugio de siempre ha sido reemplazado por tiendas que no son para ellos y porque los vendedores los tratan con desconfianza. Para que los comerciantes sepan lo que Zee y sus amigos piensan, Zee pinta un grafiti en la pared de la ferretería. Cuando lo borran con pintura, Zee decide repetir el vandalismo, pero esta vez de una manera más artística. El dueño de una tienda lo descubre con las manos en la masa y lo amenaza con llamar a la policía, a menos que Zee acepte reparar los daños.


Zee and his friends are angry that their old haunt has been replaced by stores that are off-limits to them and storekeepers who treat them with distrust. To let the merchants know what he and his friends think, Zee paints graffiti on the wall of the hardware store. After the wall is repainted, Zee decides to repeat the vandalism, but this time with more artistic flair. A store owner catches him in the act and threatens to call the police—unless Zee agrees to repair the damage.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 nov 2008
ISBN9781554694624
El plan de Zee: (Zee's Way)
Autor

Kristin Butcher

Kristin Butcher is the author of twenty books for children. She has been shortlisted for the Silver Birch Award, the CLA Children's Book of the Year, the Red Cedar Award, the IODE Violet Downey Book Award, and the Manitoba Young Reader's Choice Award, among others. Kristin lives in Campbell River, British Columbia.

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    El plan de Zee - Kristin Butcher

    El plan de Zee

    Kristin Butcher

    Traducido por

    Queta Fernandez

    orca soundings

    Orca Book Publishers

    Copyright © 2008 Kristin Butcher

    All rights reserved. No part of this publication may be reproduced

    or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical,

    including photocopying, recording or by any information storage

    and retrieval system now known or to be invented, without

    permission in writing from the publisher.

    Library and Archives Canada Cataloguing in Publication

    Butcher, Kristin

    [Zee’s way. Spanish]

    El plan de Zee / Kristin Butcher;

    translated by Queta Fernandez.

    (Orca soundings)

    Translation of Zee’s way.

    ISBN 978-1-55469-057-2

    I. Title. II. Title: Zee’s way. Spanish. III. Series.

    PS8553.U6972Z4318 2008     jC813’.54    C2008-905996-4

    Summary: Zee is torn between making a statement

    with graffiti and making art.

    First published in the United States, 2008

    Library of Congress Control Number: 2008936901

    Orca Book Publishers gratefully acknowledges the support for its publishing

    programs provided by the following agencies: the Government of Canada

    through the Book Publishing Industry Development Program and the Canada

    Council for the Arts, and the Province of British Columbia through the BC

    Arts Council and the Book Publishing Tax Credit.

    Cover design by Lynn O’Rourke

    Cover photography by Getty Images

    In Canada:

    Orca Book Publishers

    PO Box 5626, Station B

    Victoria, BC Canada

    V8R 6S4

    In the United States:

    Orca Book Publishers

    PO Box 468

    Custer, WA USA

    98240-0468

    www.orcabook.com

    Printed and bound in Canada.

    Printed on 100% PCW recycled paper.

    11 10 09 08 • 5 4 3 2 1

    Para mi maestro de séptimo grado,

    William Russel Donaldson,

    por animarme a escribir

    Contenido

    Capítulo uno

    Capítulo dos

    Capítulo tres

    Capítulo cuatro

    Capítulo cinco

    Capítulo seis

    Capítulo siete

    Capítulo ocho

    Capítulo nueve

    Capítulo diez

    Capítulo once

    Capítulo doce

    Capítulo uno

    Abrí la ventana de mi habitación y saqué la cabeza a la noche. La lluvia había parado de caer a la hora precisa y las nubes que ella había traído se estaban alejando. Así había sido todo el verano: días calientes, noches húmedas y, justo después de la medianoche, una hora exacta de lluvia. Condiciones perfectas para la guerra.

    No era que yo la deseara. Ninguno de mis amigos quería problemas. Todo lo que queríamos era un lugar donde reunirnos. Los que estaban buscando pleito eran los dueños de las tiendas del centro comercial Fairhaven.

    Mientras metía la última lata de pintura en mi mochila, pensé en el día en que Horace y yo fuimos al centro comercial a medio construir. En un barrio viejo, como el nuestro, cualquier tipo de construcción es digna de atención. Pero esta construcción tenía cierta repercusión entre nosotros. Antes de que las bulldozer lo derribaran todo, ese lugar había sido nuestro punto de reunión. Bueno, comprendo que para los demás no era más que un almacén abandonado con un aparcamiento, pero para nosotros, era el lugar de pasar un buen rato. Allí usábamos nuestras patinetas, pateábamos la pelota de fútbol o nos refugiábamos de la lluvia.

    Al principio, nos enfureció que nos desalojaran, pero después del impacto inicial, pensamos que un centro comercial nos valdría lo mismo, o sería mucho mejor, si abrían una sala de máquinas de juegos o una cafetería. La cosa es que nunca pudimos averiguarlo. Dos minutos después de aparecernos por allí, un loco nos amenazó con un hierro en la mano.

    ¿Por qué? Todo lo que estábamos haciendo era mirar el lugar. ¿Desde cuándo mirar era un crimen?

    —No te lo tomes tan a pecho —me dijo mi padre cuando le conté lo que había pasado—. Los dueños de los negocios son los que están financiando esa construcción y tratan de proteger su inversión.

    Negué con la cabeza y me alejé. Debí haber sabido de antemano que mi padre se pondría de su lado.

    Cerré el zíper de la mochila y me la eché sobre el hombro. Me subí de un tirón en la ventana, pasé las piernas sobre el alero y salté a la calle. Me mantuve en los lugares oscuros, mirando todas las viejas casitas de tejas que se alineaban en mi barrio. Si alguno de los vecinos me veía dando un paseo nocturno, mi padre lo sabría antes del desayuno. Tendría que encontrar una buena explicación.

    A no ser por las luces de la calle, la avenida Barret estaba oscura. La luz de la sala de la señora Lironi estaba encendida, pero eso no quería decir que ella estuviera despierta. Siempre dejaba una luz encendida para

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