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El buscador espiritual
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El buscador espiritual

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Vivimos una epóca de logros y avance que debería permitir a los seres humanos alcanzar la felicidad; sin embargo, persiste una insatisfacción, una carencia espiritual en nuestra vida que nos ocasiona sensaciones incómodas, pensamientos dolorosos y una grave tensión. Cuando escuchamos dentro de nosotros palabras que nos digan: "sigue buscando, no te detengas", surgirá la desición de cambiar y crecer en forma integral, pero mientras no existan "sociedades armoniosas", el trabajo será personal y el camino para lograrlo, sencillo: autoconocimiento. Es una práctica espiritual que aparte de la idea de que primero debes amarte a ti mismo para ser una mejor persona en tu relación con los demás.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 abr 2014
ISBN9781940281100
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    El buscador espiritual - Anton Teruel

    Hoy en día es común ver que casi todos estamos viviendo con una sensación de incompletud. A pesar de todas las comodidades y de los éxitos que se puedan alcanzar, siempre queda un dejo de insuficiencia, una queja que sale de nuestro interior, algo que no se explica bien con palabras, pero se siente y se hace patente. Difícil de esquivar, ese algo viene de dentro, parece ser el llamado del espíritu. Algo que hemos llegado a ignorar debido a nuestra formación o nuestras costumbres.

    En estas sociedades enfocadas a un solo objetivo. el materialismo, la tendencia es desatender a nuestro ser; así vamos creando una carencia espiritual en nuestra vida, deficiencia que se hace presente en nuestra mente también; manifestándose por medio de sensaciones incómodas, pensamientos dolorosos y altos grados de tensión y preocupación. De esta manera, el ser humano de este tiempo, el rey de la tecnología, se ve a sí mismo lleno de temores, inseguro en el mundo que ha creado al no encontrar la felicidad que un día imaginó que obtendría después de todos sus esfuerzos. Todo esto, porque hay algo que pocos atienden y está dentro de nosotros susurrando algo así: Sigue buscando, no te detengas... este es un juego que no te llenará por completo hasta que descubras quién eres en verdad.

    Es entonces cuando surge la confusión, ese algo tiene su propia fuerza y demanda atención. Pero, sin saber qué hacer, optamos por ignorar esa voz interna y seguimos con el juego de vivir sin un claro sentido de trascendencia. La vida misma termina enseñándonos que debe haber algo más, que probablemente estés jugando mal, que no es razonable que aun alcanzando el mayor de los éxitos siempre quede algo por resolver.

    Pobres seres los que, abandonados a su libre albedrío, han dado pasos en falso. ¿Acaso nadie les dijo que son dioses por naturaleza? Que lo más grande y provechoso está dentro de ellos mismos. Quienes no se han dado cuenta de que la materia y el razonamiento son la parte más modesta de su propia expresión, tal vez permanecerán así, hasta que se descubran a sí mismos y sean conscientes de su grandeza.

    Aún confundidos, aquí estamos los seres humanos, viviendo, jugando este juego una y otra vez, y cuantas más veces sea necesario, hasta entender qué somos y qué hacemos aquí.

    Es tiempo de crecer en forma integral, de tomar en cuenta ese algo que está dentro de cada uno de nosotros. Es tiempo de cambiar nuestro enfoque sobre el tema de la espiritualidad. Creo conveniente que se entienda como la forma de llegar a conocerse a uno mismo, y de poder desarrollarse integralmente. Nada de rendir cuentas a un dios y mucho menos a sus representantes, con sus instituciones arcaicas y opresoras. Hace falta dejar de pensar en la santidad y el aislamiento para creer, mejor, en algo útil y práctico: el autoconocimiento, que puede ayudar a descubrir la capacidad para estar bien con uno mismo. Con una espiritualidad que parta de la idea de que primero debes amarte a ti mismo, y entonces serás una mejor persona para los demás. Dejar atrás los dogmas de fe, buscar el crecimiento mediante la experiencia propia y consciente. Llegar al centro de la divinidad que hay en uno mismo, descubrir ese algo que es abarcante y perfecto. Ante todo, ser libres y conscientes.

    Basta ya de dejarnos avasallar por el miedo, hay que dejar de temer y romper con las instituciones que te venden la salvación siempre y cuando cumplas con sus reglas. Es importante cuestionar nuestras formas de vida y atrevernos a hacer cambios. Creer más en uno mismo y poner a prueba nuestra capacidad creadora, transformando nuestra realidad en algo mejor. De una vez por todas, entender que el desarrollo interior no está peleado con la materia. No tienes por qué renunciar al dinero ni a la posibilidad de vivir cómodamente. Mucho menos temer a lo espiritual por la idea de tener que perderlo todo, ¿quién te dijo eso? No es la materia ni el deseo lo que daña, el daño surge por el apego a las cosas o a las personas. Tú puedes ir por un deseo y esa meta puede ser buena en tu vida y útil para tu desarrollo integral, pero en el momento en que ese fin te obsesiona, es como si tomara tu mente, poseyéndola y apartándote del momento presente con miles de pensamientos. Entonces viene la sensación de malestar, cuando tu mente se llena de dudas y temores, de obsesión, y así, al aferrarte a un deseo, dañas tu propia naturaleza.

    Avanzar en los distintos aspectos de tu vida es importante; la espiritualidad no debe desconectarte del mundo ni tu medio, por el contrario, debe aportarte un mayor conocimiento de tus recursos internos, de tu fuerza interior, para que tengas más confianza en ti mismo, menos miedos. Sólo cuando la confianza en uno mismo es suficiente, la fuerza transformadora de la realidad surge, y cualquier meta, sea material o espiritual, se logra a través de un trabajo constante y consciente. Todo te ha de llegar si te encaminas y eres persistente.

    Quiero que hoy en día todos nos atrevamos a iniciarnos en ese fascinante camino interior que lleva al autoconocimiento y que lo hagamos abiertamente, sin temor a ser criticados, sin temor a equivocarnos. Que se ponga de moda el interés por el autoconocimiento que es espiritualidad.

    Todo desarrollo implica movimiento, y el que busca y camina pasa por distintas etapas, a veces gratas y otras no tanto. Esto lo digo porque muchos de los que logran hacer contacto con una enseñanza para el despertar de la conciencia lo hacen buscando la felicidad. Creo que la idea que se nos ha vendido de la felicidad es algo absurda. Debemos dejar de imaginar que la felicidad es como una plataforma en medio del mar a la que hay que llegar nadando a contracorriente. Es importante entender que la iluminación, el cielo, el nirvana, todo eso... representan estados mentales que sí, efectivamente pueden ser alcanzados por el ser humano, pero de ninguna manera son absolutamente sostenibles, sobre todo si formas parte de una sociedad que te demanda actividad constante. Por otra parte, lo que se puede ganar con tan sólo acceder unos instantes a estos estados de conciencia es conocimiento. Este conocimiento te ayuda a tener un enfoque distinto sobre la vida y sobre ti mismo. Es algo que te revela claramente lo que hay en ti y que formas parte de un todo, fuera del tiempo y sin límites espaciales. Con esta experiencia adquieres una sensación de ser trascendente, de ser completo. Esto es espiritualidad, lo que has descubierto en tu interior y que te revela grandeza y bienestar. Aunque sea por unos instantes, tu conciencia se transforma y puedes ver recompensados todos los esfuerzos cuando transitas por ese camino del autoconocimiento, en una ruta interior. Así se experimenta una sensación de bienestar y, podríamos decir, de felicidad. Una vez pasada la vivencia, lo importante es lo que queda, pues luces diferente, mejor; luego verás que superas muchos miedos y frustraciones que el subconsciente alberga.

    Hay técnicas que enfocan la atención, la meditación y la introspección para conducirnos al autoconocimiento. El despertar de la conciencia se logra a través de esas experiencias trascendentales, pero se requiere de una buena enseñanza, además

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