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El Papa Francisco. Coach Existencial
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Libro electrónico70 páginas1 hora

El Papa Francisco. Coach Existencial

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Antes de ser el papa Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio se desempeñó como arzobispo de la ciudad de Buenos Aires. Además de realizar una tarea comprometida con los más necesitados, Bergoglio expresó mensajes tan profundos como desafiantes, en los cuales, más allá de la liturgia católica, invitaba a todos los hombres y mujeres a hacerse cargo de sus vidas

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 abr 2013
ISBN9781301307456
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    El Papa Francisco. Coach Existencial - J.C. Gómez Alcaraz

    EL PAPA FRANCISCO

    Coach existencial

    * * * * * *

    1ra. edición: abril 2013

    Buenos Aires, Argentina

    Copyright © 2013

    * * * * * *

    Published by:

    J.C. Gómez Alcaraz on Smashwords

    * * * * * *

    Smashwords Edition License Notes

    This ebook is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each person you share it with. If you're reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then you should return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you for respecting the author's work.

    * * * * * *

    Introducción

    Antes de ser el papa Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio se desempeñó como arzobispo de la ciudad de Buenos Aires. Además de realizar una tarea comprometida con los más necesitados, Bergoglio, a través de discursos públicos, expresó mensajes tan profundos como desafiantes, en los cuales, más allá de la liturgia católica, invitaba a todos los hombres y mujeres a hacerse cargo de sus vidas para poder así desenvolverse con plenitud en la comunidad.

    Buena parte de los discursos religiosos suelen ser previsibles y monótonos. No es el caso de Bergoglio: es difícil permanecer impávido luego de escucharlo. Sus palabras son una invitación gentil para despertar del ensueño; para descubrir que quizás no somos todo lo que deberíamos ser; para comenzar a reconocer que siempre podemos ir más allá a pesar de todos los condicionantes que creamos tener.

    Durante su arzobispado, Bergoglio ayudó a muchísimas personas desesperadas con sus actos y contribuyó a blindar temperamentos con su voz. Muchos esperan que su obra pueda ahora universalizarse a través del papado.

    El presente texto contiene una selección de los mensajes y homilías expresados por Jorge Mario Bergoglio durante su arzobispado. Los mismos reflejan que el actual papa Francisco, además de un líder espiritual, es un auténtico coach existencial para todos los hombres y mujeres del orbe.

    J.C. Gómez Alcaraz

    * * * * * *

    Un espejo en el que nadie quiere verse: la cultura del volquete

    Ningún sistema o ideología asegura por sí mismo este cuidadoso y justo trabajo político del bien de los otros, de todos nosotros. Para ello hace falta vivir el amor como don preciado e invocado, que inspira la ética y el sacrificio, la prudencia y la decisión.

    Entonces, ante este mandamiento que pide todas nuestras fuerzas, ante este don que ayuda a fundar nuestra conciencia cívica y política más honda y que, sobre todo, pide un corazón noble, nos hará bien hoy, con coraje genuino, hacer un examen de conciencia y preguntarnos en concreto sobre una realidad cotidiana que precisamente es lo contrario al amor, es consecuencia del desamor: ¿qué nos lleva a ser cómplices, con nuestra indiferencia, de las manifestaciones de abandono y desprecio hacia los más débiles de la sociedad?

    Porque en la voracidad insaciable de poder, consumismo y falsa eterna juventud, los extremos débiles son descartados como material desechable de una sociedad que se torna hipócrita, entretenida en saciar su vivir como se quiere –como si eso fuera posible– con el único criterio de los caprichos adolescentes no resueltos.

    Parecería que el bien público y común poco importa mientras sintamos el ego satisfecho. Nos escandalizamos cuando los medios muestran ciertas realidades sociales, pero luego volvemos al caparazón y nada nos mueve hacia esa consecuencia política que está llamada a ser la más alta expresión de la caridad. Los extremos débiles son descartados: los niños y los ancianos.

    A veces se me ocurre que, con los niños y los jóvenes, somos como adultos abandónicos que prescindimos de los pequeños porque nos enrostran nuestra amargura y vejez no aceptada.

    Los abandonamos al arbitrio de la calle, al sálvese quien pueda de los lugares de diversión o al anonimato pasivo y frío de las tecnologías.

    Dejamos todo a su cuidado y los imitamos porque no queremos aceptar nuestro lugar de adultos; no entendemos que la exigencia del mandamiento del amor es cuidar, poner límites y abrir horizontes, dar testimonio con la propia vida. Y, como siempre, los más pobres encarnan lo más trágico del filicidio social: violencia y desprotección, tráfico, abusos y explotación de menores.

    Y también los ancianos son abandonados, y no sólo en la precariedad material. Son abandonados en la egoísta incapacidad de aceptar sus limitaciones que reflejan las nuestras, en los numerosos escollos que hoy deben superar para sobrevivir en una civilización que no los deja participar, opinar ni ser referentes, según el modelo consumista de sólo la juventud es aprovechable y puede gozar. Esos ancianos que deberían ser, para la sociedad toda, la reserva sapiencial de nuestro pueblo.

    ¡Con qué facilidad, cuando no hay amor, se adormece la conciencia! Tal adormecimiento señala cierta narcosis del espíritu y de la vida. Entregamos nuestras vidas y, mucho peor, las de nuestros niños y jóvenes, a las soluciones mágicas y destructivas de las drogas (legales e ilegales), del juego legalizado, de la medicación fácil, de la banalización hueca del espectáculo, del cuidado fetichista del cuerpo. Las encapsulamos en el encierro narcisista y consumista. Y, a nuestros ancianos, que para este narcisismo y consumismo son material descartable, los tiramos al volquete existencial. Y así, la falta de amor instaura la cultura del volquete. Lo que no sirve, se tira.

    Esta exclusión, verdadera anestesia social, se refuerza, por una parte, con las representaciones identitarias del discurso mediático de denigración de todo lo que no responda

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