Por años he vivido una pelea con la idea de que el trabajo personal es finito. Esta idea ilusa de que irás a unas cuantas sesiones de terapia o a tu entrenamiento de coaching y todo se resolverá en tu vida. El trabajo personal es infinito.
No solo no es así, si no que es positivismo tóxico pensar que trabajar en ti mismo significa dejar de vivir tu camino espolvoreado de dolor.
El dolor tiene un propósito. Tus heridas tienen propósito. Tu camino entero tiene un propósito. Tu tarea en esta vida es encontrar el oro detrás de tu heridas.
Está bien haber chambeado en ti y creer que ese tipo de dolor no volverá, pero te quiero alertar (de la manera más amorosa) de que ese dolor por supuesto se volverá a presentar.
Nuestras heridas no se erradican, solo nos enseñan parte de lo que vivimos a trabajar. Se muestran en nuevos puntos evolutivos, pues no es lo mismo trabajar algo a tus 18 que como se pueda llegar a presentar a los 28 o 40.

Mi deseo para ti, es que no dejes de trabajar en ti sabiendo que cuando se vuelve a destapar una yaga no es algo malo. Cuando se destapa es solo señal de que estas listo para trabajar otra capa de ese tema.

Bienvenido a ‘El Poder de lo Incómodo’ T3.
Si no creces, te encoges.