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Libro electrónico169 páginas2 horas

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En un segundo lanzamiento, el escritor cautivo, nos continúa su narración acerca de su inmersión en el claustro penitenciario, mientras nos comparte sus discernimientos, su sentir y sus experiencias dentro del penal que le conducen desde la apreciación de la belleza del cosmos que se dejan ver a través de los cabos y los barrotes.

IdiomaEspañol
EditorialArKidWhite
Fecha de lanzamiento29 ago 2025
ISBN9798231438396
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Autor

ArKidWhite

Es un artista innato, profesional en el diseño, escritor empírico quien desde el claustro penitenciario escribe para ser libre en su imaginación.

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    Aceptación - ArKidWhite

    ACEPTACIÓN

    LIBRO

    MANUSCRITO DIGITAL 2.023

    INTRODUCCIÓN

    La escuela contemporánea se asemeja al retrógrado claustro obscurantista del medioevo ¿Qué diferencia existe entre el claustro escolar y el penitenciario? Las edificaciones tiene el poder de transformar las dinámicas sociales de los seres, con claridad se evidencia que la estética y las formas, conducen a los actores de los escenarios, a desenvolverse de acuerdo a su medio. Por lo tanto el papel del arquitecto diseñador ejerce una fuerte influencia en quienes ve afectados, incluso en el pensamiento. Es posible que las dinámicas para la enseñanza actuales sean el resultado de una errada concepción del espacio, que no invita a detonar las pasiones de los seres, sino a subyugar según los parámetros sociales, culturales y del sistema a quienes allí ingresan, en muchas ocasiones, sin el verdadero deseo de pertenecer allí.

    PONER IMAGEN DE CLAUSTRO

    APROXIMACIÓN TIEMPO – ESPACIO, ACTORES Y ESCENARIO

    Desde un futuro desde el cual jamás pensé estar escribiendo, cinco años después del comienzo de mi cautiverio y seis años después a la pérdida de las presuntas libertades contemporáneas, escribo desde un verdadero bastión, ubicado a muchos metros sobre el suelo, dentro de una robusta edificación donde ni la lluvia ni el sol penetran directamente, aquí halle paz. Una vez mas, encuentro la tranquilidad suficiente, inmerso en el clima ideal para poder escribir, viajando en el recuerdo y la imaginación con verdadera libertad.

    Ahora sí de nuevo contextualizándoles, este es un relato basado en algunos cuadernos de apuntes de los primeros pero más largos días en la privación de mi libre locomoción. Queriendo en esta oportunidad comenzar con el segundo libro basado en correspondencia con el segundo cuaderno de anécdotas escrito, el cual se inició en su escritura durante avanzado el quinto mes de cautiverio, pero lo primeros días dentro del verdadero bastión penitenciario, aunque rememorando la historia verdadera, debería yo mencionar que este sería el tercer cuaderno de mi expresión artística, debido a que el primero que existió era casi en su totalidad de expresiones gráficas relativas a mis innatos artes, platico y grafico. Como mencioné en Caos mi primer libro, allí en el primer cuaderno comenzó todo, cuando estar finalizado las hojas de éste, comencé un carta que ahora se ha convertido en la presente iniciativa artística, manifestación a través del arte que ha dado más propósitos a mi vida.

    Me dispongo ahora, a navegar en el recuerdo, leyendo mis atesorados cuadernos, para crear lo que ahora comenzará.

    APROXIMACIÓN TIEMPO – ESPACIO, ACTORES Y ESCENARIO

    ... He llenado de mis letras un segundo cuaderno, ahora comenzando otro, este ya ha sido usado en algunas pocas páginas, este era uno de los cuadernos de Lucio, este precisamente era uno empleado por él para su clase de ciencias, en días previos a que se nos arrebatara nuestro derecho y libre deseo de compartir nuestra existencia.

    Es demasiado emotivo para mí, escribir sobre este inerte pedazo que para mí es de enorme valor porque ha pasado por las manos de Lucio y en este están trazados sus apuntes y notas, acompañados de algunos dibujos y gráficos que provienen de su ilimitada imaginación.

    Hoy es un día miércoles en la nomenclatura del cuaderno (XXII – VIII), clima un poco frío, me encuentro en uno de los mesones de concreto en el área de comedor de uno de los patios especiales, siendo muy de mañana, a mi lado sobre la banca, también de concreto, mi morral donde llevo todo lo que necesito para intentar sobrellevar el día a día con algo de dignidad. Allí está desde la fiambrea para reclamar los alimentos, hasta los implementos básicos para el aseo personal e incluso mi cuaderno, para poder dar rienda suelta a mi catarsis creativa por escrito. Las bancas de concreto en las que nos sentamos, están heladas, algunas las cubren con viejas cobijas harapientas para darles un poco de comodidad. Sentado aquí, frente a mí sobre el mesón, el cuaderno del apreciado Lucio y en mis manos nada más que un lapicero, el bolígrafo que mi padre me obsequió en la última visita que tuvimos, ya hace más de un mes, en la estación de policía, donde hasta hace poco estuve recluido. Allí fue la última vez que le vi hasta ahora, aquel agradable día solo por gozar de su presencia él llegó como apresurado porque venía un poco tarde me enteré hubo una confusión con los horarios de ingreso de visitantes mi gran amigo David es algo despistado al parecer no le dio oportunamente la información correcta sobre las visitas a pesar de esto llegó de bella forma para mis ojos, en medio de sus afanes, en sus manos unos recipientes desechables, un plato de porón cubierto con una capa de plástico translúcido muy delgado la, allí venía un apetitoso desayuno: eran unos huevos en omelette con salchichas fritas picadas, una arepa con queso y mantequilla, como acompañante en otro recipiente a manera de taza, la bebida, una porción exquisita de chocolate.

    Durante esta visita él me regaló su lapicero personal, ahora teniéndole en mis manos, después de tan prolongado tiempo sin su presencia, en comparación a lo que a menudo disfrutamos compartir, llegando estos próximos recuerdos a mí, las humanas sensaciones que afloran, me hacen llorar, logrando humedecer las páginas del cuaderno de Lucio con mis lágrimas, ahora estando escribiendo sobre estas, apreciando como la tinta se disuelve como pintando en acuarela. Ya entrado el mediodía, el clima nos permite vislumbrar ocasionalmente algunos rayos de sol en medio de esta fría mañana. El llorar me brinda un poco de alivio, aunque ciertamente no entiendo con precisión por qué pero intento hacer todo lo que sea necesario para sentirme un poco mejor, al menos cuidando de mi inmaculada presencia. Dadas las circunstancias del cautiverio cuento con escasas pertenencias escasas, escasas prendas de vestir, sin embargo intento siempre sentirme bien conmigo mismo, agradando de mi ser con buena atención en los detalles. Ahora solo cuento con un par de tenis son blancos pero de innumerables texturas, un acertado buen diseño, también luzco un jean muy particular, una camiseta de una fábrica ya extinta con un buzo de textura como de piel felina, que permite permear la visual entre las franjas, aunque todo es color beige. Intentando apreciarme desde ajena perspectiva posiblemente me perciba muy impecable para este escenario, porque predomina la desidia, la pereza y la falta de ánimo por parte de todos para estar bien, o al menos para mí a través de su apariencia, es esto lo que exteriorizan, una apatía total ante la existencia. Aunque en realidad acá todos somos iguales, a pesar de que algunos crean no serlo, ya sea por tener un poco más de dinero que el interno promedio, este, producto de la venta de sustancias, también predominando ellos contar, con un séquito de adictos a manera de lavar perros, donde estos sirven rindiendo pleitesía, solo por el afán de satisfacer su irracional necesidad de saciar su adicción con miserables dosis. Me refiero en estos términos con escozor, ante mi primera experiencia en un patio suelto, (este término se emplea para determinar una sección de la prisión que no cuenta con coordinación o como lo llaman en este tiempo - espacio plumas anteriormente llamados caciques). Mi primera experiencia con quien intentaba lucrarse a través de los psicoactivos en este patio suelto, fue poco enriquecedora, este sujeto solo existía para satisfacer su ego a través de la opresión de quienes le rodean, al parecer esto le hacía sentirse superior incomprensible para mí, sobretodo pudiendo apreciar como su proceder solo iba en detrimento de todos, todo directamente proporcional a la cercanía que cualquiera tuviese con él.

    En la mañana hice la fila habitual para reclamar el desayuno, eran huevos revueltos con verduras, un pequeño pan, para la bebida una porción de simple chocolate y una fruta, era una mandarina. Las porciones siempre son muy pequeñas, siempre quedo hambriento, por lo que intenté pedir repetición al final, cuando todos ya habían reclamado sus respectivas porciones, esto es una locura, parecemos como salvajes y hambrientos buitres alrededor de un putrefacto cadáver, desesperados por un poco de las sobras que siempre quedan después de que los alimentos son distribuidos. Continúe dirigiéndome hacia la esquina donde se encuentran los lavaderos de este patio, solo hay dos para los aproximados doscientos ochenta reclusos en esta sección, allí me dispuse a cepillarme los dientes y también a lavar los recipientes plásticos en los que reclamo mis alimentos, es algo incómodo hacer una fila una vez más para hacer esto tan prioritario, aún peor, incomodo y estresante, el estar haciendo uso de este espacio, siendo observado por los demás, esperando tras de ti, lo que con sinceridad me somete a presión, no pudiendo hacer las cosas realmente bien.

    Ya finalmente me dispongo a intentar disfrutar un poco jugando ping pong, hay que sacar la mesa que se encuentra plegada dentro de un pequeño taller y biblioteca que hay en este patio, ésta se almacena allí durante las noches, hay que trasladar esta con cuidado a través del comedor y hasta un lugar en medio del patio donde armamos sus bases, desdoblamos su tablero y posicionamos su pequeña malla de en medio. Jugué parte de esta mañana mientras el clima y la inclinación solar me lo permitían, el edificio del pabellón o alojamiento para este patio, por su altura y ubicación, impide que el patio reciba luz solar directa durante un gran periodo de la mañana. Mientras jugaba, entre las pausas que hacía por los cambios de turnos con mis compañeros, me dirigía a un lugar desde donde podía observar la montaña hacia el noroccidente, poblada de grandes árboles, siento sosiego en mi interior pero también nostalgia, mientras mis ojos se encharcan, Lucio llega a mi mente, pero recordé lo que he estado intentando hacer, una estrategia para mi tranquilidad, vivir en mi imaginación, donde Lucio solo existía al terminar la tediosa jornada. aunque con honestidad creo que Lucio debería dejar de existir para mí mientras esté acá para evitar el padecer un sufrimiento escribirle es más fácil que hacerle real pero ciertamente posible. Perdía mis escasos alientos y me retiré de en medio del patio, escabulléndome entre los mesones del comedor, al encuentro de un poco de soledad en alguna esquina, intentando soltar mi tristeza a través de escribir en mi tercer cuaderno, el cuaderno de Lucio.

    Después de haber intentado contextualizarles brevemente por medio de esta descripción parcial de mi entorno, de algunos de mis pensamientos, de mis sensaciones y algunas de las actividades que realizo en mi cotidianidad como aherrojado, me gustaría dar inicio a este nuevo episodio de plasmar en el texto, comenzando con algunos de los innumerables recuerdos junto a Lucio, para así conmemorar y celebrar esta etapa.

    TERCER CUADERNO

    XXV - VIII - MMXVIII

    CAPÍTULO I

    RECUERDOS INDELEBLES CONTEXTO DEL CAOS

    En algún momento anterior, les relaté de la primera ocasión que vi y saludé a la madre de Lucio, creo que desde ese mismo día, permanecí indeleble en la mente del joven, también el quedando en la mía, por su carismática personalidad, siendo reiterativo este episodio donde ahora llegan a mi mayores detalles debido a las cualidades de estas épocas que me dan cabida a recordar a con mayor profundidad en cada momento.

    Aquel día, tras cruzarnos, después de tomar el almuerzo junto a mi padre como acostumbrada siempre que fuera posible, regresé a mi hogar, hice algunas tareas en mi computador personal y para sorpresa mía, también nos encontramos en la virtualidad, dialogamos un poco para instantes después él preguntarme, sobre si nuevamente durante este sábado al igual que la anterior, iría a

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