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La trastienda de Melquíades: Artefactos para releer a García Márquez
La trastienda de Melquíades: Artefactos para releer a García Márquez
La trastienda de Melquíades: Artefactos para releer a García Márquez
Libro electrónico169 páginas2 horas

La trastienda de Melquíades: Artefactos para releer a García Márquez

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La trastienda es vista como un espacio de acumulación, un taller de trabajo o el hogar del vendedor cuando no ocupa su anaquel. Un lugar heterotópico, diverso en composición, confuso en sus destinos, íntimo en su concepción e indispensable en el esfuerzo interpretativo de la realidad, definida en las ausencias y la persistencia de la memoria.De Melquíades, el sabio gitano de Cien años de soledad, conocemos su feria y el laboratorio que le regala a José Arcadio Buendía, pero nunca nadie supo qué tipo de inventos, máquinas prodigiosas y códices elocuentes aguardaban en su trastienda. El hombre que instruyó a los habitantes de Macondo, los curó de su olvido y señaló el destino de la estirpe Buendía, podría tener, en ese aposento que funciona como espacio de expresión del subconsciente, las claves para leer los textos garciamarquianos desde una perspectiva diferente y reveladora. El libro En la trastienda de Melquíades: artefactos para releer a García Márquez está inspirado en el Ciclo de Conferencias «Gabo: Nuevas Lecturas», organizado por las vicerrectorías de Investigación y de Extensión y Proyección Social de la Universidad del Magdalena. Son seis capítulos que nos hablan del nobel de literatura colombiano desde campos tan diversos como el derecho, la literatura, la lingüística y el cine, y que seguramente apreciarán los amantes de la obra de García Márquez, una cuya lectura parece no agotarse jamás.
IdiomaEspañol
EditorialEditorial Unimagdalena
Fecha de lanzamiento25 jun 2024
ISBN9789587467482
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    La trastienda de Melquíades - Ricardo Adrián Tete Mieles

    Cien años de soledad y los crímenes de lesa humanidad²

    Carlos Milton Fonseca Lidueña³

    El Derecho Penal Internacional históricamente ha reconocido tres tipos de crímenes de gran relevancia para la comunidad internacional: el genocidio, los crímenes de guerra y los de lesa humanidad, denominaciones cuyos contenidos han evolucionado hasta llegar a su consolidación en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. La comisión de estos crímenes internacionales se presenta en situaciones de vulneración de derechos humanos. Se dice «situación» porque no se trata de hechos aislados de violencia, sino que se articulan a factores históricos, políticos, sociales, económicos, culturales, geográficos y de otras índoles que los originan (Zaragoza, 1999).

    La novela Cien años de soledad, escrita por el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, hace parte del movimiento literario denominado realismo mágico. En ella, se narran situaciones inspiradas en la historia de Colombia y la región Caribe de finales del siglo XIX y principios de siglo XX, que permiten, por el contexto social, político, económico y cultural, hacer un análisis de los hechos para encajarlos en los elementos que estructuran los crímenes de lesa humanidad.

    Para abordar el análisis propuesto, en la sección primera se establecerá el contexto en el que se cometieron los crímenes de lesa humanidad, dado que estos actos de violencia tienen su origen, motivación y articulación en factores geográficos, históricos, sociales, políticos, culturales, raciales y económicos. En la segunda sección, se abordará la definición y características de los crímenes de lesa humanidad con herramientas normativas y doctrinales. Y en una tercera y última sección, aplicaremos al caso concreto, Cien años de soledad, los indicios para demostrar la existencia de los crímenes de lesa humanidad en varias situaciones narradas en la obra.

    En términos metodológicos, el presente artículo hace parte de las apuestas por la enseñanza del derecho a partir de la literatura, tal como ha sucedido con otras obras célebres de la literatura universal como Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski, El proceso de Kafka o El mercader de Venecia de Shakespeare. Todas ellas aportan diferentes elementos para la hermenéutica judicial; así pues, en este caso haremos el análisis propio de la obra Cien años de soledad.

    Contexto

    Tanto el contexto de los hechos inmersos en la novela como también el que rodea su realización por parte de su autor son determinantes para delimitar y encajar el marco fáctico en los elementos de los crímenes de lesa humanidad, toda vez que el ataque constitutivo de actos de violencia se inscribe en una situación que contiene factores sociales, políticos, económicos y religiosos. Lo que hacen los autores en el realismo mágico es hacer una crítica a estos factores en un momento determinante de la historia.

    Respecto al contexto de la realización de la novela, es menester señalar que Cien años de soledad hace parte de un movimiento literario de mediados del siglo XX, denominado realismo mágico, en el que los autores mezclan la realidad con la ficción, que se caracteriza «por la narración de hechos insólitos, fantásticos e irracionales» (Harlan, 2015, párr. 1), pero en un contexto realista, esto es, se narra la realidad a través de la fantasía. En nuestro caso, fue utilizado por Gabriel García Márquez para realizar una crítica social y política, aspectos importantes para tener en cuenta, por cuanto los crímenes de lesa humanidad se cometen en general en el contexto de una situación de violaciones graves a los derechos humanos, como los casos referenciados en la obra relativos a la persecución por parte del establecimiento de un régimen hegemónico en el poder hacia una parte de la población civil.

    Si bien, como dicen los entendidos, en el realismo mágico existe «un tiempo no lineal en la narración», también existen «descripciones de contextos, lugares y fechas reales» (Harlan, 2015, párr. 6), por lo tanto, es importante entonces señalar que el proceso de realización de la novela es determinante para establecer el marco histórico, toda vez que la narración trata de hechos ocurridos antes de 1966, año en el que el nobel terminó su majestuosa obra, después de transcurrir 20 años:

    Buscándola en las mismas entrañas de su vida, de su familia, de su pueblo, en el marco de la cultura caribe y de la historia colombiana, y aprendiendo a escribirla en dos libros de cuentos, en tres novelas espléndidas y en cientos de reportajes y artículos de prensa (Saldivar, 2017, párr. 1).

    Ahora bien, en cuanto al contexto de los hechos inmersos en la novela relativos a la masacre del carnaval de Macondo, el asesinato de los 17 Aurelianos y la masacre de las bananeras, ese se vincula con la realidad colombiana acontecida después de la guerra de los Mil Días (1899-1902), esto es, con la paz artificial seguida después de los tratados de Neerlendia y Wisconsin que duró hasta 1930, cuando la hegemonía del Partido Conservador terminó con la pérdida de las elecciones ganadas por mayoría simple por el Partido Liberal con Enrique Olaya Herrera, partido que había permanecido 50 años en la oposición.

    En efecto, el contexto de los hechos que estamos juzgando como de lesa humanidad se relaciona con los factores políticos, sociales, económicos y culturales posteriores a la guerra, pues la hegemonía del poder del partido conservador continuó. Y si bien la masacre del carnaval de Macondo había ocurrido mucho tiempo después de la firma del tratado de Neerlandia, cuando ya el coronel Aureliano Buendía no representaba un peligro per se para el régimen conservador, por querer solo dedicarse a fabricar pescaditos de oro, su apellido, su ideología y los levantamientos que había hecho aún causaban inquietud por el páramo, por Bogotá.

    Por lo tanto, el contexto político y social del asesinato de los 17 Aurelianos y de la masacre del carnaval es el de la Colombia de la paz artificial de la posguerra de la guerra de los Mil días, la de la alternancia del poder, la del poder de la bota militar, la de la guerra entre hermanos, la que siguió siendo la «patria boba», la que continúa en la disputa entre el establecimiento de un Estado social de derecho con una visión social de igualación e inclusión social, con los diferentes conceptos de familia, multiculturalismo y redistribución de recursos hacia los más necesitados, frente a un conservatismo «social» que busca mantener el orden social según las «costumbres respetables», a través de un neoliberalismo que persigue la libre empresa, la acumulación de la riqueza en unos pocos, la inversión extranjera en detrimento de derechos fundamentales y la libre competencia económica para la maximización del capital (López, 2006). La Colombia que no se puede entender, como en principio no entendía Aureliano Buendía por qué se llega a «extremos de hacer una guerra por cosas que no podían tocarse con las manos»; pero que después, por las trampas en las elecciones del Partido Conservador, lo hace decir que «iría a la guerra por esto de las papeletas» (García Márquez, 1967, p. 45). La Colombia de las diferencias políticas que aún se mantienen como las de aquella época entre liberales y conservadores.

    Pero en el contexto es sumamente trascendental el coronel Aureliano Buendía, no por su simpatía a un grupo político —al Partido Liberal— ni por su pertenencia al mismo, sino por lo que para él significaba luchar por la justicia, la igualdad y la libertad, de la que siempre se podría predicar su subsistencia en todos los ciudadanos de Macondo, máxime si su ascendiente José Arcadio Buendía había sido el fundador y creador del municipio, quien se resistió a que hubiera una autoridad en el pueblo representada en un corregidor, cuando no había nada que corregir, y que quería pintar todas las casas de azul, amén de que la única diferencia entre los partidos políticos era «que los liberales van a misa de cinco y los conservadores a misa de ocho» (García Márquez, 1967, p. 209), pues a aquellos no les importaba la justicia social, la igualdad de oportunidades, la inequitativa distribución de la tierra, la inclusión y la libertad de cultos. Sin embargo, al final, los liberales terminaban coincidiendo con los conservadores, puesto que lo único que les interesaba era luchar por el poder, mas no por las bases.

    Pero además de ser trascendental la ideología, lo fue también su concreción material, pues el coronel fue un caudillo, un guerrero, quien llegó a ser el hombre más temido por el Gobierno, ya que:

    […] promovió treinta y dos levantamientos, escapó a catorce atentados, a setenta y tres emboscadas y a un pelotón de fusilamiento. Sobrevivió a una carga de estricnina en el café que habría bastado para matar a un caballo. […] Llegó a ser comandante de las fuerzas revolucionarias con jurisdicción y mando de una frontera a la otra. (García Márquez, 1967, p. 109).

    De quien dependía la guerra, de quien dependía la reconciliación y eventualmente la paz.

    De otra parte, el contexto de la masacre obrera de las bananeras acontecida en plena estación del ferrocarril de Ciénaga, Magdalena, el 6 de diciembre de 1928, trata de cuando el gobierno conservador de Miguel Abadía Méndez, para proteger la inversión extranjera de la United Fruit Company, ordenó a nidos de ametralladoras apostados estratégicamente por el Ejército disparar contra trabajadores que se encontraban en huelga y que no obedecieron la orden de dispersarse emanada de un decreto del gobernador Núñez Roca, fundado, entre otras consideraciones, en que la huelga había generado una asonada (Leal y Henao, 2018).

    Entre los antecedentes, encontramos que los trabajadores huelguistas de las bananeras solicitaban a la compañía:

    1) Seguro colectivo obligatorio; 2) reparación por accidentes de trabajo; 3) habitaciones higiénicas y descanso dominical remunerado; 4) aumento en 50% de los jornales de los empleados que ganaban menos de 100 mensuales; 5) supresión de comisariatos; 6) cesación de préstamos por medio de vales; 7) pago semanal; 8) abolición del sistema de contratistas; y 9) mejor servicio hospitalario (Elías-Caro, 2011, p. 8).

    La situación no concernía solamente al carácter laboral, sino también a lo económico y social de la región bananera e incluso trascendía hasta las grandes casas comerciales de Barranquilla. Respecto a la primera, porque los comerciantes vivían del comercio del ron, alimentos, herramientas y ropa que vendían un 20% más barato a los trabajadores, quienes las adquirían de los propios comisariatos de la empresa transnacional, ya que esta no les pagaba mediante salario, sino a través de vales para mantener en un mismo nivel los salarios en periodos de inflación general. En cuanto a las grandes casas comerciales de Barranquilla, quienes importaban las mercancías, eran afectadas porque la Gran Flota Blanca, que transportaba el banano, arribaba al puerto de Barranquilla a vender mercancía traída de Estados Unidos, Europa y las islas del Caribe (Elías-Caro, 2011). Esa competencia comercial llevó a los pequeños y grandes comerciantes a apoyar la huelga. Así fue relatado en la novela:

    La inconformidad de los trabajadores se fundaba esta vez en la insalubridad de las viviendas, el engaño de los servicios médicos y la inequidad de las condiciones de trabajo. Afirmaban, además, que no se le pagaba dinero en efectivo, sino con vales que solo

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