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Técnicas de la entrevista periodística y manejo de fuentes personales
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Libro electrónico361 páginas3 horas

Técnicas de la entrevista periodística y manejo de fuentes personales

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El periodismo y la comunicación social e institucional implican dialogar con personas, formularles preguntas y consultas o pedirles orientación; muchas de ellas conforman las denominadas fuentes personales. En ocasiones, el resultado final es una entrevista pública; otras veces el objetivo es la búsqueda de información y las entrevistas necesarias para obtenerla –presenciales, telefónicas o virtuales– constituyen una herramienta. Esa diversidad de escenarios plantea desafíos e imprevistos difíciles de superar sin la preparación adecuada.
Este libro analiza un amplio repertorio de circunstancias y de perfiles ante la situación de entrevista y presenta instrumentos para abordarlas en todos los soportes: audiovisuales, radio, gráfica y medios digitales. Brinda ejemplos de actitudes y contextos desfavorables que se producen con frecuencia y entrega sugerencias para resolverlos. Y ofrece alternativas para mantener en buenos términos el trato cotidiano con fuentes personales.
Propone acompañar la formación de estudiantes de periodismo y de comunicación –a nivel universitario, terciario y secundario–, apuntalar a sus docentes y ser material de consulta en la práctica diaria de periodistas y profesionales de la comunicación. Asistirá con ideas y estrategias el trabajo de escritores fantasma, estudiantes de cine y documentalistas; y será útil para conductores y animadoras de programas televisivos. Hay otras ciencias sociales que recurren a las entrevistas, por lo que también proporciona aportes para quienes estudian, enseñan o se dedican al trabajo social, la antropología, la psicología social y la historia reciente.
IdiomaEspañol
EditorialSb editorial
Fecha de lanzamiento11 jun 2024
ISBN9786316593122
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    Técnicas de la entrevista periodística y manejo de fuentes personales - Sibila Camps

    Introducción

    Ejercer el periodismo o dedicarse a la comunicación implica estar en contacto permanente con otras personas; dialogar con ellas, formularles preguntas o simplemente hacerles una consulta, pedirles orientación o solicitarles que nos hagan un enlace con otras. Muchas de ellas conforman lo que denominamos fuentes personales. En ocasiones el resultado final es una entrevista pública; otras veces el objetivo es la búsqueda de información, y la o las entrevistas necesarias para obtenerla –ya sean presenciales, telefónicas o virtuales– constituyen una herramienta.

    Son numerosos los factores y los contextos por los que esa tarea puede fallar, en forma total o parcial; también influyen las características de quienes participan o gestionan ese diálogo. Por otra parte, las personas objeto de la entrevista pueden no decir la verdad o bien ocultar información, de manera voluntaria o inconsciente, y por motivos muy diversos. Esa diversidad de escenarios nos aleja de la rutina, pero al mismo tiempo plantea desafíos e imprevistos difíciles de superar sin la preparación y la capacitación adecuadas.

    Hay profesionales que aprenden únicamente de su experiencia, pero casi siempre es a costa de errores que se pagan en público y que a menudo provocan daños, incluso irreparables. Lo positivo es que se puede evitarlos, si se conocen las alternativas humanas y coyunturales que pueden presentarse, y se dominan las técnicas para afrontarlas.

    Este libro busca exponer y analizar un amplio repertorio de circunstancias y de perfiles ante la situación de entrevista, y brinda instrumentos para abordarlas; en ambas instancias contempla todos los soportes: audiovisuales, radio, gráfica y medios digitales. Muestra ejemplos de actitudes y contextos desfavorables que se producen con frecuencia y aporta sugerencias para resolverlos. Y por extensión propone recursos para mantener en buenos términos el trato cotidiano con fuentes personales.

    Elaborado a partir del aprendizaje y la observación durante varias décadas de trabajo en medios, propone acompañar la formación de estudiantes de periodismo y de comunicación –tanto a nivel universitario como terciario y secundario–, apuntalar a sus docentes y ser material de consulta en la práctica diaria de periodistas y profesionales de la comunicación. Asistirá con ideas y estrategias para el trabajo de escritores fantasmas, estudiantes de cine y documentalistas. Y será de utilidad para conductores y animadoras de programas televisivos.

    Hay otras ciencias sociales que recurren a las entrevistas, por lo que este libro también proporciona aportes para quienes estudian, enseñan o se dedican al trabajo social, a la antropología, a la psicología social y a la historia reciente.

    Por respeto, por convicción y a modo de ejemplo he procurado escribirlo utilizando diferentes formas de lenguaje inclusivo. He descartado unas pocas –en especial las neutras creadas en forma reciente–, porque en la repetición frecuente traban la lectura o resultan desprolijas, algo que quizá no sucede en textos breves, ni tampoco en el lenguaje oral. Fui la sexta periodista mujer en integrar la redacción del principal diario de Argentina, y la primera en abordar la temática de género en sus páginas; es desde esos antecedentes que también utilicé en forma aleatoria el masculino y el femenino, y si bien hay un predominio del primero, es al solo fin de dar fluidez al libro.

    Sibila Camps

    Capítulo I

    Definiciones y características

    Las fuentes de información más frecuentes en el periodismo son las personales, es decir, personas con quienes es necesario comunicarse para obtener información; una palabra que engloba varios conceptos: información propiamente dicha, datos, explicaciones, interpretaciones, opiniones, etc. En muchas oportunidades esa comunicación se produce en el marco de una entrevista, con el propósito de utilizar las respuestas en una nota, o bien de reproducir la entrevista misma en forma total o parcial. La entrevista –ya sea presencial o telefónica, o un intercambio por correo electrónico o a través de una red social– también puede apuntar a otros objetivos: chequear una información o un rumor; obtener materiales necesarios para la elaboración de la nota (documentos, fotos, videos, audios, artículos, libros, mapas, etc.); conseguir orientación en la búsqueda de información y de fuentes idóneas; allanar el contacto con otra u otras fuentes, ya sean personales o documentales; averiguar las características del lugar donde se va a realizar la nota; preparar un traslado o un viaje.

    Sea cual fuere la finalidad, las técnicas de manejo de las fuentes personales son las mismas o muy similares, por lo que en este libro las abordaré en forma conjunta. Para facilitar la comprensión me referiré de manera genérica a entrevista, y cuando sea necesario daré las precisiones correspondientes.

    La entrevista y el reportaje son diálogos que mantienen uno o más periodistas, con una o más personas. En esos diálogos hay roles bien marcados y admitidos por ambas partes: el o la periodista pregunta o demanda, y su interlocutor o interlocutora responde; o bien se niega a hacerlo, tras aceptar explícita o tácitamente que esa es la función que le toca cumplir. Eso hace que, aun cuando se desarrollen del modo más amable, toda entrevista y todo reportaje constituyan un interrogatorio.

    Si bien en algunos países de habla hispana se los utiliza como sinónimos¹, hay diferencias entre entrevista y reportaje. Las principales pasan por:

    la finalidad con la que se realiza ese diá­logo;

    en consecuencia, también los recursos utilizados por el periodista durante el diálogo;

    y en menor medida también por las técni­cas empleadas para su edición, en el caso de que esté previsto hacer público ese diálogo.

    La entrevista es una herramienta para obtener información de una fuente personal. Al ser las personas las fuentes a las que con mayor frecuen­cia de­be consultar un periodista, la entrevista constituye una herramienta de aplicación cotidiana. Se la utiliza para:

    recabar datos, informaciones o un testimonio sobre un tema o hecho en particular que se supone es de conocimiento de la persona entrevistada, ya sea por haber sido protagonista o testigo de ese hecho, o por conocer de primera mano detalles de lo ocurrido;

    definiciones políticas acerca de un tema o hecho;

    una toma de posición acerca del tema o hecho;

    una explicación sobre un tema o hecho, que es de la especialidad de la persona entrevistada.

    Como el primer objeti­vo de la entrevista es la información, puede variar el formato con el cual se vuelque esa información. Eso significa que no siempre el público recibirá esa entrevista como un diálogo, tal como había sido realizada. Se debe a que en ocasiones ese diálogo no se desarrolló en forma comprensible para cualquier persona, o bien no es apto para ser volcado en forma literal; o fue demasiado extenso; o sirvió para brindar un dato crucial que la persona entrevistada sólo expresó con un gesto. Algu­nos ejemplos:

    Al ser interrogado por periodistas de medios gráficos, radiales y televisivos, un testigo cuenta, desde el lugar de los hechos, cómo ocurrió un siniestro vial; esa es la información que más importa comunicar. El canal de televisión quizá pueda poner al aire total o parcialmente ese relato, ya que la persona entrevistada está señalando los sitios y los desplazamientos, y cualquier televidente puede verlos. Pero quienes trabajan en medios gráficos y radiales tendrán que restituir las referencias a lugares y a vehículos, y eso hará necesario que, para comunicar cómo ocurrió el siniestro, lo cuenten con otras palabras. Y quizá quede poco o nada de las palabras textuales: un par de frases entrecomilladas en el diario o en el portal web de noticias, o transcriptas como declaración en la radio.

    Se entrevista a una meteoróloga para que explique por qué una provincia soporta las peores lluvias del siglo. Quizá la científica dé una explicación demasiado extensa, o emplee un vocabulario inaccesible para el público. En cualquier tipo de medio se deberá resumir y traducir esa explicación –la información a comunicar– a un lenguaje sencillo. En medios gráficos, esa explicación puede estar complementada por una infografía. En televisión, el formato más idóneo quizá sea el de la animación computada.

    Para confirmar una información –el objetivo principal– a veces son necesarias varias entrevistas, que no siempre son volcadas al medio, ya sea porque todas las personas entrevistadas repiten los mismos datos o bien porque piden mantener el anonimato.

    En los medios gráficos (incluyo en esta categoría a los medios digitales, aun cuando incorporan recursos de los medios audiovisuales), las respuestas obtenidas a través de las entrevistas se vuelcan –total o parcialmente, en forma textual mediante declaraciones, o bien en forma glosada– a través de diferentes géneros:

    la crónica;

    la nota;

    la nota de color;

    recuadros complementarios de la crónica o nota central:

    explicativos,

    de testimonios,

    encuestas callejeras o dirigidas a un sector de la población, para conocer su opinión acerca de un tema determinado;

    la infografía;

    la nota o columna de opinión, cuando la persona que expone sus conceptos y opiniones no está capacitada o no tiene tiempo para redactar el texto;

    ciertos géneros biográficos:

    la biografía propiamente dicha,

    el perfil,

    la historia de vida.

    En los medios televisivos las entrevistas pueden o no salir al aire, según el formato del programa.

    Si se trata de un noticiero o de un informe especial:

    parte de la información recogida en una o más entrevistas sirve para encarar nuevas entrevistas, o para indagar en documentos o en bibliografía, o para buscar material de archivo;

    otra parte de la información es relatada en off en la nota;

    cuando la entrevista resultó productiva desde el punto de vista infor­mativo y apta desde lo audiovisual, uno o más fragmen­tos –rara vez en forma completa, por razones de tiem­po– son editados e integrados a las notas.

    Ciertos programas periodísticos están precisamente basados en entrevistas a personas invitadas al estudio del canal. Algunos pueden estar complementados con otras entrevistas producidas y editadas pre­viamente.

    Cuando suceden hechos de gran importancia periodística –por ejemplo elec­ciones, desastres, conflictos sociales o bélicos– que llevan a modificar la programación, la mayoría de las entrevis­tas se realiza en vivo y en directo.

    En los medios radiales el grueso de las entrevistas se realiza en vivo y en directo, ya sea por vía telefónica o con la persona entrevistada en el estudio, o a través del móvil. Algunas entrevistas son editadas posteriormente, para su retransmisión en diversos programas o en el noticiero, o para ser subidas en la web y en las redes sociales de la emisora.

    En algunos países se denomina reportaje a la entrevista en profundidad, un género periodístico que también requiere de una técnica especial durante la entrevista propiamente dicha que, en estos casos, también suele ser llamada reportaje. En esta acepción existen dos tipos de reportajes:

    biográfico: acerca de la vida o aspectos de la vida de la persona entrevistada;

    temático o conceptual: ahonda sobre un tema determina­do.

    Una combinación de ambos subgéneros –el reportaje biográfico-temático– es utilizada con frecuencia en las revistas y en programas especiales de televisión, dedicados a la vida de una persona.

    La realización de un reportaje requiere de condiciones especiales que pocas veces proporciona una simple entrevista:

    En primer lugar un acuerdo previo con la persona a entrevistar: esta no sólo acepta de antemano la entrevista sino también el tema general a abordar, como asimismo el nivel de profundización que alcanzará. Esto no quita que en ocasiones también se convenga en no tocar determinados puntos, o bien no desarrollarlos en detalle.

    Más tiempo para el desarrollo de la entrevista; en ciertos casos un reportaje puede demandar un seguimiento de esa persona a lo largo de varios días y en diferentes actividades y circunstancias, y dos o más entrevistas.

    Un clima de tranquilidad que predisponga a la persona entrevistada a sentirse cómoda, a entrar en confianza y explayarse sobre los aspectos que le propongan.

    Es preciso tener presente una característica apuntada al comienzo de este capítulo: en forma independiente del género a través del cual se vuelque la entrevista, se trata siem­pre de un interrogatorio a una o más perso­nas. Aun cuando en ciertas ocasiones pueda aproximarse a un diálogo no lo es –ni siquiera cuando existe amistad entre periodista y entrevistado–, por varias razones:

    la conversación no se produce en forma espontánea:

    ha sido provocada o generada por una de las dos partes (la gran mayoría de las veces, por quien conduce la entrevista);

    no obedece a razones afectivas sino profesionales (con todos los matices de intención que esto puede implicar);

    en esa conversación, los interlocutores no se hallan en un plano de igualdad sino que sus roles son diferentes:

    quien entrevista se propone saber, conocer;

    la persona entrevistada tiene que contestarle o, en caso de no hacerlo, asumir las consecuencias;

    la persona entrevistada no puede elegir el tema de la conversación.

    Es fundamental que quien conduce la entrevista tenga presente el carácter de interrogatorio, porque sólo así podrá obtener buenos resulta­dos; de lo contrario:

    si el rol de los interlocutores es idéntico,

    lectores y lectoras, oyentes o televidentes pueden quedar fuera del diálo­go,

    y se correrá el riesgo de que no les resulte inte­resante;

    si la persona entrevistada no acepta que tiene que responder y el periodista no logra que cumpla con el rol asignado, el público no llegará a ser infor­mado o, lo que es peor, quizá sea mal informado, porque es probable que la persona entrevistada logre difundir la versión que desea y/o que le conviene;

    si es quien elige el tema de conversación, también entonces el público será mal informado;

    todo esto, sin hablar del deterioro de la credibilidad y de la confiabili­dad del profesional, que son su mayor capital.

    Por lo tanto, hacer una entrevista no consiste sólo en saber hacer preguntas. Significa radiografiar a un ser humano en pocos minutos, recurriendo a todos los sentidos. Implica entonces una suma de cualidades que, además, deben estar bien combinadas:

    una buena pregunta

    y en el momento oportuno;

    saber escuchar

    para poder formular la pregunta adecuada

    y para poder detectar la respuesta valiosa;

    además, saber interpretarla

    y poder entonces ahondar en esa respuesta, a través de la repregunta;

    captar la intencionalidad de las respuestas –y de las pausas, e inclusive de los silencios– a través de:

    las palabras escogidas

    el momento y las circunstancias en que fueron pronunciadas

    los gestos y movimientos

    las expresiones del rostro, sobre todo las miradas

    los tonos e inflexiones de la voz

    y muchas veces, también relacionar todo lo anterior con el contexto físico en que se producen las respuestas:

    el ambiente, los muebles, los objetos:

    su valor o su calidad,

    su estado de conservación,

    sus colores,

    sus texturas;

    los demás seres vivos que puedan estar en ese lugar, no sólo las personas sino también los animales y las plantas,

    los sonidos del lugar,

    los olores,

    y a veces también los sabores.

    En el reportaje biográfico, por ejemplo, se ahonda sincróni­camente en estos aspectos. E incluso en una simple entrevista, el cómo se dice algo, el cuándo se dice, el dónde se dice y el ante quiénes se dice, a menudo adquieren tanta importancia como el qué se dice. Más aún: lo que se dice tiene importancia, precisamente, por las circunstancias en que es dicho. Y lo mismo vale para lo que no se dice.


    1 También se llama reportaje a la crónica extensa que profundiza sobre un tema o un hecho.

    Capítulo II

    Preparación de entrevistas

    Solicitar una entrevista, prepararla o al menos disponerse a hacerla –cuando no hay tiempo suficiente para prepararla– implican, en primer término, tener conciencia del rol de entrevistador, y sobre todo de las características personales y de los valores profesionales. El interés del quién dice qué también se aplica a cualquier periodista: si se considera que el resultado de una entrevista será hecho público –con las consecuencias que esto pueda acarrear–, para la persona a quien pretende entrevistar es de importancia saber quién es su entrevistador o entrevistadora y qué representa públicamente. Aunque parezca obvio o redundante, el periodista debe ser quien primero lo tenga presente, ya que desde ese lugar tendrá que situarse para gestionar la entrevista y/o formular las preguntas.

    Una persona otorgará una entrevista, responderá a preguntas o lo hará con mayor o menor provecho informativo según quién sea el periodista, no sólo en tanto profesional, sino también en relación con el medio² a través del cual vayan a ser difundidas sus respuestas, puesto que ese medio lleva implícita la percepción de intencionalidad de la entrevista por parte de la persona entrevistada y, por lo tanto, los alcances que pueda tener para ella.

    Evaluar esa percepción significa tener conciencia de la confiabilidad del profesional y de la del medio donde se volcará la entrevista.

    La confiabilidad del periodista y del medio

    El mayor capital de cualquier periodista es su firma, su nombre. Tan es así, que en algunas ocasiones su credibilidad en tanto profesional llegará a compensar la menor credibilidad del medio para el que trabaja. Aun cuando no tenga fama, poco a poco irá acumulando una reputación y un prestigio ante su público potencial, en la medida en que:

    pueda exhibir una trayectoria coherente y un desempeño ético;

    trabaje con honestidad y extreme los recaudos para mantener la mayor objetividad que sea posible;

    brinde siempre todas las campanas;

    entreviste a fuentes serias y pertinentes;

    transcriba las declaraciones sin tergiversarlas ni distorsionarlas ni sacarlas de contexto; y en medios radiales y audiovisuales, no las recorte ni omita su contextualización.

    Ante sus potenciales entrevistados y entrevistadas, esa reputación dependerá también de que:

    solicite la entrevista a partir de una causa justificable o de una noticia veraz, o con el propósito de esclarecer un rumor o una versión verosímiles, o bien procedentes de una fuente confiable y/o pertinente (por ejemplo, no recurrir al ministro de Economía para chequear un rumor sobre una devaluación que se originó en un almacén de barrio);

    guarde una proporción lógica, una relación directa entre la importancia de la noticia, el rumor o la versión que motiva la entrevista, y la envergadura y/o representatividad de la persona elegida para responder sobre el asunto (por ejemplo, ante una medida de fuerza de médicos municipales, entrevistar a la secretaria de Salud de la comuna, y no al jefe del programa de vacunación);

    muestre haberse preparado para las entrevistas;

    mantenga una actitud respetuosa con quienes entrevista (esto no significa no ser incisivo o aguda, ni abstenerse de interpretar el significado oculto de las declaraciones, ni renunciar a poner en duda su veracidad, ni tampoco privarse de objetarlas con fundamento, sino simplemente no agredir, ni emitir opinión o juicio sobre lo dicho);

    juegue limpio con las personas a las que entrevista, es decir, no las manipule con fines no expresados en la entrevista;

    dé un uso correcto a los materiales solicitados;

    reproduzca con fidelidad sus declaraciones (haciendo la salvedad de que esto no significa forzosamente darles crédito, ni dejar sus palabras como única versión de un hecho);

    no viole los acuerdos con las personas entrevistadas respecto de:

    las declaraciones brindadas off the record,

    la reserva de la fuente,

    la omisión de ciertas informaciones a pedido de la fuente,

    la reserva de informaciones para más adelante a pedido de la fuente.

    tenga claridad y franqueza a la hora de asumir los límites y las pautas que le impone el medio donde trabaja; si no está en condiciones o no desea acceder a alguno de los puntos que hayan sido solicitados por la fuente debe comunicarlo desde el comienzo, para que las reglas del juego queden claras.

    Esas cualidades llevan a que vaya sumando puntaje a medida que se va conociendo su forma de trabajar, y que se le facilite el acceso cuando solicita una entre­vista.

    El segundo capital de quien ejerce el periodismo es el prestigio del medio para el cual trabaja. Es en cierto modo el segundo apellido: es o se presenta como Fulana, del diario tal;

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