Hace unos meses se hizo viral en redes sociales una fotografía del papa Francisco portando una chamarra estilo puffer, blanca, larga y voluminosa, sobre su clásica vestimenta papal. La fotografía, que se hizo viral en Twitter en cuestión de minutos, llevó a la publicación de diversos artículos en medios digitales que desmintieron su autenticidad.1
La fotografía resultó ser producto del uso de la inteligencia artificial y se cataloga como un deepfake, consistente en imágenes y videos que son alterados a través del uso de machine learning, de una manera convincente, para tergiversar que alguien está haciendo o diciendo algo que en realidad no se hizo o dijo.2
Lo anterior no es completamente novedoso, pues la manipulación de medios visuales ha existido desde mediados del siglo xix. No obstante, lo que distingue un de esas primeras manipulaciones es que esta tecnología se ha desarrollado y popularizado en un contexto en el que la difusión de desinformación a través de redes sociales es una problemática que ha afectado a diversas sociedades alrededor del mundo.