En el mundo de la abogacía uno de los principales retos es diferenciarse de los demás, darse a conocer, y para eso se requiere la habilidad de comunicar. ¿Cuáles son las principales áreas de oportunidad que tienen las abogadas y los abogados para comunicar mejor?
El derecho se construye a partir de determinados usos lingüísticos. El lenguaje jurídico ha sido una forma de expresar necesidades técnicas y también ha sido una manera a través de la cual el gremio de los profesionales del derecho ha querido monopolizar el conocimiento del derecho. Esto se debe a razones poco “decorosas” que a la postre han determinado que sean los juristas los únicos que pueden resolver los problemas con trascendencia legal que afectan a las personas.
La renovación del lenguaje jurídico y el desarrollo de una nueva capacidad comunicativa nos pueden ayudar a romper esa especie de monopolio y de esa manera podemos lograr dar a la gente las herramientas y los conocimientos indispensables para la defensa de sus derechos.
Una ruta para democratizar el conocimiento jurídico tiene que ver con nuestras capacidades comunicativas para ser muy claros y directos al explicar a las personas cómo están regulados diversos aspectos de su experiencia cotidiana, cuáles son los mecanismos legales de defensa de sus derechos, qué responsabilidades tienen las autoridades y ante qué autoridad deben dirigirse en caso de que enfrenten algún problema, etcétera.
En ese contexto, lo primero que se requiere es voluntad para comunicarnos mejor. Esto implica el deseo explícito de ser claros en lo que exponemos y utilizar un lenguaje que esté al alcance de quienes no han estudiado la carrera de derecho.
En segundo lugar, debemos contribuir para resaltar los temas jurídicos que más interesan a las personas. Muchas veces el debate jurídico es totalmente cerrado y endogámico. Parece ser que nos encanta hablar entre nosotros, utilizando un lenguaje ajeno a quienes no pertenecen al gremio. Hay