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En sintonía. La práctica de la interdependencia para sanar nuestro trauma y nuestro mundo
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En sintonía. La práctica de la interdependencia para sanar nuestro trauma y nuestro mundo
Libro electrónico296 páginas6 horas

En sintonía. La práctica de la interdependencia para sanar nuestro trauma y nuestro mundo

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¿En sintonía comparte una guía visionaria para todos los que están comprometidos con la curación de un mundo en dificultades. El núcleo del libro es el campo relacional, la conexión sutil y significativa con los demás que podemos aprender a esculpir con nuestra atención y presencia, uno de los regalos más hermosos que podemos ofrecer.
Aquí encontrarás prácticas para sintonizar con este campo y con los principios evolutivos que sustentan el desarrollo humano, así como recursos para potenciar la resiliencia, procesar el estrés tóxico y regular nuestros sistemas nerviosos individuales y colectivos.
Como dice Thomas Hübl: “Los momentos de relación pura nos llegan a la raíz, tocando lo que realmente somos, al tiempo que elevan lo que podemos llegar a ser. Y también: “Cuando tú y yo nos relacionamos, nuestros sistemas nerviosos se enlazan y conectan, ocupando un campo compartido, un espacio informativo no lineal ni local. Juntos activamos lo que podríamos llamar nuestro sistema nervioso colectivo”.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 ene 2024
ISBN9788412797411

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    En sintonía. La práctica de la interdependencia para sanar nuestro trauma y nuestro mundo - Thomas Hübl

    Elogios que se han dedicado a En sintonía

    Inspirador e informativo. En sintonía, de Thomas Hübl, nos lleva a realizar un viaje a través de la ciencia de la conexión y las exploraciones místicas, haciendo que los hilos de nuestra vida en tiempo y espacio, a menudo invisibles, se hagan visibles ante nosotros.

    Daniel J. Siegel

    Autor de los superventas del New York Times IntraConected, Aware y Mind.

    Thomas Hübl nos invita a participar en una experiencia de interdependencia… y nos ayuda a despertar el coraje y la sabiduría que necesitamos para llevar sanación a nuestro traumatizado mundo.

    Tara Brach

    Autora de Radical Acceptance y Trusting the Gold

    En sintonía es indispensable para quienes quieran cultivar una profunda y duradera conectividad con la paradoja y la complejidad de su experiencia interna, de modo que conecten con los superpoderes de que cada ser humano dispone para curarse a sí mismo, sus relaciones y, por lo tanto, el mundo.

    Sara King

    Neurocientífica, directora y fundadora de MindHeart Consulting

    Aquí hay buena medicina, comprensión sabia y una visión para la transformación del corazón y de la cultura.

    Jack Kornfield

    Autor de Un camino con corazón

    En este trabajo seminal, Thomas Hübl va más allá del trauma como herida individual para abarcar el daño relacional colectivo que debemos abordar para poder sanar las heridas de la psique colectiva, de nuestras relaciones, de la sociedad y, en último término, de la comunidad mundial. En sus palabras: Que nos honremos unos a otros […] y que enriquezcamos el terreno colectivo para que en el futuro puedan florecer todos los seres conscientes. Por favor, lee y siéntete enriquecido por este poderoso trabajo, y que cada uno de nosotros podamos llevar adelante esta curación a nuestra manera.

    Peter A. Levine

    Autor de Curar el trauma y En una voz no hablada

    Thomas Hübl es un verdadero visionario y ha producido esta guía imprescindible para la inteligencia relacional y la curación del trauma personal y generacional. ¡Un logro magistral!

    Diane Poole Heller

    Creadora de DARe – Dynamic Attachment Re-patterning experience, autora de El poder del apego y Healing Your Attachment Wounds

    Con la elocuencia de un poeta y la mente de un científico, Thomas Hübl describe su aproximación mística a la transformación que ha ayudado a tantos. Su aplicación de la conciencia sintonizada y de la resonancia con los campos relacionales traumatizados ofrece una nueva esperanza para la curación colectiva de los grandes sistemas influyentes, así como de los individuos, que resulta inspiradora.

    Richard C. Schwartz

    Creador de Internal Family Systems, y autor de No hay partes malas y You Are the One You’ve Been Waiting For

    Thomas Hübl no solo es un visionario, sino también el líder que tan desesperadamente necesitamos. Como una conversación íntima con un místico de nuestra era moderna, este libro te invita a contemplar tu paisaje interno en su relación con el mundo que compartimos. Dentro de estas páginas se te invita a explorar los reinos interpersonal y transpersonal, y también a tomar tierra a nivel celular y energético. Este camino de la espiritualidad encarnada reconoce que sintonizarse con los cambios sutiles que se producen internamente permite expandir el tejido social que compartimos para beneficio del colectivo. Este es el libro que estábamos esperando.

    Arielle Schwartz

    Psicóloga clínica y autora de The Complex PTSD Wookbook y The Post-traumatic Growth Guidbook

    Hay algo riguroso, serio y conmovedoramente bondadoso en el amable acercamiento de Thomas Hübl al trauma y a cómo podemos abordarlo. Este libro exhibe una generosidad preciosa a la que es difícil dar la espalda. Todavía mejor, siéntelo.

    Bayo Akomolafe

    Autor de These Wilds Beyond Our Fences

    En En sintonía, Thomas Hübl articula con brillantez el profundo mensaje de que la esencia de la humanidad está vinculada a una necesidad innata y universal de conectar con los demás y con la naturaleza. En este libro se nos avisa de las consecuencias positivas y optimistas de escuchar este mensaje, y de las duras consecuencias de ignorar las señales que activan nuestra necesidad de conectar.

    Stephen Porges

    Distinguido científico de la Universidad de Indiana, profesor de psiquiatría de la Universidad de Carolina del Norte y autor de La teoría polivagal.

    Thomas Hübl ha vuelto a hacerlo: ha escrito un texto incisivo que nos invita a desarrollar una de las habilidades evolutivas más importantes que necesitamos urgentemente en este momento histórico. Este libro declara que la práctica de la interdependencia a través de distintos niveles de sintonía puede despertar profundos niveles de curación y reforzar el compromiso con nuestro florecimiento colectivo. Estoy totalmente abierto a esta invitación.

    Angel Acosta

    Consultor principal de Acosta Consulting

    En último término no estamos solos ni separados. Considera la idea de que todo lo que hacemos afecta a las siete generaciones siguientes, y date cuenta de que nos están afectando las siete generaciones anteriores. Esta es una de las razones para leer el nuevo libro de Thomas Hübl, En sintonía, en el que nos ofrece maneras pragmáticas de ayudar a sanar el trauma de este mundo. No podemos hacerlo solos, y nunca es demasiado tarde para empezar con esta guía práctica.

    Sharon Salzberg

    Autora de Lovingkindness y Real Life

    Thomas Hübl hace algo más que reemplazar nuestras actuales ilusiones de control e individualismo por un paradigma iluminado de interconexión: nos enseña a vivirlo en nuestro cuerpo, con las personas que amamos, en la naturaleza, con el Espíritu. En sintonía ofrece un mapa y una caja de herramientas práctica. Podría ser el camino para ir más allá del lío en el que todos nos encontramos, el urgente paso siguiente de nuestro desarrollo evolutivo. Es simplemente uno de los libros más esperanzadores e importantes que he leído en décadas.

    Terrence Real

    Autor de Us, superventas del New York Times

    A nuestra humanidad. Que nos honremos

    los unos a los otros y sanemos nuestras

    heridas relacionales, enriqueciendo el

    terreno colectivo para el futuro florecimiento

    de todos los seres sensibles.

    Y a mi amada esposa, Yehudit, y a mi

    hija, Eliya, cuyo amor y generosidad

    sustentan las bases de mi trabajo.

    Introducción

    Esta es una época oscura, llena de sufrimiento e incertidumbre. Como células vivas de un cuerpo más grande, es natural que sintamos el trauma de nuestro mundo. Así que no receles de la angustia que sientes, ni del enfado o del miedo, porque estas respuestas surgen de la profundidad de tu preocupación y de la verdad de tu interconexión con todos los seres.

    —Joanna Macy y Sam Mowe

    Vivimos tiempos difíciles. En todo el mundo, las naciones están teñidas por un rencor y una hostilidad cada vez mayores. En un contexto de creciente autoritarismo político, se perfila un cuadro agudo de progresiva división y malestar cívico. Incluso las democracias de larga tradición se muestran vulnerables a las amenazas o a la disolución. Los conflictos políticos, raciales, étnicos, religiosos y sectarios vuelven a librarse o se reanudan, mientras que el comercio mundial de armas, los cárteles regionales de la droga y todas las plataformas de la delincuencia organizada local e internacional siguen obteniendo beneficios. Refugiados de guerra, emigrantes climáticos y viajeros cansados de todo tipo se enfrentan a persecuciones abiertas e indignidades ocultas. En muchos lugares, los pobres son cada vez más pobres, mientras que los pueblos indígenas experimentan una represión y denigración continuas, cuando no un exterminio prolongado. Una vez más, las tierras tribales son robadas, ocupadas o saqueadas; los ritos ancestrales son profanados, y sus formas de vida, deshonradas; y a los ancestros se les falta al respeto o se les olvida, todo ello mientras los bosques que dan vida a nuestro planeta arden sin paliativos, y sus ríos y océanos se tornan cada vez más tóxicos. Las personas traumatizadas conviven sobre paisajes traumatizados.

    Pero estas realidades, por duras que sean, no tienen por qué interpretarse como señales de un apocalipsis seguro. Pertenecemos a un sistema planetario vivo —un cosmos viviente y próspero— que se autoorganiza y se cura a sí mismo. Los seres humanos no estamos al margen de la naturaleza; somos parte de ella. Independientemente de la condición actual de la humanidad, nunca estamos verdaderamente separados ni somos únicamente individuos; somos miembros de un todo radical que evoluciona conjuntamente. Somos perlas de la red de Indra, pertenecemos y surgimos del gran entramado distributivo,¹ la elegante red cósmica de interdependencia causal.

    Pensemos en esto: la delicadísima harina de agua, una planta acuática con flores, más pequeña que un grano de arroz, carece de raíces y flota libremente. Sin embargo, puede localizar y conectarse con miles de plantas de su misma especie, así como con diminutas plantas de otras especies, para formar alfombras que sostienen la vida en la superficie de un plácido estanque de patos. Y en esto otro: la simple y humilde seta, que envía sus delicadas fibras —micelio— a las profundidades de la tierra en un amplio radio con forma de arco. Al lanzar su red de estos pequeños filamentos, la seta se vincula con las raíces de otras plantas, árboles y con otras setas cercanas, y en este proceso conecta a cada uno de ellos con los demás.

    Este Internet orgánico constituye un mecanismo simbiótico de comunicación, localización de agua, intercambio de nutrientes y defensa mutua contra infecciones, infestaciones y enfermedades. La presencia de micelios fúngicos permite a los árboles cercanos comunicarse a distancia, alertando a otros árboles, incluso de especies diferentes, de la presencia de insectos invasores para que puedan producir defensas bioquímicas repelentes. De forma casi mágica, los árboles utilizan los micelios para transferir nitrógeno, carbono y fósforo, que son esenciales para mantener no solo su vida y su salud, sino todo el ecosistema local de plantas, insectos, animales e incluso seres humanos.

    Quizá lo más sorprendente es que los micelios han demostrado ser remedios naturales baratos, abundantes y potentes para muchos tipos de toxinas que quedan en el suelo y en las aguas residuales: metales pesados, combustibles derivados del petróleo, pesticidas, herbicidas, productos farmacéuticos, productos de cuidado personal, tintes e incluso plásticos.² Los micelios de los hongos descomponen de manera natural los contaminantes, creando una tierra y un agua más limpias, seguras y saludables.

    Si una forma de vida del tamaño de la cabeza de un alfiler —la harina de agua— u otra tan aparentemente simple como una seta pueden conectar con otras especies para hacer alguna de estas cosas o todas ellas —autoorganizarse, conectarse, comunicarse, ayudar, proteger, defender, curar y restaurar—, ¿por qué no podríamos hacerlo los humanos? Al fin y al cabo, nosotros también pertenecemos a la naturaleza. Tal vez estemos imbuidos de cada una de estas cualidades —y de muchas más—: son características incorporadas de lo que significa estar vivo en este planeta particular, orbitando esta estrella particular, en esta galaxia particular. Tal vez la interdependencia inteligente sea nuestra dotación natural, incluso una dotación sagrada, en la que podemos apoyarnos para mejorar y fortalecernos al servicio de nuestra propia especie y de todas las demás.

    Después de todo, la negativa a honrar nuestra interdependencia y a mantener relaciones sanas y continuas ha sido causa de un sufrimiento interminable. Si el reto subyacente del cambio climático —o de cualquier otro problema social perverso o sistémico— puede atribuirse a la desvinculación humana —un estado de no estar en concordancia con la naturaleza, con nosotros mismos y con otros seres humanos—, propongo que se trata de un problema fundamentalmente espiritual, tanto como medioambiental, científico, tecnológico, cultural, psicológico, económico o histórico. Para dar una respuesta adecuada o suficientemente innovadora al desafío, debemos pensar de forma holística. Es hora de tender un puente entre Oriente y Occidente, de unir la sabiduría de nuestras antiguas tradiciones espirituales con las revelaciones de la ciencia contemporánea. Al aportar el poder del conocimiento científico a nuestra comprensión de los males sociales modernos, podemos ampliar nuestra capacidad de integrar esa información con las ricas prácticas del despertar de la conciencia que ofrecen las tradiciones místicas de nuestro mundo. Así podemos seguir despertando y desarrollando nuestros dones biológicos intrínsecos: los poderes de autoorganizarnos, conectar, comunicar, ayudar, proteger, sanar y restaurar.

    Y más.

    Tal vez, en lugar de limitarnos a seguir vivos en una época de declive exponencial e imparable, descubramos el poder de despertar y activar nuevos dones evolutivos más elevados. No obstante, para lograr cualquiera de estas cosas, creo que debemos hacerlas juntos: no por separado, sino en relación.

    En su libro de 1997, God’s Ecstasy: The Creation of a Self-Creating World (El éxtasis de Dios: la creación de un mundo que se crea a sí mismo), la matemática, filósofa y teóloga contemplativa Beatrice Bruteau describía el orden divino del cosmos. Es lo que ella ve como la impronta original de la creación: una expresión de unidad simbiótica³ —un patrón observado en los micelios fúngicos—. La escritora, teóloga y pastora episcopaliana Cynthia Bourgeault ha denominado a esta cualidad reciprocidad holográfica, en la que el todo y la parte existen en una unidad interhabitada. "El todo —escribe Bourgeault—, no es una sustancia, sino un campo de acción generado por el intercambio dinámico e incesante de lo que el sacerdote católico catalán y defensor de la interconfesionalidad, Raimon Panikkar, describe como relacionalidad pura.⁴

    En el siglo xii, Hildegarda de Bingen, la abadesa benedictina alemana y visionaria mística, escribió: Oh, Espíritu Santo, tú eres la poderosa vía por la que todo lo que hay en los cielos, en la tierra y bajo la tierra está penetrado por la conexión, penetrado por la relación.⁵ Más de ocho siglos después, Thomas Berry captó lo mismo: «El universo es una comunión de sujetos, más que una colección de objetos".⁶

    Estos pensadores articularon una visión profundamente mística de la naturaleza de la realidad. Cuando se combina con la naturaleza íntimamente relacional del universo cuántico o, como lo definió el físico teórico John Wheeler, el universo participativo, llegamos a ontologías fundamentalmente compatibles.

    Brigid Brophy, novelista y reformadora social, escribió en 1968 sobre el extraño e incomparable genio del ilustrador inglés del siglo xix Aubrey Beardsley. Comentando el talento único de Beardsley, Brophy escribió: [...] no dramatiza las relaciones entre personalidades, sino la esencia pura y geométrica de la relación.⁷ Y ese es precisamente nuestro objetivo: la esencia pura y geométrica de la relación.

    Como el destilado alquímico más refinado o algún código fuente primario, la arquitectura de la verdadera conexión humana de algún modo incluye, pero trasciende, lo personal; la interdependencia es a la vez profundamente íntima y totalmente universal. Los momentos de relación pura nos llegan a la raíz, tocando lo que realmente somos, al tiempo que elevan lo que podemos llegar a ser. La geometría sagrada de la interrelación activa es a la vez un portal a todo lo que hemos sido alguna vez, individual y ancestralmente, y una puerta al gran potencial futuro de nuestra especie. Situar este futuro experiencialmente es un acto sagrado de comunión y un rito natural de unidad simbiótica.

    Estas cosas no deben tomarse como ideales al estilo de Poliana. Para llegar incluso al destello más lejano del filo distante de nuestro devenir, hemos atravesado una noche oscura histórica. Nos hemos enfrentado cara a cara con el abismo y, en él, ahora debemos reconocer la posibilidad de nuestra propia extinción. Para sobrevivir, y mucho más para florecer, debemos tomar conciencia de nuestra interdependencia esencial y despertar a nuevas formas de relación vibrante y sostenida.

    He asumido una vocación en torno a la práctica espiritual, dedicando mi vida y mi trabajo a lo que yo llamo la ciencia interna de la conciencia. El territorio de la conciencia puede explorarse y comprenderse a través de prácticas como la meditación, el estudio, la oración, el movimiento, la quietud y la contemplación de uno mismo y de la naturaleza, así como en la contemplación de las dinámicas relacionales que existen entre nosotros y los demás en el curso ordinario de la vida moderna —o lo que yo llamo el mercado—. En mis años de práctica personal y facilitación profesional, he contemplado las muchas y profundas maneras en que estas prácticas nos hacen crecer y evolucionar, enriqueciendo nuestras vidas y avivando nuestro entendimiento. Y lo que más me ha cautivado es el traslúcido poder que tienen las prácticas relacionales para transformarnos.

    En la primera parte de este libro, propongo una práctica básica de conciencia a la que denomino comunicación transparente. Esta práctica no solo pretende mejorar nuestras habilidades comunicativas, aunque también lo hace. Como ejercicio contemplativo, la comunicación transparente está diseñada para llevarnos más profundamente a la pura relacionalidad. Como herramienta práctica, el trabajo amplía nuestro sentido de la relación con uno mismo, cohesiona nuestro sentido de conexión y unidad con los demás, y potencia nuestra forma de existir en familia y en comunidad. Incluso puede mejorar nuestra forma de participar en la cultura y de cocrearla al llevarnos a un mayor nivel de conciencia y compromiso social, que es la base de las democracias resilientes. De hecho, el propósito de la comunicación transparente es profundizar en nuestra relación con la vida misma.

    En la segunda parte de este libro, aplicaremos lo esencial de la comunicación transparente al contexto terapéutico para lograr la sanación individual, ancestral y colectiva. La comunicación transparente no es una práctica aislada y exclusiva de las relaciones personales, sino que se encuentra en el corazón de las relaciones conscientes: con nosotros mismos, en nuestras familias, con nuestros antepasados y unos con otros en grupos cada vez mayores.

    En los momentos más difíciles de la vida moderna, nuestra capacidad de ser conscientes a menudo queda constreñida y limitada. En momentos de dificultad y estrés, tendemos a perder la percepción del campo más amplio, ya que nuestra conciencia se concentra en nosotros mismos. Nos enfocamos intensamente en nosotros mismos por defecto. En consecuencia, estamos menos disponibles; perdemos acceso a los recursos que nos permiten sentir con y por los demás. Tanto si nos encontramos en medio de desacuerdos familiares o sentimentales, como si estamos inmersos en un conflicto laboral, la sensación de separación se acentúa y nos resulta difícil estar presentes. Esto no es malo; es simplemente una función evolutiva que favorece la supervivencia, una adaptación a lo que es útil para nuestra biología.

    Llevamos estos antiguos patrones de supervivencia en lo profundo de nuestro sistema nervioso; la mayoría de ellos tienen millones de años y los hemos heredado de nuestros antepasados mamíferos. Por otra parte, la comunicación transparente nos ofrece una apertura evolutiva a la conciencia. Junto a otras prácticas similares, llega en un momento de profunda división y lucha global ofreciéndonos herramientas para sortear mejor las dificultades, potenciar nuestra disponibilidad para estar presentes y expandir nuestra conciencia para incluir el espacio, la energía y las estructuras sutiles que operan dentro de nosotros y a nuestro alrededor.

    Este campo relacional es una vasta matriz de energía —información en movimiento— que existe dentro de nosotros, a nuestro alrededor y entre nosotros. La comunicación transparente nos ayuda a dar testimonio de este campo. Se trata del proceso de relacionarse más que de la relación. Es un verbo, no un sustantivo; un proceso, no una cosa. Cuanto más practicamos, más aumenta nuestra conciencia, lo que nos permite empezar a observar y distinguir no solo los aspectos del campo relacional que son fluidos y claros, sino también los que están rígidos, congelados, atascados, disociados y en la sombra. Así aprendemos a percibir el impacto del trauma individual y colectivo en el campo. El efecto de la comunicación transparente es la capacidad de iluminar ese campo, infundiendo en sus pasillos e intersticios la luz y la lucidez de la conciencia, para llevar curación y reparación al colectivo.

    Cuando hablo a mis grupos o ante el público en un evento, no basta con que me presente sabiendo lo que quiero decir. Para ser eficaz, debo estar en diálogo con la totalidad y, por lo tanto, ser consciente del grupo o del público como un sistema dinámico. No basta con darme cuenta de lo que me ocurre a mí; debo ser capaz de sentir con precisión las necesidades de mis oyentes y adaptarme a ellas. Tengo que percibir claramente el grado de disponibilidad y curiosidad de mis participantes. También necesito percibir si me están escuchando y recibiendo, cuándo lo hacen, o qué otras cosas podrían ser necesarias o estar presentes. La clarificación de la matriz relacional viene acompañada de una expansión de conciencia y ofrece una aceleración de nuestra entrada en relación. Esto está en la vanguardia de la comunicación y del liderazgo, y requiere una conciencia más profunda del espacio intersubjetivo por parte de todos.

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