¿Nos hemos vuelto insensibles al dolor?. Hemos perdido la capacidad de conmovernos?.
Cuando incrementamos nuestra distancia afectiva hasta el límite de la indiferencia, desarrollamos un síndrome de autismo colectivo que nos deshumaniza. Entonces perdemos la capacidad de sentirnos, de reconocernos, de amarnos, de solidarizarnos. De sanarnos.

¿Cómo liberar el potencial de amor inherente al ser humano y la sociedad de la que hace parte?. Tal vez nos ayude el asumir que la pérdida de comunicación en el plano emocional tiene su existencia más allá de la dimensión individual, para afectar el espectro del comportamiento colectivo de comunidades, sociedades y países.

Si nos remontamos a a sus historias, encontramos que al origen sucedieron grandes traumas individuales y colectivos, que han conducido al acorazamiento y endurecimiento emocional como una estrategia adaptativa.

Es importante, más allá de juzgar o rechazar, remontarnos a las causas, para contribuir a la sanación de ese dolor que nos ha dividido entre víctimas y verdugos. Al derretir el bunker de la indiferencia desde la comprensión de sus causas, podemos liberar el potencial sanador del amor del alma de individuos, naciones y culturas.