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Las siluetas bajo el mar de Bortsville
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Las siluetas bajo el mar de Bortsville
Libro electrónico308 páginas5 horas

Las siluetas bajo el mar de Bortsville

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Información de este libro electrónico

Un joven universitario se encuentra cursando la profesión de Arqueología, y en la búsqueda sobre la interrogante de su tesis, se adentra en un mundo de adversidad para así poder encontrar la verdad sobre una misiva que le fue entregada, y que hará que afronte su travesía hasta más allá de las lejanas costas de Arrivano, Italia; hacia la comarca secreta de Bortsville.
Lo que este joven no se esperaba, es que poco a poco su tesis le dejaría de tomar importancia debido a las perturbadoras cosas que irá descubriendo en su estadía por el pueblo de Bortsville, y junto a su acompañante, la doctora Hannah Brown, se enfocará en descubrir una realidad que lo llevaría hasta el borde de la locura, fuera del juicio y de la comprensión humana, albergando pasajes entre dimensiones, sueños, mundos alternos, o incluso travesías a través de los tiempos, aquellos que le indicarán el camino hacia la cordura… o hacia la perdición.
En esta ignota isla, el joven Michael afrontará verdades que jamás se hubiera imaginado, lo único que sabrá es que hará lo imposible por descubrir la verdad de una vez por todas, sin importarle nada más.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 nov 2023
ISBN9788411817813
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    Vista previa del libro

    Las siluetas bajo el mar de Bortsville - Ignacio A.P.

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    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Ignacio Enrique Antillanca Paredes

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes / Ignacio A.P

    Diseño de portada: Ruben García, Jhulian Muñoz Volke e Ignacio A.P

    Supervisión de corrección: Celia Jiménez

    ISBN: 978-84-1181-781-3

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    Introducción

    «El fracaso es duro, pero es peor no haberlo intentado...

    pues no hay peor intento que el que no se hace».

    Ignacio Antillanca Paredes

    «A veces es mejor no tener respuestas».

    Lucius J. Barrington

    Me doy un tiempo para dar mis más sinceros agradecimientos a mis familiares, amigos y compañeros, por dedicarme el tiempo con sus críticas en algunas ideas, y opiniones a esto que tengo como pasatiempo, el escribir relatos de horror.

    Todos los pueblos y ciudades que se leerán en este libro son ficticios, solo existen en la imaginación del autor al igual que las personas que son parte de esta historia. Por los demás, si tienen alguna similitud con personas de la vida real, pido perdón de antemano si logra causar alguna clase de molestia o ímpetu, ya que es solo coincidencia.

    Prefacio

    Para ser sincero, aún no tengo del todo claro qué es o a qué se refiere un prefacio, ni siquiera sé si lo que leerán pertenece a aquello. Así mismo, no sé cuántas personas leen esta parte de los autores a los que compran sus libros, con toda sinceridad, yo no me considero uno de ellos. De todos los libros que he leído hasta la actualidad del 2023, podría decir que solo he leído 1 o 2 prefacios, no más que eso, y eso luego de haber terminado de leer el libro, no antes.

    No sé cómo trabajan los escritores con años de experiencia en su carrera, en mi caso, siempre llevo conmigo una agenda, una que me acompaña en todo momento. Escribo en ella todos mis apuntes más relevantes al momento que pasan por mi mente, pero no todas son de una misma obra, son de un mundo llenas de ideas, lugares y seres.

    El hecho, es que tiendo a escribir en el sofá o, en una manera más cómoda, tendido en mi cama junto a un velador en el cual suelo apoyar mi taza de café. Tengo que ser sincero y no sé si esto les pasa a los escritores. Cuando empiezo a escribir o retomar el manuscrito, no me siento motivado en la primera o segunda página; comienzo imaginar los escenarios, los personajes, las ideas, para así poder describirlos en la obra, no obstante, cuando llego a la subsiguiente, es tanta la fascinación que tengo por finalizar el libro en ese momento, que es ahí cuando disfruto de lo que estoy haciendo.

    Cuando paso la media noche escribiendo, cuando me encuentro en el comedor de mi casa, tiendo a servirme mis dos o tres vasos de Whisky, no sé si esto será una costumbre al escribir a tan altas horas de la madrugada, o si será algo que la mayoría de los escritores hacen. Para mí, lo siento como una ayuda para mantenerme despierto y concentrado a la hora de escribir. No soy alcohólico ni nada por el estilo, pues en mi trabajo en el que estoy este 2023, tiendo a trabajar 14 días en el mar, incluso hasta 21 días; ahí, en cuanto escribo, cambio el whisky por el café, diría que por unas cuatro o cinco tazas de café.

    Estas palabras no son para inducir a las personas a beber, eso es una mala costumbre que, en exceso, ocasiona solo problemas a uno mismo o a las personas cercanas, pero en mi caso, es un vicio o costumbre que tengo. Tenía la costumbre de fumar cigarrillos y es algo que se me hace difícil de dejar, pero por lo menos cambié estos por el tabaco, un gusto que me doy con mi pipa de madera.

    A veces, cuando iba a la casa del campo, donde mis abuelos, acostado en la cama, podía apreciar la lluvia caer a través de mi ventana, algo que de igual modo me inspiraba para escribir. Me gusta dormir cuando llueve a cantaros, y más aún si tengo pesadillas. Estoy seguro que a unas cuantas personas (si no es que en su mayoría) les encanta dormir con lluvia, pero dudo que a la mayoría de ellas le guste tener parálisis del sueño o pesadillas grotescas.

    Mientras escribo, no todo es realizar la obra o unir ideas. Hay veces que paso una semana en que no tengo imaginaciones, sueños o pesadillas; es ahí cuando comienzo a leer, soy todo un «come-libros», como se le dice acá en Chile. Otra fuente que me ayuda con mi imaginación es el ver películas de horror, series de este tipo o de ciencia ficción. Esto lo hago al mismo tiempo que escribo, pero tengo que admitir que cuando llego a una escena interesante de mis relatos o del manuscrito pongo en pausa todo lo demás para concentrarme de lleno en la historia.

    Algunos amigos o conocidos me preguntan: ¿Por qué escribes? ¿Cuál es tu objetivo en esto? La verdad es que solo es un pasatiempo, me conformo con tener lectores a quienes gusten de lo que escribo. Tengo un trabajo estable para mantener a mi familia, pero si me dieran a elegir entre el trabajo que tengo en la acuicultura y el ser un escritor destacado, sin duda alguna, me iría por los libros, pues los pintores comienzan como pasatiempo, un boxeador comienza por salud, entretenimiento o deporte, hasta hacerse profesional; un músico se puede volver talentoso y famoso. Lo que quiero decir es que un simple hobby o pasatiempo puede terminar siendo un trabajo sustentable para ti y tu familia, algo a lo que dedicar el tiempo, que disfrutes, porque es algo que te gusta.

    Si me preguntan: ¿Cómo es que comencé a escribir este libro? Fue a través de un sueño en que vi a estos seres espeluznantes. Escribí en mi computadora como los había soñado (tal como aparecen en el libro), en ese tiempo no tenía mi agenda. Luego, con el pasar de los tiempos, fui creando una historia que abarcase los lugares que se nombraban, los personajes, nombres de las ciudades, pueblos, calles, un sinfín de cosas producto de mi imaginación; pero si no hubiese tenido aquellas pesadillas acerca de los Soch’s, no podría haber creado este libro.

    Durante la escritura de esta obra me di el tiempo para poder investigar de algunos aparatejos y dispositivos, averiguando acerca de los años en lo que se habían creado para darle más información verídica al manuscrito. Obviamente, algunos dispositivos han sido obra de mis ideas y pensamientos, similitudes a lo que entregarían algunas películas de ciencia ficción.

    Ya escribí el libro Antifaz ceremonial que, desde mi punto de vista, era un poco fuerte para ser publicado, es por ello que solo algunas personas supieron de esta obra: amigos, amigas, seres queridos, familiares, entre otras. Sin embargo, aquel libro no fue publicado, puede ser que, si la editorial lo autoriza en algún futuro, pueda ser un relato dentro de algún libro.

    Es la primera vez que trabajo con una editorial, por eso me tomó tiempo publicar Las siluetas bajo el mar de Bortsville. No sabía cómo trabajaban estas entidades, pero sí de algo estoy totalmente claro: las portadas, los diseños dentro de las páginas, el lomo, la contraportada, todo es parte de mi imaginación y diseño. En el caso de la contraportada, lomo y portada del libro, yo entregué un dibujo de puño y letra por mi parte a un diseñador gráfico para que lo digitalizara. No soy un buen pintor ni dibujante, pero hice lo posible para que sea tangible y entendible.

    Para los diseños de las páginas solamente utilicé diversos tipos de trazos, círculos, triángulos, grosor, etc. Me hice una idea con varios libros que leí acerca de horror cósmico o sitios web en donde podían apreciarse líneas y cosas por el estilo, de ahí obtuve la idea para hacer estas especies de trazos alrededor de las páginas.

    Estoy seguro de que este libro tiene una buena historia, disfrutando, puse gran parte de mi tiempo para que esto fuera así. Tiene una atmósfera cautivadora que te adentrará a lugares sombríos y lóbregos, llenos de suspense, tanto en las acciones que toman los personajes como la historia que te llevará en un espacio tiempo de principio a fin.

    Espero que, al fin y al cabo, esto haya sido un prefacio, y si no es así, lo intenté. No queda más que decir por mi parte, solo esperar que esta obra te lleve en imaginación a la realidad que creé, que te adentre a un mundo de locura y toma de decisiones, que te haga estar en el lugar del personaje. Espero que disfrutes de esta obra, y si algún día llegas a escuchar de Bortsville, será mejor que no te acerques a aquel lugar.

    Ignacio Antillanca Paredes

    25 de octubre 2023

    Las siluetas bajo el mar de Bortsville

    C:\Users\IgnacioAP\Desktop\(Original) Las siluetas bajo el mar de Borstville\Libro\Archivos de varios Usos\Portada Final (Sin Ojos) [Escala de Grices].tif

    Capítulo I:

    Rumbo a paraderos desconocidos

    El 5 de agosto de 1956, recibí una misiva anónima desde la capital de Italia, pero que venía de un pueblo llamado Arrivano, situado al sur del país. La misiva detallaba de un fósil encontrado al borde del océano el 23 de noviembre de 1955 en aquel pueblo. Este lugar no era muy conocido en ese entonces, y su poblado, según investigaciones, no superaba los cuarenta mil habitantes, sin embargo, gente de la misma Italia y de otros países, comenzaron a llegar al museo de Arrivano, producto de esta osamenta encontrada.

    La carta redactaba un fósil que no poseía piernas. Era como los huesos de la cola de una serpiente, pero de gran tamaño. No obstante, tenía un torso humano; eso sí, con los huesos densos, una masa ósea que es abstrusa de describir para los ojos humanos, y las manos… eran de falanges largas, las cuales terminaban en punta como si de unas garras se tratara.

    Aquel papel con letras no lo redactaba de forma tan específica, y los guardas del museo no dejaban tomar fotos de aquella monstruosidad, por lo cual no fue enviada una, empero, se dio a conocer por periódicos y otros medios informativos para llamar la atención de extranjeros o, incluso, de las mismas personas de Italia, con el objetivo de tener ingresos para la comarca de Arrivano, o cualquier otro motivo… eso creía yo.

    El resto de la carta solo hablaba de dónde estaba ubicado el poblado, qué transporte se debía tomar para llegar a la localidad, cuánto tiempo me llevaría, entre otras cosas que no tenían mayor importancia.

    Esta carta, redactando aquella criatura, llamó mi atención. Pese a que no sabía si aquel fósil era verdadero o solo un conjunto de huesos de cualquier otro animal adosados unos a los otros, no sabría si iba a ser una pérdida de tiempo o no, sin embargo, tenía que averiguarlo. Iría con la excusa de una tesis universitaria, ya que estoy estudiando Arqueología, esto podría darme una leve oportunidad de investigar más a fondo el fósil y, así, poder realizar un informe de aquella pesquisa, como una nueva especie que existió en el planeta hace miles o incluso millones de años atrás. Obtener esta información sería interesante para aquella tesis universitaria, inclusive podría aparecer en revistas o algo por el estilo. ¡Claro! Eso siendo optimista.

    Nunca fui muy sociable en la secundaria, incluso en la universidad. La gente se distanciaba de mí por el simple hecho de que soy de una categoría económica muy superior, una familia que miraba por debajo a los demás. A pesar de que mi familia era adinerada, nunca fui, como mi padre o mi madre, categorizando a los demás como «gente de clase baja» o algo por el estilo. Como la gente conocía a los Barrington desde décadas, creían que yo era de la misma índole que mis padres, mis abuelos y, en sí, mi antepasada estirpe.

    Nunca me creí superior al resto, pero hoy en día la gente se rige por lo que es el pasado, y no hacen un esfuerzo para cambiar esas normas familiares. A pesar de no haber tenido mucha afinidad con las personas en lo que fue mi vida educacional, no tendría problemas para ir hasta Italia, no obstante, mi lengua italiana no es muy buena, aunque creo que podría defenderme lo suficiente como para realizar mi investigación en las lejanas tierras europeas.

    Sin perder el tiempo, empaqué lo más importante que consideraba. Un par de libros de arqueología, material para examinar artefactos, hojas y lápiz para escribir cartas a mis padres, dinero para cubrir mis gastos y, lo más importante, mi nueva cámara Zenit modelo C.

    Decidí tomar el vuelo más próximo hacia Italia. Este salía el 8 de agosto a las 23:00 horas, con lo cual llegaría el 9 de agosto a eso de las seis a la capital de Italia, haciendo algunas escalas en unas cuantas ciudades de otros países. Una vez que llegara al país europeo, allí tomaría un transporte que me dejaría en Mezzogiorno, ciudad que queda a treinta minutos de Arrivano en bus.

    Desde que recibí la misiva tres días atrás, me era difícil poder conciliar el sueño, pues solo pensaba en aquel fósil del museo. Daba vueltas en mi cama o me sentaba a los pies de esta, o incluso, me levantaba a vislumbrar cosas a través de la ventana de mi recámara las noches tan abruptas.

    Caminaba de aquí para allá dentro de mi habitación, hacía lo que pudiera para gastar las energías que tenía y así poder dormir un par de horas, no obstante, solo conseguía adormitarme, pues en ningún día pude descansar antes de las tres de la madrugada, y con las quimeras que poseía, solo podía conciliar el sueño hasta no más tardar de las ocho de la mañana.

    Llegó el día de partir a Italia, no hubo problemas al ingresar por el check in, dejar mis valijas y llegar hasta el asiento que indicaba mi boleto. Pasados un par de minutos, llegó la hora de que el avión partiera, mas pasados otros veinticinco o treinta minutos, comencé a sentir un sueño el cual no pude soportar, y ahí caí rendido ante el cansancio.

    Fue en ese entonces que tuve una especie de quimera un poco extraña, una que se sentía tan real que las mismas brisas de aire chocaban en mi rostro, al igual que un hedor insoportable el cual penetraba por mi nariz. Me encontraba en un puente que unía dos calles de algún pueblo, y por debajo pasaba un río el cual llegaba de un océano (o eso creía yo), pero muy por debajo de ese torrente, se veía una silueta que nadaba a través de este.

    No lograba especificar aquella sombra, solo sé que era inenarrable, no podría indicar cuántos metros o incluso kilómetros medía. Era algo extraño, y eso incluía sobre todo mi indumentaria, con la cual me encontraba vestido completamente de negro, de un material que no sabía de qué estaba compuesto.

    El olor se hacía cada vez más insoportable, y se empezaban a escuchar gritos desgarradores en las casas de una de las comarcas. Yo no podía hacer nada para ir a investigar, pues no podía moverme de aquel sitio en el que me hallaba. Estaba inmóvil ante esa situación, y sin posibilidad de ejercer movimiento alguno. Una parte de mí quería moverse para ver qué estaba aconteciendo, y he ahí que los gritos se escuchaban más y más fuertes. Los alaridos eran tan desgarradores y espeluznantes que se me hacía difícil describirlos, solo sé que no era algo normal.

    El puente comenzó a temblar, y solo pensé que debió de ser por aquella cosa que nadaba a través del torrente. El temblor aumentaba su ímpetu cada segundo que pasaba, y los chillidos que parecían ser de personas se volvían aún más terroríficos, como si estuvieran siendo torturadas de una forma grotesca. Entonces, vi cómo de los tejados de las casas salían unas sombras que se dirigían al cielo y luego caían más allá del río, de donde mi vista era capaz de alcanzar. No lograba especificar esa sombra que salía desde las techumbres; la velocidad era tan indescriptible que no sabría decir si eso era algo gaseoso o algo sólido.

    Ventanas rompiéndose por doquier, ululatos provenientes de las casas y desde los cielos, una silueta que pasaba por debajo del puente, un hedor insoportable como si de pescado podrido se tratara. El sueño parecía tan real que sentía todo aquello, y fue ahí que percibí un chapuzón detrás del puente, como si algo hubiera saltado del río y se hubiera puesto detrás de mí. Estaba tan inmóvil y aterrado a la vez que no era capaz de girar para ver qué era, solo escuchaba algo arrastrándose detrás, aproximándose hasta donde estaba yo, y con un hedor que ya comenzaba a darme arcadas. Esa cosa que salió de aquel torrente se aproximaba cada vez más y más, hasta un punto que creo que llegó a estar a menos de un metro de distancia de mi ser. He allí donde, con una voz horrorosa, espeluznante y apocalíptica, de un son grave y monstruosa, escuché aquella palabra extraña por primera vez… «¡Soch’s!».

    Luego de aquella palabra que no era conocida en aquel lenguaje nativo que yo hablaba, desperté de forma inmediata, y las náuseas fueron tan grandes que no pude soportar lo que había comido y lo solté al frente de mi asiento. La gente cerca de mí me observó con pavor y desconcierto, di mis disculpas y, a la azafata presente, le pedí un paño o algo para poder limpiar aquella emesis situada al frente de mí.

    Desde el momento en que desperté a las cuatro de la madrugada, no logré conciliar el sueño durante el resto del trayecto, debido a aquella quimera tan espeluznante. Se sentía tan real que el hedor a pescado putrefacto aún estaba ingresando por mi nariz, así que, mientras esto se me pasaba, solo me quedé observando por la ventana y pensando en qué podía haber sido aquella silueta o, incluso, qué significado habrá tenido ese sueño, si es que así se le podía llamar.

    Llegué a la capital de Italia un poco más tarde de las 6:00 horas el día 9 de agosto. Estaba cansado producto de que llevaba noches sin poder dormir de buena manera, así que salí del check out del aeropuerto, y logré encontrar un local más o menos económico en el cual solicité un café expreso doble y algo sólido para poder sostener el estómago. Ulteriormente de haber tomado aquel desayuno, salí del aeropuerto y aproveché para dar un paseo por aquella ciudad, ya que el primer bus a Mezzogiorno partía a las nueve de la mañana.

    La ciudad era bella, con edificios que llamaban la atención de todo extranjero que no conociera Italia, sobre todo las lugareñas, no se comparaban con las que se encontraban en el lugar en el que vivía. Sin embargo, me encontraba cansado, tanto que no sabría si mi viaje podría continuar hasta Arrivano, por lo cual, pasadas las 8:00 horas, fui en busca de algún hotel o albergue para intentar descansar.

    Caminando en ese entonces con mis valijas por la capital, encontré un hotel llamado Celoverno, uno considerado el mejor de la ciudad y con cinco estrellas de reputación. Solicité la estancia de un día al recepcionista, y este me dio una habitación en el sexto piso, a la cual ingresé de forma rápida una vez hube cancelado por aquel cuarto. Encendí el calefactor, y no me dio tiempo ni de quitarme la ropa, pues con esta puesta me eché encima de aquella gran cama, y con solo cerrar los ojos, no sentí nada hasta un par de horas después.

    Tenía los ojos cerrados, y mi mente o conciencia se encontraba como en un vacío en el cual solo podía ver una pantalla negra. Era como si mi psique se hubiera despertado, pero mi cuerpo era incapaz de moverse, entonces aún lo recuerdo.

    Unos grandes ojos amarillentos se abrieron en ese pequeño sueño. Aquella cosa no poseía cejas, y la piel era como la de un reptil. No pude ver más que solo los ojos y solo una pequeña parte que los rodeaba, entonces ahí fue que escuché nuevamente aquella palabra, «¡Soch’s!», con la misma voz espeluznante y apocalíptica que oí en aquella quimera cuando iba en el avión. Luego de escuchar aquella voz, desperté, y la alarma del reloj que dejé llevaba sonando quince minutos. Eran las 14:48 horas, estaba tan cansado que no sentí la alarma sonar. Cuando despabilé, ese mismo hedor a pescado estaba ingresando por mis fosas nasales. No era tan fuerte como la vez que estaba en el avión, creo que mientras más espantoso fuera el sueño, más fuerte sería aquel hedor, pero… ¿por qué la peste era tan real en los sueños? ¿Por qué tengo esta clase de pesadillas? ¿Tendrá algo que ver con la pesquisa que estoy a punto de realizar o la misiva entregada hacia mi persona? No sé qué sería, pero esperaba averiguarlo en mi viaje por la ciudad de Arrivano.

    Salí del hotel para seguir paseando por las calles y seguir viendo los monumentos históricos que poseía la capital. La vista de aquellos paisajes y edificios era tan asombrosa que quedaba impactado solo con su lujuria.

    Era eso de las 15:00 horas, había más personas caminando por las calles, bajo el abrasador sol de la capital de Italia, por ende, con el poco italiano que sabía, pregunté a la gente si sabían o habían visto aquel fósil en el museo de Arrivano. Las personas no se ponían de acuerdo para explicarse, algunos decían que el fósil era solo un conjunto de huesos de otros animales unidos para llamar la atención de extranjeros, que era lo más obvio conociendo que aquel lugar no era muy famoso, y eso fue lo que pensé antes de comenzar mi cruzada. Otros decían que no eran huesos, que era una especie de aserrín o algunos otros materiales bien formados y pintados de la manera que se hacían ver como si fuera una masa ósea, en fin, había cada dicho que salía de la boca de los italianos, sin embargo, los que lo habían visto (que eran en su minoría) decían que era algo inefable, que, si acaso ese fósil fuera verdad, nadie sabría qué clase de animal era.

    Lo malo de aquella osamenta anticuada era que no tenía el cráneo, solamente la cola, el torso y las manos terminadas en zarpas. Algunos lugareños decían que al verlo causaba terror por lo denso de los huesos; otros me dijeron que no se veía tan real, ya que estaba dentro de una caja de vidrio… típico de un museo.

    Todo lo dicho por las personas que residían en la capital me hacía pensar que solo eran patrañas de las personas del pueblo de Arrivano para llamar la atención de los extranjeros y de las mismas personas de Italia, solo para tener más reputación. Aparte de que ningún arqueólogo había ido a ver dicho fósil por aquel rumor, eso hacía la diferencia entre alguien que estaba cursando Arqueología y alguien que ya era profesional, alguien con experiencia que no se adentraría a una investigación si no es de alguna fuente confiable. Ya no tenía remedio, y volver a mi país no sería una opción, al fin y al cabo, ya estaba a un par de horas de la localidad de Arrivano.

    El hablar con los residentes de aquella localidad donde estaba me hizo perder la noción del tiempo. Pues la hora pasó sin que me diera cuenta, de tal forma que ya eran las 19:30 horas, siendo aún de día por el verano en el que me encontraba en aquel país, además, el último bus hacia Arrivano era a las 18:45 horas según lo dicho por la gente de la capital, por suerte, tenía mi estadía en el hotel hasta las 12:00 horas del siguiente día.

    Llegué al hotel pasada las 20:30 horas, bebí unas copas de whisky en el restaurante del hotel Celoverno para poder dormir sin tener pesadilla alguna. A eso de la medianoche, fui a mi habitación, y dormí de forma tan tranquila que no desperté hasta las 7:42 horas de ese mismo día. Sentí que, por primera vez desde que inicié mi cruzada, pude conciliar el sueño de buena manera.

    Me fui sin tomar el desayuno correspondiente que daba el hotel, ya que tenía que alistar mis valijas e ir a la estación de buses por aquel transporte que me llevaría a Mezzogiorno. Alcancé a tomar el bus que me llevaría al siguiente pueblo, el cual demoró poco más de unas dos horas hasta llegar a su destino. En el viaje no pasó nada interesante o fuera de otro mundo, el bus solo paraba para buscar pasajeros y seguía el rumbo hacia su destino.

    Llegando a Mezzogiorno a las 11:25 horas, bajé del autobús y pregunté a los citadinos cuál era el transporte que llegaba a Arrivano, el cual era uno que salía cada dos horas. Esa demora era porque había un solo ómnibus que tenía aquel recorrido.

    El pueblo de Mezzogiorno era una comarca pequeña de no más de cincuenta mil habitantes, y de igual manera que lo hice en la capital de Italia, pregunté por aquel fósil encontrado en el pueblo de Arrivano. Escuché las mismas historias que oí en la capital, de que aquel fósil era una mentira para aumentar la reputación del pueblo de Arrivano e incluso los ingresos de aquella comarca, que supuestamente los huesos eran densos, en fin, las mismas frases escuchadas con anterioridad el primer día que hube llegado a Italia.

    Me dediqué a pasear por las calles de Mezzogiorno, haciendo tiempo para poder tomar el autobús que llegaba hasta mi destino. El transporte salía a las 13:00 horas, por lo tanto, no tuve mucho tiempo de conocer aquel poblado, y a pesar de que no era igual de lujoso que la capital, igual tenía sus vistas panorámicas que hacía que cualquier extranjero se

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