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Aldaraia (Español): Matthew Bishop (Español), #1
Aldaraia (Español): Matthew Bishop (Español), #1
Aldaraia (Español): Matthew Bishop (Español), #1
Libro electrónico529 páginas7 horas

Aldaraia (Español): Matthew Bishop (Español), #1

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La búsqueda del mayor secreto de la Tierra ha comenzado.

  • GANADOR: Premio Pinnacle a la excelencia literaria, Invierno 2021 - Mejor novela de suspenso

"El suspenso es monumental, la historia nunca se ralentiza, y tiene ese don mágico de difuminar las líneas de lo aparentemente imposible con algo que casi parece que podría estar basado en la verdad absoluta (AKA, El Código Da Vinci)." ~ Reseñas de libros de Feathered Quill, Amy Lignor, VERDADERO HIGH-FIVE

Cuando el padre de Jennifer Porter muere de una misteriosa enfermedad, ella hereda un libro de 400 años de antigüedad, titulado Aldaraia sive Soyga voco'r, escrito en una lengua desconocida que su padre había estado intentando descifrar antes de morir. Sin saber por dónde empezar, Jennifer pide ayuda al estimado profesor de Yale, Matthew Bishop, y ambos entablan una improbable amistad mientras comienzan a desentrañar los secretos del libro.

Pronto descubren que se han omitido componentes vitales y se embarcan en la búsqueda global de una serie de pergaminos ocultos destinados a resolver uno de los mayores misterios del mundo. Sin embargo, Jennifer y Bishop no son los únicos interesados en los secretos del libro, y su búsqueda se convierte en una peligrosa y aterradora carrera contra el tiempo.

"Burt Clinchandhill es un gran narrador con un don único para la prosa elegante, grandes diálogos y personajes que atrapan la atención de los lectores. La historia es trepidante y la tensión aumenta muy rápido, escalando hacia una conclusión deliciosa y explosiva." ~ Reseñas de libros favoritos de Lectores, Romuald Dzemo, 5 ESTRELLAS

EVOLVED PUBLISHING PRESENTA el primer libro de la serie "Matthew Bishop" de thrillers de conspiraciones religiosas, ideal para fans de Dan Brown y Michael Crichton.

"Burt Clinchandhill lleva Aldaraia a un nuevo nivel de lectura apasionante, siendo una de esas rarezas en las que sabes que te encantará el libro tras leer sólo unas páginas." ~ Reseñas de libros favoritos de Lectores, Steven Robson, 5 ESTRELLAS

"Aldaraia es una fascinante 'lectura obligada' para cualquiera a quien le guste la aventura, los misterios religiosos y las conspiraciones similares a El Código Da Vinci." ~ Reseñas de libros favoritos de Lectores, Michelle Stanley, 5 ESTRELLAS

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 nov 2023
ISBN9781667465715
Aldaraia (Español): Matthew Bishop (Español), #1

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    Aldaraia (Español) - Burt Clinchandhill

    Derechos de autor

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    (NOTA: Los boletines están escritos en inglés.)

    ~~~

    (VERSIÓN EN INGLÉS)

    ALDARAIA

    Matthew Bishop – Libro 1

    Segunda Edición Copyright © Noviembre 2020 Burt Clinchandhill

    (Primera Edición Original © Enero 2019 Burt Clinchandhill)

    ~~~

    ALDARAIA

    Mathew Bishop (Español) – Libro 3

    Copyright © 2023 Burt Clinchandhill

    Traducido al Español por Luis Burke

    ~~~

    Editor: Becky Stephens

    Artista de Portada: Kabir Shah

    Diseñador de Interior: Lane Diamond

    ~~~

    NOTA DEL AUTOR:

    Todas las escrituras, la arquitectura, las locaciones, ciencia y las organizaciones religiosas en esta novela son reales.

    ~~~

    Notas de licencia de eBook:

    No puede usar, reproducir o transmitir de ninguna manera, ninguna parte de este libro sin un permiso por escrito, excepto en el caso de citas breves utilizadas en artículos críticos y reseñas, o de acuerdo con las leyes federales de Uso Justo. Todos los derechos están reservados.

    Este libro electrónico tiene licencia solo para su disfrute personal; no puede ser revendido o regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, compre una copia adicional para cada destinatario. Si está leyendo este libro y no lo compró, o no fue comprado para su uso exclusivo, por favor regrese a su minorista de libros electrónicos y compre su propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo de este autor.

    ~~~

    Descargo de responsabilidad:

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son productos de la imaginación del autor, o el autor los ha utilizado de manera ficticia.

    Libros de Burt Clinchandhill

    MATTHEW BISHOP

    Libro 1: Aldaraia

    Libro 2: Lemuria

    Libro 3: Atacama

    ~~~

    JAMES MITCHEL

    Libro 1: Kursk

    Libro 2: 47 Horas

    Libro 3: El encuentro de Mogadiscio

    ~~~

    www.Clinchandhill.com

    Lo que otros dicen sobre ALDARAIA

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    "El suspenso es monumental, la historia nunca se ralentiza, y tiene ese encanto mágico en difuminar las líneas de lo aparentemente imposible con algo que casi parece que podría estar basado en la verdad (AKA, El Código Da Vinci)." ~ Reseñas de libros de Feathered Quill, Amy Lignor (GRAN HIGH-FIVE)

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    Burt Clinchandhill es un gran narrador con un don único para la prosa elegante, grandes diálogos y personajes que atrapan la atención de los lectores. La historia es trepidante y la tensión aumenta muy rápido, escalando hacia una conclusión deliciosa y explosiva. ~ Reseñas de libros favoritos de los lectores, Romuald Dzemo (5 ESTRELLAS)

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    "Burt Clinchandhill lleva a Aldaraia a otro nivel de una lectura apasionante, siendo de esas rarezas en las que sabes que amarás el libro tras leer sólo unas páginas." ~ Reseñas de libros favoritos de los lectores, Steven Robson (5 ESTRELLAS)

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    "Aldaraia es una ‘lectura obligada’ fascinante para cualquiera a quien le gusten la Aventura, los misterioso religiosos y las conspiraciones similares a El Código Da Vinci." ~ Reseñas de libros favoritos de los lectores, Michelle Stanley (5 ESTRELLAS)

    ~~~

    Me encantó el gran detalle con el que está escrito este libro. Tiene un ritmo rápido, es emocionante y la escritura a través de diferentes líneas temporales revela lo suficiente de la trama para mantenerte enganchado capítulo a capítulo. Aun así, hasta el final, la historia te sorprenderá de la misma manera que lo hacía Hitchcock en sus películas. La cantidad de investigación que se ha invertido en la historia debe ser enorme. He comprobado algunos hechos y lugares mencionados, y todo parece concordar. Si te gustan los buenos libros de misterio, como El Código Da Vinci, y las historias de conspiración basadas en hechos reales, Aldaraia es una lectura obligada.

    ~ Benjamin Trotter (5 ESTRELLAS)

    ~~~

    Este es un gran pasa-páginas. Muy preciso en todos los detalles, a través de muchos siglos, una historia entrelazada hasta un gran final.

    ~ Roos Dahmen (5 ESTRELLAS)

    Tabla de Contenido

    Derechos de Autor

    Libros de Burt Clinchandhill

    Lo que otros dicen sobre ALDARAIA

    Dedicatoria

    ALDARAIA

    Introducción

    Prólogo

    Capítulo 1 – La Subasta

    Capítulo 2 – El Legado

    Capítulo 3 – Yale

    Capítulo 4 – Creando Malkuth

    Capítulo 5 – 451 de la Calle College

    Capítulo 6 – La Asignación

    Capítulo 7 – La Caja

    Capítulo 8 – Uriël

    Capítulo 9 – Poznań

    Capítulo 10 – EL Cordón Escarlata

    Capítulo 11 – El Allanamiento

    Capítulo 12 – El Cifrado

    Capítulo 13 – Las Monas

    Capítulo 14 – Beinecke

    Capítulo 15 – El Demonio Est Deus Inversus

    Capítulo 16 – El Arca

    Capítulo 17 – RX

    Capítulo 18 – Ahora, Es Mi Deseo

    Capítulo 19 – Calle Livingston

    Capítulo 20 – Lag B’Omer

    Capítulo 21 – Fogata

    Capítulo 22 – El Jardín del Edén

    Capítulo 23 – Machpelah

    Capítulo 24 – Agua

    Capítulo 25 – Alef, Beth, Gimel, Daleth

    Capítulo 26 – Santa María la Vírgen

    Capítulo 27 – Encierro

    Capítulo 28 – Llamando a Uriël

    Capítulo 29 – Ein Sof

    Capítulo 30 – La Fuente

    Capítulo 31 – Isis Urania

    Capítulo 32 – El Museo Británico

    Capítulo 33 – El Mensaje en el Espejo

    Capítulo 34 – La Receta

    Capítulo 35 – La Moneda

    Capítulo 36 – La Investigación

    Capítulo 37 – La Fundación

    Capítulo 38 – No Únicamente un Club

    Capítulo 39 – Drogas

    Capítulo 40 – Arañas Tejedoras

    Capítulo 41 – A la Arboleda

    Capítulo 42 – El Búho

    Capítulo 43 – El Archivo

    Epílogo

    Agradecimientos

    Sobre el Autor

    Más de Evolved Publishing

    Dedicatoria

    Para Papá.

    ~~~

    Un Agradecimiento especial y con mucho amor a mi esposa Nathalie por su apoyo y relectura del manuscrito de Aldaraia.

    ~~~

    Como siempre, gracias a mi mentora y crítico, Andrea Busfield.

    ¿Qué sería de esta novela sin ti?

    ~~~

    Gracias Rose por releer el libro y mantenerme coherente.

    ~~~

    Un agradecimiento especial a todos los que han contribuido.

    Ustedes saben quiénes son.

    Introducción

    ‘Qui non intelligit avt taceat avt discat.’

    ‘Quien no entienda debe callar o aprender.’

    John Dee, Monas Hieroglyphica, 1564

    Prólogo

    Cracovia, Polonia, otoño 1604

    El filósofo ocultista John Dee caminaba por las oscuras y estrechas callejuelas de Cracovia. A su edad, los adoquines -mojados y resbaladizos tras dos días de lluvia continua- hacían que caminar fuera todo un reto. Utilizando su bastón como un ciego que repite pasos, se esforzaba por seguir al joven farolero que había contratado para que le indicara el camino, pero entonces, tras girar por una calle tan estrecha que era poco más que un callejón, el farolero se detuvo a quince metros delante de él, frente al escaparate de una tienda. Detrás del cristal brillaba la luz de una sola vela. Dee levantó la vista para leer el letrero que había sobre ellos: ‘Biblioteka Łaski’.

    Por un momento pensó en lo que le había traído hasta allí. ¿Qué otra opción tenía? El secreto que llevaba consigo era demasiado grande para no contarlo. Pero ¿qué iba a hacer el mundo con él? ¿Quién estaba preparado? ¿Qué le pasaría al mundo si se hiciera público? ¿Quién iba a decidir quién viviría o moriría? Sabía que no tenía tiempo para averiguarlo. Alguien tendría que decidir por él.

    Sin decir una palabra, echó mano al monedero que colgaba del cinturón que sujetaba su gabardina de cuero. Sacó una moneda de plata de cincuenta groszy y se la ofreció al joven farolero, quien inmediatamente se la arrebató de la mano enguantada y echó a correr, dejando a Dee sin luz y solo bajo la lluvia. Se apoyó en el escaparate y se llevó las manos a la sien mientras miraba hacia el interior.

    ¿Habrá alguien trabajando a estas horas de la noche? se preguntó. ¿Y qué haría si no lo hubiera? ¿Dónde podría ir? ¿De cuánto tiempo disponía realmente? De repente, un destello de luz llamó su atención al rebotar en la pared de la parte trasera de la tienda. Dee cogió su bastón y golpeó el cristal para anunciarse. Cuando no ocurrió nada, volvió a golpear, un poco más fuerte, pero con cuidado por si la cabeza de cobre de su bastón, que parecía la cola de un dragón, dañaba el cristal. Un segundo después, una sombra se acercó por la parte trasera de la tienda. Dee observó cómo la corpulenta figura cogía la vela encendida y la alzaba hacia el cristal del escaparate. Casi de inmediato, Olbracht Łaski reconoció a su viejo amigo y se apresuró a abrir la puerta de entrada situada a la derecha del escaparate.

    Entra rápido, te estás empapando, dijo Łaski amablemente mientras abría la puerta, con la mente llena de preguntas. Había pasado tanto tiempo. Muéstrate. ¿Eres realmente tú?

    Łaski quitó el pañuelo empapado del cuello de su viejo amigo y acercó la vela a la cara de Dee. No puedo creerlo. Eres tú de verdad. Tienes un aspecto horrible. Ven, déjame llevarte a un lugar más cálido, donde puedas secarte. Debes estar helado.

    Dirigió a Dee con una suave mano en el hombro, levantó la vela con la otra y lo guió hasta la parte trasera de la tienda, pasando junto a hileras de libros cubiertos de pan de oro. Había cientos, si no miles, de libros y la luz de la vela rebotaba en todos y cada uno de los títulos prensados en oro a medida que pasaban, como chispas jugando sobre una hoguera. Mientras caminaban, Dee tropezó varias veces con pilas de libros apiladas en el suelo, algunas tan altas que podrían usarse como sillas.

    Łaski abrió una puerta que daba a una trastienda bien iluminada por lámparas de aceite y un enorme fuego crepitante. Siéntate, John, amigo mío, ordenó mientras acercaba una sencilla silla de madera a la chimenea. Dee miró a su alrededor y se dio cuenta de que no había ni un solo libro en la habitación. De hecho, la habitación estaba casi completamente vacía salvo por dos sillas, en una de las cuales se disponía a sentarse. Tras quitarse los guantes y el abrigo, Dee gruñó cuando tardó un momento en arrodillarse frente al calor. El coleccionista de libros alcanzó la tetera que colgaba sobre la chimenea y sirvió café caliente en una taza de arcilla roja con un brillante borde plateado.

    Gracias, dijo Dee mientras cogía la taza, acunándola con ambas manos para que el calor le descongelara los dedos helados. Veo que sigues haciendo mal uso del juego de té que te regalé para beber esa porquería que llamas café.

    La última vez que Łaski salió de Inglaterra, Dee le regaló un juego de té de gres rojo decorado con plata. Como era el primero de su clase cocido con tanto detalle, el regalo era aún más prestigioso y coleccionable.

    Lo siento. Łaski esbozó una pequeña sonrisa. ¿Cómo es que te presentas en mi casa sin avisar? ¿Vienes de Inglaterra? Antes de que Dee tuviera la oportunidad de responder, Łaski acarició su espesa y larga barba, los quince centímetros de ella, y continuó hablando. No, no me lo digas. Ese asistente tuyo, ¿cómo se llama, Conly? ¿Kerry? No, espera, Kelley. Edward Kelley. Es él. ¿Te convenció de que necesitamos trabajar en algún tipo de proyecto divino otra vez? Ha vuelto a hablar con su viejo amigo el arcángel Uriël?. Łaski rió de buena gana, aunque habría tenido buenas razones para no ser tan indulgente.

    ***

    La última vez que Dee y Kelley visitaron a Łaski, hacía unos quince años, la visita había sido provocada por Uriël, el ángel encargado de custodiar la Puerta del Edén con su espada de fuego. Al parecer, Uriël le había dicho a Kelley que debía acompañar a Dee a Polonia y compartir todas sus posesiones con Łaski, incluidas sus esposas. Aunque en aquel momento le había parecido una buena idea, al final le costó a Łaski su matrimonio y sus hijos.

    Una vez que se le pasó la risa, Łaski se disculpó porque la cara de Dee dejaba claro que no estaba de humor para bromas. Vale, dime. ¿Qué estás tramando?

    Gracias, mi viejo amigo, respondió Dee.

    ¿Por qué? Łaski preguntó mientras acercaba una silla al fuego.

    Por dejarme entrar, darme calor y finalmente callarte para que pudiera explicarte.

    Łaski sonrió. Este era el John Dee que él conocía; un hombre serio con un sentido del humor burlón. Como todo un caballero, era también un hombre de inmensa imaginación, más de lo que a veces le convenía. Fue su nombramiento como astrónomo de la corte, matemático y astrólogo de la reina Isabel de Inglaterra lo que le había hecho lo suficientemente rico como para satisfacer sus peculiares obsesiones y, desde entonces, había viajado por todo el mundo, explorando la encrucijada entre la ciencia y la magia. Como resultado, se había convertido en creyente de algunas teorías bastante extravagantes en torno a una serie de prácticas religiosas, herméticas y esotéricas. Pero, en general, Dee no había sido más que un buen y sincero amigo suyo a lo largo de los años. Me callo. El gran hombre sonrió. Me callaré todo el tiempo que necesites que me calle.

    Eso es útil porque me estoy muriendo. Hizo una pausa. Me estoy muriendo y puede que no me quede mucho tiempo. Mientras Dee hablaba mantenía su cara y su voz sin emociones. Tengo casi ochenta y un años y esta enfermedad que llevo dentro está acabando por vencerme. Aun así, te necesito una vez más.

    Siento oír eso, respondió Łaski suavemente.

    ¿Recuerdas nuestra última conversación por carta?.

    Łaski hizo una pausa. Debió de ser hace más de un año, pero me parece recordar que querías traducir una especie de texto secreto o sagrado que aparentemente encierra todos los secretos del universo. ¿Te refieres a ése?

    Dee respondió al sarcasmo de su amigo con una sonrisa socarrona antes de asentir lentamente con la cabeza. "Sí, ése. Y el texto secreto al que te refieres se conoce como Aldaraia sive Soyga vocor, o como tú lo llamabas, El Libro de Soyga".

    Ah, sí, ahora me viene a la memoria, dijo Łaski. ¿No era una especie de manuscrito de autor desconocido, de origen desconocido y escrito en clave. ¿Qué pasa con él? Creía que ya lo habías descifrado.

    Yo hice la mayor parte de la descodificación, algo que me llevó la mayor parte de dos años, y por mi trabajo diría que la mayor parte del texto es un tratado básico sobre alquimia escrito en un alfabeto latino regido por las leyes de la aritmética. Básicamente, cambiaron números por letras y ocultaron el mensaje en todo tipo de cálculos. Luego, cambiaron la dirección del texto para que se leyera de derecha a izquierda, como en la escritura hebrea.

    ¿Qué decía?

    Łaski siempre estaba intrigado cada vez que Dee desenterraba algún texto extraño o escritura antigua, y desenterraba muchos. Cuando estaba en la flor de la vida, la biblioteca de Dee contenía más de 3.000 libros impresos y 1.000 manuscritos, todos guardados en su casa de Mortlake, Londres. Muchas de las obras eran de carácter ocultista y describían diversas profecías o nuevas rutas hacia el cielo o cómo y cuándo podría acabar el mundo.

    El texto trataba sobre todo de instrucciones sobre magia. Encantamientos, astrología básica, demonología, ese tipo de cosas. Pero nada que realmente me entusiasmara, excepto ....

    ¿Excepto? preguntó Łaski cuando su amigo se quedó en silencio.

    Excepto las últimas páginas. No podía entender las últimas treinta y seis páginas. Eran muy diferentes a las anteriores. Cada página estaba formada por treinta y seis filas y treinta y seis columnas llenas de más de 45.000 letras en latín. No tenía ni idea de lo que significaban, bueno, no hasta hace un rato.

    Dee cogió el abrigo de piel que tenía en el suelo y sacó de uno de sus bolsillos un pergamino encuadernado en cuero y atado con un cordón.

    Esto es todo. Todo, dijo, y le entregó el pergamino a Łaski. Cuando su amigo empezó a hurgar en el cordón, alargó una mano para detenerlo. Por favor, ábrelo más tarde, cuando me haya ido. Pero ya era demasiado tarde. El encaje se desprendió y algo de cristal cayó al suelo de piedra.

    ¿Qué es esto? Łaski preguntó, recogiendo el cristal en forma de diamante, de color esmeralda.

    Por favor, devuélvelo, casi suplicó Dee. Lo descubrirás cuando leas todo.

    Łaski frunció el ceño mientras miraba a Dee. ¿Por qué no me dices lo que hay dentro?. Para complacer a su amigo, no desenrolló el pergamino y volvió a colocar el cristal en su interior.

    Hace unos meses, decidí que todas las herramientas de desencriptación estándar nunca iban a resolver este problema, así que empecé a experimentar con otras herramientas, que fue cuando lo encontré.

    ¿Encontraste qué?

    El cifrado. Pero eso no es importante ahora. Todo lo que necesitas para descifrar la última parte del libro está en ese pergamino que tienes en las manos.

    Entonces, ¿qué decía? ¿Es otro mensaje del día del juicio final? Łaski miró a Dee, con los ojos muy abiertos de interés mientras anticipaba otra historia oscura y cautivadora.

    El texto puede ser lo que tú quieras que sea, para bien o para mal, o para muy mal. Así que aquí es donde tienes que tomar una decisión.

    Confundido, Łaski sostuvo la mirada de Dee tratando de entender lo que fuera que su amigo trataba crípticamente de decirle. Aunque Dee siempre había sido un hombre serio, había un atisbo de tristeza en sus ojos, tal vez incluso de miedo, y eso le asustó un poco.

    No voy a decirte lo que dice, continuó Dee. Como te he dicho, las respuestas a todas tus preguntas están en ese pergamino. Depende de ti cuánto quieras saber.

    Así de mal, ¿eh?, preguntó, incapaz de ocultar el escepticismo en su voz. De hecho, lo único que le impedía abrir la carpeta de un tirón, allí y entonces, era que Dee le había presentado con demasiada frecuencia paquetes de intriga sólo para descubrir que se trataba de poco más que cuentos de fantasía construidos sobre creencias, no hechos. Łaski era un hombre religioso, pero también era un científico y conocía la diferencia entre las pruebas basadas en evidencias y el poder sin fundamento de las creencias.

    Lo que usted sostiene podría ser así de malo, sí, pero también podría ser la mayor bendición que la humanidad reciba jamás. Todo depende de las manos que giren el volante. Escucha, sé que eres escéptico y tienes todo el derecho a serlo teniendo en cuenta nuestro pasado, así que lo único que te pido es que mantengas la mente abierta y analices los hechos cuando yo ya no esté.

    Bueno, debo decir que me halaga que me confíes esto, pero... ¿qué quieres que haga con él?.

    Como sabes, desde que murió mi primera mujer, gran parte de mi familia ha seguido el mismo camino. En su mayor parte, he caído en desgracia y....

    Lamentablemente, la peste negra trajo una maldición sobre todos nosotros, pero más sobre ti, amigo mío, y mi corazón se duele por ti.

    Gracias. Sé que te preocupas y te lo agradezco. Por desgracia, mis dos hijos restantes, Rowland y Arthur, se han convertido a una vida de crimen. También está mi hija Katherine, pero bueno... Dee dejó de hablar y miró fijamente al fuego.

    Siento oír hablar de tus problemas, John. Todos ellos.

    La caída en desgracia de Dee en la corte inglesa no era ningún secreto. Incluso Łaski había oído hablar de ella a través de la vid polaca, y al principio había asumido que esta era la razón del comportamiento excesivamente sombrío de su amigo. Ahora estaba claro, la tristeza que había visto en los ojos de Dee era más que orgullo herido; era dolor. Este hombre que una vez lo había tenido todo, lo había perdido todo.

    Estoy bien, mintió Dee, acercándose para poner una mano en el hombro de su amigo mientras las lágrimas brotaban de los ojos del gran hombre.

    Todo esto está mal. Łaski resopló, apoyando la cabeza en la mano de Dee. Debería ser yo quien te consolara.

    En absoluto. Entiendo muy bien cómo te sientes, replicó Dee. Pero ya he tenido mi tiempo y estoy listo para la próxima vida que me espera.

    Pasaron unos minutos antes de que los hombres se recompusieran lo suficiente como para volver a sentarse en sus sillas, volviendo los ojos al fuego porque parecía más fácil que esperar a ver quién hablaba primero. Al final, hablaron los dos a la vez.

    ¿Qué quieres...

    Entonces, supongo...

    Por favor, permíteme, pidió Dee. He venido a pedirte un favor. Cuando hizo una pausa para respirar, una tos le sacudió el pecho y le dejó jadeando.

    Toma, bebe un poco de agua. Está fresca de la lluvia. Łaski le entregó rápidamente un vaso de hojalata lleno de un cuenco que había junto al fuego. ¿Estás bien?

    Obviamente no, medio rió Dee. Pero aguantaré lo que haga falta. Ahora, ese favor. Necesito que me guardes la Soyga hasta que Katherine cumpla veintiún años. Eso es dentro de siete años.

    ¿No confías en ella?

    Es una niña con todas las ingenuidades propias de esa edad. Confío en dos cosas. Una, que será mayor y más sabia a los veintiuno. Y dos, en ti y en tu juicio y en que sabrás si está preparada o no cuando llegue ese momento y actuarás en consecuencia.

    Cuando llegue ese momento bien podría estar muerto y enterrado. Łaski se puso ambas manos en el vientre y se palmeó la gran tripa para enfatizar su argumento.

    Olbracht Łaski, eres como una rata. Cada vez que creen que te han destruido, vuelves de entre los muertos.

    Dee aludía al fallido intento de golpe de Estado de Łaski contra el trono polaco unos veinticinco años antes. Tras ser desterrado durante diez años, se le permitió regresar y, hace unos años, incluso fue restituido como noble, nada menos que un conde. Aun así, tras el desencuentro con su familia, Łaski prefirió vivir su vida rodeado de libros, sin nadie que le irritara y lo más alejado posible de cualquier cosa que pudiera acelerar el final de su miserable existencia.

    Mi opinión es que vivirás hasta los cien años disfrutando de una salud óptima, vaticinó Dee.

    Quizá tengas razón, pero supongo que tu fe en mí tiene poco que ver con mi potencial longevidad y más con que no tienes a nadie más a quien recurrir.

    Eso es, reconoció Dee con una sonrisa. Entonces, ¿me ayudarás?

    Por supuesto que te ayudaré. Pero no puedo prometerte que no echaré un vistazo a estos papeles.

    Te conozco y por eso confío en que harás precisamente eso, y verás que tengo razón. Además, en la carpeta hay una carta para mi hija explicándolo todo.

    Seguro que la hay.

    Łaski se levantó de la silla y volvió a entrar en su librería. Cuando cerró la puerta tras de sí, Dee sintió curiosidad, más aún cuando oyó que arrastraban pilas de libros de un sitio a otro. "Do jasnej cholery". Dee oyó gritar a Łaski. No conocía el significado, pero había oído la misma frase en otras situaciones desfavorables. Durante diez minutos, Łaski desapareció y entonces, justo cuando Dee decidió echar un vistazo, la puerta se abrió y Łaski volvió a entrar en la habitación riendo.

    ¡Mira aquí! Estoy seguro de que apreciarás esto. Łaski levantó triunfante una vieja jarra de terracota con un sello de cera rojo oscuro. En un lado de la jarra estaba la estrella de David prensada en la arcilla. Łaski se acercó a Dee y se la entregó.

    ¿Recuerdas esto? Łaski preguntó.

    Dee recordaba muy bien la jarra. Łaski la había traído consigo después de uno de sus muchos viajes a Tierra Santa, donde probablemente fue utilizada como regalo funerario. Intentó regalársela a Dee cuando éste llegó a Inglaterra, casi treinta años atrás, para persuadir a la Compañía Moscovita de que dejara de vender armas a Iván el Terrible. Mientras estaba allí, visitó a Dee en Londres y le dio la jarra. Era un soborno, por supuesto; un débil intento de convencer a Dee para que se trasladara a Polonia y le ayudara en sus investigaciones sobre alquimia. Dee no sólo rechazó la jarra, sino que le acusó de robo de tumbas. Aun así, se fue a Polonia con él.

    Viejo ladrón de tumbas, bromeó Dee. Cogió la jarra y enseguida se dio cuenta de lo pesada que era. ¿Has puesto algo dentro?

    Después de que volvieras a Inglaterra en aquella primera visita, fermenté y destilé las mejores remolachas azucareras que pude encontrar y elaboré el mejor vodka posible. Llené la jarra sabiendo que llegaría un día en que tú y yo recordaríamos nuestro primer encuentro, y aquí estamos y aquí está: vodka de remolacha original de treinta años madurado en terracota. Łaski cogió dos pequeñas jarras de cerámica. Mañana me ocuparé de tu mensaje.

    Dee asintió con gratitud y sonrió mientras rompía el precinto de la jarra. Luego vertió el líquido lechoso en las jarritas de Łaski.

    Łaski levantó su copa para brindar. Hoy brindamos por todo lo que ha pasado y por lo que pasará a partir de hoy, y por aquello que nos ha hecho ser quienes somos y quienes seremos siempre.

    Yo brindo por eso, dijo Dee, y ambos se bebieron sus jarras de un trago.

    Capítulo 1 – La Subasta

    Londres, 2008

    Un taxi negro, claramente apurado, pasa por delante del palacio de St. James, el palacio real más antiguo del Reino Unido, que en su día albergó a la realeza inglesa, incluidos Enrique III y la reina Isabel I.

    Si estas paredes hablaran, pensó Robert Porter al ver cómo el palacio desaparecía de su vista cuando el taxi dobló la esquina para llevarlos a la calle St. James. Porter esbozó una sonrisa irónica: El Palacio de St. James, el St. James Square, El Parque del St. James Square... No era de extrañar que siempre se perdiera de niño cuando su padre estaba asignado allí con el ejército estadounidense. No se trataba sólo de la repetición de los nombres de las calles; las estrechas calles y los altos edificios georgianos y de la época de los Tudor también le habían despistado más veces de las que podía recordar.

    Cuando el auto de alquiler dobló por la esquina de la calle de St. James y la calle King, Porter dio un golpecito en el vidrio para detener al conductor.

    Son las nueve y cincuenta, dijo el hombre. Aunque era claramente de ascendencia india, su acento era del este de Londres. ¿Va de compras?.

    Quién sabe, dijo Porter mientras le entregaba un billete de diez libras.

    ¿Te lo puedes creer?, preguntó el taxista mientras los ojos de Porter echaban un vistazo a un anuncio en el separador de una película llamada Lost in Austen.

    ¿Cómo dice?

    El anuncio, respondió el taxista. Le he visto mirarlo. Se supone que ésa es Jane Austen. Señaló el cartel de la película. A veces me pregunto cómo se sentirían estos grandes autores, que escribieron clásicos como Orgullo y prejuicio, si vieran nuestra visión moderna de sus historias y sus vidas.

    ¿Te gusta 'Orgullo y prejuicio' de Jane Austen?.

    Claro, ¿a quién no?.

    Porter asintió cortésmente mientras abría la puerta y salía del taxi, pero en realidad nunca le habían gustado demasiado los clásicos británicos, aunque poseía algunas excelentes primeras ediciones encuadernadas en piel en su colección de libros. Pero leerlos....

    Cuando Porter subió a la acera, sabía que su figura era bastante impresionante: alto, delgado, atlético y vestido como sólo un hombre con dinero podía vestirse. Miró la fachada del edificio de la esquina. Debió de pasar por delante de aquel edificio más de mil veces durante su infancia, cuando iba y venía del colegio en bicicleta. El nombre de Christie's figuraba en letras doradas en relieve sobre la vidriera, un poco más abajo de un reloj de aspecto antiguo que indicaba que eran las once y cuarto. Estaba claro que tendría que darse prisa si quería llegar a tiempo a la subasta. Mientras se acercaba a la entrada, miró las palabras grabadas en piedra sobre las enormes puertas: Salón King St. Chambers. Porter había leído en alguna parte que allí se reunían los abogados más célebres del siglo XVII, cuando la zona se convirtió en una de las residencias favoritas de la aristocracia británica. Al recordar esta información, su mente evocó imágenes de salas de caoba llenas de sillones Chesterfield de cuero marrón sentados por hombres con pelucas grises que bebían a sorbos vasos de whisky.

    Deprisa, se reprendió a sí mismo, maldiciendo a su mente, que se distraía con facilidad.

    A través de la gran puerta, Porter entró en un pasillo blanco casi perfecto con vigas de madera sostenidas por columnas blancas. Un cartel junto a la impresionante escalera marrón del centro de la sala rezaba Olbracht Łaski. Junto al nombre, una flecha de latón señalaba hacia arriba y Porter levantó la vista para ver a varios hombres y mujeres que se arremolinaban con bebidas en la mano como en una recepción. Al subir las escaleras, se sintió aliviado al ver que estaba en el lugar correcto tras reconocer a la agente española Valeria Gómez de pie en la esquina más alejada. Valeria, que trabajaba a sueldo, solía ser contratada por grandes pujadores para actuar en su nombre en subastas de todo el mundo. A la derecha de Valeria, no muy lejos de él, vio a Nicolas Lane. El estadounidense era un conocido coleccionista de antigüedades. Porter casi podía oler el dinero en la habitación. A diferencia de los demás, él era un jugador relativamente pequeño, pero supuso que estarían aquí por los objetos más grandes y populares que se subastaban.

    La subasta de objetos de colección de Olbracht Łaski era la primera vez que se ponían a la venta públicamente los bienes de un noble del siglo XVI. Esta familia polaca, de antaño, influyente, había desaparecido de la faz de la tierra a finales del siglo XVIII. Hace unos dos años, un granjero de las afueras de Cracovia se topó con las pertenencias de Łaski cuando parte de un maizal se derrumbó en sus tierras. Una vez excavado, el granjero descubrió seis pilas de maletas de cuero que contenían libros, papeles, pergaminos y material de alquimia, como matraces Erlenmeyer y otros pequeños aparatos de destilación. El granjero trajo a un anticuario local que le dio 370 zlotys por el lote, unos 100 dólares. Dos años y tres ventas después, el botín del granjero llegó a Christie's con un precio estimado de 1,5 millones de libras, unos 1,95 millones de dólares.

    Se dirigió a una mesa situada un poco delante de la entrada de la sala de subastas y se identificó ante la señora que estaba sentada allí. Le entregó un formulario, que ella le cambió por una paleta blanca con el número 13 en rojo. No parecía el mejor augurio, pero tal vez estaba siendo demasiado supersticioso. A Porter siempre le habían interesado los números y lo que significaban en las distintas culturas. En el mundo de las cartas del tarot, el 13 significaba la muerte, y en muchas culturas occidentales se consideraba mala suerte cenar con trece personas en una mesa. Esta superstición tiene su origen en la Última Cena. Judas Iscariote era considerado el decimotercer invitado, y de los doce discípulos fue el que traicionó a Jesús. Aun así, era notable lo lejos que llegó la superstición. En el hotel Savoy de Londres, una mesa reservada para trece comensales siempre se pone para catorce. En realidad, no se le ocurría ni un solo ejemplo en el que el número trece tuviera una connotación positiva. Porter volvió a mirar la paleta, pensando que ya poco podía hacer al respecto y, con aire resignado, tomó asiento en la sala de subastas.

    Cuando sonó el último timbre, la sala empezó a llenarse rápidamente. Segundos después, las grandes puertas de madera de caoba se cerraron tras él con un fuerte portazo. Como era costumbre, no volverían a abrirse hasta que cayera el último martillo. El subastador, un británico típico con un gran peinado de raya al lado en el pelo y una chaqueta de tweed de Cordings que complementaba a la perfección con un par de zapatos Oxford clásicos, tomó su posición en el podio situado en la parte delantera de la sala, detrás del bloque de subasta. Sobre su cabeza, en una gran pantalla de vídeo, aparecían las palabras Olbracht Łaski, noble, alquimista y cortesano. También había una imagen de la cabeza de Łaski, grande y de larga barba, en forma de boceto a carboncillo.

    Porter echó otro vistazo a la sala, evaluando a la competencia. Si acertaba, tenía muchas posibilidades de conseguir lo que había venido a buscar. Supuso que la mayoría de los pujadores querrían adquirir la exclusiva colección de primeras ediciones que se ponía a la venta. Pero no Porter; su mente estaba puesta en un pequeño estuche metálico que contenía unos cuantos papeles antiguos y correspondencia de Łaski. Por lo que él sabía, los papeles habían sido investigados y se había descubierto que eran de poca o ninguna importancia, lo que significaba que tenían poco o ningún valor histórico. Esto también llevó a Porter a creer que los papeles podrían salir baratos.

    Tras una breve introducción en la que se explicaba que Łaski era uno de los alquimistas más conocidos de la historia, el ayudante del subastador colocó el lote número uno en el bloque de subasta. Se trataba de una Biblia de Wenceslao, una de las primeras traducciones alemanas de la Biblia, que databa de la década de 1390. Era el segundo ejemplar conocido en el mundo. Como la autenticidad no podía establecerse incondicionalmente, el artículo se vendía tal cual.

    Así pues, estamos en marcha y comenzamos la puja por este extraordinario artículo en 5.000 libras. El subastador hizo una pausa para mirar alrededor de la habitación. 5.000 allí, dijo, señalando con su martillo al primer postor. 6,000... 7,000... 10,000... Mientras el subastador se mantenía ocupado, la pantalla situada sobre él registraba cada nueva puja en siete monedas diferentes, incluidos dólares, euros, yenes y rublos. Cuando la puja alcanzó las 60.000 libras, la sala enmudeció. ¿Es que nadie tiene el sentido común de seguir pujando por este magnífico objeto, único en la vida? En ese caso, a la de una, a la de dos..., hizo girar su martillo amenazador sobre el pequeño escritorio de madera antes de bajarlo con un sonoro golpe. Vendido, al caballero de la primera fila.

    Porter permaneció sentado durante las dos horas que duró la subasta, viendo cómo los libros se vendían por cantidades que oscilaban entre las 10.000 y las 80.000 libras, y a veces su mente empezaba a divagar, como en el momento en que se le vinieron a la cabeza los aztecas. Los aztecas consideraban que el 13 era sagrado. Para ellos, era el número del tiempo y significaba la culminación. Este conocimiento le produjo cierto alivio.

    Lote número 212, el último del día. Mientras el subastador hablaba, Porter se movió al borde de su asiento. Una caja metálica de hojalata, de aproximadamente once por cuatro por una pulgada y media, que contiene un total de seis documentos originales de los siglos XVI o XVII, entre ellos, cartas manuscritas del propio conde. Los documentos contienen textos en polaco, inglés y latín. Porter miró a izquierda y derecha de él para ver si alguien más se había movido en sus asientos. La sala parecía en calma, lo que contrastaba con la tensión que se respiraba en el ambiente desde hacía un par de horas. Como era de esperar, Porter lo consideró positivo y posiblemente ventajoso. Aun así, sentía la expectación correr por sus venas mientras esperaba la puja inicial.

    Abramos la puja por este curioso objeto en 1.500 libras. En una fracción de segundo, antes de que Porter tuviera siquiera la oportunidad de levantar la mano, el subastador adjudicó la primera puja a una mujer pelirroja con un vestido rojo a juego sentada cinco asientos a su izquierda. Porter se inclinó hacia delante para mirar a la mujer. No la reconoció y se reclinó en su asiento mientras el subastador continuaba. ¿Alguien me da 2.500 libras? Porter levantó

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