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Caminatas por la ciudad: historias y escrituras por las calles
Caminatas por la ciudad: historias y escrituras por las calles
Caminatas por la ciudad: historias y escrituras por las calles
Libro electrónico269 páginas3 horas

Caminatas por la ciudad: historias y escrituras por las calles

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Esta guía es una oportunidad para recoger fragmentos de la historia de la Ciudad de México, que son partes del subsuelo muchas veces desapercibido de sus calles, para unirlos con la propia experiencia de nuestros pasos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 sept 2023
ISBN9786078931514
Caminatas por la ciudad: historias y escrituras por las calles
Autor

Gabriel Poot

El maestro Gabriel Poot es profesor de tiempo completo en el Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Se dedica a la docencia y a la divulgación de la historia. Es coordinador del programa de Historia Viva. Sus temas de investigación son la historia de México (en especial, la historia de la Ciudad de México) y la historiografía del espacio.

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    Caminatas por la ciudad - Gabriel Poot

    Portada

    Caminatas por la ciudad

    Historias y escrituras por las calles

    Caminatas por la ciudad

    Historias y escrituras por las calles

    Gabriel Poot, coordinador

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    D.R. © 2023 Universidad Iberoamericana, A.C.

    Prol. Paseo de la Reforma Número 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Primera edición: septiembre de 2023.

    ISBN edición digital (ePub): 978-607-8931-51-4

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    Versión: 1.0

    Índice de contenidos

    Portadilla

    Legales

    Introducción

    CAMINATA 1. Monumento y conmemoración. El pasado inscrito en el espacio público

    CAMINATA 2. De paseo al paseo. Áreas verdes y espacios recreativos al poniente del Centro Histórico

    CAMINATA 3. Chapultepec, lugar de memorias

    CAMINATA 4. Como si el mundo fuera escritura. Leer la Ciudad de México en voz de Walter Benjamin

    CAMINATA 5. Caminar los pasados del lago: recorrer historias vivas

    CAMINATA 6. Ciudad Universitaria: caminar y leer el espacio. La construcción de una utopía

    CAMINATA 7. En Coyoacán, al pasado se llega por callejones

    Bibliografía

    imagen

    Este código te conducirá al menú de rutas de las caminatas de este volumen.

    Introducción

    Gabriel Poot

    Esta antología versa sobre lo que ha sido una manera de aprender historia, caminando en grupo por la ciudad con una mirada particular. Caminar no es lo mismo que leer, por muchas razones. A los lugares hay que ir y darse una vuelta, como ha escrito Schlögel. No es lo mismo leer un libro de historia que caminar para contar una historia. Si para De Certeau, caminar evoca ya ciertas retóricas peatonales, que rebeldes al sistema despliegan y articulan la multitud de sus estratos más profundos, ¿qué pasa si a lo cotidiano de la caminata añadimos el ingrediente de la narración histórica?

    Caminar es una manera de resignificar nuestros lugares comunes y hacer de la ciudad un lugar habitable. Es también una forma de participar en la transformación constante del paisaje urbano, como ha escrito Careri y otros. De igual modo, caminar con Historia Viva ha motivado, a través de la exploración histórica, la creación de lazos entre las personas y su entorno.

    Esta antología es una invitación para conocer la historia de la Ciudad de México, pero también a salir a caminar y conocerla con los propios pies, adoptando la forma de una guía. Los dos volúmenes están compuestos por textos de quienes fueron nuestros guías de caminatas. Ahora, la invitación fue para que hicieran un ejercicio de escritura y memoria y reflexionaran sobre lo hecho desde la comodidad de la escritura. Ninguno pudo resistirse. Cada texto llama a la reflexión sobre los pasos pasados, sobre aquel performance sobre el pavimento sepultado bajo el sol que fue la caminata que compartimos; nos invita a re-caminar las calles, que para quienes saben de andar y re-andar, como Mauricio Tenorio, es cuando las caminatas dan de sí, como la escritura en la reescritura. Así, cada caminata tiene su propia ruta e itinerario a través de diferentes lugares y épocas que atraviesan el espacio extenso de la gran ciudad, por sus calles y su historia. Para acompañar al lector caminante, también está disponible el código QR, que da acceso a las rutas digitales desde cualquier teléfono celular con internet.

    En estas páginas nos encontramos con un movimiento particular: la escritura de la historia se volvió caminata, y ahora regresa de nuevo a la escritura para volverse otra vez caminata. Será importante, entonces, llamar al lector a mirar determinado edificio, detalle, plaza, monumento, avenida… Será necesario recordar cruzar con cuidado las calles del Centro Histórico, detenerse, seguir adelante, cambiar de tema, brincar en el tiempo y estar dispuesto a encontrarse con lo inesperado que habita el espacio urbano.

    CAMINATA 1

    Monumento y conmemoración

    El pasado inscrito en el espacio público

    Sebastián Vargas

    imagen

    Figura 1.1 Mapa de la ruta: Monumento y conmemoración. El pasado inscrito en el espacio público.

    I. Hacer historia en el camino

    La ciudad es un documento histórico. Sobre el espacio urbano se inscriben múltiples capas de temporalidades, materialidades y experiencias sedimentadas. La arquitectura, las calles, los monumentos, pero también las prácticas y las relaciones sociales que se desenvuelven en torno a estos objetos/lugares —los oficios que perviven, los comercios y los servicios antiguos que se resisten a desaparecer y aquellos que van surgiendo—, son puentes entre el pasado y el presente.

    ¿Cómo interpretamos este expediente urbano? ¿Cómo desciframos esas múltiples historias del tejido citadino? En su texto Andares de la ciudad, Michel de Certeau nos proporciona importantes pistas: a través de nuestro cuerpo, de nuestra práctica de caminar la ciudad, activamos sensaciones, emociones y conocimientos que nos permiten aprehender a ésta y su compleja densidad histórica. La historia comienza al ras del suelo, con los pasos […] Las variedades de pasos son hechuras de espacios. Tejen los lugares. (1) Partiendo de esta suerte de hermenéutica corporal, de este caminar la ciudad, la apropiamos desde lo cotidiano, pero trascendemos la cotidianidad y el presente para interactuar con las huellas y las ruinas del pasado, a la vez que, literal y metafóricamente, dejamos huella para el futuro. Pero, cuando recorremos la ciudad para ir a trabajar o estudiar, ver una película, encontrarnos con nuestros amigos para tomar un café, o asistir a una exposición en un museo, no siempre somos conscientes de la honda historicidad del espacio urbano que atravesamos y a la vez nos atraviesa. Las caminatas de Historia Viva, del Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México invitan, justamente, a que tomemos conciencia de ello, para que, cada vez que andemos por la geografía de la ciudad, logremos articular una segunda geografía, poética [que] insinúa otros viajes en el orden funcionalista e histórico de la circulación. (2) Estos recorridos nos permiten reconocernos como agentes históricos que hacemos memoria en nuestro caminar, actualizando el pasado andando en nuestra experiencia presente. Parten de la idea de que los lugares son historias fragmentarias y replegadas […] tiempos amontonados que pueden desplegarse pero que están allí más bien como relatos a la espera y que permanecen en estado de jeroglífico. Son los participantes de las caminatas quienes, sobre el lugar palimpsesto, descifran a la vez que construyen dichas historias a partir de su propia subjetividad; (3) el guía es sólo un detonante de ese proceso. Al caminar, hacemos historia, en el doble sentido de interpretar la historia (como sujetos cognoscentes y sintientes) y contribuir al devenir histórico de la ciudad (como agentes históricos).

    La experiencia de esta Caminata 1 estuvo articulada por dos artefactos culturales: el monumento y la conmemoración, comprendidas como marcas o formas de inscripción de la memoria social en el espacio público. Las conmemoraciones pueden ser entendidas como prácticas colectivas e institucionalizadas por medio de las cuales se recuerda o celebran personajes, acontecimientos o procesos históricos que se consideran relevantes para la sociedad y el afianzamiento de las identidades. Están condicionadas por los calendarios cívicos, que otorgan relevancia y visibilidad a determinadas fechas, que suelen recordar los hitos fundacionales de la comunidad, desde una perspectiva celebratoria y mítica que no siempre coincide con un acercamiento riguroso e historiográfico al pasado. (4) En las conmemoraciones se trata de refrendar simbólicamente vínculos colectivos, momentos originarios considerados ‘sagrados’, redes adscriptas, pertenencias imaginarias y, en suma, de reexperimentar el sentimiento de que se forma parte de algo que, por ir más allá de las individua- lidades y de los propios tiempos presentes, otorga un sentido difuso de continuidad temporal. (5) En la modernidad, las conmemoraciones han sido en especial relevantes en los procesos de construcción del Estado-nación y la (re)producción de identidades nacionales. (6)

    La conmemoración instala un tiempo ritual en donde se despliegan multiplicidad de prácticas y discursos en el espacio público, tales como desfiles (históricos, religiosos o militares), festividades, rituales cívicos de legitimación del poder, intervenciones de oradores, apertura de exposiciones, certámenes y congresos, o la inauguración de monumentos y obras públicas, entre otros. (7) De esta manera, la historia iterada de conmemoraciones deja su marca sobre la epidermis de la ciudad, ya sea por medio de homenajes conmemorativos en piedra o bronce (monumentos) que se han ido construyendo con el paso del tiempo, o a través del recuerdo de los ciudadanos que participaron en ellas, o las presenciaron en los medios de comunicación (memoria colectiva).

    Existe una sinergia entre conmemoración y monumento: muchos monumentos han sido inaugurados (o comenzados por medio de la ceremonia de colocación de la primera piedra) en fechas conmemorativas —en México casi siempre el 16 de septiembre o el 20 de noviembre (efemérides que recuerdan el inicio de la Independencia y la Revolución, respectivamente)—; asimismo, las plazas, calles, rotondas y avenidas con monumentos suelen ser epicentros de las actividades conmemorativas, lo que genera un efecto de resonancia de las representaciones históricas y memorias activadas en diversos registros. En América Latina, desde el siglo XIX, la erección de monumentos conmemorativos también ha estado ligada a la construcción de identidades nacionales, así como a los procesos de modernización urbana. (8)

    Los monumentos pueden definirse como construcciones materiales realizadas en recuerdo de alguien o algo, a la vez que obras de arte y dispositivos de memoria. Si bien fueron imaginados, diseñados y construidos con una intención de eternidad e inmutabilidad (tanto del objeto en sí mismo como de la idea que representa), al igual que todas las formas de arte, los monumentos tienen un excedente potencial de significados que elude los fines con los que fueron erigidos. (9) Por lo tanto, estos artefac- tos de memoria, sembrados en el espacio urbano, permanecen abiertos a las resignificaciones y apropiaciones que diferentes sujetos sociales hagan de ellos en diversos momentos históricos. Como lo señalan Elizabeth Jelin y Victoria Langland,

    […] aunque se quiera cristalizar en la piedra o en la ruina preservada, aunque la materialidad de la marca se mantenga en el tiempo, no hay ninguna garantía de que el sentido del lugar se mantenga inalterado en el tiempo y para diferentes actores. Siempre queda abierto, sujeto a nuevas interpretaciones y resignificaciones, a otras apropiacio- nes, a olvidos y silencios, a una incorporación rutinaria o aún indiferente en el espacio cotidiano, a un futuro abierto para nuevas enunciaciones y nuevos sentidos. (10)

    Estudiar los trazos y las huellas que han dejado las conmemoraciones y los monumentos en el espacio público, entonces, implica dar cuenta de las diversas capas de significación y temporalidad que se entretejen ahí: identificar los cambios y las continuidades, tanto en las materialidades como en las prácticas y las relacio- nes sociales que acontecen en estos contextos monumentales. (11) Esto, a su vez, nos permitirá comprender los diversos regímenes de historicidad que se han sucedido o coexisten en el espacio urbano, entendidos como las diferentes formas en que la sociedad se relaciona con su temporalidad (pasado/presente/futuro), las concepciones y usos de la historia que van mutando con el tiempo. (12)

    Estas aproximaciones conceptuales sobre conmemoraciones y monumentos se encuentran muy cercanas a la propuesta de Andreas Huyssen, acerca de pensar la ciudad como palimpsesto. En medio de lo que denomina la cultura global de la memoria que caracteriza nuestra actualidad,

    […] hemos llegado a leer a las ciudades y edificios como palimpsestos del espacio, a los monumentos como transformables y transitorios, y a la escultura como sujeta a las vicisitudes del tiempo […] las fuertes marcas del espacio presente se funden en lo imaginario con huellas del pasado, borrados, pérdidas y heterotopías. (13)

    De esta manera, con la experiencia diseñada para Historia Viva, se buscó hilvanar un itinerario a partir de la conexión de varios puntos sensibles a la intersección conmemoración-monumento, en el que se pusiera en juego una lectura histórica, intertextual, constructiva y deconstructiva […] de los espacios urbanos como espacios vividos que dan forma a imaginarios colectivos. (14)

    Así, una mañana soleada del mes de febrero de 2016, un grupo de alrededor de veinte personas nos encontramos en la Colum- na de la Independencia, en pleno Paseo de la Reforma, una de las principales avenidas de la Ciudad de México. Después de discutir algunas ideas sobre las conmemoraciones y los monumentos, iniciamos un recorrido que cubriría buena parte de la avenida Reforma y un fragmento del Centro Histórico, incluyendo la Alameda Central (véase mapa, imagen 1.1). La metodología de esta caminata combinó la experiencia corporizada del andar con el uso de imágenes —fuentes visuales— como grabados, pinturas y fotografías, cuyo propósito era detonar la imaginación histórica y posibilitar la intertextualidad y el contraste entre temporalidades, significados y apropiaciones de los monumentos y espacios a visitar/recorrer. (15)

    Dos ideas generales, leídas antes de partir, debían servir de inspiración para la caminata: la séptima tesis de Walter Benjamin sobre la historia: no hay documento de cultura que no sea a la vez un documento de barbarie; (16) así como la advertencia de Jelin: toda política de recuperación y de memoria, al seleccionar huellas para preservar, conservar o conmemorar, tiene implícita una voluntad de olvido. (17) Estas ideas pretendían poner el acento sobre el hecho de que las conmemoraciones y los monumentos no son sólo lugares de memoria, sino también de silenciamiento. ¿Qué memorias han quedado por fuera de nuestros relatos históricos? ¿Qué identidades, sujetos y experiencias han sido expulsados del espacio público, tanto en el registro de su representación histórica como en el de su disfrute contemporáneo? Con estas preguntas habitándonos de pies a cabeza, comenzamos el recorrido.

    II. El recorrido

    1. Avenida Paseo de la Reforma

    Esta céntrica vialidad de la Ciudad de México, que conecta el Bosque de Chapultepec con el centro de la ciudad (y con Tlatelolco, en su prolongación hacia el norte), puede considerarse como el recorrido simbólico monumental de mayor enjundia en el continente americano, tanto por historia, cantidad y calidad de monumentos, y las vicisitudes que le acompañaron a lo lar- go del tiempo en cuanto a disputas como terreno de significación histórico-política. (18) El historiador Carlos Martínez Assad, quien le ha dedicado un libro, se refiere a la avenida Reforma como una especie de compendio de historia de México inscrito en el espacio urbano, una síntesis de la historia nacional, un lugar donde coinciden diferentes tiempos, estilos que marcaron las épocas, la memoria y la vida cotidiana. (19)

    Su origen se remonta al II Imperio Mexicano (1863-1867), cuando Maximiliano I buscaba unir, por medio de una carretera, el Castillo de Chapultepec, que era su residencia oficial, con el Zócalo y el Palacio Imperial (hoy Nacional), sede del gobierno. De ahí su primer nombre: Paseo Imperial (o de la Emperatriz, en honor a Carlota). Tras el triunfo de los liberales sobre la Intervención francesa y el Imperio, y durante la época de la República restaurada, pasó a llamarse calzada Santos Degollado (en honor al general del mismo nombre) y, finalmente, adoptó su nombre definitivo bajo el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada: Paseo de la Reforma, en homenaje a las leyes de reforma liberales.

    Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX, el Paseo de la Reforma impulsó los procesos de modernización urbana en la capital mexicana, con base en el modelo parisino de los Campos Elíseos, (20) de Haussmann. A su alrededor, se fueron configurando los nuevos barrios para las clases acomodadas, como la colonia Americana (hoy Juárez), la de los Arquitectos, Teja, Condesa y Roma. De esta forma, en términos urbanos, la avenida se constituía en un espacio privilegiado de la Ciudad de México, con obras de embellecimiento reservadas para un sector minoritario de la sociedad: el compuesto por la oligarquía y por los grupos burgueses que surgían. (21) Tiempo después, en las décadas de los treinta y cuarenta del siglo XX, se construyen hoteles (Reforma o Plaza, del arquitecto Mario Pani), edificios residenciales y oficinas públicas que reemplazaron poco a poco las viejas casonas porfirianas. Oficinas públicas, bancos, hoteles, librerías, boutiques de moda, agencias de viajes, cines, restaurantes, casas de cambio y de bolsa, centros nocturnos y hasta carpas, le otorgaban su aire cosmopolita. (22) Desde finales de siglo, en concordancia con la nueva era neoliberal, los rascacielos, las corporaciones trasnacionales, los bancos, la bolsa, e incluso las embajadas, han venido a ocupar los lugares de privilegio sobre el Paseo.

    De manera paralela, la avenida se fue constituyendo en un eje monumental de gran magnitud, diseñado para narrar en el espacio público, en bronce, piedra y mármol, la historia nacional. Fue Francisco Sosa, ministro de Fomento de Porfirio Díaz, quien en 1872 propuso convertir la vialidad en una vitri- na de la patria estatuaria, conminando a cada uno de los estados de la federación mexicana para que enviaran estatuas de sus héroes locales. Reforma se fue poblando de estatuas de hombres insignes (se colocaron 37

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