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Testigo de radio
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Libro electrónico747 páginas11 horas

Testigo de radio

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En Testigo de Radio el autor hace un recorrido por los últimos cincuenta años de la SER en particular y de la radio en España en general, dando testimonio de lo vivido. Desde los primeros años de la radio musical, Los 40 Principales y El Gran Musical, el ambiente y la relación de la industria discográfica con el medio; el mundo de la radio nocturna en el que la compañía del medio convierte al oyente en "escuchante"; los entresijos de la gestión en emisoras locales. Y finalmente la dirección del departamento de comunicación de la cadena en tiempos político-mediáticos convulsos: las denuncias contra Polanco, el 11-S, el 11-M, el "tamayazo", el "Prestige", la guerra de Irak, las victorias de Zapatero y Rajoy, el cuarenta aniversario de Los 40 o la aparición de nuevas cadenas y emisoras, y los cambios en las programaciones hasta hoy. Todo contado desde una perspectiva más cercana para conocer el desarrollo de la información y la comunicación del medio desde la cadena de radio líder en España.
Ante todo queda patente el amor profundo que manifiesta el autor por la radio como medio y el enorme agradecimiento que manifiesta en sus páginas. Un amor que incluso señalan quienes han participado en la introducción y presentación del libro: Luis Merino, Antonio San José, Daniel Gavela y Pepe Domingo Castaño.
IdiomaEspañol
EditorialExlibric
Fecha de lanzamiento24 jul 2023
ISBN9788419827296
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    Testigo de radio - Juan de Dios Rodríguez

    CAPÍTULO I

    La seducción del medio, Hora XXV

    El conserje salió de la cabina del portal. Le dijimos que queríamos ver a Manolo Martín Ferrand. Llamó por el teléfono interno a recepción de la novena planta, donde se encontraba entonces la redacción del programa, aunque los estudios de emisión de cadena y continuidad estaban en el segundo piso. Amablemente nos llamó al ascensor, al que bautizamos como el ataúd por su color negro y sonido chirriante. Aquella cabina a ratos oscilaba piso a piso entre las guías por las que discurría el subir y bajar en un baile tenebroso. Pasados unos segundos que se nos hicieron eternos y tras un pequeño saltito, el ataúd se detuvo. Habíamos llegado a nuestro destino.

    El recepcionista de la «planta noble» de la Sociedad Española de Radiodifusión, S. A. (se cambiaría a S. L. a mediados de 2009) nos invitó a pasar, conduciéndonos por un pasillo laberíntico que se abría a la izquierda de la entrada principal hasta la redacción. La puerta estaba abierta; la pequeña instalación contaba con cinco mesas de patas metálicas y acabado en formica simulando madera, sus respectivos teléfonos grises y sillas giratorias de color burdeos, tres grandes ventanas orientadas al noroeste desde donde se veía la sierra de Guadarrama, la sala de teletipos y dos pequeños despachos, que ocupaban el propio Martín Ferrand y José María García. Esa era toda la redacción del programa que hacía soñar cada noche a cientos de futuros periodistas.

    Luis Rodríguez Olivares y Javier Roch nos dijeron que Martín Ferrand, José María García y Manolo Alcalá, entonces reportero del programa, estaban en la entrega de los Premios Populares del diario Pueblo, recogiendo el que habían otorgado al programa tras el éxito obtenido en su primer año de emisión. El periódico de los sindicatos verticales del franquismo lo dirigía Emilio Romero.

    Hora XXV era la última gran aportación de Antonio Calderón, uno de los hombres más importantes que ha dado la radio española, padre de Javier González Ferrari. El programa había arrancado el 31 de enero de 1972 en una apuesta de Calderón (apoyada desde los inicios por Tomás Martín Blanco, entonces jefe de programas de la Cadena SER) por la información en una época en la que todas las emisoras estaban obligadas a conectar con Radio Nacional de España para dar «el parte» a las 14:30 y a las diez de la noche. Dicha denominación provenía de la época de la guerra civil y los famosos «partes de guerra». Junto con Martín Ferrand y José María García, Luis Rodríguez Olivares, Javier Roch, Juana Ginzo, Ángel de la Vega y Manolo Alcalá formaban el grupo de profesionales de la redacción del programa en Madrid, junto con María Teresa Navaza en Radio Galicia de Santiago de Compostela, Joan Castelló Rovira en Radio Barcelona, José Juan Chicón en Radio Zaragoza, Rafael Mauricio en Radio Valencia y María Esperanza Sánchez en Sevilla.

    Ángel de la Vega coordinaba la información internacional que vomitaban los teletipos, García trabajaba con Joaquim Maria Puyal la información deportiva de Madrid y Barcelona y el resto del equipo despachaba con los corresponsales para preparar el programa de esa noche. Los técnicos del programa eran Alfonso Hernández y José Luis Espinosa (Pino). A las 23:50 bajaban de la novena a la segunda planta, donde se encontraba el estudio 5, en el que se realizaban los programas en cadena. El guion se realizaba en folios multicopia; una para el director del programa, tres para los redactores de antena, dos más para los técnicos de sonido y la última para Censura del Ministerio de Información. A las doce en punto sonaba el histórico y legendario gong de Hora 25, Juana Ginzo presentaba el programa, saludaba a Martín Ferrand y daba paso a la lectura de titulares con Olivares, Roch y las emisoras. Primero iba la ronda del tiempo y a continuación, el desarrollo de los temas en conexión con los corresponsales. García entraba en antena a las 00:30 para contar con su ya peculiar estilo la actualidad deportiva y de 01:00 a 01:30 Martín Ferrand conducía la «recta final» del programa con una entrevista a un invitado protagonista de la actualidad o el análisis en reportajes de un tema de interés social.

    La noche del jueves 18 de enero de 1973, al acabar el programa, Martín Ferrand nos invitó a sentarnos en la «mesa redonda» del estudio 5 de Radio Madrid, emisora central de la Cadena SER, para hablar de la facultad, de la profesión y del futuro. Le trasladamos nuestras inquietudes, ambiciones y sueños. Nos contó interioridades del programa, la forma de intentar eludir la censura, cómo establecían contactos… Nos sorprendió al mostrarnos su agenda, en la que destacaban, además de los teléfonos de varios ministros, el de Juan Domingo Perón (en ese momento ya en Argentina), de su casa de Puerta de Hierro, en Madrid; y el de su hombre de confianza, José López Rega, al que nombraría ministro de Bienestar Social meses más tarde, una vez obtenida de nuevo la presidencia de la república, y creador en el gobierno de María Estela Martínez de Perón (Isabelita) de la terrorífica y siniestra «Triple A» (Alianza Anticomunista Argentina). Nos despedimos a las tres y media de la madrugada en la puerta de la radio. La luz de neón en verde y azul de Radio Madrid que colgaba de la balconada de la segunda planta ya la habían apagado. Nos fuimos a casa emocionados con una invitación del director de Hora 25 para ir a verle la mañana siguiente a la redacción de Tele-7, la revista de información televisiva que dirigía desde octubre de 1972, competidora de la legendaria Teleprograma, hasta entonces única publicación de información televisiva.

    Los 40 en los primeros 70

    La redacción de la revista se encontraba en el número 9 de la calle Orense de Madrid, donde tenía su sede Publicaciones Controladas S. A., la empresa editora que, además de la revista de televisión, publicaba Los Españoles, revista semanal en la que se recogía la semblanza, biografía y entrevistas de personajes de la época como escritores, políticos, deportistas, cantantes, etc.; y una revista deportiva que tardaría en salir, bajo la dirección de José María García, denominada A Punto, en la que se pretendía resaltar los escándalos del mundo del deporte. Martín Ferrand nos recibió en su despacho, poniéndonos enseguida bajo la tutela de José Luis Orosa, su hombre de confianza, que, excepto en la experiencia de Hora XXV, le acompañaba siempre en sus actividades profesionales y así lo siguió haciendo años después de dejar la revista, primero con un telediario cultural denominado Hora 13 en TVE y posteriormente en la puesta en marcha y consolidación de Antena 3 de Radio.

    En Tele-7 colaboraban jóvenes periodistas como Carmen Rigalt, Rosa Montero, Antonio Jiménez Manteca y Luis Infante, un extraordinario poeta andaluz al que había cantado el grupo Aguaviva en la producción de Pepe Nieto Poetas andaluces de ahora. Luis compaginaba su labor creativa con reportajes y entrevistas para la revista y se convertiría en nuestro guía en las primeras incursiones en Prado del Rey para ir conociendo el mundo televisivo, presentadores, realizadores, periodistas y técnicos.

    El primer encargo de José Luis Orosa fue un reportaje sobre los programas musicales de la tele, ya fueran de música moderna, como los que realizaba José María Quero, o los de zarzuelas de Fernando García de la Vega, pero también había que hablar con cantantes, músicos, etc. El siguiente reportaje trataría sobre las incursiones de los hombres de la radio en la tele. En aquella época los más significados eran Pepe Domingo Castaño, que se había consolidado con A todo ritmo, y Joaquín Prat por sus Galas del sábado con Laura Valenzuela y Canción 71. Además de Quero y García de la Vega, Gustavo Pérez Puig y Enrique Martí Maqueda eran los realizadores de los programas musicales, junto con un innovador Hugo Stuven y el consagrado y revolucionario «Mr. Zoom», Valerio Lazarov. Pepe Domingo y Prat resultaron fácilmente accesibles, citándonos ambos en Radio Madrid una tarde de febrero de 1973 porque ambos presentaban, a través de Radio Madrid OM y FM, de cuatro a nueve, las votaciones para el número 1 de Los 40 Principales.

    Pepe Domingo Castaño (Padrón, 1942) había comenzado su carrera en la legendaria Radio Galicia de Santiago de Compostela, pero sus deseos de llegar a lo más alto le llevaron a Madrid, primero en la Red de Emisoras del Movimiento (REM) con el programa Club musical y más tarde en la Cadena Azul de Radiodifusión (CAR) con Discoparada. Mariano de la Banda recomendó su fichaje a Tomás Martín Blanco y a Rafael Revert en 1972. Le contrataron para presentar los programas musicales de la Cadena SER y relanzar de nuevo el programa musical por excelencia de años pasados, en el que habían nacido artistas como Mari Trini, Joan Manuel Serrat, María Ostiz, Luis Eduardo Aute y Massiel, entre otros: El Gran Musical, que Micky y el propio Mariano de la Banda habían estado presentando. Pepe Domingo realizaba (además) a las tres de la tarde de lunes a viernes en Radio Madrid Cita a las tres, un programa de música y entrevistas. Pepe presentaba los domingos de 01:00 a 01:30 Experimental Long Play, un programa cara al público con jóvenes promesas de la música desde la discoteca Long Play de la plaza Vázquez de Mella (hoy Pedro Zerolo) de Madrid. Por allí pasaban miembros de compañías discográficas, artistas del cine y el teatro y cantantes consolidados como Perla Cristal, Carlos Luengo, Luciana Wolf, José Luis Perales, Miguel Gallardo, Myriam de Riu, Dany Daniel, Mochi, Micky, Mike Kennedy, Juan Carlos Calderón y una larga lista de músicos y cantantes.

    Joaquín Prat (Valencia, 1927-Madrid, 1995) había iniciado la carrera de Derecho, pero su pasión por la comunicación le llevó primero a Radio Nacional de España en Valencia y poco después a Radio Madrid, donde su personal, único e intransferible estilo le consagró como un auténtico monstruo de la comunicación, compartiendo estrellato con legendarios como Bobby Deglané, José Luis Pécker o Juan de Toro. Prat dominaba todos los campos de la radio, ya fueran musicales, publicitarios, deportivos o magazín. Era lo que se llamaba un «todoterreno». En televisión había realizado también Un millón para el mejor y Siempre en domingo, con Manuel Martín Ferrand, un programa en el que se dio a conocer como presentadora una joven que apenas tres años más tarde se convertiría en una de las mejores voces de la música en español de la mano de productores como Óscar Gómez o Rafael Trabucchelli: Paloma San Basilio. Joaquín Prat había empezado en las noches de la radio con Radio Madrid Madrugada, un programa de música y entrevistas; participó en Ustedes son formidables, con Alberto Oliveras; y en aquel momento ya era el dueño y señor de las mañanas de Radio Madrid con Carmina Pérez de Lama, formando una de las parejas radiofónicas más importantes de nuestro país.

    Las votaciones de los sábados

    El día que fuimos a entrevistar a Pepe Domingo nos presentó a Joaquín Luqui. El crítico musical hacía varias apariciones a lo largo de la tarde en el programa para presentar las novedades de la semana y hacía un breve resumen del espacio que tenía en el 93.9 de la FM de Radio Madrid, JL en la FM. Ese espacio seguiría emitiéndose en diferentes formatos hasta su fallecimiento. La primera impresión que nos causó fue como él mismo era, diferente, especial, propia de su personalidad. Pepe gastó una broma sobre su carácter y él simplemente agachó la cabeza con un leve gesto, media sonrisa y nos dio la mano cerrada (solo los dedos), como él solía hacer la primera vez que le presentaban a alguien. Se interesó por nuestro trabajo, alabó a Martín Ferrand, hizo su espacio y salió como había llegado, en silencio, no sin antes de traspasar la doble puerta y el cortinón que daban al pasillo volverse y, tras hacer otro leve movimiento de cabeza, desaparecer camino de su «mesa» para dejar los discos y bajar a la misa de la iglesia de San Martín de Tours, en la calle Desengaño, 26. Ya no llevaba gafas y se empezaban a insinuar canas en sus largas patillas. El pelo, revuelto y largo, como siempre lo llevaba, pero más ensortijado.

    Aquellos primeros meses de 1973 fuimos testigos de la lucha por el número 1 de Los 40. Las dos primeras semanas del año el argentino Jairo, que había llegado a España de la mano de Luis Aguilé, logró el ansiado puesto con Por si tú quieres saber, pero Camilo Sesto se lo arrebató a mediados de enero con Amor… Amar, no dejando ese lugar hasta el 30 de marzo. Las votaciones de los sábados movilizaban a las compañías discográficas, que, a través de los clubes de fans de toda España, actuaban básicamente en dos frentes. Por un lado, mandaban a la mayor parte de los seguidores de un artista a las emisoras para votar en directo, animando y dando colorido con pósteres de sus artistas, llegando a colapsar calles y tráfico de las ciudades, según la fuerza popular del candidato. El resto se quedaba en las oficinas, votando por teléfono a todas las emisoras de la Cadena SER.

    De cuatro a cinco de la tarde Pepe Domingo presentaba los candidatos al número 1. A partir de esa hora todas las emisoras organizaban la votación con llamadas de los oyentes en antena o acudiendo personalmente a la emisora más próxima a votar. Cada media hora se hacía un recuento hasta las ocho, hora en la que se cerraba el tiempo de votación. Joaquín Prat en Madrid y los compañeros del resto de emisoras de las cabeceras regionales recogían los resultados de sus emisoras de influencia y a las nueve de la noche, durante media hora y en la línea de las votaciones del Festival de Eurovisión, se daban los resultados definitivos. En Radio Madrid las votaciones de los sábados eran coordinadas por José Luis Arriaza. A las nueve de la noche se producía el recuento del resto de votaciones de cada cabecera regional, que facilitaban María Teresa Navaza (Galicia), Carlos Arco (País Vasco), José Juan Chicón (Aragón), Carlos Blanco (Castilla y León), María Esperanza Sánchez (Andalucía), Rafael Mauricio y Paco Nadal (Valencia). Para la estrategia de marketing y la campaña promocional de un artista, era muy importante para una compañía discográfica lograr el número 1 de Los 40 Principales.

    Como programa de radio diario, Los 40 Principales había nacido el 18 de julio de 1966, presentado por Olimpia Torres, Manolo González, Alicia López Budia y Ángel Carbajo. Duraba dos horas y fue el primer proyecto que puso en marcha Rafael Revert, un muchacho que llevaba varios años colaborando con Tomás Martín Blanco en El Gran Musical, programa que había nacido en 1963. El primer número 1 de Los 40 fue Monday, Monday, de The Mama’s & the Papa’s.

    Uno de los protagonistas de la radio musical de los 60 era Ángel Álvarez, un operador de radio de Iberia que traía semanalmente las novedades musicales de Estados Unidos para su Caravana en La Voz de Madrid, «la más musical», con Elvis, Paul Anka, Budy Holly, Dion, Fats Domino, Jerry Lee Lewis, etc. En RNE sonaba Para vosotros, jóvenes, de José María Quero, programa que presentaron, entre otros, Eduardo Sotillos y José María Íñigo; y La incubadora, de Mariano de la Banda y Cuchi-Cuchi, su hija, una niña de tres años que se encargaba de decir de los discos lo que su padre «no se atrevía». En Radio Madrid estaban el Discomanía, de Raúl Matas, y Pepe Palau. Radio España emitía una producción de Alain Milhaud para el grupo Linten y Movierecord, que patrocinaba Pepsi-Cola: Pepsi-Boom y Explosión 68, con Alfonso Eduardo. Milhaud era responsable de los éxitos de Los Bravos y productor de Canarios, Pop-Tops y Smash. Y todas las noches Radio Torrejón, la emisora de la base aérea norteamericana próxima a Madrid, emitía programas procedentes de Estados Unidos, como el Wolfman Jack Show.

    Aquellos primeros meses de 1973 el equipo de Los 40 Principales de Radio Madrid FM estaba formado por Olimpia Torres (que fallecería el 21 de enero de 2012), Rafael Luis Díaz, Luis Fernando Montilla, José Luis Fradejas, Pablo Quintana y José Luis Arriaza. El programa (aún no era una fórmula) se emitía de diez de la mañana a diez de la noche. A partir de esa hora Fernando Vega, un histórico de la radio, presentaba un programa de música clásica con guion de Carlos Gómez Amat, continuaba con una selección de orquestas y se cerraban las emisiones a la una de la madrugada.

    «La FM», el estudio 8 de Radio Madrid, estaba al final del pasillo de la segunda planta. Tenía una doble puerta de madera con sendas ventanas de cristal. El estudio apenas tenía nueve metros cuadrados. Sobre una mesa de formica gris se encontraban dos platos giradiscos de la marca Lenco; en medio, una consola Sparta de cuatro canales y el micro con soporte de flexo; y más a la derecha, los discos de Los 40 y los «candidatos», una selección de novedades que durante dos meses iban sonando para ganar popularidad hasta que entraban en la lista. En una antigua mesa de televisión de dos plataformas había, en la inferior, dos cajas de pasta gris que contenían las cuñas de publicidad en cartuchos; y en la parte superior, un magnetofón Phillips de «ojo mágico» sin carcasa. A la izquierda, un armario rack disponible para dos reproductores de los cartuchos de la publicidad y donde, meses más tarde, se instalaría un nuevo magnetofón Revox.

    Como a tantos otros, la mili amenazaba con romper sueños y por delante se presentaba un año y medio en Infantería de Marina. Tras veinte días en el Centro de Instrucción de la Marina de Cartagena (CEIM), nos enviaron a un grupo de doscientos reclutas a la Agrupación de Infantería de Marina en Madrid para cubrir plazas de escoltas del ministro de Marina y Policía Naval. En ambos casos el curso era de tres meses. Apenas tres semanas después estaba de regreso y recibía la llamada del jefe de emisiones de Radio Madrid. Pepe Domingo Castaño le había hablado de un joven futuro periodista a Arturo de la Vega, jefe de emisiones, para formar parte de la FM.

    Olimpia Torres era la cabeza visible del grupo y mano derecha de Rafael Revert a la hora de enseñar el funcionamiento y estilo de la FM. Por sus manos pasaba todo aquel que entraba en Los 40; ella informaba sobre el origen del programa, cómo se confeccionaba la lista, el orden de emisión de los discos, la técnica de presentación y el manejo de los equipos. Su turno iba de diez de la mañana a dos y media de la tarde y en esas cuatro horas y media había tiempo para todo. Era una fiel cumplidora de todo lo que Rafa Revert pedía en cada momento. De hecho, ella era la única superviviente del equipo fundacional de Radio Madrid FM siete años atrás.

    Rafael Luis Díaz compaginaba el turno de la FM con su trabajo en la incipiente redacción de informativos que Antonio Calderón había puesto en marcha con Matinal SER en 1962. A pesar de su aparente seriedad, era un hombre que se transformaba en Los 40, dando un tono amable y cómplice con el oyente. Ocho años más tarde se haría famoso por la narración del golpe de Estado del 23-F; él fue la voz de la SER aquella tarde, lo que le valió para obtener un Ondas. Con Luis Fernando Montilla coincidí apenas esos meses de verano porque se marchó enseguida a TVE. Era un apasionado de la música y sabía decir lo justo de cada intérprete y dar a conocer su valía y calidad.

    José Luis Arriaza había llegado de Puertollano, donde empezó a trabajar en Radio Popular. Apenas llevaba un año en Radio Madrid, pero su estilo, pasión y plena disponibilidad le hacían ser necesario. A José Luis Fradejas le encantaba la FM y Los 40, pero principalmente el contacto con los fans y los cantantes. Era íntimo amigo de José Luis Uribarri y cuando a este le ofrecieron presentar Aplauso, la revista televisiva de los sábados por la tarde, Fradejas se marchó a llevar la sección «La juventud baila» y, posteriormente, «El doble de los famosos». Pablo Quintana era el más serio de todos, el que más amaba la música americana y fiel seguidor de la escuela de Ángel Álvarez. Habitualmente hacía el turno de 14:30 a 17:00.

    El equipo de redacción de El Gran Musical, bajo la coordinación de Rafael Revert, lo formaban María Jesús Prieto, Maruchi Arenaz, Joaquín Luqui, Julián Ruiz, Mariví Fernández Palacios, Nacho Artime, Fernando Salaverri y Pepe Asensi, diseñador creativo del periódico. La redacción era la continuación en prensa escrita del programa que Tomás Martín Blanco había creado en 1963. En sus inicios había sido una publicación semanal para pasar a quincenal y, en 1973, a mensual. La redacción se encontraba en la segunda planta del edificio de la radio. Se accedía a ella a través de la puerta de madera de doble hoja antes de entrar en las instalaciones de la radio. Allí, tras un mostrador en forma de L, se creaba el periódico musical de mayor tirada de España. Al fondo de la redacción tenían sus despachos Rafael Revert y Tomás Martín Blanco, aunque este poco después dejaría ese lugar al jefe de emisiones, cuando le nombraron director de programación de la Cadena SER y subió a la novena planta.

    Los programas de la FM

    Además de Los 40 Principales y la música clásica de la noche, nació La música de…, un monográfico de noventa minutos de duración para la noche de los domingos en el que se recorría la obra musical de los grandes de la época: The Beatles, Simon & Garfunkel, Crosby, Stills, Nash y Young, John Denver, Neil Diamond, Barry White, América, Roberto Carlos, Dúo Dinámico, Rolling Stones, The Moody Blues, etc. Cada semana había que pactar con Revert el artista o grupo de la semana. El programa tenía un apéndice en las madrugadas de los domingos de Radio Madrid OM, que presentaban José Luis Arriaza y Cholo Hurtado, en el que se hacía un resumen del programa de la FM.

    De lunes a viernes a las dos de la tarde se emitía Trotadiscos, un programa de novedades que realizaban en Barcelona Rafael Turia, Constantino Romero y Ángel Casas. A las tres de la tarde, tras el diario hablado de RNE, iba el legendario Vuelo 605 de Ángel Álvarez y todos los miércoles a las doce de la noche Rafael Revert y Fernando Salaverri realizaban Rock alrededor de la FM, un programa dedicado exclusivamente a los orígenes del rock and roll, con el Rock alrededor del reloj, de Bill Haley and His Comets, como sintonía. En él sonaban todos los legendarios rockeros de los años 50, los pioneros, encabezados por Elvis Presley, Chuck Berry y Buddy Holly, entre otros.

    Fernando Salaverri llevaba más de una década en el mundo de la música desde las matinales rockeras del Price de Madrid. Había sido jefe de promoción de Discos Hispavox y auténtico descubridor de talentos como Mari Trini, Módulos, Pic Nic (con Jeanette), Raphael, Karina, Miguel Ríos, Los Ángeles, Payos, Mitos, Pasos, Mustang, María Ostiz, Pekenikes, etc. Poco después se embarcó en el mundo de la organización de conciertos, fundando Clip Promotores, empresa que trajo a España a solistas o grupos del country-rock como Billy Swan (producido por Kris Kristoferson) y los Flying Burrito Brothers, Blue Öyster Cult, Status Quo, Electric Light Orchestra y Leo Sayer, entre otros.

    La puesta en marcha de La música de… en julio de 1974 supuso un permanente contacto con las compañías discográficas, que hasta ese momento centraban su atención principalmente en Pepe Domingo, Joaquín Prat, Joaquín Luqui y Pepe Fernández, un locutor de perfecta dicción que Martín Blanco había traído de Radio Sevilla con la intención de convertirle en la alternativa o complemento de Pepe Domingo. Fernández era un apasionado de la música en español y del pop británico y norteamericano, pero se encontraba más cómodo con los cantantes estándar españoles como Julio Iglesias, Nino Bravo, Juan Bau, Lorenzo Santamaría, Paloma San Basilio, Juan Pardo, Junior o, principalmente, Camilo Sesto. Hacía su programa en la FM de lunes a viernes de doce y media del mediodía a dos de la tarde. Fernández y Luqui eran libres de programar los discos que querían y por tal motivo arrastraban tras de sí a los denominados «promocioneros», responsables en las discográficas de que sonaran sus respectivos discos-objetivo.

    Entre el personal de la industria musical en contacto con los medios estaban José Luis Gil, José María Cámara, Aurelio González, Luis Garza, Juana Martínez, Nieves García (que se casaría con Aurelio y enviudaría pocos años después), Fernando Muñoz y Loli Dios en CBS. En EMI estaban Luciano Fuentes, Luis Iglesias y Juan Miguel Ramírez; Miguel Blasco (Adam), Santiago Sánchez Puerta y Miguel Ángel Álvarez de Hispavox; Paco Íñigo (hermano de José María), Luis Soler y Javier del Moral en Zafiro; Toni Sevilla (Fórmula V) en Columbia, Joaquín Junco en Philips, Germán Bartolomé y Juan Antonio Parejo en Polydor, Rosa en Beverly, Aniano Alcalde y José Antonio Hernández en Belter y así un larguísimo etcétera.

    A finales de octubre de 1974, José Luis Gil era responsable del producto internacional de CBS, más tarde pasaría a llevar el nacional y de ahí dio el salto a Hispavox, primero como director general y, tras la jubilación de los Vidal Zapater, como presidente de la compañía. Tenía entonces veintiséis años. No se puede explicar la carrera de Rafaella Carrà, Miguel Bosé, Enrique y Ana, José Luis Perales, Raphael, Nacha Guevara, Locomía, Alejandro Sanz, Donato y Estéfano, Mónica Naranjo, Ricky Martin y Shakira sin José Luis Gil. Junto con José María Cámara, Ramón Crespo y Manolo Moreno, Tomás Muñoz sentó las bases de la fortaleza de CBS en España en los primeros años 70.

    Tomás Muñoz publicaría sus recuerdos, titulados Memoria banal (2004, Multiprensa-Fundación Autor), en los que hacía un recorrido por una vida llena de inquietudes y forjada en mil y una dificultades a la vez que le sonreía el destino. Natural de Villanueva de Córdoba, recordaba su paso por Torrecampo, las escuelas obreras, la guerra civil, los desplazamientos y exilios, una vida en el internado, los jesuitas, el hambre, la adolescencia, la época docente y la inquietud social, su salto a París y el viaje iniciático por los países del Este como Checoslovaquia, acudir al V Festival Mundial por la Paz en Varsovia, atravesar la Unión Soviética, China, Nepal y el Himalaya hasta llegar al Ganges. Cuenta cómo conoció a Indalecio Prieto y a Marlene Dietrich, las peripecias para conseguir el visado sin pasar por la mili, la llegada a Nueva York, México y su trabajo en la industria desde el sello Gamma y su vuelta a España como uno de los máximos responsables de Hispavox con los Vidal Zapater. En el libro te va llevando de la mano para conocer la música y la industria a finales de los 50 en América y el trabajo en nuestro país en la década de los 60 hasta que implanta la CBS en España, primero en la Torre de Madrid y posteriormente en paseo de la Castellana, frente al Bernabéu. De Madrid saltó a Nueva York como vicepresidente internacional de CBS y, posteriormente, a Brasil como director-presidente de la compañía.

    A lo largo de su dilatada carrera ha forjado, lanzado o intervenido directamente, tanto en España como en el exterior, en las carreras de Paul Anka, Frankie Avalon, Chubby Checker, Raphael, Mari Trini, Cecilia (por la que muestra un enorme cariño y admiración), Carlos Mejía Godoy y su Misa campesina, Miguel Bosé, Roberto Carlos, Las Grecas, Santana, Chicago, Blood Sweat & Tears, Leonard Cohen, Neil Diamond, Labelle, Bob Dylan, Víctor Manuel, Ana Belén, José Luis Perales, Supertramp, Michael Jackson, Police, Julio Iglesias, Rafaella Carrà, Sandro Giacobbe, Luis Miguel, Ricky Martin, Chayanne, Ana Gabriel, Donato y Estéfano, Joe Dassin, Simon & Garfunkel… Es imposible continuar el relato de nombres y artistas porque la lista es inmensamente larga. Aseguraba que nunca olvidará a los que le recibieron en México en los 50 y a los chavales en los que se apoyó para crear CBS España: José Luis Gil, José María Cámara, Ramón Crespo y Aurelio González. Dice lo mismo de los presidentes de la compañía que confiaron en él: Harvey Schein, Walter Yetnikoff, Dick Asher, Allan Davis y Bob Summer.

    Los estrenos de la SER

    Para diferenciarse de las demás emisoras de radio y resaltar las exclusivas y primicias de Los 40, Revert había creado Los estrenos de la SER. Se trataba de resaltar y promocionar las canciones de las que la cadena poseía la primicia durante varios días o semanas. A ese tema, o «estreno», con carácter temporal se le incluía dentro de la canción un jingle en el que un coro cantaba aquello de: «Los estrenos de la SER». De esa forma evitaba que otras emisoras piratearan el disco durante el tiempo que duraba la exclusiva. Esa campaña solía llevar entrevistas, que no podían durar más de diez minutos, con el intérprete durante el turno de Los 40.

    En otoño de 1974 uno de los estrenos fue Celos de mi guitarra, de José Luis Perales, un joven conquense con maestría industrial y peritaje que llevaba varios años escribiendo canciones para Hispavox, que la compañía entregaba a diferentes artistas a través de su editorial. Perales ya se había dado a conocer con ¿Por qué te vas?, que Jeanette llevó al número 1 de las listas de ventas de Europa e Hispanoamérica a raíz de que Carlos Saura la incluyera en la película Cría cuervos. La vida de Perales cambió radicalmente cuando Rafael Trabuccheli le planteó que fuera él mismo quien interpretara sus propias canciones. La primera en publicarse llegaría a ser un rotundo éxito.

    Aún no había salido el single al mercado y el operativo de la promoción estaba en marcha. En aquella época la promoción de un disco o un artista duraba dos o tres meses, con constantes entrevistas en cadenas de radio, periódicos, revistas de todo tipo, apariciones en diferentes programas musicales de TVE y viaje por toda España con galas y visitas a todas las emisoras locales. Estaba arrancando la campaña de Celos de mi guitarra y el LP Mis canciones cuando Perales se estrenó en la FM de Radio Madrid. Sería una de las primeras apariciones del cantautor en la radio. Era un tipo sencillo y simpático.

    Joaquín Luqui, el personaje y la persona

    Joaquín Luqui se convertía, para todo el que se acercaba a conocerle, en apoyo y cómplice. Te hablaba del «cuándo», es decir, el momento en el que llega la oportunidad profesional que hay que saber aprovechar. Ir con él al cine o al teatro era toda una experiencia cultural. Era un apasionado del pinball, de la máquina del «viejo pulcro» de la calle Desengaño. Se trataba de un bar (que ya no existe) en la calle Desengaño, detrás de la radio y frente a la iglesia de San Martín. Él lo llamaba así porque decía que su dueño, un señor de más de 65 años, se parecía al abuelo de Paul McCartney en la película A hard day’s night, de The Beatles, y tenía razón. En esa máquina de pinball te retaba a diario. Se paraba en los quioscos de la (todavía) avenida de José Antonio rebuscando entre las revistas de actualidad cualquier tipo de publicaciones de música, cine o teatro. Le apasionaba hablar de personajes como Katharine Hepburn y sus películas, sola o con Spencer Tracy, Elizabeth Taylor, Montgomery Clift, la eterna Marilyn o Natalie Wood. Cuando volvían a reponer por enésima vez West Side Story te hacía una auténtica disección del guion de Ernest Lehman, Arthur Lorens y Jerome Robbins; sobre la música de Leonard Berstein, los textos de Stephen Sondheim y las direcciones de Robert Wise y Jerome Robbins. Su conocimiento del mundo del cine y las vicisitudes de los artistas era realmente sorprendente. Le gustaba contar la historia de la frustración que supuso para Monty Clift el rechazo a su amor por parte de Elizabeth Taylor.

    La Neniña de Pepe Domingo

    Una de las primeras cosas que hizo Pepe Domingo ante un micrófono, tras presentar un disco, saludar y recitar un poema suyo, de José Ángel Buesa o de su hermano Fernando, fue cantar. No podía presentar un programa sin hacer la segunda voz a cualquier artista o recitar. Su pasión por el espectáculo y la comunicación le hizo probar el camino que anteriormente habían experimentado Miguel de los Santos y Joaquín Prat.

    Se había metido en un estudio de grabación a la vuelta del verano de 1974 y en enero de 1975 salía al mercado Neniña, su primer single con Belter, la discográfica de Aniano Alcalde, autor con María José Cerato de Vivo cantando, canción que llevó a Salomé a ganar el Festival de Eurovisión en 1969 junto a Lulu (Reino Unido), Frida Boccara (Francia) y Lenny Kuhr (Holanda). Su ilusión con el disco era contagiosa y desde la FM, la OM y en El Gran Musical se le apoyó intensamente.

    Entre la vorágine de aquellas semanas, un par de chicas encantadoras, de apenas quince años, montaron el club de fans de Pepe Domingo. Se pasaban las horas libres de clase en la entrada del antiguo soportal de la radio. Paloma y Loli se encargaban de coordinar todas las actividades del club. Salían del colegio y al terminar de comer regresaban inmediatamente a la puerta de la radio para repartir pegatinas de su ídolo a todo aquel que pasaba por la calle o entraba en la radio. Hicieron chapas, pósteres, pines, ponían un aparato de radio a todo volumen cuando Pepe hacía a diario Cita a las tres y tras el programa se iban a clase, regresando por la tarde para volver a ver a Pepe.

    En el ambiente se respiraba un entusiasmo desbordante, de modo que el resto de compañías discográficas aplazaron la entrada de sus «discos-objetivo» en Los 40 una semana porque sabían que su trabajo no iba a tener reconocimiento cuando la Neniña de Pepe luchara por el número 1. Otra cosa sería siete días más tarde, cuando la «chica de pantalón vaquero y camisa de cuadros» tuviera que defender el puesto de privilegio. El sábado 15 de febrero de 1975 una fila de entusiastas y ordenadas fans, que daba una vuelta completa al edificio de la radio, estaba dispuesta a votar la canción, que entraba como máxima favorita en lista de Los 40 Principales. Paloma y Loli habían movilizado a su club de Madrid y a las primeras delegaciones que habían montado en varias ciudades. Lo de la capital no era un caso excepcional; en Barcelona, las más importantes ciudades gallegas, Vigo, Santiago de Compostela, La Coruña, Pontevedra, Orense, Lugo, Valencia, Sevilla y Zaragoza, entre otras ciudades, estaba sucediendo lo mismo. Cuando a las cinco de la tarde comenzaron las votaciones aquello se convirtió en un mar de votos: llamadas y visitas. Era una locura solo conocida con el fenómeno Camilo o posteriormente con Pecos.

    A las nueve de la noche el veredicto de toda la audiencia de la radio era definitivo. La Neniña de Pepe Domingo se convertía en el nuevo número 1 de Los 40 Principales, desbancando a Hi-Jack, de Barrabás. Una semana después Miguel Gallardo le arrebataría el puesto de honor con Quédate. Se desató la locura y la pasión. Al acabar las votaciones Joaquín Prat, que había conducido el programa, Rafael Revert, Joaquín Luqui, Tomás Martín Blanco, todo el equipo de la FM, las chicas de su club de fans, técnicos y amigos brindamos por el éxito de Pepe y Neniña. El locutor-cantante estaba tan emocionado que no podía hablar. Tras mostrar su alegría con Pepe y darle la enhorabuena, Tomás Martín Blanco le dijo ante todos: «Recuerda que la radio es tu mujer. La música podrá ser tu amante, no te equivoques». El disco llegó a ser superventas y a Pepe le obligó a grabar un LP y dedicar el verano de aquel año a montar una gira por toda España, llenando las salas más importantes del país. Al cabo de unos meses tuvo que dar el salto a América, convirtiéndose en un fenómeno, principalmente en México. Aquella Paloma que había creado el club de fans de Pepe Domingo era Paloma Quintanilla, primero ayudante de Pepe Domingo y más tarde productora de los programas de Iñaki Gabilondo en la SER y en Cuatro TV, convirtiéndose en su «agenda» y mano derecha.

    CAPÍTULO II

    Artistas alrededor de la FM y presentaciones

    Paloma San Basilio poseía una potentísima, limpia y vibrante voz. Había irrumpido en el panorama de la música con una fuerza y un estilo sorprendentes. Estaba en la línea de las más grandes cantantes estándar americanas como Helen Reddy, Shirley Bassey o Dionne Warwick. Pero en ella había «algo más». Había estudiado filosofía, era una apasionada de la lectura y tenía facilidad de palabra, amplia cultura y elegancia a la hora de manifestarse, caminar, conversar… Vivir, en una palabra. Hacía fácil el trato. Gracias a una entrevista con ella en la FM conocí a Raúl Matas. Hablar del disco Sombras y mostrar su admiración por el musical y conocer al periodista chileno, uno de los mitos radiofónicos del medio. Tanto él como Ángel Álvarez, Miguel de los Santos y Pepe Palau eran iconos y referentes en el medio y la música.

    Raúl Matas, el Maestro, hacía tiempo que había dejado la radio y la televisión. En 1958 había traído a la SER su Discomanía, un programa-franquicia que nació en Chile en 1946 y se emitía también en Nueva York y Buenos Aires. En TVE presentó programas como Cancionero (1962-1964), Media hora con… (1966), Al compás de las estrellas (1971) o Buenas tardes (1971-1973). Finalmente, los hermanos Vidal Zapater, propietarios de Hispavox, le ofrecieron la dirección general de la legendaria compañía. Cuando falleció, en diciembre de 2004, fue un honor rendirle un último homenaje gracias a la invitación de Consuelo Berlanga en su programa El punto Berlanga, en Punto Radio, el 8 de enero de 2005.

    Cecilia

    Uno de los momentos más importantes en la promoción de un disco eran las presentaciones en directo. En los años 70 se utilizaban las discotecas, diseñadas como pequeños auditorios que podían acoger entre quinientas y mil personas. En Madrid las más habituales eran Cleofás, en los bajos del cine Carlos III de la calle Goya; las salas del Retiro, Pavillón y Florida Park, que se convertiría en un gran plató de televisión para el programa de José María Íñigo Esta noche… Fiesta; y J&J, entre otras. Esta última se encontraba en los bajos del Palacio de la Prensa de la plaza del Callao de Madrid. Se trataba de un edificio construido en 1928 por Pedro Muguruza y que se convertiría en sede de la revista La Codorniz en los años 40. Entre sus muchas actividades había servido para que Joaquín Prat realizara desde allí el programa Radio Madrid Madrugada, extensión J&J. Era una sala con forma de anfiteatro semicircular.

    Casi todos los meses se producía la presentación del nuevo disco de algún artista nacional en alguna de ellas. Las estrellas internacionales del rock que empezaban a venir actuaban de momento (a falta de otro tipo de recintos que reuniesen condiciones acústicas) en el Teatro Monumental de la calle Atocha, como en 1974 lo hizo Leonard Cohen con motivo del lanzamiento de su (censurado en la carpeta) New skin for the old ceremony o en febrero de 1975 Leo Sayer, haciéndonos disfrutar durante más de hora y media, en plena gira mundial, de Long tall glasses, The show must go on y Moonlighting, entre otros éxitos. Poco después empezaría a alternarse el Monumental con el antiguo pabellón de la ciudad deportiva del Real Madrid.

    En J&J tuvo lugar la presentación de Un ramito de violetas, el tercer LP de Cecilia. La canción que daba título al disco se había convertido en pocas semanas en todo un fenómeno y la CBS se volcó con la artista para que el acto fuera todo un acontecimiento mediático y social. Y vaya que lo fue. Cecilia (Evangelina Sobredo Galanes) era una de las voces y personalidades más acusadas de la música de cantautor en nuestro país.

    La discográfica no reparó en detalles y hasta las mesas estaban decoradas con motivos violetas, flores y caramelos. La compañía, que había empezado a montar en España Tomás Muñoz como delegación de la todopoderosa CBS a finales de 1969, trabajaba como una máquina perfectamente engrasada hacia el exterior. Cada producto lo trabajaba al unísono y era igual de importante montar, en un apartamento de lo más alto del Edificio España, una cena con Manolo Sanlúcar para el equipo de Los 40 Principales y dos revistas de tirada nacional para potenciar su Caballo negro, cuando triunfaba Paco de Lucía con su rumba Entre dos aguas, que una visita casi de Estado para Neil Diamond u organizar un concierto de Santana en Barcelona.

    Allí estábamos convocados todos los medios habituales de radio, prensa diaria, revistas del corazón y TVE (la única televisión), así como todos los artistas nacionales de la compañía. Entre los invitados acudieron Manolo y Ramón, el Dúo Dinámico, retirados temporalmente de los escenarios. Manuel de la Calva se había convertido en productor de discos Columbia y Ramón Arcusa colaboraba principalmente con EMI-Odeón. Empezaban a entregarse por completo a la carrera de Julio Iglesias, Manolo Otero, Víctor y Diego, Miguel Gallardo, José Vélez y Rosa León, entre otros, componiendo al mismo tiempo para otros artistas.

    Nieves García y Luis Garza (promoción de CBS) nos sentaron al equipo de la FM en una mesa cercana del escenario. Asistimos en primera fila al concierto, en el que, además de cantar todos los temas del disco, repasó alguno de sus éxitos como Dama, dama, Un millón de sueños y Andar. Nos desveló la novela en forma de canción de los protagonistas del motivo de nuestra presencia allí: Un ramito de violetas. A los acompañantes habituales de Eva (Carlos Vizziello —bajo—, Pancho Company —batería— y Francis Cervera —guitarra—) se sumó el pianista Jesús Glück, quien, además de ejercer de arreglista, actuó como director de la pequeña orquesta que reforzó al cuarteto. Un detalle muy emotivo fue que para acompañar coralmente la canción Un millón de sueños salieron a la pista unos cuantos amigos, varios de ellos componentes de Aguaviva, grupo en el que militaba su novio, Luis G. Escolar, Simone.

    Al acabar la actuación pidió conocernos personalmente. Nieves y Luis nos llevaron al camerino. Nada más abrir la puerta una radiante Cecilia nos recibió con los brazos abiertos y un «venid a mis pechos». Estuvimos con ella alrededor de media hora hablando de sus trabajos y proyectos. Su trágica desaparición el 2 de agosto de 1976, en el que una maldita carreta de bueyes se le cruzó en una carretera de Zamora, produjo un impacto brutal.

    Unos días después, con motivo de unas obras en la radio, se produciría «el conflicto de la FM», una crisis que Rafael Revert y Tomás Martín Blanco cortaron de raíz y que daría lugar a un nuevo paso en la evolución y gestión de Los 40 Principales.

    El edificio de la Gran Vía y la crisis de la FM

    Una fría mañana de diciembre de 1920 se puso la primera piedra del edificio que se iba a convertir en los primeros grandes almacenes de la capital. En la recientemente abierta Gran Vía, concretamente en el tramo denominado avenida de Pi y Margall, sobre una superficie de 3.883 metros cuadrados, el arquitecto Teodoro Anasagasti construyó los Almacenes Madrid-París. El edificio, de seis plantas, poseía un grandioso hall de entrada iluminado por una espectacular bóveda, rodeada de una colosal terraza sobre la que se instalaría, al finalizar las obras, la antena de Unión Radio Madrid. Alfonso XIII inauguró el edificio en enero de 1924 y seis meses más tarde, el 24 de junio, el monarca procedía a la inauguración de la emisora de radio. Entre 1933 y 1934 los Almacenes Madrid-París se vieron obligados a cerrar sus puertas y acometieron reformas hasta hacer desaparecer la totalidad del esplendor de antaño. La mayor de ellas se produjo cuando se construyeron sobre él tres plantas más, eliminando los soportales para convertirlos en escaparates hasta dar el aspecto que hoy conocemos.

    A finales de 1974 la SER había firmado un acuerdo con la Caja de Ahorros de Madrid para desarrollar, en colaboración con la Facultad de Ciencias de la Información, un gabinete de prácticas para que los futuros profesionales del periodismo se iniciaran en el medio radiofónico. Así nacía el Gabinete de Estudios y Laboratorio de Ciencias de la Información. Cada promoción llamaría al programa realizado de forma diferente. Con tal motivo hubo que montar la redacción, el control de sonido y el estudio de radio. El lugar elegido fueron las dependencias que ocupaba la redacción de El Gran Musical. El despacho de Rafael Revert se trasladaría a la novena planta y la redacción del periódico musical se ubicó en unas dependencias cercanas al estudio 7, frente al despacho del jefe de emisiones. Allí se montaría el nuevo estudio de la FM. De esa forma, toda el área musical estaría unida en la segunda planta, quedando el boss, como llamábamos a Revert, en la novena.

    Durante aquel periodo el pasillo de la segunda planta se convirtió en un estercolero y la entrada de la FM, en el lugar donde los albañiles dejaban todo el material de la obra. Se tuvo el «detalle» de aislar con unos paneles la zona en la que Enrique Blanco, coordinador de la producción de Carrusel Deportivo, trabajaba poniéndose, a través del múltiplex, en contacto con las emisoras para organizar el programa y dar paso a cada campo, pero también se utilizaba para los preparativos de las conexiones de Hora 25 o enviar los comunicados de orden interior a las emisoras. Blanco era uno de los afectados, pero nada como la imagen que daba el estudio de la FM, lugar al que algunos días había que acceder por diferentes pasillos, haciendo auténticos alardes. Aunque la nueva situación era provisional, se alargaba demasiado en el tiempo y a ello se añadía el malestar que iba en aumento debido al poco dinero que ganábamos y la gran cantidad de publicidad que se emitía. Tras una reunión de todos los miembros del equipo se decidió trasladar las quejas a Revert, Martín Blanco y Arturo de la Vega a través de una carta.

    El boss (Revert) conocía perfectamente nuestra buena relación con las discográficas, excepto con Philips (Fonogram). Todos los días había que emitir cada media hora (a y cuarto y menos cuarto) un corte del llamado LP del día. Debido al éxito de Entre dos aguas, de Paco de Lucía, Philips había editado un LP de recopilación del artista bajo el mismo título de la rumba. Arturo de la Vega cambió los turnos para la primera quincena de marzo y el primer día del mes Entre dos aguas era LP del día. Olimpia, Pepe Fernández y Luqui lo emitieron en sus respectivos turnos y programas, pero los compañeros de la tarde Carlos Cabaleiro, Javier Palomero y Romualdo López, que eran quienes tenían turno ese día, no lo hicieron a sus horas, sino más bien aleatoriamente. Al día siguiente Revert me comunicó: «Tus amigos ya no están en la radio». Me habló de confianzas, de discos que no se habían puesto y de una carta «sediciosa». Me presentó a mis dos nuevos compañeros, Anabel Padilla y Juan Fernando García, pidiéndome que les enseñara junto con Olimpia el manejo del estudio. Poco después llegaría Antonio Bravo.

    Rafa Revert era un tipo de carácter campechano, colega con la gente de la profesión, aunque muy conservador y poco tolerante, pero sabía ganarse al personal. Sentía el rock y la música como he visto en poca gente, pero eso no lo trasladaba a su forma de gestionar equipos. Me unían con él su pasión por la música y el madridismo y debo reconocer que nunca me faltó a su palabra: todo lo que prometió lo cumplió. Tomás Martín Blanco era más político. No quería que nada le apartara de sus ambiciones profesionales, que en aquel momento (y siempre) eran agradar a Eugenio Fontán, el director general, lo que le llevaría con el tiempo a no ver el futuro de la empresa.

    Unas semanas antes se había reforzado la FM con Juan Navarro. Se había creado un nuevo equipo de Los 40 de forma forzada y las piezas tardarían en engranarse. Empezaba una nueva etapa. En marzo de 1975 se enterraba parte del pasado y Billy Swan, apadrinado por Kris Kristofferson y Rita Coolidge, venía a España de la mano de Fernando Salaverri para hacerse con el número 1 de Los 40 Principales el 22 de marzo. No volverían a repetirse las cenas con las discográficas o con artistas como la que se celebró con José Luis Perales en el Restaurante El Caserío, cerca de la plaza de Castilla, a la que asistimos, entre otros, Raúl Matas, Armando Tomás, Manolo Prieto, Miguel Ángel Álvarez y Santiago Sánchez por parte de Hispavox; y Anabel Padilla, Carlos Cabaleiro, Fernando Salaverri, Juan F. García, José Luis Arriaza, Juan Navarro, Olimpia Torres y Javier Palomero por la FM de Radio Madrid.

    Anabel Padilla procedía de Radio Jerez. Con motivo de un viaje a Madrid, Revert la fichó para la FM. Anabel abrió inmediatamente las puertas de su casa de Chamartín y casi todas las semanas organizaba cenas que, con el paso de los meses, se convirtieron en una cita obligada. Allí acudíamos casi todo el equipo de la FM, las chicas de El Gran Musical, Mariví, Maruchi, María Jesús y las hermanas del músico Alfredo Carrión, Begoña y Marian, esta última novia de Teddy Bautista, que fallecería al ser atropellada en un accidente de tráfico en la calle Atocha. Así se creó un grupo heterogéneo pero unido por la pasión hacia la música y la radio.

    Juan Navarro procedía de Alicante. Colaboraba en Los 40 Principales que dirigía Antonio Serrano. Con motivo de realizar sus estudios de Químicas en la Complutense, Revert le ofreció entrar en la FM. Revert le ofreció entrar en la FM tras pasar una prueba con Pepe Domingo. Juan también colaboraba en los estudios Audiofilm con Aute y Carlos Montero y tenía muy buena relación con el mundo de los colegios mayores de la Ciudad Universitaria.

    Juan Fernando García poseía una gran voz, muy grave y de buen timbre, era muy irónico y de trato fácil. Enseguida se ganó la confianza de todos, pero tampoco duró mucho tiempo entre nosotros, aunque conmigo desarrolló en aquellos meses una buena relación propiciada por Freddy, el representante de Las Grecas. Fue sorprendente que un hombre que siempre se interesó por la radio la dejara un año después sin volver a dar señales de vida.

    Antonio Bravo empezó a ir por la radio para ver los programas de José María Íñigo. Al cabo de un tiempo, el mismo José Luis Palacios y Julio Ruiz, que más tarde se iría a Popular FM, colaboraban con el periodista musical hasta que se tuvo que ir a Valladolid para hacer la mili. A su regreso, y a través de Marisol Tomás, consiguió una prueba con Arturo de la Vega y Rafael Revert. Bravo compartiría su trabajo de locutor de Radio Madrid FM con el de DJ en la Discoteca Cleofás, más tarde en Cerebro y posteriormente en Bocaccio.

    Con la nueva estructura, el programa de la noche de los domingos La música de… pasó a denominarse Su nombre es…, dejando de ser un sucedáneo o relleno en la programación que Revert permitía para comunicarme que, en su nuevo formato, tenía que estar registrado y debía pasar por censura. Había que comunicar al Ministerio de Información todas las semanas el nombre del grupo o intérprete sobre el que iba a tratar el programa, los títulos de las canciones a radiar y las presentaciones. Es decir, había que enviar un guion completo todas las semanas, antes del jueves, con varias copias. El control que ejercía el Ministerio en el área de medios de comunicación era muy férreo y duro. En caso de incumplimiento, podía llegar a prohibir el programa e incluso expedientar al realizador y a la emisora o cadena de radio.

    Había una lista de canciones que no se podían emitir y se hacía llegar semanalmente a la radio, pero Revert ya se encargaba de filtrar los temas de modo que no llegara ningún disco prohibido a la FM ni entrara en la lista o fuera candidato a entrar en ella. Algunas de las canciones que estuvieron prohibidas eran Un millón de sueños, de Cecilia; precisamente, también Cecilia, de Simon & Garfunkel; Je t’aime, moi non plus, de Serge Gainsbourg y Jane Birkin. En el álbum Quadrophenia, de The Who, se taparon las fotos de desnudos del interior de la carpeta y a American Pie, de Don McLean, se le incluía un pitido al final. Las había de Patxi Andión, Georges Brassens, Georges Moustaki, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, Lluís Llach, Raimon y Paco Ibáñez, aunque eso iba a cambiar en apenas unos meses. Era una lista muy larga, que, sobre los años 40 y 50, recogió el periodista José Manuel Rodríguez, Rodri, en Una historia de la censura musical en la radio española (Editorial Lenoir, 2008)².

    Era un periodo muy convulso, en el que el régimen estaba dando sus últimos coletazos de forma dura y cruel en todos los campos, mientras que en otros veíamos cómo la férrea disciplina se le iba de entre los dedos. Al cine llegaba una película que iba a desatar las iras del nacionalcatolicismo hispánico: Jesus Christ Superstar, de Robert Stigwood y Norman Jewison, la ópera-rock que Tim Rice y Andrew Lloyd Webber habían estrenado en Broadway en 1971. El film se estrenó en el cine Palafox de Madrid y en todas las ciudades de España se produjeron manifestaciones de hombres y mujeres rezando el rosario ante las puertas de los cines, ellas con velo y en muchos casos de rodillas. En otras ciudades se produjeron diferentes altercados, haciendo que la policía tuviera que proteger las salas donde se exhibía el film y a los ciudadanos que querían ver la película de Jewison.

    En primavera de 1975 finalizó el traslado del estudio 8 de Radio Madrid a la nueva zona que compartiríamos con los estudiantes de Periodismo del Gabinete de Estudios de la SER y Caja Madrid. El nuevo estudio de la FM era de dimensiones parecidas al anterior, pero con medios más adecuados a los nuevos tiempos: una consola Itame de doce canales que sustituía a la vieja Sparta de cuatro y preparada para emitir en estéreo, platos Technics de última generación, sintonizador digital, dos magnetófonos Revox, cartucheras también estéreo para la publicidad y micro Senheisser.

    Las Grecas

    Cuando escribí para el blog mis recuerdos de los meses vividos junto a Las Grecas, lo pasé mal pensando en lo cruel que la vida acabó siendo con dos ángeles a los que la vida sonrió al comienzo de su carrera para después maltratarlos. Por su sensibilidad, carácter y entrega a los demás, no se merecían el castigo que la vida les tenía reservado. En el tiempo que pasé con ellas, a su lado, compartiendo sus aspiraciones, sueños y confidencias, puedo decir que me encontré a dos personas de alma limpia y sincera, capaces de mirar de frente a cualquiera y sin engaño. Quizás por eso los buitres que las merodeaban acabaron devorando a esos dos seres maravillosos. Entendía a Carmela cuando decía, tras fallecer su hermana, que por fin Tina descansaba y seguro que estaba disfrutando de una felicidad que la vida se encargó de matar. Carmela… Solamente pensar en ella es volver a quererla. Con los años perdí el contacto. Seguí de cerca los malos tragos y pasos de Tina y a raíz de las siguientes líneas, gracias a las redes sociales, el texto publicado en el blog le llegó a Saray, la hija de Tina, a la que siendo un bebé había tenido en mis brazos. Se puso en contacto conmigo, reencontrándome de nuevo con su tía³.

    Habíamos coincidido en la presentación de Cecilia. Tenían en promoción un nuevo disco, Yo no quiero pensar, y estaban haciendo programas de televisión, entrevistas y reportajes de prensa y radio. Una de las tardes que Luis Garza y Nieves García vinieron para comentarnos las novedades de los productos de la compañía lo hicieron acompañados por un tipo bastante peculiar. Freddy era alto, de calva incipiente y larga melena. Vestía traje de chaqueta oscuro con camisa de color azul claro, el cuello levantado por encima de la americana y zapatos de alto tacón. Me invitó a tomar un café y me habló de su trabajo con las hermanas Muñoz Burrull.

    Las Grecas habían arrasado en 1973 con Te estoy amando locamente, un producto musical y artístico que Tomás Muñoz encargó a José Luis de Carlos y que este, Eddy Guerín, Pepe Nieto y Johnny Galvao moldearon y crearon, dando lugar al gipsy-rock. Su primer superventas llevaba los arreglos de Pepe Nieto y su éxito fue de tal dimensión que a los pocos meses se encerraron con las hermanas para trabajar en el primer LP, que llevaría el título del movimiento creado, Gipsy-rock. En 1975 Johnny Galvao se encargaba ya totalmente y en exclusiva del producto, cuyo resultado fue Mucho más, el LP que incluía Yo no quiero pensar, y ese era el motivo de la visita de Freddy a la radio.

    Unos días más tarde Freddy se pasó con las hermanas por el estudio. «Solo pasábamos a saludarte, porque hemos venido a grabar una entrevista con Prat». Carmela volvería en más ocasiones por la FM.

    Su forma de gesticular con las manos, su acento, su pasión por el flamenco, Manolo Caracol, Lola Flores, los Montoya, toda la saga de los Barrull, el ambiente en el que se movían… Eran un volcán expresándose. Empezamos a vernos casi a diario y en ocasiones me invitaban a sus galas. Una de ellas fue en Trujillo y allí conocí a Roberto Gómez, quien poco después se convertiría en compañero de la radio, varios años trabajando junto a José María García.

    Cuadrafónico Miguel Gallardo, un tipo de calidad

    Tras el éxito, la popularidad y las ventas, escondido tras su atractivo físico, latía el corazón de un enorme músico y mejor persona. Su primera grabación, Recordando a Glenn, tuvo una buena acogida y anunciaba un giro en la música popular española de la mano de un artista que se consagraría con su primer LP. Miguel Gallardo lograría que su compañía discográfica le rindiera el mejor homenaje editando Autorretrato bajo el sello EMI-Harvest (etiqueta exclusiva del sello) y en sonido cuadrafónico por primera vez en España. Me impactó desde los primeros acordes de Partirás, el tema que abría el disco.

    Era un hombre con el que cuando empezabas a hablar no encontrabas el momento de acabar. Todo le inquietaba y preocupaba; estaba pendiente de todos los movimientos culturales y eso lo supo trasladar a su música. Era una persona con una fuerte carga espiritual, que se fijaba en los más pequeños detalles para comprender al prójimo y hacer compartir su mundo. En su música te mezclaba arreglos orquestales con riffs contundentes

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