Admitámoslo: la mayoría de los que hoy saben quien es C. Tangana no tenían ni idea de su existencia hace apenas año y medio. Hasta entonces era un músico conocido en su ámbito, y su ámbito era amplio, internacional incluso, pero no había terminado de explotar como sólo puede llegar a explotar una figura de la música y todos los medios de comunicación se pelean por colocar su cara en sus portadas.
Con 31 años –el 16 de julio cumplirá 32– Antón lleva años instalado allí donde quería estar: ya en 2017 abría su álbum Ídolo, el primero que publicaba en la multinacional Sony Music, con una canción, Tiempo, en la que afirmaba con rotundidad “Soy el hombre del año, sé que to’s lo veis”, “No tengo tiempo para gramear (No, no)” o “Si digo que quiero algo es que lo vo’ a tener / Me concentro y acelero, esto es lo que sé hacer”. Sobrado de confianza en sí mismo, tal y como habían mostrado que se hace los raperos estadounidenses como Kanye West, Jay Z, 50 Cent, LL Cool J, Drake o Ice Cube, multimillonarios a los 30 años, con infinitos frentes de negocio abiertos. Pero una cosa es ser estadounidense y triunfar masivamente y otra muy distinta hacerlo desde un país periférico de la vieja Europa.
Pucho obtuvo tres Grammy Latinos este pasado mes de noviembre (los correspondientes a la mejor canción de pop-rock por Hong Kong, cantada junto a Andrés Calamaro; mejor canción alternativa, por Nominao, cantada junto a Jorge Drexler, y mejor ingeniería de grabación) por su álbum de 2021, El madrileño,