Imitación de Cristo y seguimiento de Jesús
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Aunque la forma de interpretar el mundo de dicha corriente es ineludiblemente dualista y reduccionista, Tomás de Kempis poseía una mente libre, que no se dejó influenciar por ninguna corriente mística en particular. Para él lo importante era la experiencia espiritual del encuentro con Cristo y el desapego de uno mismo, que tanto llamó la atención de psicólogos como Sigmung Freud y C.G. Yung, e incluso del filósofo Martin Heidegger.
Leonardo Boff
Leonardo Boff (Concórdia, 1938) es teólogo, filósofo, escritor y profesor brasileño. Es uno de los iniciadores de la Teología de la Liberación e impulsor de los movimientos populares. A partir de los años 80 comenzó a profundizar en el tema ecológico como una extensión de la Teología de la Liberación. Debido a este compromiso asistió y colaboró a la realización de la Carta de la Tierra. Ha escrito decenas de libros y artículos especializados. Su amplio trabajo pastoral y su lucha a favor de los derechos humanos y la defensa de la vida lo han hecho merecedor de varios premios internacionales. En SAN PABLO ha publicado «Liberar la Tierra. Una ecoteología para un mañana posible» (2019).
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Imitación de Cristo y seguimiento de Jesús - Leonardo Boff
Este texto de La imitación de Cristo es una nueva traducción realizada por Frei Tomás Bornmeier y Leonardo Boff a partir del manuscrito autógrafo de 1441, publicado por la TYPIS POLYGLOTTIS VATICANIS, ROMAE, en 1925.
Traducción del portugués: Óscar Madrigal
Diagramación: Carla Quevedo Yenque
© 2016 Ediciones Dabar, S.A. de C.V.Mirador, 42 Col. El Mirador 04950, México, D.F.Tel. (55) 5603 3630, 5673 8855 Fax: 56 03 36 74 e-mail: contacto@dabar.com.mx www.dabar.com.mx
ISBN: 978-607-612-237-2
Impreso y hecho en México
Queda prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de esta publicación, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
Índice
Explicación introductoria
Libro primero
Capítulo I La imitación de Cristo y el desapego de todaslas vanidades del mundo
Capítulo II La humilde consideración de uno mismo
Capítulo III Las enseñanzas de la Verdad
Capítulo IV La prudencia en las acciones
Capítulo V La lectura de las Sagradas Escrituras
Capítulo VI Las pasiones desordenadas
Capítulo VII Cómo resistir a la vana esperanza y a la presunción
Capítulo VIII Evitar la excesiva familiaridad
Capítulo IX La obediencia como expresión de libertad
Capítulo X Evitar la conversación irrelevante
Capítulo XI La paz y el esfuerzo por progresar
Capítulo XII Cómo sacar provecho de las adversidades
Capítulo XIII Cómo resistir a las tentaciones
Capítulo XIV Cómo evitar los juicios temerarios
Capítulo XV De las obras hechas por amor
Capítulo XVI Cómo convivir con los defectos de los demás
Capítulo XVII La vida religiosa
Capítulo XVIII El ejemplo de los antiguos maestros espirituales
Capítulo XIX Las virtudes del buen religioso y de la buena religiosa
Capítulo XX Del gusto por la soledad y el silencio
Capítulo XXI El arrepentimiento del corazón
Capítulo XXII Consideraciones sobre la miseria humana
Capítulo XXIII Meditación sobre la muerte
Capítulo XXIV Del juicio divino y el destino de los pecadores
Capítulo XXV La conversión permanente en nuestra vida
Libro segundo
Capítulo I ¿Qué es la vida interior?
Capítulo II La entrega total
Capítulo III De los seres humanos buenos y pacíficos
Capítulo IV Mente abierta e intención pura
Capítulo V Autocrítica
Capítulo VI La alegría que produce una buena conciencia
Capítulo VII Amar a Jesús sobre todas las cosas
Capítulo VIII La íntima familiaridad con Jesús
Capítulo IX Sobre la ausencia de consuelo
Capítulo X Agradecimiento por la gracia de Dios
Capítulo XI Del amor desinteresado a la cruz de Jesús
Capítulo XII Del camino real de la santa Cruz
Libro tercero
Capítulo I La comunicación íntima de Jesucristo con quien lo sigue fielmente
Capítulo II La verdad habla al interior sin el estrépitode las palabras
Capítulo III Escuchar con humildad las palabras de Dios,aunque a veces no encuentren eco en nuestro interior
Capítulo IV De la importancia de presentarse con verdady humildad ante Dios
Capítulo V Los efectos admirables del amor divino
Capítulo VI De las pruebas del amor verdadero
Capítulo VII De la importancia de ocultar la graciabajo el manto de la humildad
Capítulo VIII De la estimación de uno mismo ante los ojos de Dios
Capítulo IX Dios, la referencia definitiva de todo
Capítulo X De cuán grato es servir a Dios en medio del mundo
Capítulo XI De la importancia de examinar e integrarlos deseos del corazón
Capítulo XII El aprendizaje de la paciencia y la luchacontra las pasiones
Capítulo XIII De la obediencia y la humilde aceptación,a ejemplo de Jesucristo
Capítulo XIV De la conveniencia de someterse a los secretos designiosde Dios para evitar la vanidad por el éxito
Capítulo XV Cómo acoger e integrar nuestros deseos
Capítulo XVI El consuelo genuino solo se encuentra en Dios
Capítulo XVII Pon todo en manos de Dios
Capítulo XVIII Soportar serenamente, como Jesucristo,las miserias temporales
Capítulo XIX Tolerar las injurias es muestra de verdadera paciencia
Capítulo XX De la importancia de reconocer nuestra fragilidady las miserias de esta vida
Capítulo XXI Descansar en Dios vale másque todos los bienes y los dones
Capítulo XXII Memoria de los innumerables favores divinos
Capítulo XXIII Las cuatro cosas que dan la felicidad
Capítulo XXIV De la importancia de no escudriñar en las vidas ajenas
Capítulo XXV De la inalterable paz del corazón y el verdadero progreso
Capítulo XXVI De cómo la grandiosa libertad interior se logra más fácilorando con humildad que estudiando con denuedo
Capítulo XXVII El amor propio es lo que más nos aleja del sumo Bien
Capítulo XXVIII Contra las malas lenguas
Capítulo XXIX De la conveniencia de invocar a Diosy bendecirlo en los momentos de aflicción
Capítulo XXX De la importancia de pedir el auxilio divinoy confiar en la restauración de la gracia
Capítulo XXXI De la conveniencia de encontrar al Creadora través de las criaturas
Capítulo XXXII De cómo debemos renunciar a nosotros mismosy liberarnos por completo de la codicia
Capítulo XXXIII El corazón es inestable, pero la intención finaldebe estar dirigida a Dios
Capítulo XXXIV El que ama, saborea a Dios sobre todo y más allá de todo
Capítulo XXXV En esta vida no hay seguridad contra la tentación
Capítulo XXXVI Contra los vanos juicios de la gente
Capítulo XXXVII La libertad del corazón se gana a partir de la resignación pura e íntegra
Capítulo XXXVIII Del buen comportamiento exterior yel socorro divino en medio del peligro
Capítulo XXXIX No seas impaciente en tus afanes
Capítulo XL Nadie es bueno en sí mismo; por eso,no hay razón de envanecerse
Capítulo XLI Del desapego de los honores terrenales
Capítulo XLII De la importancia de no buscar la paz en los demás
Capítulo XLIII Cuidado con la ciencia pretenciosa y mundana
Capítulo XLIV De la importancia de no dejarse seducirpor las cosas exteriores
Capítulo XLV No hay que creer a todos ni descuidarse en las palabras
Capítulo XLVI Cuando te ofendan, mantén tu confianza en Dios
Capítulo XLVII De la conveniencia de soportar cosas gravespara lograr la vida eterna
Capítulo XLVIII Del día de la eternidad y de las angustias de esta vida
Capítulo XLIX Del anhelo de la vida eterna y de los bienes prometidosa quienes se esfuerzan
Capítulo L Pon tus angustias en manos de Dios
Capítulo LI Cuando no puedas hacer grandes cosas,concéntrate en las tareas humildes
Capítulo LII No te creas merecedor de consuelo, sino de castigo
Capítulo LIII Dios no concede su gracia a quienes se apegan a lo terrenal
Capítulo LIV Las dos lógicas: la de la naturaleza y la de la gracia
Capítulo LV La corrupción de la naturaleza y la eficacia de la gracia
Capítulo LVI De la importancia de renunciar a uno mismoy seguir a Cristo por la cruz
Capítulo LVII No te desanimes si cometes algunas faltas
Capítulo LVIII De nada sirve especular sobre los designios ocultos de Dios
Capítulo LIX
Toda la esperanza y la confianza deben ponerseexclusivamente en Dios
Libro cuarto
Capítulo I Con cuánta reverencia debemos recibir a Cristo
Capítulo II En este sacramento se evidencia la enorme bondady el gran amor de Dios
Capítulo III La conveniencia de comulgar con frecuencia
Capítulo IV Los maravillosos beneficios de la comunión devota
Capítulo V La dignidad del sacramento y del estado sacerdotal
Capítulo VI Preparación para la santa comunión
Capítulo VII Examen de conciencia y formulación de propósitos firmes
Capítulo VIII Del sacrificio de Cristo en la cruz y de su resignación
Capítulo IX Ofrécete totalmente a Dios y ora por los demás
Capítulo X No dejar de comulgar por un motivo insignificante
Capítulo XI El cuerpo de Cristo y la Sagrada Escritura sonsumamente necesarios para la vida espiritual
Capítulo XII La preparación esmerada para recibir la sagrada comunión
Capítulo XIII Aspira con todo el corazón a unirte con Cristoen el sacramento
Capítulo XIV El ardiente deseo de recibir el cuerpo de Cristo
Capítulo XV La gracia de la devoción es resultadodel humilde desapego de uno mismo
Capítulo XVI Dile a Dios cuáles son tus necesidades y suplica su gracia
Capítulo XVII El amor ardiente y el efusivo deseo de recibir a Cristo
Capítulo XVIII Que nadie pretenda escudriñar con curiosidad este sacramento, sino que se comporte como un humilde seguidor de Cristo y privilegie la fe sobre la razón
Libro quinto
Capítulo I Dios no es la soledad del Uno, sino la comunión de los Tres
Capítulo II La revelación es la total autoentrega de Dios
Capítulo III La familia divina asume a la familia humana
Capítulo IV El misterio del mundo
Capítulo V ¿Por qué se gestó la existencia en lugarde que prevaleciera la nada?
Capítulo VI El gran florecimiento de la evolucióny el surgimiento de la vida
Capítulo VII El universo celebra el surgimiento de la vida humana
Capítulo VIII El Dios Trinidad aparece en medio de nuestra historia
Capítulo IX El origen de Jesús, nuestro hermano y libertador
Capítulo X Padre nuestro y pan nuestro: el proyecto de Jesús
Capítulo XI El suspiro de los pueblos: venga tu Reino
Capítulo XII Perdona nuestras ofensas como también nosotrosperdonamos a los que nos ofenden
Capítulo XIII La ética de Jesús: el amor incondicionaly la compasión sin límites
Capítulo XIV El Reino y el anti-Reino: la ejecución del Mesías
Capítulo XV La resurrección como la realización del Reino de Diosen la persona de Jesús
Capítulo XVI El Cristo cósmico que colma y anima al universo
Capítulo XVII No vivimos para morir; morimos para resucitar
Capítulo XVIII Los dos brazos del Padre: Jesucristo y el Espíritu
Capítulo XIX Ama y cuida la Tierra, nuestra Madre
Capítulo XX Libera al pobre y al oprimido,que son nuestros Cristos crucificados
Capítulo XXI Quien tiene amor, lo tiene todo
Capítulo XXII La amistad: una forma desinteresada del amor
Capítulo XXIII La solidaridad empezando por los últimos
Capítulo XXIV El cuidado necesario para salvaguardar la vida
Capítulo XXV La cordialidad afectuosa
Capítulo XXVI La ternura que expresa y alimenta el amor
Capítulo XXVII La importancia de integrar lo masculino y lo femenino
Capítulo XXVIII Carga tu cruz para alcanzar la resurrección.Aprende a convivir con las luces y con las sombras
Capítulo XXIX Fuera de los pobres, no hay salvación
Capítulo XXX Aprende a festejar y celebrar la vida
Capítulo XXXI El objetivo: alcanzar la perpetua paz universal
Explicación introductoria
Nos hallamos ante uno de los libros más leídos y meditados del cristianismo occidental: La imitación de Cristo,de la autoría del venerable Tomás de Kempis (1380-1471).
Vida y obra del autor
Tomás de Kempis nació en Kempen, puerto de Krefeld, Alemania. Fue maestro de novicios de los Canónigos Regulares de San Agustín (Holanda) y falleció –con aura de santidad– en 1471, en el convento del Monte de Santa Inés (Agnietenberg, puerto de Zwolle, hoy Países Bajos), a los 91 años.
En su calidad de guía espiritual los jóvenes religiosos y de otras personas que lo buscaban, Tomás recopiló, a lo largo de 21 años, proverbios, máximas, textos de los Santos Padres, pasajes significativos de la Biblia y de otros escritos espirituales de la época. Finalmente, compendió y ordenó, con enorme coherencia interna, la totalidad de ese vasto material en cuatro libros (o partes) cuya redacción definitiva vería la luz en 1441.
La fama de esta obra se difundió a otros conventos, en donde era copiada y utilizada en la formación de las comunidades religiosas, numerosas en aquella época. Existen más de dos mil ediciones de La imitación de Cristo. Tan solo en el Museo Británico se resguarda un millar de ellas.
La Biblioteca Real de Bruselas atesora un manuscrito de 1471. Se trata del único original firmado en estos términos: Finalizado y completado en el año del Señor de 1471, por la mano del hermano Tomás de Kempis, en el monte de Santa Inés, puerto de Zwolle
(finitus et completus anno Domini m.cccc.xli per manus fratris Thome Kempis in monte Sante Agnetis prope Zwollis).
Contamos con muchas ediciones críticas de esta obra; en nuestro caso, decidimos tomar como guía la oficial, publicada por la editorial Typis Polyglottis Vaticanis, intitulada: Thomas à Kempis de Imitatione liber Quattuor ad codicem autographum exacta (Roma, Typis Polyglottis Vaticanis, 1925).
Las cuatro partes que conforman el libro se basan en la corriente espiritual predominante en las postrimerías de la Edad Media y comienzos de la Moderna –para ser más precisos, hacia finales del siglo xiv–, y que prosperó en los Países Bajos. Se trata de la Devotio moderna (Devoción moderna), práctica que no se limitaba a los religiosos y religiosas de los claustros, sino que también se difundió extensamente entre los laicos y las personas letradas de la época, por ejemplo, el gran jurista Hugo Grotius. La imitación de Cristo se inscribe dentro de este movimiento (consulte el minucioso estudio que hace al respecto Henrique Cristiano José Matos, en su libro Imitação de Cristo: caminho de crescimento espiritual, Belo Horizonte, 2014).
La Devotio moderna se caracteriza, fundamentalmente, por la búsqueda seria de la vida interior, centrada en el encuentro y en el diálogo con Cristo, con especial énfasis en su crucifixión, pasión y muerte. Esta espiritualidad separaba de forma tajante a Dios y el mundo, el espíritu y la materia, el tiempo y la eternidad, el interior y el exterior, la vida secular y la vida religiosa, con un marcado menosprecio del mundo, de sus atractivos y de sus placeres. Tales realidades, consideradas sospechosas, influirían en la piedad cristiana posterior. Es importante reconocer que Dios no quiso que lo amáramos únicamente a él, sino también a todas las criaturas, en particular a todos los seres humanos y, de manera especial, a los más miserables y olvidados entre ellos. No obstante, este tema ocupa un lugar muy escaso en el texto.
En esta forma de interpretar el mundo, resalta evidente e ineludiblemente el reduccionismo con que se entiende el mensaje de Jesús, algo que debe ser superado si queremos que los frutos de esta obra singular puedan alimentar de manera más adecuada la vida espiritual, vivida de modo personal y también en el ámbito secular, en donde habitan y trabajan las personas en sus diferentes estados. Tal es el propósito de nuestra adición, un quinto libro, centrado en el seguimiento del Jesús histórico, pero siempre dentro del espíritu del autor original.
Tomás de Kempis poseía una mente libre. Aun circunscrito en el espíritu de la Devotio moderna, no se dejó influenciar por escuela teológica alguna, ni por una tendencia mística en particular. Por el contrario, en su obra se hace evidente cierta distancia –así como un velado recelo– respecto de todo saber teológico o teórico y de cualquier revelación particular. Para él, lo importante es la experiencia espiritual del encuentro con Cristo, con su cruz, con su obediencia al Padre, con su humildad, con su misericordia, con el amor incondicional y con su pasión y crucifixión, a las que hizo frente con valentía.
En La imitación de Cristo, adquiere especial relevancia el tema del desapego de uno mismo y de todo aquello que le es caro al ego; tanto, que llamó la atención de psicólogos como Sigmund Freud y Carl Gustav Jung, e incluso del filósofo Martin Heidegger. En este punto se ubica la condición indispensable para alcanzar la libertad perfecta.
A pesar de este tipo de interpretación dualista de la realidad, La imitación de Cristo ha sido siempre un manjar espiritual de excelencia, precisamente porque no hace hincapié en el análisis de la vida y obra de Jesucristo, sino en la imitación de las mismas a partir de una experiencia íntima y personal. Todo está tan concentrado en la figura de Jesucristo en esta obra, que rara vez se hace referencia a temas como la Santísima Trinidad, la Iglesia o los sacramentos. Únicamente el cuarto libro está dedicado por completo a la Eucaristía, y a cómo comulgar de forma digna y devota.
De acuerdo con las Escrituras y con la fe cristiana oficialmente reconocida a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), la teología actual ya no separa, sino que articula, estas realidades que Tomás de Kempis contrasta de modo tan radical. Hoy las entendemos como momentos diferentes del misterio de la creación y del único gran proyecto de Dios: su Reino de amor, solidaridad, fraternidad, compasión, perdón e ilimitada apertura al misterio divino. Ese Reino se concreta tanto en el espacio religioso como en el ámbito secular; se halla en permanente confrontación con el anti-Reino, que representa la negación de los valores del Reino.
En el espacio religioso, el Reino alcanza su realización en la forma de la fe explícita, de las celebraciones, de la vida sacramental, de la búsqueda de las virtudes eminentes, y de la santidad. Por lo que corresponde al ámbito secular, asume la forma de la ética, de la vivencia del amor, de la búsqueda de la justicia, de la compasión, del perdón, del amor y del servicio a los pobres y oprimidos. Estas son las dos vertientes a través de las cuales el Reino de Dios llega hasta nosotros y se hace realidad en la historia. No hay Dios sin mundo, ni mundo sin Dios, como no hay cielo sin tierra.
¿Por qué hemos decidido hablar del seguimiento de Jesús al lado de la imitación de Cristo? Porque ambos temas, elaborados en épocas distintas, se complementan y enriquecen mutuamente.
Al principio, esta obra no se llamaba La imitación de Cristo. En aquel tiempo se acostumbraba que los libros llevaran por título las primeras palabras mencionadas en ellos. Por consiguiente, al publicarse, esta obra se conoció como Quis sequitur me (quien va detrás de mí, quien me sigue), porque tal es su primera frase. Así pues, desde aquí resulta evidente la idea del seguimiento de Cristo. Solo tras la muerte del autor se impuso el título actual de La imitación de Cristo.
El Cristo de La imitación de Cristo es aquel que habla al interior del ser humano, señalando los rincones oscuros, enalteciendo las partes luminosas, predicando el completo desapego de uno mismo, la humildad extrema –virtud particularmente enfatizada a lo largo de todo el texto– y la confianza irrestricta en Jesús y en el poder de la gracia divina. Es un Cristo que aconseja, advierte, critica y estimula la búsqueda permanente del camino que conduce a la dicha eterna, pasando por la cruz y el sufrimiento.
El Jesús del seguimiento es aquel que habla a las multitudes, a los pobres, a los pecadores; el que presenta un proyecto de total transformación, interior y exterior, de la realidad completa, para dar paso al Reino de Dios, comenzando por los pobres. Se trata del Jesús liberador, que abre nuevas perspectivas sobre la realidad que conocemos hoy, y nos invita a asumir el compromiso a favor de los últimos e invisibles por lo que se refiere a su dignidad y sus derechos.
Los puntos de inflexión son distintos, pero se trata siempre del mismo Jesucristo, del único, muerto y resucitado que nos acompaña en nuestra caminata espiritual, en el viaje rumbo a nuestros propios corazones y en el recorrido que hacemos por el mundo en dirección al Reino de Dios, el cual ya está en realización, pero cuya plenitud únicamente se concretará en la eternidad.
La singularidad de la imitación del Cristo de la fe
Profundicemos un poco en las características de cada uno de los caminos espirituales. El camino de la imitación de Cristo pone de relieve al Cristo de la fe y sus virtudes divinas: su entrega total al Padre, su humildad, su capacidad de soportar sufrimientos y vejaciones, su paciencia infinita y su amor incondicional hacia todos, pero en particular hacia aquellos que, despreciando las cosas del mundo, se entregan a él confiadamente.
Vivir estas virtudes a nivel personal, ha dado origen a una grandiosa espiritualidad, retratada en La imitación de Cristo. Cristo apela a la subjetividad y al corazón, con la intención de que la persona religiosa descubra todos los meandros de la maldad humana, pero también toda la amplitud de la gracia divina y de la actuación de Jesús, que confieren al fiel la posibilidad de conquistar un nivel más elevado en la vida espiritual.
La tesis central se concentra prácticamente por completo en Cristo, fuente de toda gracia y de todo crecimiento espiritual. Influenciada por la espiritualidad de la época, la Devotio moderna preconiza una sumisión absoluta del fiel hacia Dios, haciendo hincapié en una radical insuficiencia humana en el camino espiritual y proponiendo restar, de forma explícita, importancia al mundo, a sus proyectos, a sus placeres y a sus posibilidades. Este concepto dio lugar a una acendrada dualidad: todo bien y toda salvación provienen de Dios y de Cristo, y todas las deficiencias y las maldades tienen su origen en el ser humano y en el mundo.
Esta interpretación de la realidad ocasionó una profunda dicotomía, misma que generó en los fieles una gran desconfianza respecto de los esfuerzos humanos, y un total desprecio hacia las cosas de este mundo. El amor exclusivo a Dios y a Jesús es el objeto único en donde el fiel enfoca su atención y sus anhelos de crecimiento espiritual.
Nuestra contribución consistió, a la luz de la doctrina oficial de la Iglesia (cuya más brillante expresión se consolidó en los textos del Concilio Vaticano II), en tratar de superar esa dualidad mediante el rescate del amor primordial a Dios y a Jesucristo, sin por ello descuidar el amor a la creación y a las posibilidades inherentes a la naturaleza humana, creada amorosamente por Dios.
No obstante las limitaciones señaladas, Tomás de Kempis comprendió, mejor que cualquier psicoanalista, los laberintos más oscuros del alma humana, las tentaciones derivadas del deseo y las angustias que producen; al mismo tiempo, señaló los caminos para hacerles frente, siempre con confianza exclusiva en la gracia de Dios, en la misericordia de Jesús, en el desapego absoluto de uno mismo, y en aprender a restar importancia a las cosas de este mundo.
Ahora bien, en el sexto capítulo del libro tercero, el autor hace un elogio del amor divino con tal profundidad, elegancia y entusiasmo, que nos remite a lo que sobre el mismo tema escribió san Pablo en la Carta a los corintios (cf. 1Co 13,1-13).
Tomás de Kempis siempre procura consolar al fiel imitador con el ejemplo de Cristo, principalmente haciendo referencia a su crucifixión y a su sufrimiento, y mostrándole la extraordinaria alegría que produce la intimidad con él, así como la enormidad de la perenne recompensa que le espera en la eternidad.
La singularidad del seguimiento del Jesús histórico
El camino del seguimiento de Jesús hace énfasis en el Jesús histórico, en su devenir y en su específico modo de ser cuando peregrinó entre nosotros. El Jesús histórico materializa al Cristo de la fe, originando así un mutuo enriquecimiento. En el Jesús histórico, lo que se valora son sus comportamientos respecto de las distintas situaciones concretas que enfrentó en la vida: su crítica a la ostentación religiosa y a la falsedad de la piedad oficial; su compasión entrañable hacia quienes sufren en este mundo; su opción por los pobres y los últimos en la escala social –primeros herederos de su Reino–; su libertad ante las tradiciones; especialmente, su conducta afectuosa hacia las mujeres, las amigas Marta y María, y la samaritana; la audacia de que hizo gala al frecuentar personas consideradas mala compañía, para demostrar que también ellas tienen a su alcance la gracia divina; su censura al poder y a cualquier tipo de ambición y jerarquización en las relaciones humanas; su valor al enfrentar las amenazas de muerte, las torturas y la ejecución en una cruz. Sobre todo, el hecho de que enardeció a las multitudes a partir de un mensaje liberador de todas las opresiones interiores y exteriores: el Reino de Dios. Jesús anunció la proximidad de ese Reino, y la conversión como forma de llevarlo a la realidad de nuestro mundo en cualquier momento.
En particular, la propuesta del seguimiento de Jesús subraya el hecho de que él participó de la condición humana concreta, la que todos vivimos cotidianamente. La Carta a los hebreos dice con toda claridad que fue probado en todo igual que nosotros
(4,15), que también llevaba el peso de su propia debilidad
, y que aprendió en su pasión lo que es obedecer
(5,8).
San Pablo va todavía más lejos al aconsejarnos:
Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús: él, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz (cf. Fil 2,5-8), castigo abyecto en aquella época. Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos
(Heb 2,11), y en el juicio final aclamará a los miserables y afligidos con el nombre de mis hermanos
(Mt 25,40).
Como consecuencia de su práctica libertadora y gracias a su doctrina innovadora, fue perseguido, encarcelado, torturado y ejecutado en la cruz. Su dolorosa muerte fue resultado de su vida, de su forma de comportarse y de su fidelidad al Padre, incluso cuando el precio terminara siendo su sacrificio en la cruz.
Su objetivo no fue crear una nueva religión y legiones de piadosos fieles. Lo que quería era crear un hombre y una mujer nuevos. Vino para enseñarnos a vivir como hermanos y hermanas, y para hacernos sentir como hijos e hijas queridos por Dios Padre. Tal es el camino de Jesús al que se hace referencia en el libro de los Hechos de los Apóstoles (9,2; 19,9; 23; 24,14;22), llamado también tradición de Jesús antes del surgimiento de los evangelios, que fueron escritos entre 30 y 40 años después de su ejecución en la cruz.
Jesús nos legó una forma de ser y un gran sueño, el Reino de Dios, hecho de amor, misericordia, perdón, fraternidad, tomando como punto de partida a los más humildes, a quienes les confiere la dignidad de saberse y sentirse hijos e hijas de Dios. El seguimiento de Jesús busca alcanzar, mediante la práctica y el compromiso, todos los beneficios del Reino que él predicó y encarnó.
El anhelo de conocer su práctica histórica tiene por propósito servirnos de inspiración para seguir sus pasos, tomando en cuenta las condiciones propias de nuestro tiempo, pero siempre en el mismo espíritu y con su misma actitud. En palabras de Jesús: El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga
(Mc 8,34), pues donde yo esté, allí estará también mi servidor
(Jn 12,26).
Seguir a Jesús implica asumir su causa, participar de sus riesgos