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Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile
Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile
Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile
Libro electrónico1300 páginas18 horas

Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile

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El texto del Desengaño ha sido usado profusamente por historiadores y antropólogos debido a las importantes noticias que da de la guerra, al crudo diagnóstico que hace de esta y, sobre todo, a la excelente descripción que hace del pueblo mapuche. El texto que presentamos es una transcripción del manuscrito original que se conserva en la Biblioteca Nacional de España. El trabajo de fijación y edición se ha realizado conforme a rigurosos criterios filológicos. Asimismo, se ha anotado detalladamente el texto, a fin de dar explicación de todo aquello que pueda resultar lejano o incomprensible para el lector actual.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 jun 2022
ISBN9789561126640
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    Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile - Alonso González de Nájera

    983.03

     G643dGonzález de Najera, Alonso, M. ca. 1614.

    Desengaño y reparo de la Guerra del Reino de Chile /

    Alonso González de Nájera; estudio, edición y

    notas filológicas e históricas de Miguel Donoso Rodríguez;

    estudio preliminar y notas históricas de Rafael Gaune Corradi.

    –1a. ed.– Santiago de Chile: Universitaria, 2017.

    712 p.: il.; 15,5 x 23 cm. – (Letras del Reino de Chile)

    Incluye notas a pie de página.

    Incluye apéndices.

    Incluye diccionario de indigenismos.

    Incluye bibliografía.

    Incluye glosario de personajes históricos.

    ISBN edición impresa: 978-956-11-2535-3

    ISBN edición digital: 978-956-11-2664-0

    1. Indios de Chile. 2. Guerra de Arauco, 1541-1881. 3. Chile – Historia

    – Colonia, 1561-1810. I. t. II. Donoso Rodríguez, Miguel, ed.

    III. Gaune Corradi, Rafael, ed.

    © 2017, MIGUEL DONOSO RODRÍGUEZ

    Inscripción Nº 274.001, Santiago de Chile

    Derechos de edición reservados para todos los países por

    ©EDITORIAL UNIVERSITARIA, S.A.

    Avda. Bernardo O’Higgins 1050 - Santiago

    Ninguna parte de este libro, puede ser reproducida, transmitida o almacenada,

    sea por procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos,

    incluidas las fotocopias, sin permiso escrito del editor.

    Texto compuesto en tipografía Bell MT 11/14

    PRIMERA EDICIÓN

    en febrero de 2017.

    DIAGRAMACIÓN

    Yenny Isla Rodríguez

    DISEÑO DE PORTADA

    Norma Díaz San Martín

    AGRADECIMIENTOS

    Biblioteca Nacional de España

    Archivo Diocesano de Cuenca.

    www.universitaria.cl

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    C

    OLECCIÓN

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    ETRAS DEL

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    EINO DE

    C

    HILE

    E

    DITOR

    G

    ENERAL

    Miguel Donoso (Universidad de los Andes, Chile)

    S

    ECRETARIO

    Joaquín Zuleta (Universidad de los Andes, Chile)

    C

    ONSEJO

    A

    SESOR

    Rolena Adorno (Yale University, EE.UU.)

    Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, España)

    Álvaro Baraibar (Universidad de Navarra, España)

    Sarissa Carneiro (Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile)

    Juan Ricardo Couyoumdjian (Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile).

    Andrés Eichmann (Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia).

    Rafael Gaune Corradi (Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile)

    Cedomil Goic (Chile)

    Raissa Kordi (Universidad de Chile, Chile)

    Blanca López de Mariscal (Instituto Tecnológico de Monterrey, México)

    Stefanie Massmann (Universidad Andrés Bello, Chile)

    Julio Retamal Ávila (Chile)

    José Antonio Rodríguez Garrido (Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú)

    Silvia Tieffemberg (Universidad de Buenos Aires, Argentina)

    Jaime Valenzuela (Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile)

    ÍNDICE GENERAL

    Prólogo

    Estudio biográfico de Alonso González de Nájera

    Estudio preliminar: Alonso González de Nájera, un autor omnívoro

    En donde desciframos el Desengaño y reparo desde la distancia y la cercanía

    En donde presentamos a un arbitrista omnívoro

    En donde Nájera insiste en una anomalía imperial

    Estudio textual

    Historia de un manuscrito y su publicación

    Transmisión textual

    Manuscrito y ediciones del Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile

    Criterios de edición

    Bibliografía y Abreviaturas

    Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile, donde se manifiestan las principales ventajas que en ella tienen los indios a nuestros españoles y los engaños que de nuestra parte han sido causa de la dilación de su conquista

    Apéndices

    Glosario de personajes históricos

    Diccionario de indigenismos

    Índice de voces anotadas

    PRÓLOGO

    Este libro corresponde al volumen dos de la colección Letras del Reino de Chile, y es el fruto de casi cuatro años de trabajo, periodo durante el cual conté con el apoyo del proyecto

    FONDECYT-CONICYT

    Regular 2013, N°1130944, que llevó por título "Estudio, edición y notas de la crónica Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile(1614), de Alonso González de Nájera", ejecutado entre marzo de 2013 y marzo de 2016. En este proyecto fue coinvestigador el historiador Rafael Gaune Corradi, quien estuvo a cargo del Estudio preliminar y de parte importante de las notas históricas presentes en el texto.

    En una primera etapa del trabajo, este se centró en la transcripción del texto del Desengaño y reparo, para lo cual me desplacé a la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, donde se conserva el original manuscrito de González de Nájera. Posteriormente me aboqué a la fijación y modernización del texto transcrito, para lo cual tuve a la vista la edición príncipe de 1866. En una segunda etapa el trabajo se centró en la anotación del texto, labor que resultó extremadamente ardua porque nuestro autor no solo escribió una crónica de sucesos político-militares, sino que también un tratado militar y un memorial o arbitrio que propone soluciones para resolver el problema de la guerra en Chile; y no solo tiene pretensiones de tratado natural, sino que también es un catálogo de usos, ritos y costumbres de los indígenas. Todo esto significó adentrarse en un verdadero océano de bibliografía, fuentes y autores coetáneos.

    Al terminar el proyecto

    fONDEcyT

    , a fines de marzo de 2016, el desafío era preparar todo el amplio trabajo acumulado para su publicación: en primer lugar el Estudio textual, los Criterios de edición del texto y el Listado de ediciones del mismo; asimismo, me vi obligado a recortar y acortar drásticamente la cantidad de notas al pie en el texto, elaboradas a lo largo de tres años de trabajo sobre los más variados temas; la labor fue compleja dado que hubo que incorporar, además, todas las notas históricas elaboradas por Rafael (las cuales también tuvieron que ser reducidas), con su respectiva bibliografía, y concordarlas con las mías. A continuación el trabajo se centró en la elaboración de varias secciones adicionales, útiles para la consulta del lector y del estudioso: un Glosario de personajes históricos; un Diccionario de Indigenismos; un Apéndice con varios documentos de interés relacionados con el autor y, sobre todo, un Estudio biográfico del autor, para el cual realicé dos viajes a España, especialmente a la ciudad de Cuenca, donde descubrí la partida de bautismo de Nájera. Asimismo, concluí el trabajo con un completo Índice de voces anotadas.

    *****

    Son muchas las personas que de una u otra manera han colaborado activamente en este proyecto, muchas de ellas desinteresadamente, a todas las cuales debo un especial agradecimiento. Sin ellas, este libro no hubiera sido posible.

    En primer lugar, quiero agradecer a mi amigo y colega Braulio Fernández Biggs, director del Instituto de Literatura de la Universidad de los Andes, por haberme apoyado incondicionalmente en un proyecto que en algunas etapas absorbió más de lo aconsejable mis energías. A la Dirección de Investigación de la Universidad, gracias a cuyos Fondos de Ayuda a la Investigación (

    fAI

    ) pude concretar el segundo viaje a España.

    En segundo lugar a mi coinvestigador, el historiador Rafael Gaune Corradi, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con quien compartimos tantas conversaciones, viajes y extenuantes jornadas dedicadas a incorporar al texto sus notas históricas, redactadas pacientemente a lo largo de estos años, pero, sobre todo, y lo que es más importante, la pasión por el impresionante texto de González de Nájera. El trabajo de Rafael en las notas, así como el Estudio preliminar redactado para esta edición, han resultado un extraordinario aporte para darle a esta edición filológica una mirada más histórica. Rafael y yo queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento a los historiadores Macarena Cordero, de la Universidad Adolfo Ibáñez, y Claudio Rolle y Olaya Sanfuentes, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quienes leyeron el Estudio preliminar y le hicieron algunas valiosas sugerencias. Y a Claudio en particular por toda la bibliografía que recomendó.

    En tercer lugar a Cristián Lagos, interesante mezcla de antropólogo y lingüista y también compañero de largas horas de trabajo para individualizar y anotar los numerosos y variados indigenismos, sobre todo mapuches, presentes en el texto.

    A la alumna Soledad Campaña, que me prestó una valiosa ayuda en la paginación final del Índice de voves anotadas.

    Por último, a dos personas que colaboraron en el desentrañamiento de la dimensión natural del texto: Brian Dyer, ictiólogo de la Universidad de Viña del Mar y profesor de la Universidad de los Andes, quien me auxilió en la identificación de las especies marinas y acuáticas descritas en el texto, y a la historiadora y botánica María Teresa Eyzaguirre Philippi, con quien trabajamos codo a codo en la identificación de las especies vegetales descritas en el mismo.

    Por otra parte, quiero agradecer la colaboración desinteresada, en diferentes etapas de la anotación, de las siguientes personas que me ayudaron en la redacción de algunas notas: Milenko Aguilera, biólogo del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción; Juan José Donoso Rodríguez, por su ayuda en la identificación de algunas aves descritas en el texto; Sergio González Arrieta, profesor de Latín de la Universidad de los Andes, por su disponibilidad permanente para ayudarme a dilucidar problemas con el origen latino de algunos vocablos; Maite Arregui, profesora de Gramática de la Universidad de los Andes, por su auxilio siempre sabio en materias gramaticales; los médicos Benjamín Donoso y Juan Carlos López, por su ayuda ante mis insistentes consultas sobre temas médicos mencionados en el texto; los historiadores españoles David García Hernán y Miguel Gómez Vozmediano, de la Universidad Carlos III de Madrid, por su generosa ayuda en consultas sobre temas militares, en el caso del primero, y por la ayuda en la identificación de algunos rasgos del manuscrito y por sus gestiones personales para contactarme con el Archivo Diocesano de Cuenca, el segundo; Eugenio Serrano, historiador que me prestó un importante apoyo logístico en mi primera visita al Archivo Diocesano de Cuenca; Alipio Pacheco, profesor de la Universidad de Chile, por su auxilio con los indigenismos de origen quechua; Juan Ricardo Couyoudmjian, por sus generosos aportes bibliográficos para la anotación del texto; Julio Retamal Ávila, pozo inagotable de sabiduría en temas coloniales de esta época, quien generosamente me facilitó algunos documentos inéditos relacionados con Alonso González de Nájera; Patricio Undurraga, alumno del magíster en Historia de la Universidad de los Andes, por su entusiasmo en el rastreo de temas como el del arbitrismo; Augusto Salinas, por su permanente apoyo a mi trabajo con este autor; y Joaquín Zuleta, secretario de la colección Letras del reino de Chile, por los oportunos consejos que me dio para simplificar el aparato de notas de esta edición.

    Debo también un agradecimiento especial al personal de la Biblioteca de la Universidad de los Andes, que en todo momento hizo sus mejores esfuerzos para facilitarme la amplia bibliografía requerida. En especial quiero agradecer a su directora académica, Patricia Abumohor, y a los dos sucesivos jefes de servicio al público de los últimos tres años, María Teresa Badilla y Jorge Quilaleo. Por último, a la referencista Paz Martínez, que siempre estuvo dispuesta a dejar todo de lado para ayudarme a encontrar un libro o un artículo esquivo.

    Quiero expresar también mi agradecimiento a Amelia Silva, quien fuera directora de la Biblioteca de Humanidades del campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien amablemente me facilitó el préstamo de un ejemplar de la edición príncipe del Desengaño, fechada en 1866, para el trabajo de cotejo.

    Agradezco, asimismo, a la Editorial Universitaria, quien en la persona de su gerente general, Arturo Matte, ha puesto toda su confianza en un nuevo trabajo de este investigador. Al editor de Universitaria, Víctor Letelier, y al resto del personal de la editorial, quienes trabajaron magníficamente en el diseño y maquetación del texto.

    En fin, y no por eso menos importante, agradezco a mi mujer, María José y a mis hijos, quienes padecieron mis largas ausencias para dedicarme a la transcripción del manuscrito y a llevar a cabo las distintas averiguaciones sobre el autor, que finalmente llegaron a buen puerto.

    Valle de Colchagua, 20 de septiembre de 2016.

    ESTUDIO BIOGRÁFICO DE

    ALONSO GONZÁLEZ DE NÁJERA

    Porque no dudo que nos pudiéramos despedir de la pretensión de la conquista de aquel reino si en las armas nos fueran iguales aquellos indios

    (Desengaño y reparo, p. 490).

    Alonso González de Nájera ha pasado a la historia de Chile como el reputado militar que escribió un notable texto temprano de nuestras letras coloniales: el Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile. Fechada en 1614, esta obra heterogénea, pero que tiene trazas de arbitrio o memorial, manifiesta una descarnada visión de la guerra de Arauco y propone algunas soluciones concretas para enmendar el rumbo de las armas españolas en el hostil territorio indígena situado al sur del río Biobío. En este Estudio intentaré develar algunos rasgos de la historia vital de su poco conocido autor.

    Ya comenté en otro lugar¹ que los datos que han circulado sobre él son bien escasos, por no decir inexistentes. Para comenzar, nada se conocía hasta hace poco de su fecha y lugar de nacimiento, ni tampoco de su muerte. El reciente Diccionario Biográfico Español, publicado por la Real Academia de la Historia española en 2013, indica en la entrada dedicada a este personaje que nació en España en el «siglo

    XVI

    » y que murió en «Puerto Hércules, Toscana (Italia), c. 1614». Así las cosas, nada nuevo aporta sobre nuestro autor, porque dicha información se limita a reproducir a la letra lo consignado por el Diccionario de personajes conquenses de Priego Sánchez-Morate y Silva Herranz². En cuanto a su fecha y lugar de nacimiento, el único dato que consigna este último diccionario es que «algunos repertorios biográficos lo dan como natural de Cuenca, aunque apenas existen datos de su vida anterior a 1600. No sabemos, por tanto, cuándo nació»³.

    Desentrañar el misterio de la patria y fecha de nacimiento de Nájera ha sido uno de los principales desafíos abordados en este Estudio, y solo se ha podido lograr prestando una especial atención a los pocos antecedentes conocidos sobre su persona. Una primera luz de esperanza surgió al revisar el testimonio de un compañero de armas de nuestro militar, Alonso Vázquez (1557-h. 1625), soldado que alcanzara el rango de sargento mayor de la milicia de Jaén. Vázquez escribió una extensa relación sobre las guerras de Flandes, fechada en el año 1614 (mismo año del Desengaño); en el capítulo 16 y último de su obra figura un apartado que lleva por título Castellanos, gobernadores y otros soldados particulares, en el cual aparece un breve párrafo dedicado exclusivamente a nuestro autor:

    El maestro de campo Nájara, natural de la ciudad de Cuenca, hoy castellano de Puerto Hércules, en Italia, fue soldado bizarro y animoso en las guerras de Flandes, y Alejandro [Farnesio] le honró y aventajó por sus muchas partes y servicios; fue proveído por sargento mayor de la milicia de Ciudad Real y su partido⁴.

    Con este único antecedente de su presunto origen conquense en la mano, dirigí mis primeras averiguaciones al Archivo Diocesano de Cuenca, donde tuve oportunidad de consultar una serie de libros parroquiales del siglo

    XVI

    allí conservados⁵. Fue en los libros de la parroquia de Santa Cruz de Cuenca, correspondientes al siglo

    XVI

    , donde encontré numerosas partidas de bautismo relacionadas con la familia Nájara o Nájera. Una de ellas es particularmente importante para este trabajo:

    Libro de bautismos de la Parroquial de Santa Cruz de Cuenca, desde el año de 1551 hasta el de 1591, fol. 21r. Archivo Diocesano de Cuenca, signatura P.227

    Transcripción de la partida:

    Domingo, que se contaron quince días del mes de noviembre deste presente año 1556 años, batizó el señor Gil Portero un hijo de Juan de Nájara y de Inés de Brihuega. Hobo por nombre Alonso. Fueron sus compadres Antonio de Negro, de pila, y Esteban Imperial, Agustín de la Torre; y sus comadres la de Luis Ruiz y la de To[r]ralta y la de Juan de Brihuega.

    El licenciado Portero

    Asimismo, en el Libro de Índices de la referida parroquia, en el registro de bautismos correspondientes al año 1556, fol. 2v, aparece confirmado el referido bautismo como de «Alonso de Nájara y Brihuega».

    Todo indica que el matrimonio Nájara Brihuega hacía bautizar a sus hijos en la referida parroquia⁷, porque en el mismo libro figuran cristianados otros dos hijos de la pareja: Marco González de Nájara, nacido el 5 de mayo de 1551, y Francisco de Nájara, nacido el 8 de octubre de 1554⁸. No figuran en el libro otros hijos habidos con posterioridad a la fecha de bautismo de Alonso; sin embargo, es más que probable que los hubiera anteriores a 1551, aunque es un dato que no podemos corroborar porque el libro parroquial precedente, que comprende el periodo 1517-1551, y donde figurarían dichas eventuales partidas, está perdido. Así las cosas, debemos asumir, por ahora, que Alonso fue el menor de tres hermanos (que probablemente debieron ser más).

    Portada de la parroquia de Santa Cruz de Cuenca, hoy convertida en museo. Fotografía de Miguel Donoso.

    Los padres de Alonso fueron, pues, Alonso de Nájara (o González de Nájara, forma recogida en la partida de bautismo de su hermano Marco) e Inés de Brihuega (o Brigüega, forma recogida en la partida de nacimiento de su hermano Francisco). Es sabido que los apellidos podían variar mucho en la época; no era rara por esos años la diferencia de apellidos en una misma familia: unos por gusto o por gratitud, otros por necesidades de mayorazgos, capellanías, patronazgos, etc., tomaban determinado apellido que continuaba generalmente la consanguinidad con el fundador del vínculo. El apellido Nájera⁹ o González de Nájera era bien conocido en la ciudad: consta que varios escribanos conquenses del siglo

    XVI

    llevaban este apellido, como veremos a continuación; también existió este apellido compuesto en otras ciudades españolas, e incluso en América (Lima, Perú) hubo escribanos con este apellido¹⁰. De cualquier manera, la anteposición del apellido González al de Nájara o Nájera quizá tuviera que ver con un reconocimiento a algún pariente o amigo muy cercano de la familia. En la partida de bautismo de su hermano Francisco figura como comadre «Catalina González, mujer de Luis Ruiz, defunto», y en la propia partida de Alonso figura como comadre «la de Luis Ruiz»; esto es, en ambas partidas aparece como comadre la misma mujer, Catalina González, quien debía ser una persona muy querida para el matrimonio Nájara-Brihuega. No sabemos si esto tiene alguna relación con el origen de la forma compuesta «González de Nájara», con la cual firma la familia; de cualquier manera, es la forma con que figura nuestro autor no solo en la portada del manuscrito del Desengaño, sino con la cual rubrica su firma en todos los documentos consultados en que comparece¹¹.

    Por otra parte, y gracias a la información presente en varias partidas de bautismo que aparecen en el referido libro parroquial, tenemos conocimiento de que los Nájara o González de Nájara eran una familia de escribanos de renombre en Cuenca, lo que podría indicar un posible origen converso. En el siglo

    XV

    la mayoría de los escribanos urbanos en Castilla eran judeoconversos, aunque a la altura de 1550 ya se había depurado bastante el oficio¹². Además, la familia tenía vínculos probados con plateros y genoveses, tal como consta en las partidas de bautismo¹³. La partida de bautismo de su hermano Marco, por ejemplo, indica que es «hijo de Juan González de Nájara, escribano»; además, que fueron sus compadres «el señor licenciado Andrés de Valera y Hernando Bebi Lanudo, escribano». En la partida de su otro hermano, Francisco, fueron compadres «Juan de Nájara, platero y Pedro de Nájara, escribano». En otra partida de bautismo figura un «Diego González de Nájera, escribano», quien bautiza un hijo en 1573 y cuyos libros notariales se conservan en el Archivo Provincial de Cuenca. Todos estos antecedentes nos proporcionan valiosos antecedentes sobre la actividad principal a la cual se dedicaba la familia Nájara o Nájera, y, sobre todo, podrían arrojar algo de luz sobre las circunstancias de la carrera militar del autor¹⁴.

    Nada sabemos de la infancia y niñez de Alonso, que debió transcurrir en su natal Cuenca hasta que decidió ingresar a la milicia, destino habitual para un hijo segundón. La edad en que debió entrar al ejército la podemos calcular a partir de un dato que el propio autor ofrece en el manuscrito:

    Por saber a cuánto obliga el haber yo continuado el servicio de Su Majestad, de la manera que vuestra excelencia ha sido bien informado, en Italia, Francia, Flandes y reino de Chile, espacio de treinta y siete años, justos fiscales aun de cualquiera pequeño yerro¹⁵.

    Estas palabras, fechadas en 1614, las cuales podemos complementar con la partida de bautismo antes expuesta, nos indican que la entrada de Alonso al ejército debió producirse hacia 1577, cuando tendría veinte o veintiún años, aunque no podemos descartar que haya podido servir antes en la milicia de su ciudad natal, Cuenca. El mismo Nájera nos cuenta, en el referido pasaje ya citado, que participó en las guerras europeas más importantes de la época (Italia, Francia y Flandes), dato que, como vimos más arriba, es confirmado por su compañero de armas Alonso Vázquez, quien recuerda que Alonso González de Nájera «fue soldado bizarro y animoso en las guerras de Flandes, y Alejandro [Farnesio] le honró y aventajó por sus muchas partes y servicios». Así que el grado de capitán de ejército que, como veremos, ostentaba Nájera al embarcarse en Lisboa, en noviembre de 1600, lo había logrado en las guerras de Flandes. Vázquez apunta también que Nájera alcanzó (en fecha no indicada, pero que debió ser en la década de 1590) el grado de «sargento mayor de la milicia de Ciudad Real y su partido», un rango que tenía valor para la milicia de dicha ciudad, esto es para el ejército vecinal al mando del cabildo, pero no para el ejército de España.

    Tales antecedentes militares constituyen el curriculum vitaede Alonso González de Nájera cuando se enrola en el socorro complementario que la Corona envió a América tras los pasos de Alonso de Ribera, el nuevo gobernador de Chile nombrado por Felipe III. En su decisión de embarcarse quizá debió influir el haber sido, con toda probabilidad, soldado conocido de dos militares de renombre: Alonso García Ramón (nacido también en Cuenca, en 1552, y que, como Nájera, combatió en Flandes antes de pasar a Chile en 1583, alcanzando el puesto de gobernador de Chile en dos periodos), y el susodicho Alonso de Ribera, reconocido militar de Flandes que al ser nombrado gobernador debió rebuscar capitanes probados y expertos que lo acompañaran en el desafío que planteaba la ansiada pacificación del territorio austral. Así las cosas, nuestro soldado pasará directamente a Chile en el segundo socorro que el rey envió en apoyo de Ribera (este se embarcó en abril de 1600, acompañado de un socorro de adelanto compuesto por tan solo 300 hombres), dado que el compromiso de la Corona era reclutarle enseguida al nuevo gobernador un socorro más nutrido, de 1200 hombres, el cual le sería enviado ese mismo año al mando del sargento mayor Luis de Mosquera. Sin embargo, las frecuentes levas en Castilla hicieron imposible conseguir tal cantidad de efectivos, y el socorro quedó al final reducido a tan solo algo menos de 500 hombres¹⁶, equivalentes a un tercio completo de infantería, el cual fue puesto en definitiva al mando del recién nombrado gobernador de Tucumán, Francisco Martínez de Leiva¹⁷. Este fue auxiliado en la conducción de la tropa por tres capitanes: Pedro de Salinas, Gregorio de Puebla y Alonso González de Nájera, todos «soldados viejos de Flandes»¹⁸. Nuestro autor fue puesto a cargo de una compañía de seis oficiales y 151 soldados. En el socorro iba también el religioso franciscano fray Juan Pérez de Espinosa, que pasaba a Chile como nuevo obispo de Santiago. La flota zarpó desde Lisboa el domingo 13 de noviembre de 1600¹⁹, y se escogió para hacer el viaje la ruta del Río de la Plata, insistentemente recomendada como más corta y más segura por un antiguo gobernador de Chile, Alonso de Sotomayor. Al decir del propio Nájera el viaje fue inusitadamente rápido y tranquilo, ya que en poco más de tres meses llegaron a Buenos Aires:

    Fue el [viaje] que llevé todo lo que pudo ser felice, sin que se conociese señalada alteración en todos aquellos espaciosísimos golfos, ni en el Río de la Plata, con ser peligrosísimo, tanto por huracanes cuanto por sus muchos bajíos y islas donde suelen perderse muchos navíos, hasta que finalmente el socorro en que yo llevaba mi compañía llegó en salvamento al último puerto, que es el que llaman de Buenos Aires, el Río de la Plata adentro, sin que en toda aquella larga navegación hubiese no solo muerto, pero ni aun adolescido, un soldado de quinientos que iban en el dicho socorro, habiendo tardado en aquel viaje, en lo que se navegó, poco más de tres meses²⁰.

    De cualquier manera, está bien documentado que el socorro arribó a Río de Janeiro el 25 de enero de 1601; es decir, demoró casi dos meses y medio en el trayecto desde Lisboa al puerto brasileño, lugar donde permanecieron fondeados los barcos hasta el 12 de febrero²¹. En esta última fecha la flota comandada por Martínez de Leiva volvió a zarpar con destino al Río de la Plata, arribando a Buenos Aires a principios de marzo de 1601. En total, tres meses y medio para el recorrido náutico completo. Una vez agrupado el socorro de los 500 hombres en Buenos Aires, hubo que hacer frente a los altos costos del viaje terrestre, que la pobre ciudad de Buenos Aires no podía solventar:

    Por fin, Martínez de Leiva obtuvo en préstamo la cantidad de ocho mil pesos, comprometiéndose a pagarlos con su propio sueldo si el virrey del Perú no aprobaba el gasto; y el cabildo de Buenos Aires proporcionó cuarenta y cinco carretas quitadas a los vecinos, algunos caballos, doscientas vacas y otros víveres para la manutención de la tropa durante la marcha²².

    Resueltos los problemas de abastecimiento de la tropa, a mediados de marzo de 1601 Martínez de Leiva ordenó continuar viaje por tierra hacia Chile. A medio camino el gobernador enderezó sus pasos a Tucumán, mientras el resto de la tropa continuaba su penoso camino a Mendoza, ahora a cargo del capitán Pedro de Salinas. A esta última ciudad arribó a mediados de mayo de 1601, cuando ya el mal tiempo y la nieve hacían imposible el cruce de la cordillera de los Andes. Alonso de Ribera intentó por todos los medios contar de inmediato con este socorro, e incluso despachó en su busca, desde Santiago, al capitán Juan Rodulfo Lisperguer, pero este le informó que el tránsito a este lado de la cordillera no sería posible hasta octubre, y que la tropa venía en un estado de lastimosa desnudez. Finalmente el socorro, compuesto ahora por 400 hombres, pudo pasar al valle del Mapocho en octubre de 1601²³.

    Alonso González de Nájera fue destacado de inmediato a la zona de conflicto en el sur, combatiendo en la guerra de Arauco por cerca de un lustro. Primero lo hizo con el rango de capitán (con el cual había llegado a Chile); luego con el cargo de sargento mayor del reino (desde comienzos de 1603 hasta fines de 1605, época que comprende la primera gobernación de Alonso de Ribera y los primeros meses de la segunda gobernación de Alonso García Ramón)²⁴, y finalmente alcanzó el puesto de maestre de campo del ejército español en Chile, nombramiento que debió expedir García Ramón hacia mediados de 1605²⁵. En este lapso de tiempo Nájera participó en numerosas batallas y escaramuzas, y específicamente durante la gobernación de Alonso de Ribera (1601-1605), caracterizada por el establecimiento de una línea de fuertes bajo cuyo impulso los españoles fueron asegurando y controlando territorios antes perdidos desde el río Biobío hacia el sur, nuestro autor tuvo bajo su mando, ya en enero o principios de febrero de 1602, el fuerte de Santa Fe de la Ribera, en la confluencia de los ríos Vergara y Biobío, cerca de la isla de Diego Díaz²⁶; la fundación y gobierno del fuerte de Güenoraque, en la orilla norte del Biobío, y el fuerte de Nuestra Señora de Halle²⁷. Al terminar abruptamente la gobernación de Ribera y asumir García Ramón para su segundo periodo en abril de 1605, González de Nájera fue ascendido a maestre de campo del ejército, y debió centrar su actividad en la dirección general de la guerra. En el verano de 1606 García Ramón organizó una importante ofensiva contra los indígenas con el ejército dividido en dos campos: el primero comandado por él mismo, con 700 soldados de infantería y caballería, y que iría a la zona de La Imperial; el otro campo, compuesto por 500 hombres, estaría al mando del coronel Pedro Cortés Monroy y del maestre de campo Nájera, el cual avanzaría por la zona costera y llegaría hasta Purén, donde ambos campos se encontrarían para atacarla conjuntamente. La campaña comenzó el 18 de enero y culminó en Purén el 30 del mismo mes, siguiendo después hacia La Imperial²⁸.

    Algunos aspectos de este variado accionar de nuestro militar en la guerra de Arauco debieron quedar registrados en las actas del cabildo de Concepción, cuyos libros lamentablemente no se han conservado.

    Tenemos constancia, gracias a un par de documentos que se conservan en el Archivo Nacional de Chile, de algunas actuaciones de Alonso González de Nájera en Santiago²⁹. El primero corresponde a un contrato ordinario de servicios celebrado el 18 de noviembre de 1605 por nuestro militar con un tal Martín, indio del Cuzco, quien se obliga a servir al maestre de campo durante el plazo de un año. A su vez González de Nájera se obliga a dar

    al dicho indio, en el dicho año, dos vestidos de lana y unos zaragüeles de sayal; y de comer; y curalle en sus enfermedades y dale dotrina, vida honesta y trabajo moderado, y con esto hacía e hizo el dicho asiento. Y el dicho Alonso González de Nájara, maestre de campo que presente estaba, aceptó el dicho servicio y dijo que se obligaba y obligó con su persona y bienes de cumplir con el dicho indio lo que se le manda³⁰.

    El segundo documento es un reconocimiento de deuda fechado en Santiago el 3 de noviembre de 1606, por el cual el capitán Francisco de Puebla se obliga a pagar a Alonso González de Nájera la cantidad de 1200 patacones de plata, prestados por este «los ochocientos en caballos y ropa, apreciado a mi querer y voluntad, y los cuatrocientos en los dichos reales»³¹.

    Un tercer documento, fechado en Tucapel el 15 de octubre de 1606, corresponde a una información de méritos que hizo Nájera en favor del capitán de una de las compañías de su tercio, Juan Zapata de Cárdenas³².

    En los tres documentos recién citados figura estampada la misma firma de Alonso González de Nájera, la cual se reproduce al comienzo del Estudio textual.

    Todavía como maestre de campo Nájera figura, a fines de 1606, convaleciente en Santiago de graves heridas de guerra. Él mismo refiere en el texto, a modo de ejemplo, que

    andando yo, pues, de una parte a otra peleando en las partes más flacas con mi espada y rodela, me fue dada una lanzada por debajo della, y ansimismo un flechazo; y de otra lanzada me pasaron la misma rodela, con ser de hierro³³.

    Dadas estas desfavorables circunstancias, el gobernador Alonso García Ramón propone al cabildo de Santiago el envío de nuestro autor a España, en representación suya y de la ciudad, para informar en la Corte de la desastrosa situación de la guerra y conseguir el envío de nuevas ayudas y socorros, de lo cual da cuenta el propio González de Nájera:

    Llegado que fue el gobernador [García Ramón] a la Concepción, determinó dar cuenta a Su Majestad de los referidos sucesos y estado de aquella guerra, que es el que yo declaro en esta relación [...], para que se viese la urgente necesidad en que aquel reino quedaba de ser socorrido. Y esta ocasión obligó a que fuese yo enviado a tal efecto, a causa de hallarme a la sazón impedido de heridas y no poderse militar siempre a caballo en aquella áspera tierra, y haber parecido allá ser más a propósito para informar cosas de guerra, como soldado, que otros de otras profesiones que por lo pasado habían sido enviados³⁴.

    Lo anterior se materializó en la forma de una propuesta que se hizo al cabildo de Santiago, fechada en noviembre de 1606:

    En este cabildo propuso el señor teniente general cómo el maestre de campo Alonso González de Nájera va a España y trata querer hacer bien a las viudas pobres e huérfanos que han venido derrotados a esta ciudad; quiere pedir limosna en las partes que se hallare, y que para este bien y el que se ofresciere procurar a este reino, y particular a esta ciudad, haciendo este cabildo y ciudad la aprobación a su persona que convenga para su ejecución. Visto por Su Señoría, se cometió el dar las gracias deste agradecimiento al señor capitán Gregorio Serrano, regidor, fiel ejecutor así para esto como para hacer la numeración de las viudas pobres, y que lo que acerca desto conviniere lo trate con el dicho maestre de campo³⁵.

    En una nueva sesión del cabildo, celebrada en enero de 1607, este le otorga poder a fray Juan de Lagunillas y a Alonso González de Nájera para representar a la ciudad ante el rey:

    En este cabildo se ordenó que se dé poder al padre fray Juan de Lagunilla, de la Orden del señor San Francisco desta ciudad, y capitán Alonso González de Nájera, maese de campo que ha sido deste reino, in solidum, con facultad de lo sostituir, qu’stán de partida para los reinos de España, para que, conforme la instrución que llevan del señor gobernador y deste cabildo, pidan a Su Majestad lo que por ella se pide y todo lo que vieren convenir a este reino³⁶.

    Con poderes y cartas a cuestas, y compartiendo misión con el dicho franciscano, tal como anuncia el poder del cabildo recién citado, en marzo de 1607 Alonso González de Nájera emprende viaje a España por la ruta de Buenos Aires: «Con las fuerzas que he dicho quedaba el gobernador cuando partí de aquel reino, a catorce de marzo de mil y seiscientos y siete»³⁷.

    El viaje de regreso a España fue todo lo lento y dificultoso que no había sido el de ida, según recuerda el maestre de campo:

    Y fue cosa de notar que al contrario, volviendo yo a España el año de mil y seiscientos y ocho por el mismo mar, demás de haber tardado quince meses en el viaje y arribadas, me vi por muchas veces ya como perdido a causa de crueles temporales y extraordinarias tormentas, tales cuales las pueden haber pasado hombres que las hayan podido contar³⁸.

    De esta información se desprende que algo debió entorpecer el viaje del convoy entre Mendoza y Buenos Aires, retrasando el embarque en el Atlántico hasta 1608. Quizá fue una enfermedad grave del autor, o simplemente las consecuencias derivadas de las heridas de guerra consignadas, que le impedirían montar o realizar con soltura el largo viaje que se hacía a caballo o en carretas. Lo que sí está claro es que González de Nájera llegó a la Corte tras quince meses de accidentado viaje, esto es, hacia fines de junio de 1608, donde se entrevistó con Alonso de Sotomayor, miembro del Consejo de Indias, y con el gran conde de Lemos, don Pedro Fernández de Castro, presidente del mismo y a quien figura dedicado su Desengaño y reparo³⁹. Pero las circunstancias con las cuales se encontró en Madrid no fueron nada alentadoras para su misión. En efecto, desde 1604 que la Compañía de Jesús, representada por el padre Luis de Valdivia⁴⁰, venía defendiendo vigorosamente ante el Consejo de Indias la implementación en Chile de una novedosa estrategia de cristianización y exclusión territorial de los indígenas, conocida como Guerra defensiva, la cual sería formalizada en 1610 a través de una real cédula y ejecutada, con suerte dispar, entre 1612 y 1626. La estrategia consistía en retirar las tropas españolas de la zona de conflicto y situarlas al norte del Biobío, ingresando a los territorios de guerra solo con misioneros. Aprobada, pues, la estrategia de los jesuitas, estos, con el apoyo de la Corona y el virreinato del Perú, la comenzaron a ejecutar bajo la dirección del padre Valdivia, que era gran conocedor de los indígenas, pero fracasaría de hecho al poco tiempo debido al asesinato de tres misioneros en Elicura, suceso del cual no sabemos si nuestro autor llegó a enterarse.

    Mientras tanto, la solución al conflicto propuesta por Alonso González de Nájera, radical y combativa y que implicaba el endurecimiento de los términos de la guerra y la esclavización de los indígenas, como se puede comprobar en las páginas del texto, hubo de quedar en suspenso. Nuestro autor, probablemente contrariado por la escasa recepción que sus planes encontraron en la Corte, debió comenzar a redactar su texto, titulado Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile, en España, hacia 1609 o 1610, años marcados por la expulsión de los moriscos de la península ibérica. Dada la extensión del manuscrito que tenía entre manos, Nájera decidió mandar a la imprenta un breve anticipo de algunos puntos centrales que trataría en su obra: así vio la luz el opúsculo titulado El quinto y sexto punto de la relación del Desengaño de la Guerra de Chile, sacados de 14 de su declaración, cuyos títulos han de ser los que están puestos al fin⁴¹.

    Más tarde, y probablemente en premio de sus servicios⁴², o quizá por alejarlo de la Corte, donde su propuesta podía resultar incómoda, Alonso González de Nájera fue designado gobernador de la fortaleza de Puerto Hércules, en la Toscana⁴³, donde debió finalizar la redacción de su obra. Según apunta él mismo en la Dedicatoria del Desengaño, lo acabó de escribir en ese lugar el primero de marzo de 1614. Y, tal como recordamos más arriba, el texto está dedicado al conde de Lemos, quien, aunque parezca un despropósito, estaba muy vinculado con el mundo jesuita⁴⁴. En esta fecha se pierde el rastro de González de Nájera, por lo que suponemos que murió en ese lugar en fecha muy cercana⁴⁵.

    ¹ En este Estudio aprovecho algunos antecedentes ya publicados en Donoso, 2016.

    ² Ver Diccionario Biográfico Español, s. v. Alonso González de Nájera, y el Diccionario de personajes conquenses de Priego Sánchez-Morate y Silva Herranz (2002, pp. 170-171).

    ³ Priego Sánchez-Morate y Silva Herranz, 2002, p. 170. Reproduce a la letra la misma información el Diccionario Biográfico Español en la entrada respectiva.

    ⁴ Alonso Vázquez, Los sucesos de Flandes y Francia del tiempo de Alejandro Farnese (1614), fol. 691r. El texto fue después publicado en la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, vols. 72-74 (nuestra cita en vol. 74, p. 414). Reproduce también el fragmento Barros Arana, III, p. 327, nota 62. Por otra parte, el propio González de Nájera indica en su obra que participó en las guerras de Francia y Flandes, como podemos apreciar en un fragmento del texto citado más adelante.

    ⁵ Agradezco las amables gestiones de mi amigo historiador Miguel Fernando Gómez Vozmediano, Jefe de Referencias del Archivo Histórico de la Nobleza, en Toledo, y del también historiador Eugenio Serrano, quien por entonces trabajaba en el Archivo Diocesano de Cuenca, que me permitieron coordinar una visita al referido archivo a fines de septiembre de 2015. Asimismo, agradezco sinceramente la atención que ahí me brindó el sacerdote archivero a cargo, don Marcelino Angulo.

    Libro de baptismos de la Parroquial de Santa Cruz de Cuenca, desde el año de 1551 hasta el de 1591, fol. 21r. En el margen izquierdo de la partida aparece escrito, en letra de tono más oscuro, «alonso».

    ⁷ Cabe apuntar que los fieles tenían la obligación de bautizarse en la parroquia correspondiente a la zona urbana donde vivían.

    ⁸ Ver Libro de baptismos de la Parroquial de Santa Cruz de Cuenca, fols. 6v y 17v, respectivamente.

    ⁹ Como bien señala Barros Arana, «el nombre de Nájera es el título ducal de una de las más ilustres familias de España. En 1482 los reyes católicos don Fernando y doña Isabel lo dieron a uno de sus más nobles servidores, a don Pedro Manrique de Lara. No parece, sin embargo, que el escritor que se ha ocupado de los negocios de Chile estuviera emparentado con tan ilustres señores; pero sí se revela en su propio libro que era un hombre de esmerada educación, y que, además del arte de escribir con la claridad y la elegancia de los buenos prosadores de su tiempo, poseía una ilustración muy poco común entre los capitanes del siglo en que vivió» (1872-1873, p. 422).

    ¹⁰ Cabe consignar que en México también existió un conquistador de nombre Alonso González de Nájera, aunque bastante anterior, porque fue compañero de Hernán Cortés. A Lima, por otra parte, arribaron durante la segunda mitad del siglo

    XVI

    dos presbíteros conquenses de este apellido: Francisco y Pedro González de Nájera, quizá parientes de nuestro autor.

    ¹¹ Ver el Estudio textual, p. 52, y la sección Apéndices contenida en este libro.

    ¹² Téngase en cuenta que la Inquisición de distrito de Cuenca fue una de las más severas de España; lo sabemos porque es de los pocos tribunales de los que se conserva la mayoría de las fuentes originales.

    ¹³ Escribanos y genoveses eran un matrimonio de conveniencia en la Cuenca del siglo

    XVI

    , donde se traficaba con paños de lana que salían rumbo a Italia y el Mediterráneo central, y casi todos estos tratos mercantiles eran escriturados por notarios urbanos (agradezco a Miguel Gómez Vozmediano que me ha proporcionado esta información). Por otra parte, una revisión minuciosa de los libros de matrimonio y defunción de la parroquia de Santa Cruz de Cuenca arrojó datos indesmentibles acerca de sus parroquianos: los que bautizaban a sus hijos y morían en ella durante la segunda mitad del siglo

    XVI

    y principios del

    XVII

    forman un amplio catálogo que incluye oficios como sastres, zapateros, oficiales de la lana, ministriles, canteros, cereros, cantareros, pertigueros, organistas, libreros, pintores, escultores, plateros, bordadores, calceteros, labradores y hortelanos, taberneros, mercaderes, hombres de negocios, hidalgos y cocheros. También flamencos, genoveses y numerosos franceses. Asimismo, aparecen registrados en los libros matrimoniales muchos matrimonios celebrados en la cárcel, y en los de defunciones bastantes entierros de pobres y difuntos de la cárcel.

    ¹⁴ La actividad escribanil de la familia de Alonso pudo de alguna manera afectar el ingreso al ejército de nuestro autor y su posterior ascenso. En efecto, «es sabido que el ejercicio del oficio [de escribano] suponía un detrimento en quienes tuvieran aspiraciones de ascenso social, puesto que, entre otras cosas, inhabilitaba para el acceso a grupos privilegiados» (Carrasco y Negredo, 2010, p. 165, a quienes remito para todo el tema de la consideración social de este oficio).

    ¹⁵ Desengaño, p. 111. Las cursivas son mías.

    ¹⁶ La relación del viaje de ida de González de Nájera de España a Chile en Barros Arana, III, pp. 271-274.

    ¹⁷ José Manuel Díaz Blanco recuerda las dificultades con que se encontraron los capitanes comisionados para realizar esta leva, que finalmente quedó constituida por hombres reclutados en Portugal (ver 2010, pp. 90-91).

    ¹⁸ Rosales, II, pp. 742-743. La afirmación del jesuita concuerda con la fecha de bautismo de nuestro soldado conquense: al embarcarse en Lisboa el 13 de noviembre de 1600, González de Nájera estaba a punto de cumplir los 44 años, una buena edad para la época.

    ¹⁹ Así consta en sendas cartas dirigidas a Felipe III, fechadas el 14 de noviembre de 1600. Documentan la fecha exacta Medina en

    CHCH

    , p. IX y Díaz Blanco, 2010, p. 91, n. 55. Roa y Ursúa apunta, en cambio, como fecha el 4 de noviembre (1945, núm. 2180). Según Barros Arana la flota zarpó «a fines de septiembre de 1600» (III, p. 273), lo que es un claro error.

    ²⁰ Desengaño, pp. 483-484. La tranquilidad del viaje, sin embargo, es puesta en duda por Martínez de Leiva, según el cual la travesía tuvo tensiones. En carta dirigida a Pablo de Laguna, presidente del Consejo de Indias, Leiva señala que la calidad moral de los hombres reclutados, a los que califica de «cuchillo para la destrucción de Chile», dejaba bastante que desear, con lo que se contradecían expresas instrucciones de Felipe III para este socorro. Según Leiva los españoles reclutados en Lisboa eran fundamentalmente amotinados de Flandes y Bretaña, «la escoria de Castilla» (Carta de Francisco Martínez de Leiva a Pablo de Laguna, Río de Janeiro, 29 de enero de 1601, citada por Díaz Blanco, 2010, p. 92 y n. 58).

    ²¹ Citado por Medina en

    CHCH

    , p. X y Díaz Blanco, 2010, p. 91, nota 57.

    ²² Barros Arana, III, p. 274, quien toma los datos de Manuel Ricardo Trelles, Registro estadístico del estado de Buenos Aires, tomo 2, donde se describen todos los pormenores del paso de este socorro por la ciudad de Buenos Aires en 1601.

    ²³ Barros Arana, III, p. 274; Errázuriz, 1908a, II, pp. 116-117.

    ²⁴ Menciona este primer nombramiento de González de Nájera en Chile el padre Rosales, quien relata que, tras la fundación de la fortificación de Nuestra Señora de Halle, en febrero de 1603, Alonso de Ribera «la dejó con suficiente guarnición a cargo del sargento mayor Alonso González de Nájara, que de el fuerte de Santa Fe le sacó para este puesto» (II, p. 767; ver también Errázuriz, 1908a, II, pp. 287). Las referencias al nuevo rango alcanzado por nuestro autor se reiteran en los años venideros: así en abril-mayo de 1604 (Errázuriz, 1908a, II, p. 361), y en carta de Ribera al rey fechada el 17 de septiembre de 1604 (Errázuriz, 1908a, II, p. 437, n. 7).

    ²⁵ En un contrato de servicios celebrado por nuestro militar el 18 de noviembre de 1605 con el indio cuzqueño Martín, y que se describe más abajo, Alonso González de Nájera comparece ya como maestre de campo. Errázuriz confirma que «el 18 de enero [de 1606] partió Pedro Cortés [Monroy] con su división, llevando de maestre de campo a Alonso González de Nájera, y a Melchor Valiente de sargento mayor» (1908b, I, p. 86). Téngase en cuenta que el cargo de maestre de campo del ejército era muy importante en Chile: constituía el segundo a bordo, inmediatamente debajo del gobernador.

    ²⁶ Errázuriz, 1908a, II, pp. 173-174, n. 17. El mismo Errázuriz recuerda más adelante que fue mal visto en el ejército que al frente de este fuerte, «quizás el mejor construido y el más resistente de cuantos había en Chile», Ribera hubiera puesto a un militar como Nájera, recién llegado de España (1908a, II, p. 260, notas 2 y 3).

    ²⁷ Esto último se desprende de lo dicho por Errázuriz, 1908a, II, p. 287.

    ²⁸ Los datos de esta ofensiva en Díaz Blanco, 2010, pp. 143-144.

    ²⁹ Agradezco la generosidad del historiador Julio Retamal Ávila, quien me ha facilitado copia de estos documentos, los cuales se pueden consultar en la sección Apéndices de esta edición.

    ³⁰ AN, Escribanos de Santiago, vol. 21, f. 72v. Cito por mi transcripción del texto completo del contrato que se puede leer en la sección Apéndices incluida en esta edición.

    ³¹ AN, Escribanos de Santiago, vol. 25, fols. 348v-349r. Cito según mi transcripción, la cual se puede consultar en la sección Apéndices incluida en esta edición.

    ³² El documento se conserva en el Archivo de los Marqueses de Torrelaguna, Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional de Madrid, signatura C9 D5, fol. 18. La transcripción completa del texto se puede consultar en la sección Apéndices incluida en esta edición.

    ³³ Desengaño, pp. 460-461.

    ³⁴ Desengaño, pp. 286-287.

    ³⁵ Acta del Cabildo de Santiago de fecha 17 de noviembre de 1606 (en Actas del cabildo de Santiago, tomo VI: 1603-1606, pp. 353-354).

    ³⁶ Acta del Cabildo de Santiago de fecha 24 de enero de 1607 (en Actas del cabildo de Santiago, tomo VII: 1607-1613, p. 9). Téngase presente que, de las actas del cabildo de Santiago comprendidas entre 1603 y 1607, las dos actas mencionadas son las únicas en que aparecen referencias específicas al viaje de Nájera. El libro de actas que cubre el periodo inmediatamente anterior a 1603 está perdido. El mismo cabildo, esta vez en carta a Felipe III fechada el 1 de febrero de 1607, escribe para solicitar nuevos socorros y cualquier ayuda que se pudiese enviar desde España (

    AGI

    , Audiencia de Chile, Gobierno, Legajo 27 s.n., citada por Díaz Blanco, 2010, p. 151, n. 103).

    ³⁷ Desengaño, p. 288. Cabe agregar que

    CODOIN

    transcribe mal el vocablo março y lee mayo, errata que pasa a

    CHCH

    y a historiadores como Barros Arana (III, p. 360, n. 13) y Errázuriz (1908b, I, p. 213, n. 6).

    ³⁸ Desengaño, p. 484.

    ³⁹ Barros Arana (1872-1873, p. 425) especifica que González de Nájera incluso fue recibido por Felipe III, información que no me ha sido posible confirmar.

    ⁴⁰ Ver Díaz Blanco, 2011a, pp. 31 ss.

    ⁴¹ Trato el tema del opúsculo más por extenso en el Estudio textual, pp. 54-56. Una transcripción del texto se puede consultar en la sección Apéndices (Apéndice 4) que figura al final de esta edición.

    ⁴² Todos nuestros esfuerzos por localizar alguna información de méritos de Alonso González de Nájera han resultado hasta ahora infructuosos. Así por ejemplo en el listado de Lira Montt, 1974, donde nada figura del autor.

    ⁴³ Según Barros Arana, «en premio de sus servicios [...] se le dio un puesto en el ejército de Italia, y más tarde el cargo de gobernador de Puerto Hércules y de sus castillos, plaza fuerte del principado del Piombino, en Toscana, que entonces formaba parte de los dominios del monarca español» (1872-1873, p. 424).

    ⁴⁴ Estadista al servicio de Felipe III, el llamado «gran conde de Lemos» era presidente del Consejo de Indias cuando González de Nájera llegó a España, y a él está dedicado el texto del Desengaño y reparo. Famoso en su tiempo por ser uno de los más cultos aristócratas, tuvo por secretario a Lope de Vega y fue mecenas de Quevedo, Góngora y Cervantes, además de ser poeta y bibliófilo. Aprovechó sus frecuentes convalecencias para cultivar tales aficiones, aunque su colección se perdió al quemarse su palacio en Monforte de Lemos (Galicia). Educado con los jesuitas, como muchos otros vástagos de la nobleza castellana, tuvo gran ascendiente sobre él san Francisco de Borja. Construyó un colegio de jesuitas en Nápoles durante su virreinato y su confesor fue por muchos años un jesuita, Fernando de Mendoza. Ver para más datos el estudio de Enciso Alonso-Muñumer, 2007 y el Glosario de personajes históricos.

    ⁴⁵ Hechos de su vida como un eventual matrimonio y la fecha y lugar de su muerte son un completo misterio. En una reciente estancia en Cuenca volví al Archivo Diocesano a investigar en los libros parroquiales, tras la huella de una posible partida de matrimonio o de defunción del autor, con resultados negativos. Lo mismo ocurrió con el Archivo Histórico Provincial de Cuenca, donde investigué infructuosamente en un mar de documentos notariales de la época. Por otra parte, en los catálogos del Archivo General de Simancas, donde se conservan fondos relativos a la historia militar de ese periodo, no figuran documentos relacionados con un posible nombramiento militar del autor en el ejército español, ni de su cargo de gobernador en Puerto Hércules. A su vez, Rafael Gaune ha rastreado también en los archivos de la provincia de Grosseto (Toscana) y en el Archivo Histórico Nacional, en Madrid, huellas de los trámites burocráticos de su cargo, también con resultados negativos. Así, pues, la vida de Alonso González de Nájera tras la redacción de su manuscrito sigue siendo una incógnita por resolver.

    ESTUDIO PRELIMINAR

    Alonso González de Nájera, un autor omnívoro

    «Podría llenar muchas páginas con detalles, aunque el todo se deja sintetizar como sigue: se me hace cada vez más evidente que la situación del mundo actual no es más que una astucia de la providencia, que nos conduce a lo largo de una ruta sangrienta y angustiosa hacia la internacional trivialidad y una cultura del esperanto» (Erich Auerbach a Walter Benjamin, 3 de enero de 1937, Estambul, Turquía)¹.

    «González de Nájera, que vio la realidad chilena con ojo agudo y profundo» (Álvaro Jara, Guerra y sociedad en Chile)².

    En donde desciframos el Desengaño y reparo desde la distancia y la cercanía

    El primer epígrafe que abre este Estudio preliminar emergió al azar. Sabemos, como expresara el filólogo italiano Carlo Dionisotti, que la investigación comienza «por mero azar, es decir por la norma que preside a la investigación de lo desconocido»³. Y fue el azar el que hizo que coincidiera la redacción de estas páginas con la lectura del epistolario entre Eric Auerbach y Walter Benjamin. El fragmento citado representa un pronóstico de Auerbach –antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial– en torno a los presagios de una guerra que lo desvelaba. El filólogo alemán, exiliado en Estambul, con su íntimo diagnóstico emplazado en una carta privada, no estaba lejos de la realidad. Observaba desde la distancia –Turquía– cómo su país, Alemania, desencadenaría una guerra que azotaría las fronteras europeas, del mundo y de la humanidad. Es un fragmento escrito desde la distancia: un indicio de una mirada histórica filtrada por la sospecha de los futuros tormentos de la guerra; sospechas y tormentos que jamás abandonaría y que, por cierto, filtraron su vida y obra. Ciertamente Erich Auerbach y nuestro autor, Alonso González de Nájera, no comparten aparentemente nada. Este epígrafe puede ser considerado solo un gesto literario más o menos estereotipado y que no presenta ninguna importancia. Sin embargo, a pesar del anacronismo y lo extemporáneo de sus plumas, comunican algo en conjunto: escribieron sobre la guerra desde la distancia y, además, era en torno a una temática que los atormentaba. El fragmento de Auerbach entrega una clave directa para entender la guerra. No olvidemos que Nájera es un autor de la guerra, aunque, como veremos, no es solamente eso. Escribir sobre la guerra desde la distancia, más allá de la cotidianeidad y experiencias traumáticas del día a día, permite reconocer sus contornos y descifrar otros matices y claroscuros. Nájera, por ejemplo, comienza a escribir sobre la guerra de Chile en España, posiblemente en 1609, concluyendo su obra en Puerto de Hércules, Italia, en 1614⁴. La distancia de Nájera, filtrada claramente por la experiencia vivida en Chile como capitán, sargento mayor y maestre de campo del ejército, hizo que en su escritura integrara elementos y dimensiones que probablemente no hubiese realizado si se hubiera quedado en Chile. La distancia⁵, por lo tanto, es una clave de lectura para entender el Desengaño. Y la guerra, ciertamente, se puede comprender desde la distancia, tal como propone Miguel de Unamuno, quien nos indica –refiriéndose a las guerras carlistas de España en el siglo

    XIX

    – que la guerra se comprende y se justifica desde la «paz verdadera y honda»⁶.

    Aquí, podríamos inferir, existe una coincidencia entre lo expuesto por Unamuno y González de Nájera. Las raíces profundas de la guerra no solo las analizó desde la distancia, sino también en un ambiente de paz, muy distinto del convulsionado Chile: violencia intraétnica e interétnica; discusiones sobre la paz y la guerra mediadas por la Compañía de Jesús y, en particular, por el jesuita Luis de Valdivia⁷; discusiones sobre la esclavitud que fue legalizada en 1608 para los indios de guerra capturados, y esa misma cédula revocada en 1610 por el inicio del proyecto jesuítico de Guerra defensiva (1612-1626); discusiones sobre la guerra justa; sobre la barbarie, entre otros temas. Nájera, claramente, contemplando el mediterráneo toscano, escribía sobre otras texturas de la guerra y la paz. Desde la distancia y desde la paz, articuló y subrayó otros aspectos y otras dimensiones históricas.

    Del mismo modo su némesis, Luis de Valdivia, quien, al igual que Nájera, escribió sobre Chile desde la distancia y desde la paz. Luego de que en 1619 fuera enviado a España –primero a Madrid y después a Valladolid– por el general de la Compañía de Jesús, Mucio Vitelleschi, Valdivia descubrió también otras dimensiones de la guerra y las misiones. Escribió por encargo del general, entre 1634 y 1639, la Historia de la Provincia Castellana de la Compañía de Jesúsen tres tomos⁸. Para Valdivia escribir desde Valladolid las historias de los jesuitas de la provincia castellana fue redactar la historia de las misiones de Chile y, por cierto, su propia vida misionera. La distancia espacio-temporal fue para él un filtro para realizar su retrospectiva misionera. Y, curiosamente, su Historia nos permite adentrarnos en otras fisonomías de la guerra, de la paz y de las actividades misioneras que no se encuentran presentes en los textos y documentos producidos por él en Chile o en Lima. Al destacar la Historiade Valdivia no es solo para presentar un texto de un enemigo político de Nájera –que curiosamente solo aparece nombrado una sola vez, marginalmente, en el Desengaño–, sino para reafirmar un signo del texto: la distancia es una hermenéutica para leer, estudiar y comprender la pluma y las propuestas radicales del militar de Cuenca. La distancia, ciertamente, es un elemento para leer el Desengaño. Es una clave de lectura que permite entender la radicalidad de las propuestas de nuestro autor, quien desde la Toscana elaboró una reflexión sobre la experiencia bélica para el confín austral de la monarquía ibérica. Una distancia temporal y espacial, pero también una distancia de los hechos fronterizos de los que participó con gran intensidad como militar en Chile.

    Así mismo, podemos descifrar también a Nájera desde la cercanía. Y una forma de hacerlo es por medio de lo que se ha escrito y estudiado en torno a él y su manuscrito. El segundo epígrafe que abre este Estudio, proveniente del libro de Álvaro Jara, Guerra y sociedad en Chile–«vio la realidad chilena con ojo agudo y profundo»– ha marcado el análisis y los puntos de vista sobre nuestro autor. Alonso González de Nájera es un personaje fascinante y esto queda reflejado en los múltiples estudios que se han dedicado a su obra desde la antropología, los estudios literarios y la historia. La bibliografía temática sobre esta época de la Historia de Chile, y la específica sobre nuestro texto, resulta muy relevante para este ejercicio de desciframiento que opera, al mismo tiempo, como un necesario estado de la cuestión en un Estudio preliminar. Por ejemplo, Diego Barros Arana se refiere a la preocupación generalizada que existía en la sociedad de la época por la perpetuación de la guerra, debido a la notable asimilación por parte de los indígenas de las armas y estrategias de guerra españolas y su maestría en el engaño⁹. Para él, González de Nájera propone en su obra medidas más rigurosas que las propuestas por los vecinos y encomenderos, en lo cual habría influido el hecho de que el autor nunca quiso ser titular de una encomienda. Aunque muestra una cierta comprensión del adverso contexto histórico-militar en que Nájera se sitúa al escribir su obra, ataca su visión demasiado extrema y desinteresada del sistema de encomiendas, que busca soluciones en la guerra de exterminio y en la esclavitud de los indígenas. Sergio Villalobos, por otra parte, estima que el desastre de Curalaba (1598) habría sido consecuencia de un error estratégico-militar de los españoles, quienes al fundar ciudades dispersaron las pocas fuerzas con que contaban¹⁰, y significó un hito social, económico y militar, alterando las formas de convivencia y la forma de hacer la guerra¹¹. La destrucción de las ciudades significa, según Villalobos, el reconocimiento de la impotencia de las armas peninsulares. Alonso de Ribera reaccionó reorganizando el ejército y estableciendo el real situado (lo que implica la implementación de un ejército profesional permanente y pagado), así como reemplazando las estrategias de guerra por una línea de frontera defendida por varios fuertes, que permitiera asegurar los territorios

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