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El movimiento zapatista y la transición democrática en México.: Oportunidades para la movilización, el éxito y la supervivencia.
El movimiento zapatista y la transición democrática en México.: Oportunidades para la movilización, el éxito y la supervivencia.
El movimiento zapatista y la transición democrática en México.: Oportunidades para la movilización, el éxito y la supervivencia.
Libro electrónico263 páginas3 horas

El movimiento zapatista y la transición democrática en México.: Oportunidades para la movilización, el éxito y la supervivencia.

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Las transiciones de gobiernos autoritarios a gobiernos democráticos brindan escenarios propicios para el surgimiento de movimientos sociales insurgentes: El movimiento zapatista y la transición democrática en México: Oportunidades para la movilización, el éxito y la supervivencia analiza el zapatismo, su influjo y prominencia como un movimiento sur
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 mar 2022
El movimiento zapatista y la transición democrática en México.: Oportunidades para la movilización, el éxito y la supervivencia.
Autor

María Inclán

María Inclán es profesora-investigadora de Ciencia Política en la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas. sus áreas de especialización incluyen movimientos sociales, protestas, participación política y procesos de democratización. Su más reciente libro, The Zapatista Movement and Mexico´s Democratic Transition, fue publicado por Oxford University Press en 2018. Otros de sus trabajos han aparecido en American Journal of Sociology, Estidios Sociológos, Journal of Conflict Resolution, Journal of Peace Research, latin American Politics and Society, Mobilization, Oxford Handbooks Online y Perfiles Latinoamericanos.

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    El movimiento zapatista y la transición democrática en México. - María Inclán

    Índice

    Agradecimientos,

    Introducción,

    I. Transiciones democráticas y oportunidades políticas,

    II. Oportunidades para la movilización: Aperturas, élites, aliadosy amenazas,

    III. Oportunidades para el éxito: Negociaciones, élites y aliados,

    IV. Oportunidades para la supervivencia: Redes transnacionales de solidaridad y marcos discursivos,

    V. Los zapatistas entre puertas corredizas de oportunidad,

    Bibliografía,

    Índice analítico,

    A Inés, Santiago, Cosmo y Mateo, a quienes

    espero poder enseñar algo.

    Y a mi madre, Silvia Oseguera Goytortúa,

    a quien le debía este libro.

    Agradecimientos

    Como a cualquier otra mexicana que no hubiera estado familiarizada con las condiciones de represión en que los campesinos in­dígenas de Chiapas habían luchado por tierras y derechos humanos básicos desde la década de 1970, el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional ( ezln ) me tomó por sorpresa. A muchos de nosotros se nos había hecho creer que 1994 iba a ser el año en que México entraría al primer mundo. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte ( tlcan ) se acababa de negociar en los dos años previos y entró en vigor el primero de enero de 1994. Asimismo, México estaba a punto de unirse a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ( ocde ) en mayo, después de haber ajustado su economía mediante políticas económicas neoliberales extensas, y había rumores de que el presidente Carlos Salinas de Gortari era uno de los candidatos para dirigir la Organización Mundial del Comercio ( omc ) después de su periodo como presidente. En el discurso oficial no había espacio para un movimiento guerrillero lanzado por campesinos indígenas pobres en Chiapas, pero los zapatistas se colaron a la fiesta y nos abrieron los ojos.

    En 1994 yo era una estudiante de licenciatura en México que solamente podía seguir el desarrollo del conflicto a través de la cobertura de los medios noticiosos. Tuve que esperar hasta contar con el privilegio del tiempo y el financiamiento que la academia proporciona para poder viajar a Chiapas y aprender por qué un movimiento social que estaba destinado al éxito fue incapaz de conseguir la autonomía política para los pueblos indígenas de México, pero logró sobrevivir y se ha mantenido como un icono para otros movimientos altermundistas en todo el planeta. La pregunta más importante para mí era la razón por la que los zapatistas no habían podido alcanzar sus metas políticas si el levantamiento del ezln había impulsado de modo indirecto los esfuerzos del país hacia la democratización. Las negociaciones de paz se desarrollaron casi al mismo tiempo que las élites políticas negociaban las reformas que permitieron al país convertirse en una democracia electoral; sin embargo, los zapatistas nunca pudieron obtener derechos políticos para los pueblos indígenas de México.

    En 2001 tuve la fortuna de contar con la guía de Lee Ann Banaszak, Gretchen Casper y John McCarthy para desarrollar un plan de investigación que conectara las investigaciones de los movimientos sociales y las transiciones democráticas. El trabajo de campo inicial para este libro se desarrolló entre 2002 y 2003 gracias a becas del Departamento de Ciencias Políticas y del College of Liberal Arts de la Universidad del Estado de Pensilvania, incluido el premio John Martz de Investigación en Política Comparada y la Beca de Apoyo a las Tesis, así como una beca de investigación para estudios de posgrado del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (Conacyt).

    Le debo un agradecimiento especial a todos los que guiaron mi trabajo de campo con sus generosas narraciones y me enseñaron tanto durante los años que le dediqué: Manuel Aguilar, Luis H. Álvarez, Miguel Álvarez Gándara, Andrés Aubry, Amado Avendaño, Marco Antonio Bernal, Luis Felipe Bravo Mena, Araceli Burguete, Luisa María Calderón, Manuel Camacho Solís, Ricardo Castellanos, José Ramón Cossío, Rutilio Cruz Escandón, Francisco Gallardo, Alejandro Gómez, Dolores González, Gerardo González, Rogelio Hernández, José Herrera, Onésimo Hidalgo, Gustavo Hirales, María del Carmen Legorreta, Gilberto López y Rivas, Manuel López, Daniel Luna, Blanca Martínez, Joel Padrón, Marina Pagés, Fernando Pérez, Miguel Ángel Romero, Margarito Ruiz, el obispo Samuel Ruiz García, Juan Sánchez, Jorge Santiago, Raymundo Sánchez Barraza y Óscar Torrens.

    Durante mi trabajo de campo en Chiapas gocé del apoyo de Araceli Burguete y del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas) en San Cristóbal de Las Casas. Sin la ayuda de Araceli, el apoyo del ciesas y la invaluable generosidad del difunto obispo Samuel Ruiz, ninguna de estas entrevistas hubiera sido posible. Fue gracias a los testimonios de más de 45 entrevistados, entre los que se cuentan activistas, periodistas, políticos, académi­cos y miembros de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, como entendí mejor la manera en que surgen y se desarrollan los movimientos sociales en condiciones políticas hostiles. También quiero agradecerle a Roberto Bautista por dedicar incontables horas en la biblioteca del ciesas, en San Cristóbal de Las Casas, a recolectar conmigo notas periodísticas de acontecimientos relacionados con los zapatistas para construir después un archivo de actividades de protesta en Chiapas de 1994 a 2003. De 2008 a 2012, con el apoyo del Centro de Investigación y Docencia Económicas (cide), conduje entrevistas adicionales con personajes decisivos involucrados en los diálogos de paz y las reformas democratizadoras.

    A lo largo del camino también me ayudaron muchos estudiantes. María Fernanda Madrid y Samantha Casas en la Universidad de las Américas Puebla trabajaron conmigo transcribiendo entrevistas. En el cide, los antiguos estudiantes de licenciatura Alejandra Díaz de León, Esteban González, Luis Palerm y Cécile Sánchez me ayudaron a recrear mi archivo de acontecimientos de protestas después de un desafortunado incendio, mientras que Esteban, Anna Cristina Báez, Guillermo Gómez, Carlos Monroy, Perla Pérez y Alberto Villaseñor me ayudaron con otros esfuerzos de investigación relacionados con este proyecto. Finalmente, Daniel de Jesús Pérez García me ayudó también durante la traducción del manuscrito.

    Colegas y amigos han tenido la amabilidad de leer versiones previas de los capítulos que componen este libro y me han dado su­gerencias esclarecedoras: Paul Almeida, Rosario Aguilar, Lee Ann Banaszak, Allyson Benton, Todd Eisenstadt, Carolina Garriga, ­Ezequiel González-Ocantos, Hank Johnston, Joy Langston, John ­McCarthy, Brian Phillips, James Ron y Kathryn Sikkink. Los comentarios de los dos revisores anónimos de Oxford y el trabajo edito­rial de Angela Chnapko mejoraron significativamente este manuscrito, por supuesto, y sin ellos nunca hubiera visto la luz del día. También deseo agradecerle a Alexcee Bechthold por su guía para pro­ducir los materiales integrales de este libro, y a Sharon Langworthy y Tharani Ramachandran por su paciente y detallada corrección de estilo. El úl­timo trecho de la escritura, revisión y edición hubiera sido imposible sin la ayuda de Alex Samaniego, quien mantuvo mi condición física y salud mental, y el apoyo de Jeremy Adelman, Gabriela Nouzeilles y el Programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Princeton.

    A nivel personal, deseo agradecer el apoyo absoluto de mi familia, mi madre Silvia, Carlos y Erin, Silvia y Juan, Cosmo, Inés, Santiago y Mateo. En particular, agradezco la mentoría de Juan y el entusiasmo y disposición de Silvia para leer y releer los borradores de los capítulos, una y otra vez. Por último, pero nunca menos importantes por eso, están todos aquellos con quienes he aprendido —y sigo aprendiendo— a ser una mejor maestra, investigadora y per­sona: Abby Bigham, Jason de León, Sharon DeWitte y Eric Jones, Erick y Sarah Rochette, Kirk French y Laurel Pearson, Holly Duns­worth y Kevin Stacey, Johanna y Jade Bissat, Jefe Geoff Vasile, Ellen Quillen, Halla Ólafsdóttir, Magda Giraldo, Kim Jordan, Blanca Maldonado, Chris Reenock, Alex Braithwaite, Pete Doerschler, Chris y Da­nielle Housenick, Matt Ruppert, Jake Frederick, David Ruiz, Gretchen Brandt, Susi Colín, Andrés Catzín, Valeska von Schirmeister, Chuy Bernhardt, Erik Feldhaus, Eugenio Mañón, Marina Michaelidou-Kadi, André Portela Souza, Héctor Castillo, Michael Bernhard, Javier Aparicio, Kim Nolan, Sandra Ley, Giovanni Mantilla, Céline González, Gerardo Maldonado, Álvaro Morcillo y Noelle Brigden. Este viaje de vida no hubiera sido el mismo sin ustedes.

    Introducción

    El primero de enero de 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ( ezln ) le declaró la guerra al gobierno mexicano y tomó las oficinas municipales de siete ciudades de Chiapas: Altamira­­no, Chanal, Huixtán, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc y San Cristóbal de Las Casas. En la voz del Subcomandante Marcos, vocero del ezln , se escuchó el grito zapatista ¡Ya basta!, y casi de inmediato en las redes noticiosas nacionales e internacionales, lo que otorgó una gran prominencia al grupo. La dramática aparición pública del ezln marcó el inicio del movimiento zapatista fuera de su organización guerrillera clandestina, que había comenzado a principios de la década de 1980. ¹ Aunque el zapatismo no alcanzó la fuerza política de otros movimientos indígenas en Ecuador o Bolivia, ² su prominencia nacional e internacional lo ha convertido en un modelo para las luchas indígenas y antiglobalizadoras, así como para los esfuerzos en favor de la democratización dentro y fuera de México. En fechas más recientes, el estandarte zapatista se ha convertido en un emblema de movimientos anarcolibertarios en todo el mundo, como los indignados de España y los ocupas de Alemania. ³ No obstante, dentro de su país la fuerza política de los zapatistas es actualmente marginal a pesar de que recientemente anunciaron que se involucrarían en la política electoral del país al postular una candidata indígena independiente para las elecciones presidenciales de 2018. ⁴ Si bien el plan de adentrarse en la política electoral en 2018 puede considerarse una oportunidad para que los zapatistas articulen y agrupen los derechos e intereses de los pueblos indígenas, el apoyo electoral que los candidatos indígenas independientes podrían obtener fuera de sus bases de apoyo es más bien escaso.

    El surgimiento y las primeras etapas del movimiento zapatista (1994-1996) coincidieron con la fase más intensa de la transición democrática mexicana. Algunos incluso han sugerido que su emergencia fue un catalizador importante de la transición⁵ y el renacimiento del movimiento indígena en México.⁶ No obstante, como ha señalado Deborah Yashar,⁷ el movimiento indígena en México y los zapatistas no fueron capaces de aprovechar por completo este proceso, dada su incapacidad de hacer que el gobierno mexicano respondiera a sus demandas concretas. El inesperado fracaso de los zapatistas nos obliga a cuestionar por qué un movimiento insurgente indígena que estaba destinado a triunfar, dados el tiempo de su aparición durante la transición democrática mexicana y su prominencia nacional y transnacional, fue incapaz de convertirse en un actor político influyente y de conseguir sus metas políticas.

    Se podría argumentar que tomar el poder nunca fue una de las metas políticas de los zapatistas y que, por lo tanto, no debería sorprendernos su destino ni deberíamos siquiera plantearnos esa pregunta.⁸ No obstante, creo que debemos planteárnosla y buscar responderla, dado que el ezln tomó las armas para pelear por la inclusión política de los pueblos indígenas de México; también creo que su respuesta reside en las cambiantes condiciones políticas en que surgió y se ­de­sarrolló el movimiento zapatista, mismas que lo disuadieron de buscar el poder político. Este argumento puede ilustrarse con una analogía de puertas corredizas, pues, según argumento, el movimien­to zapatista se desarrolló en un ámbito de aperturas y cierres casi si­multáneos de oportunidades políticas para su movilización, éxito y supervivencia.

    Las puertas corredizas automáticas suelen presentarse en conjuntos de dos, paralelas unas respecto a las otras. El segundo conjunto de puertas está programado para abrirse automáticamente cuando se cierra el primero. Si el mecanismo automatizado falla y el segundo conjunto no se abre, es posible que haya puertas mecánicas adyacentes que eviten que las personas se queden atrapadas entre las puertas. Según explico en este libro, imagino el desarrollo del movimiento zapatista como uno para el que se abrió el primer conjunto de puertas de oportunidades de movilización después del levantamiento del ezln, pero para el que no se abrió el segundo conjunto de puertas de oportunidades para el éxito. No obstante, la movilización inicial abrió puertas adyacentes de oportunidades para que el movimiento y las comunidades locales sobrevivieran hasta nuestros días a pesar de los obstáculos que han enfrentado.

    Mi argumento es el siguiente: ya que el levantamiento del ezln apuntó de modo directo a las prácticas excluyentes y explotadoras de los sistemas socioeconómico y político mexicanos, contribuyó al debilitamiento del régimen de partido único durante los últimos años de este; también contribuyó al debilitamiento de la fachada de prosperidad que el régimen había intentado instituir al implementar reformas económicas que permitieron al país convertirse en miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan). Como pioneros del uso de internet para la movilización social, los zapatistas no tardaron en alcanzar públicos globales. Además, la coincidencia del levantamiento zapatista con la implementación del tlcan y la inclusión de México en la ocde le ganó la atención del público, los medios, el gobierno mexicano y las organizaciones de la sociedad civil (osc) al grupo guerrillero. Toda esta atención fungió como un escudo contra la respuesta represiva del Estado mexicano sobre unos insurgentes indígenas mal armados. Como consecuencia, se abrieron puertas de oportunidad para la movilización y las manifestaciones prosperaron.

    Las manifestaciones a favor de los zapatistas también generaron suficiente presión de la opinión pública sobre el gobierno federal mexicano para forzarlo a negociar con los rebeldes. Ya que estos tuvieron éxito al desencadenar las negociaciones tan solo tres semanas después de su levantamiento inicial, parecía que se estaban abriendo las puertas de oportunidad para el éxito. Además, las negociaciones de paz entre los rebeldes y el gobierno federal coincidieron con aquellas para la democratización entre las élites legislativas que buscaban conseguir procesos electorales más transparentes y competitivos. Por lo tanto, el escenario parecía estar listo para que el movimiento alcanzara la autonomía política de los pueblos indígenas. Argumento, no obstante, que precisamente porque las negociaciones de paz y para la democratización se desarrollaron casi de modo simultáneo pero independientes unas de otras, las puertas de oportunidad para el éxito del movimiento se cerraron. Por consiguiente, lo que parecían aperturas paralelas para el éxito del movimiento terminaron por atrapar a los zapatistas entre oportunidades que se abrían para la movilización y se cerraban al éxito. Sin embargo, las oportunidades de movilización a principios de la década de 1990 abrieron nuevas oportunidades para su supervivencia, dada la gran red de solidaridad transnacional que se construyó en torno a la causa zapatista y que le permitió a las comunidades zapatistas sostener una campaña de resistencia contra el Estado mexicano que aún continúa.

    El estudio del desarrollo del movimiento zapatista dentro de la transición democrática mexicana a partir de esta perspectiva ofrece tres contribuciones principales a la investigación dedicada a la democratización y las oportunidades políticas. En primer lugar este estudio muestra cómo un movimiento social que se desarrolla durante una transición prolongada puede beneficiarse de las oportunidades de movilización, pero también enfrentar obstáculos para alcanzar sus metas políticas. Como se mencionó antes, el surgimiento del ezln y el movimiento zapatista abrió oportunidades para la movilización y la formación de organizaciones, especialmente en Chiapas, aunque la diócesis de San Cristóbal había contribuido en gran medida a esto desde la década de 1970 al crear una comunidad duradera de osc locales independientes antes de que estallara el conflicto en 1994.⁹ Estas primeras osc funcionaron como una red base para aquellas que llegaron después del levantamiento del ezln. Las organizaciones de movimientos sociales nacionales y transnacionales que se crearon en torno a los zapatistas permitieron que el movimiento mantuviera un ciclo de protestas de diez años y que sobreviviera. No obstante, las élites políticas entrantes que surgieron durante las primeras etapas de la prolongada transición mexicana no pudieron articular ni representar sus exigencias, y no consiguieron oportunidades para la construcción del Estado o para influir en las políticas. Como consecuencia, los zapatistas, como líderes de un movimiento social, no lograron convertirse en actores políticos influyentes en las negociaciones para la democratización del país.

    Segundo, contrario a los supuestos generales de la bibliografía sobre los movimientos sociales,¹⁰ las transiciones democráticas no siempre traen consigo oportunidades políticas para grupos disidentes anteriormente excluidos. Como demuestra este estudio, las oportunidades políticas pueden tener diferentes efectos en los movimientos sociales en contextos políticos distintos. Las transiciones democráticas prolongadas suelen favorecer pactos entre las élites electorales sin abrir espacios para la inclusión de líderes de los movimientos sociales o sus intereses.¹¹ Tercero, para la literatura de las oportunidades políticas, este estudio muestra qué dimensiones, dentro del enfoque del proceso político,¹² son más adecuadas para promover la movilización y la supervivencia de los movimientos sociales y qué factores suelen proporcionar mejores oportunidades para que estos logren alcanzar sus metas.

    El presente estudio también ilustra los efectos de una transición democrática incompleta respecto a la representación de intereses. La transición democrática de

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