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Nunca demasiado lejos: Regresar de la derrota y decepción con propósito y poder
Nunca demasiado lejos: Regresar de la derrota y decepción con propósito y poder
Nunca demasiado lejos: Regresar de la derrota y decepción con propósito y poder
Libro electrónico165 páginas2 horas

Nunca demasiado lejos: Regresar de la derrota y decepción con propósito y poder

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Información de este libro electrónico

En Nunca demasiado lejos, Louie Giglio, autor de best sellers y fundador de Passion Conference, entrega un mensaje de esperanza a todos los que han experimentado la derrota y la decepción. Nos recuerda que nunca podemos alejarnos demasiado de Dios y que nunca es demasiado tarde para que Su plan y propósito se desarrollen en nuestras vidas.

Todos compartimos una cosa en común. En todas nuestras vidas soplarán vientos. Vientos de dificultad causados por nuestras propias decisiones y vientos huracanados de adversidad debido a circunstancias que nunca vimos venir. Este libro es para ti si estás:

  • Enfrentando un conflicto con otros y necesitas renovar las relaciones.
  • Luchando para superar una adicción y necesitas un cambio radical de la desesperación y la oscuridad a la victoria, la fuerza y la confianza.
  • Abrumado en el trabajo y necesitas nuevas perspectiva y dirección.
  • Pasando por algo complicado en lo académico y te preguntas si alguna vez te vas a graduar.
  • Sintiéndote vacío y sin propósito.  
  • Llorando la pérdida de la familia o algo que valoras mucho.  
  • Lidiando con una profunda decepción porque la vida no ha resultado como esperabas.

En Nunca demasiado lejos, explorarás las historias de hombres y mujeres que han pasado por los fuegos y las pruebas de la vida y salieron creyendo en la fidelidad de Dios. Las historias de José, Sansón, Elías, Pedro, Pablo y otros nos muestran que no importa por lo que estemos atravesando, todavía podemos tener confianza en que nuestra historia no ha terminado mientras Jesús esté en ella.

Never Too Far

In Never Too Far, Louie Giglio, bestselling author and founder of the Passion Conference, delivers a message of hope to anyone who has experienced defeat and disappointment. He reminds us that we can never get too far from God and that it’s never too late for His plan and purpose to unfold in our lives.

Adapted from material previously published in The Comeback, this book is for you if you are:

  • Facing conflict with others and need a comeback to renewed relationships.
  • Struggling to overcome an addiction and need a turnaround from despair and darkness to victory, strength, and confidence.
  • Overwhelmed at work and need a fresh perspective and new direction.
  • Going through a rough reason academically and wonder if you’re ever going to graduate.
  • Feeling empty and purposeless. 
  • Grieving the loss of a family or something else you valued highly.
  • Dealing with deep disappointment because life hasn’t turned out the way you had hoped.

.

 

IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento2 nov 2021
ISBN9780829702866
Autor

Louie Giglio

Louie Giglio is pastor of Passion City Church and the original visionary of the Passion movement, which exists to call a generation to leverage their lives for the fame of Jesus. Since 1997, Passion Conferences has gathered college-aged young people in events across the United States and around the world. In 2022, Passion hosted over 50,000 students in the Mercedes-Benz Stadium with another one million people joining online. Louie is the national-bestselling author of over a dozen books, including Don't Give the Enemy a Seat at Your Table, At the Table with Jesus, Goliath Must Fall, Indescribable: 100 Devotions About God and Science, The Comeback, The Air I Breathe, I Am Not but I Know I Am, and others. As a communicator, Louie is widely known for messages such as "Indescribable" and "How Great Is Our God." An Atlanta native and graduate of Georgia State University, Louie has done postgraduate work at Baylor University and holds a master’s degree from Southwestern Baptist Theological Seminary. Louie and his wife, Shelley, make their home in Atlanta.

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    Nunca demasiado lejos - Louie Giglio

    Uno

    Una historia de regreso más profunda

    A todo el mundo le encanta una buena historia de un regreso.

    La clásica historia de un regreso contiene uno de dos giros: o bien es acerca de alguien que no tiene posibilidades de triunfar, que tambalea y que luego triunfa más allá de sus sueños, o bien sobre un campeón que cae, lucha esmeradamente y logra un gran regreso. En cualquiera de los dos casos, se trata de una persona que sufre y cuyo dolor se alivia o que es capaz de ver el dolor desde una nueva perspectiva. Hay una inversión de la suerte.

    Las grandiosas historias de regreso nos dan esperanza. Todos podemos relacionarnos con la experiencia de pasar por lugares difíciles en los que nos preguntamos si alguna vez vamos a recuperarnos. Todos hemos estado en temporadas en las que hemos anhelado algo mejor que lo que estamos experimentando en el momento.

    ¿A qué tipo de retos te enfrentas hoy?

    Tal vez te enfrentas a un conflicto con tus amigos, compañeros de trabajo o familiares. Las relaciones son tensas y no sabes qué hacer. Necesitas volver a renovar tus relaciones.

    Tal vez estés luchando por superar una adicción o algún tipo de pecado. Necesitas volver de la desesperación y de la oscuridad a la victoria, la fuerza y la confianza.

    Tal vez te sientas abrumado en el trabajo. Quizá odias tu trabajo. O no encuentras trabajo. Necesitas una nueva perspectiva, una nueva dirección.

    Tal vez estés atravesando una temporada difícil desde el punto de vista académico y te preguntas si alguna vez te vas a graduar. Necesitas una gran dosis de esperanza, una infusión de nuevas fuerzas.

    Quizá tengas todo el dinero y los recursos del mundo, pero tu vida se siente vacía y sin propósito. Necesitas un nuevo propósito, un propósito mayor que el que has tenido antes.

    Tal vez alguien cercano a ti acaba de morir. O algo que antes valorabas ya no existe. Tienes que seguir adelante a pesar de tu dolor.

    Tal vez te encuentres en medio de una tragedia. No hay palabras para describir lo que estás pasando. Simplemente te duele. Necesitas ayuda para tomar el siguiente aliento.

    Tal vez el problema sea una grave y profunda decepción: la vida no ha resultado como esperabas. Estás desilusionado o sin rumbo. Quieres saber qué camino tomar.

    La buena noticia es que Jesús nos llama a todos a entrar en una vida de regreso. Puede ser el tipo de regreso en el que superamos los obstáculos por el poder de Dios, o puede ser un tipo de regreso más profundo, en el que Jesús redime las peores circunstancias para su gloria y para darnos lo mejor.

    La gran esperanza que tenemos es que cuando estamos en un punto bajo, Dios nos ofrece una mano hacia arriba. A través del fuego de las pruebas, Dios nos ofrece un camino más cercano a él.

    BIENVENIDO A LA HISTORIA DE NOSOTROS

    ¿Has pensado alguna vez en este tipo de retorno más profundo, el que solo Dios puede ofrecer? Dios se lo ofrece a todos. Piensa en algunas de las extraordinarias historias de regreso en la Biblia.

    En el jardín del Edén, en Génesis capítulos 2 y 3, Adán y Eva tenían todo lo que necesitaban. Sin embargo, fracasaron miserablemente cuando comieron el fruto prohibido.

    En su gracia y misericordia, Dios se les apareció a Adán y Eva en medio de su fracaso. Sí, sufrieron las consecuencias de su pecado, y sí, el mundo entero ha experimentado esas consecuencias desde entonces, porque todos estamos juntos en esto. Pero la misericordia de Dios también entró en el jardín a lo grande, y Adán y Eva pasaron a tener una esperanza y un futuro y una gran historia con Dios. Incluso después de su fracaso, Dios los amó, los cuidó, los bendijo y los sostuvo.

    Todos hemos oído la historia del arca de Noé en el Génesis capítulos 6 al 9. Noé construyó una gran barca, reunió a todos los animales en su interior de dos en dos, y también salvó a un remanente de la humanidad de la destrucción total durante un diluvio universal.

    Justo después de que Noé y su familia salieran de la barca a tierra seca debajo de un fantástico arco iris, una de las siguientes cosas que hizo Noé fue plantar un viñedo y emborracharse. Sus acciones causaron un gran conflicto en su familia. Afortunadamente, eso no es todo en la historia de Noé. Hebreos 11 describe cómo Noé se convirtió en un heredero de la justicia de acuerdo con su fe. Noé tuvo un regreso, y Dios usó a Noé poderosamente, incluso después de sus errores.

    En el Éxodo se cuenta la historia de Moisés. Moisés tenía un problema de ira y mató a un egipcio que estaba golpeando a un esclavo hebreo. A causa de ese crimen, Moisés fue desterrado al desierto, donde lo único que hizo durante años fue cuidar ovejas.

    Lejos de todo, en el reverso de la vida y en medio de la nada, una zarza se prendió fuego y ardía sin quemarse. Desde esa zarza ardiente Dios le habló a Moisés: «¡Anímate! Sé que parece que la vida ha pasado de largo, pero voy a utilizarte para sacar a mi pueblo de la esclavitud de Egipto y llevarlo a la tierra prometida».

    Moisés tuvo una gran historia de regreso después de su ira y de sus oportunidades fallidas. También tenía un impedimento para hablar y una pésima confianza en sí mismo. No creía que pudiera hacer nada útil para Dios, pero junto con su hermano Aarón, fue a ver al faraón y le dijo que dejara ir al pueblo de Dios. Finalmente, el faraón lo hizo, y toda la nación de Israel tuvo una historia de regreso.

    Moisés desobedeció a Dios varias veces después de eso, y como consecuencia, Dios no le dejó entrar en la tierra prometida. Pero en el Nuevo Testamento hay una historia de Jesús subiendo a una montaña con tres de sus discípulos. Allí ocurrió algo sobrenatural. Las ropas de Jesús se volvieron de un blanco radiante, y brilló con una gloria resplandeciente. Junto a Jesús, aparecieron de repente otros dos, y uno de ellos era Moisés.

    Podríamos hablar de una historia tras otra como estas. De hecho, la historia de la humanidad es una historia de personas que han tropezado y han caído, pero de alguna manera, en el océano de la gracia y la misericordia de Dios, él proporciona un regreso para cualquiera que ponga su fe y esperanza en Jesús.

    En las próximas páginas exploraremos las historias de hombres y mujeres que han pasado por los fuegos y las pruebas de la vida y han salido creyendo en la fidelidad de Dios. Estas historias nos muestran que, independientemente de lo que estemos atravesando, podemos seguir confiando en que nuestra historia no ha terminado mientras Jesús esté en ella.

    Todo el mundo necesita un regreso, y si buscamos a Dios, a todos se les ofrece un regreso. No importan nuestros obstáculos, no importan los errores que hayamos cometido, no importa si estamos en una temporada de vagabundeo o de oscuridad, nunca es demasiado tarde. El propósito y el plan de Dios seguirán prevaleciendo.

    Dios se ocupa de restaurarnos a nosotros y a todo lo que se ha perdido, a veces ahora, a veces en el cielo. Incluso si algo no parece restaurado ahora en la tierra, se nos invita a tener confianza en los propósitos de Dios, y eso produce esperanza y paz para nosotros hoy.

    Sé que esto es cierto porque he experimentado un regreso personalmente.

    UNA CANCIÓN EN LA NOCHE

    Hace unos años, la vida era ajetreada. En un periodo de seis meses, Passion organizó eventos en diecisiete ciudades del mundo. Fue una de las experiencias más extraordinarias de mi vida. Sin embargo, también requería una enorme cantidad de liderazgo y coraje, y el costo fue mayor de lo que pensaba. Además, estábamos plantando una iglesia en Atlanta y lidiando con circunstancias muy difíciles que rodeaban a nuestra familia. La economía mundial tocó fondo. Y en última instancia, yo también.

    Una mañana, a las 2:00 a. m., desperté repentinamente y me senté en la cama con sudor en la frente y con el corazón tan acelerado que parecía que se me saldría del pecho. Y pensé: «Esto es lo que se debe sentir cuando uno se muere».

    Me levanté y traté de caminar para que se me pase, finalmente me lavé la cara con agua fría. Intenté calmarme, pero no pude. Aguanté hasta la mañana, pero no cambió mucho. Sentado en mi escritorio en el trabajo, sentí que se acercaba otra ola y finalmente fui a ver a mi médico.

    Resumiendo la historia, esa misma noche volví a la sala de urgencias con convulsiones, entumecimientos intermitentes, dolores intensos y otros síntomas alocados. Le dije a la persona del mostrador de Urgencias: «Tengo cincuenta años y no siento la cara».

    Inmediatamente me conectaron a múltiples máquinas y comenzaron las pruebas. Mi presión arterial era tan alta que no me creerías si te lo dijera. Siguieron los estudios. Luego, nada. El médico que me atendió vino y me dijo: «Su corazón está bien. No tiene ninguna señal de tener una enfermedad grave». Y luego se fue.

    Curiosamente, mi presión arterial empezó a bajar, iniciando un ciclo que se repetiría durante las siguientes semanas. Los medicamentos que me dio el médico me calmaron al instante y pude dormir esa noche. Pero lo que no sabía era que, por debajo de todo eso, había algo roto dentro de mí que no se iba a restablecer ni rápida ni fácilmente.

    Me seguía despertando a eso de las dos de la mañana. Los síntomas cambiaban día a día, pero persistían. Se me nublaba la vista. Y cada día pensaba que me estaba muriendo de una nueva dolencia. Sin embargo, visita tras visita que hacía de un médico a otro no podían encontrar nada. Todas las pruebas eran negativas, y me refiero a todas las posibles.

    Finalmente, alguien dijo la palabra: depresión. Algún tipo de trastorno de ansiedad se había apoderado del centro de control de mi mente. A estas alturas ya estaba tomando medicación para restablecer mi cerebro, pero noche tras noche el pavor y la oscuridad me llamaban.

    Por supuesto que oraba. Y las personas que me rodeaban y que sabían lo que realmente estaba pasando habían estado orando durante meses. Sin embargo, me sentía adormecido por los medicamentos y perdido en la niebla. Finalmente, algo cambió.

    Nunca olvidaré el estruendo de las dos de la madrugada de aquella noche y el despertar sintiéndome más desesperado que nunca. Pensé: «Ya no puedo más». Nada había ayudado a la situación. Ningún médico era capaz de provocar un cambio. No sabía qué hacer. Lo único que sabía con certeza era que no podía seguir así.

    Casi por reflejo, sentí que mis brazos se elevaban al cielo. Sin palabras, mi corazón oró: «Dios, tienes que ayudarme». Eso fue todo lo que pude decir. A veces nuestras mejores y más profundas oraciones son las más simples. Dios, por favor, ayúdame.

    No hubo un rayo. No hubo una solución rápida. Pero un corto pasaje de las Escrituras me vino a la mente. Es del libro de Job (35:10) y habla de cómo Dios nos da canciones en la noche. La adoración había sido mi recurso muchas veces antes en la vida, y dije: «Dios, no sé qué más hacer, pero si me das una canción en la noche, te alabaré».

    Casi instantáneamente, una corta estrofa de alabanza a Dios cayó en mi boca. Decía así: «Tranquila, alma mía, hay un sanador». Eso es todo lo que decía. «Quédate tranquila, alma mía, hay un sanador». Lo canté una y otra vez, con una corta melodía que surgía. Sabía la verdad de esa frase. Lo sabía en lo más profundo de mis entrañas. Sabía que estaba respaldada por las Escrituras. El salmista dijo: «¿Por qué te desesperas, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues lo he de alabar otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!» (Salmo 43:5, NBLA). Pon tu esperanza en Dios.

    ¿Has experimentado alguna vez un momento así? Llegan momentos en la vida en los que estás pasando por el valle de sombra de muerte, y en ese

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