la mustia mandolina
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tensión
acorde perdío
reacción provocada
gracia exquisita
estimúlame más
bríndame
gózame
envenéname los labios
hazme el favor de
llevarme al piso
que así
y aunque sea tardá
como las águilas
me volveré a levantar
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la mustia mandolina - Camila Segovia Andías
fibras sentimentales
desde el centro
hacia las extremidades
van encajándose una a una
las fibras sentimentales
como ramas secas
hieren a la piel tiritona
hundiéndose
embravecidas en esta
alimentándose voraces del
flujo interno de su sangre
acunadas
en el nido palpitante
de la corriente ebria
entonando el dulce canto y
meciendo desnudos
a los nervios calientes
que en sí se han enredado
porque son filamentos
anestesiados
de dolor punzante
fecundos en la excitación
de impulsos engullidos
por la carne llena de
incertidumbre...
hebras deleitadas en el
retorcido arte del arrase
del arremolinar
de las tormentas quebrando
a azotes de viento
la fuente divina del cielo
viviendo para hormiguear
las comisuras de la boca
el mordisco de dientes
apretando
los gemidos y ardores de la
débil coordinación profanada
por la eléctrica estela
íntima y tierna
apegada al prometido maná
de los resplandores
tan insensibles al durmiente
trino de las cuerdas
de la mustia mandolina
de sus placeres
noche fragmentada
pesados y caídos
los párpados se retuercen
enseñando lo interno
las escleróticas rebeldes
sus venas tan rojas
como resentidas
junto a la audacia de estas
para penetrarlos siempre
tan amargas y a juego
con las ojeras
picándoles tiritonas
los pensamientos inquietos
estimulándoles
las creencias corrompidas
en sus pliegues
invitándolos a romper
los barrotes del cuerpo endeble
deteriorado e inconsciente
al que pertenecen
quizá también a liberarse
del arrase determinista
golpeándolos a
presagios indolentes
obligándolos a pactar
ingenuos con la muerte
en esta noche fragmentada
de desvelos profundos
en los que ya quisieran
los ojos que guardan
abandonar las calientes
cuencas hundidas
resecas y derrotadas
ante el tormentoso gorgoteo
del azar consumiendo a gajos
las hileras de sus pestañas
incapaces de frenar su danza
su desprendimiento frágil
la humedad voraz e incesante
que las lleva a desembocar
hacia la boca entreabierta
para besarla como Judas
en sus labios malditos
demasiado dolidos
por el arrebato de los dientes
despedazándolos en esta noche
sin derecho a término
ni a benevolentes alivios
tormento eterno
parece cierto el tormento eterno
pintado en papiro añejo
porque nos quema a besos la piel