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Cultura del paisaje: Antología de narrativas de divulgación ambiental del noroeste de México
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Cultura del paisaje: Antología de narrativas de divulgación ambiental del noroeste de México
Libro electrónico401 páginas3 horas

Cultura del paisaje: Antología de narrativas de divulgación ambiental del noroeste de México

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Este libro es resultado de satisfacer una necesidad innata en el hombre: observar, interpretar y explicar su realidad circundante. Por ello el compromiso personal de compartir el paisaje que nos rodea como fuente de cultura ambiental y que ha tenido salida mediante la divulgación de lo observado e interpretado. Esta antología contiene 20 narrativas
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 sept 2023
ISBN9786076077092
Cultura del paisaje: Antología de narrativas de divulgación ambiental del noroeste de México

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    Cultura del paisaje - Alberto Tapia Landeros

    Prólogo

    Baja California es un estado muy bello, lleno de riquezas naturales para el gozo de sus habitantes. Su diversidad de paisajes, flora y fauna y el don de gentes de su comunidad, lo hacen muy atractivo para los visitantes. Conservar y preservar este tipo de valores es muy importante. Este libro es la labor de un personaje que durante 50 años ha estado involucrado en la descripción y registro fotográfico de la región para disfrute de las generaciones futuras.

    A lo anterior se suma su pasión por la historia natural, el paisaje, y resalta su autoridad como conocedor de la geografía del estado, junto con su flora y su fauna. A esto habría que agregar su interés por difundir el conocimiento sobre este tema, lo que sin duda enriquece su obra y permite al lector sumergirse en un mundo revelador de las bellezas de los diversos paisajes que uno encuentra en sus libros, en particular el del borrego cimarrón, y con ello convirtiéndose en un defensor nato de su supervivencia.

    Alberto Tapia tiene también la virtud de presentarnos la historia ambiental y sus conceptos dentro de la vida cotidiana, y su divulgación en los medios de comunicación. Su actitud crítica y propositiva, de elevado amor al medio, nos permite conocer las diversas manifestaciones en las ciencias, contribuyendo con ello a enriquecer nuestra cultura.

    Como divulgador, en sus artículos nos habla sobre la vida que hay que preservar a como dé lugar dentro de la sustentabilidad.

    Por ello me congratulo de que haya una persona como Alberto Tapia Landeros en Baja California. Su labor de preservación y sus denuncias contra las amenazas a la vida ambiental han sido muy significativos. Sus libros, sus artículos en el periódico y en la Revista Universitaria, así como su cátedra de derecho ambiental en la Facultad de Derecho-Mexicali —única en la uabc—, pero también las lecciones aprendidas como cazador experimentado, su maestría en educación ambiental, y su afición como escultor de la naturaleza, convierten a este investigador en creador de conciencias ambientales.

    Margarito Quintero Núñez

    Introducción

    "...Pensar el paisaje no como un objeto para ser visto o un texto para ser leído, sino como un proceso mediante el cual se forman las identidades sociales y subjetivas".

    (Mitchell, 2002:1).

    Este libro es resultado de satisfacer una necesidad intelectual innata en el hombre:

    observar, interpretar y explicar su realidad circundante. En voz del ecólogo cultural Robert Netting:

    La interacción con la naturaleza ha sido ciertamente la preocupación práctica de mayor duración para la humanidad, y debe haber formado uno de sus primeros ejercicios intelectuales (Netting, 1986:1-2). Traducción libre del autor.

    Esta necesidad humana elemental originó el amor por el saber, la filosofía. Y la generación de conocimiento a todas las ciencias.

    En mi caso, el compromiso personal por compartir el paisaje circundante como fuente de cultura ambiental, ha tenido salida mediante la divulgación de lo observado e interpretado. Esta antología contiene 20 narrativas de divulgación ambiental, vivencias en la naturaleza que califico como narrativa iconográfica con bibliografía, pues invariablemente se ilustra con fotografía parte de lo que se narra. Al final de cada texto proporciono la bibliografía consultada, gracias a la cual fue posible una interpretación multidisciplinaria de cada caso. Condición particular que separa mi narrativa del género del periodismo de investigación, no obstante, tienen la misma fuente empírica.

    Después de elegidas y reunidas estas narrativas de divulgación ambiental, visualicé la oportunidad de que la obra sirviese también a estudiosos de la cultura, y para cumplir con este nuevo propósito, elegí las propuestas de dos culturólogos actuales, filtros por los cuales tamicé cada narración, con el fin de correlacionar la narrativa del pasado, con la teoría cultural del presente. Este ejercicio aparece al final de cada narrativa como Reflexión. En los sencillos ejercicios propuestos para interesados en el fenómeno cultural, seguramente surgirán nuevas y mejores conclusiones que las mías, así como bibliografía adicional que enriquezca la interpretación cultural.

    Después de este antecedente introductorio, con esta obra me propongo alcanzar, en cada lector, cuando menos uno de tres objetivos:

    a) Servir de inducción a estudiantes interesados en la investigación de la cultura.

    b) Contribuir a la historia ambiental.

    c) Antologar narrativas de divulgación publicadas e inéditas.

    Por ser una obra de divulgación, omito exponer metodologías complejas que pudiesen inhibir al lector. Es suficiente decir que la interpretación aquí intentada, se sustenta en diversas disciplinas: historia, biología, geografía, cartografía, climatología[1], ciencias jurídicas y culturales, entre otras. Es decir, la interpretación cultural del paisaje es multidisciplinaria. Se vale de todo conocimiento al alcance, con tal de describir la realidad observada y generar cultura del paisaje. Definir cultura ha sido preocupación de muchos, pero resultado de pocos. Aquí adopto la propuesta de don Gilberto Giménez Montiel, una de las más recientes entre las muchas que existen:

    Proceso de continua producción, actualización y transformación de modelos simbólicos, a través de la práctica individual y colectiva, en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados (Giménez, 2007:38).

    El lector encontrará que mediante una aguda observación e interpretación, constantemente se construyen y transforman modelos simbólicos que en este caso son: playa, mar, bosque, desierto, humedal, montaña, laguna, río, arroyo, cultivo. Es en estos modelos donde se experimentan vivencias caracterizadas por una vegetación determinada y con ciertos animales; y en su construcción también se registran percepciones de temperatura y humedad. Atributos de altitud y solitud que refuerzan el simbolismo del lugar. Y después de una interpretación multidisciplinaria, surge un modelo actualizado, enriquecido en ambos sentidos: cuantitativamente con su ubicación geográfica y especies de plantas y animales identificadas taxonómicamente, así como la historia del lugar. Cualitativamente el modelo simbólico se enriquece mediante la construcción de significados que deja la experiencia de la interacción con el lugar visitado, así como el conocimiento de su cultura. Todo en un contexto histórico y socialmente estructurado respecto del lugar desde donde hablo y escribo mi experiencia, para cumplir con la definición de Giménez Montiel.

    En referencia a los teóricos de la interpretación ambiental, debo decir que no me acojo a sólo uno. Ni a la concepción no científica basada en la contemplación y apreciaciones subjetivas; ni a la estrictamente científica sustentada sólo en el conocimiento ecológico.

    Predomina la propuesta de W.J.T. Mitchell, que se sintetiza en el epígrafe del inicio: el paisaje como proceso formador de identidades sociales y subjetivas.

    Para completar la interpretación de este concepto de Mitchell, diré que no sólo me concretaré a observar el paisaje como un objeto, esto es, contemplativamente, como lo hicieron los clásicos del renacimiento creando bellas obras de arte. Tampoco sólo como un texto, interpretado a través de las ciencias duras como la geografía, biología, historia y climatología. Intentaré después de narrar cada apartado, reflexionar cómo ese paisaje observado e interpretado contribuye a la formación de identidades sociales y subjetivas que propone Mitchell.

    Entonces, los dos filtros, los dos culturólogos a los que ya hice referencia, son pues

    Gilberto Giménez Montiel: con su modelo simbólico en constante transformación.

    W.J.T. Mitchell : el paisaje como proceso formador de identidades.

    La definición de Mitchell no atiende a una cronología del efecto que el paisaje ha tenido en el hombre. Históricamente, el paisaje primero formó identidades; luego como objeto, inspiró las representaciones clásicas en papel, lona, aceites, aguafuertes y acuarelas; y por último, las ciencias duras lo convirtieron en un texto para ser leído.

    Pero estas narrativas de divulgación ambiental son también mi visión del mundo desde la ideología del explorador-descubridor-divulgador: el que decide salir del claustro urbano a correr riesgos con tal de estar, vivir en el paisaje fronterizo entre el mar y el desierto; la historia y el mito. Interpretando a Mitchell, no utilizo el vocablo paisaje, sino el concepto paisaje, como extensión de lo ecológico, natural y objetivo. Mi paisaje incluye además del conocimiento del suelo, agua, aire, flora y fauna, su historia, pero sobre todo, el uso simbólico y el significado que tiene para nosotros. Y es precisamente este aspecto cualitativo el que forma las identidades sociales y subjetivas: la cultura del paisaje que abarca todo, lo científico y lo aún no científico.

    La investigación cultural, aquella cuyo objeto de estudio es la propia cultura en todas sus formas[2], acude al sujeto para indagar el significado que, el paisaje y los elementos que lo componen, tienen para él: para conocer su identidad social y subjetiva. Estos significados se manifiestan en las representaciones sociales, esto es, lo que el hombre le atribuye a los elementos paisajísticos, como es el caso de los accidentes geográficos nombrados por el sujeto o geosímbolos. (Tapia Landeros, 2009). También se indaga en la cultura subjetiva de los sujetos, en el sentido que propone don Gilberto Giménez Montiel. La investigación cultural se preocupa por desentrañar: formas internalizadas de su cultura, tales como ideologías, mentalidades, actitudes, creencias y valores (Giménez, 2005:81). Incluyo al final algunas definiciones de estos conceptos así como ejercicios sencillos, con la esperanza de involucrar a futuros investigadores de la cultura. Dicho de otro modo, este libro contiene interpretaciones objetivas del paisaje, así como atisbos a la construcción de identidades. Invito a estudiantes interesados en hacer interpretación, a interpretar mi narrativa mediante su análisis por métodos apropiados.

    La cita anterior, escrita mucho antes que esta antología, es parte de una obra colectiva del Cuerpo Académico del Instituto de Investigaciones Culturales Museo Universitario.

    La incluyo aquí para justificar la congruencia, consistencia y ruta permanente de mi actividad académica.

    Además de divulgar al público mis hallazgos en la interpretación del paisaje mediante columnas periodísticas, libros de divulgación, entrevistas, programas de TV y Radio, conferencias, pero sobre todo en Revista Universitaria de la uabc, (RU), estos me han proporcionado pruebas para denuncias legales por daños ambientales, materia prima para mi cátedra de derecho ecológico, en la Facultad de Derecho Mexicali, uabc. (Véase el capítulo 12, Bosques: incendios, sequías y plagas. Baja California. Uso y abuso de su biodiversidad. Miguel Ángel Porrúa- uabc. 2006. p. 231-250. También Resquicio legal para una… ¿tala ilegal disfrazada? Revista Lex. Difusión y análisis. 3era época, año viii, julio de 2003, número 97. Pág. iv-vi).

    Los apartados que integran esta antología son textos publicados en RU, ya sea en su forma impresa hasta diciembre de 2008, así como digital en línea, a partir de 2009. Algunos de ellos inéditos al momento de escribir esta obra.

    La recopilación de la información en diario de campo siempre estuvo auxiliado por el registro fotográfico. Una cámara me ha acompañado siempre. De fotografía análoga, cine, video y ahora de fotografía digital, ha resultado un instrumento de recolección y expresión, así como prueba legal en algunos casos. El lector ha recibido siempre con agrado la ilustración de mis textos.

    Esta antología no es la excepción. Está plagada de imágenes, propias y de fotógrafos invitados, con el objeto de enriquecer la narrativa y proporcionar al lector, un paisaje para su propia interpretación.

    Inicio con mis primeras experiencias telefotográficas: el paisaje a través de una lente, y la cultura ambiental que desencadena su interpretación multidisciplinaria.

    Bibliografía

    Giménez Montiel, Gilberto (2005). Teoría y análisis de la cultura. Volumen 1. Conaculta. México.

    —— (2007). Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. iteso. Universidad Jesuita de Guadalajara. México.

    Mitchell, W.J.T. (2002). Landscape and power. The University of Chicago Press. Chicago.

    Netting, Robert M. (1986). Cultural ecology. Waveland Press Inc. Prospect Heights, Illinois.

    Schama, Simon. (1995). Landscape and memory. Vintage Books. Nueva York.


    ¹ En las conclusiones aparecen otras ciencias y disciplinas complementarias.

    ² Las ciencias objetivas citadas son cultura por sí mismas. La diferencia aquí es lo objetivo y subjetivo en el hombre.

    Explorare cachanilla

    Hace 37 años (escribo este texto en agosto de 2009), en noviembre de 1974, adquirí el segundo lente de distancia focal de 400 milímetros Nikkor (telefoto), y me fui a explorare [3] el cachanillal mexicalense. Revisando archivos iconográficos para la edición de Homo-ovis. El borrego cimarrón en México (

    uabc,

    2008), libro sobre nuestra mascota universitaria, regresé a estas imágenes tomadas en su gran mayoría de 1974 y 1976.

    Quien no es fotógrafo piensa que tal amplificación (400 mm) supone una ventaja para el que acciona el obturador. Pero cuando se revelan las fotos o las diapositivas, como en este caso, el fotógrafo naturalista sufre una decepción al ver a sus sujetos, principalmente animales silvestres, muy lejos para considerarlos retratos de sus respectivas especies.

    Para lograr los acercamientos que lucen las portadas de las revistas naturalistas, se requieren más de 400 milímetros y unas cuantas horas de acecho. Se requiere toda una vida consagrada a la caza de imágenes y otros atributos. Pero esta colección retrata muy bien cómo era el entorno natural mexicalense en el tercer cuarto del siglo pasado. Interesados del siglo xxi podrán visitar los mismos sitios, registrarlos fotográficamente, y escribir su interpretación medio siglo después.

    Por ejemplo, en julio de 1976, se acababa de inaugurar el monumento a Los Pioneros en un Centro Cívico inexistente, tan despoblado que se podía apreciar la sierra Cucapá en el fondo.

    Pero esta colaboración es sobre elementos naturales y empezaremos por repasarlos. Las lagunas México y Xochimilco eran lugares de recreo, balnearios, lugares para la pesca deportiva. En la primera cazábamos patos y en ambas pescábamos lobina. En la primera se podía esquiar y navegar recreacionalmente. Al arranque del siglo xx, ambas están contaminadas y se debate su rescate.

    El valle agrícola mexicalense es el delta original desbordado. La canalización dispersó la vegetación natural y exótica, y la fauna silvestre siguió la ruta colonizando casi la totalidad del antiguo llano, anegable por las crecidas del Río Colorado hasta 1935, que la primera presa en los eua, la Hoover, inició su control, para luego la presa Morelos en territorio mexicano, lo domaron por completo en 1952.

    En las tardes ardientes de verano un ruido natural y muy fuerte emerge de los humedales. Es el sapo toro, Es el ave toro, oía de los adultos cuando de niño escuchaba perplejo el profundo roncar, de garganta batracia o aviaria. Cuando busqué sorprender al autor de canto tan grave, encontré con frecuencia a la garcita verde, Butorides striatus, siempre solitaria y a la caza de su cena en los pantanos. Desde entonces, los pantanos significan para mí el hábitat de esa ave y el grave roncar una moneda en el aire: o pertenece a un batracio, o a la llamada garza norteña del tular, Botaurus lentiginosus. Mientras mi empirismo no sorprenda a alguno de los dos roncando, en mi marco referencial seguirá siendo la voz de los pantanos en verano.

    Muchas veces intenté retratar a las parvadas de patos y cercetas que llegaban a dormir al brazo sur de la laguna México, en el valle de Mexicali, B.C. Este humedal se extendía casi hasta el rancho de Alberto Yáñez, contiguo al Uno del Chenk. Pero las ánades siempre sintieron mi presencia y volaron antes de conseguir mi objetivo. Al igual que con el sapo o ave toro, el esfuerzo no fue en vano, pues encontré a actores secundarios de los pantanos, en este caso, parvadas de avocetas patrullando lodazales en busca de su alimento.

    Con su traje smoking en elegante blanco y negro, estilizados cuellos y largas zancas, las hay de pico curvo y de pico recto. Ignoro si las aguas mencionadas todavía ofrecen hábitat digno a estas aves acuáticas y migratorias.

    Entre las plantas que adornan la campiña cachanilla destaca el girasol. Sus grandes flores amarillas tienen la sabiduría de enfocar, seguir al sol en su trayectoria. Pero el sol mexicalense es tan intenso que descubrí que algunos girasoles le daban la espalda, traicionando, despreciando al astro rey.

    Entonces interpreté: hay de soles a soles; o de girasoles a girasoles. Pero seguir al sol no es la única virtud del girasol. Sus semillas oleaginosas son exquisitas con o sin sal. Al finalizar el verano cachanilla la paloma huilota, Zenaida macroura, busca afanosamente las semillas que nadie recolectó, y las prefieren sobre cualquier otro alimento.

    Cuando el cazador busca las mejores huilotas para comer, fritas o en caldo estilo colonia Carranza, procura cobrar huilotas en campos de girasol o de ajonjolí. Estas dos oleaginosas le dan un sabor especial a su carne hasta el otoño. En este caso se impronta con fuerza en el modelo simbólico del cultivo de oleaginosa y sus huilotas, el sabor especial de su

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