La figura del árbol vertebra la última exposición de José Manuel Ballester. De arboris perennis se pudo ver en verano en el Jardín Botánico de Madrid, en el marco de PHotoEspaña, y se podrá seguir viendo el próximo año en las Naves de Gamazo, la sede de la Fundación Enaire en Santander. Como aperitivo, este otoño se proyectan algunas imágenes de los árboles que Balllester ha fotografiado —y que ilustran estas páginas— sobre los muros de las naves.
Un árbol prototípico, esquemático, frágil y fuerte a la vez da la bienvenida al visitante. Es un dibujo que el artista realizó a los 18 o 19 años al carboncillo. La figura de un árbol vertebra no solo el recorrido de su última exposición, sino el dehace que pensemos en ellos y nuestra relación con ellos, en su importancia, su cuidado y su futuro. Invisibles a los ojos, sus raíces son nuestras anclas. Compartimos con ellos un fragmento mínimo de tiempo: antes de venir al mundo estaban allí y cuando muramos allí seguirán. Las naturalezas desnudas, desnudadas de personas que retrata Balllester recuerdan que, en realidad, no somos tan importantes, no debemos tener tanta presencia. Si total, las personas pasamos; son los árboles los que se quedan. Aquí están.