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La Rebelion De Los Indignahuas
La Rebelion De Los Indignahuas
La Rebelion De Los Indignahuas
Libro electrónico382 páginas5 horas

La Rebelion De Los Indignahuas

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Información de este libro electrónico

Los indgenas y mestizos mexicanos se rebelan para exigir igualdad. Protestan contra los polticos y gobernantes del neoliberalismo que con diferentes argumentos y pretextos a modo los han marginado y condenado a la pobreza. Rompen las cadenas del silencio para protestar contra el pago mensual de uno o dos salarios mnimos de 145 dlares que reciben como jornaleros agrcolas, albailes, obreros, barrenderos, choferes, enfermeras, sirvientas. Se rebelan porque ya no quieren ser las masas pauprrimas de Mxico.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento1 jun 2015
ISBN9781506504001
La Rebelion De Los Indignahuas
Autor

Carlos Rigoberto Luna

Carlos Rigoberto Luna es nativo de Los Mochis Sinaloa y egresado del Instituto Politécnico Nacional. Sus primeros cuatro años de ingeniero los vivió en las ciudades igualitarias de Paris y Estocolmo. De regreso en México y ya con su familia franco mexicana, Carlos no pudo evitar el coraje al observar la pobreza y la inmensa desigualdad de la sociedad mexicana. Carlos nunca olvidó el comentario que le hizo una amiga especialista en finanzas cuando llego a la presidencia Salinas de Gortari. Prepárense porque los financieros del neoliberalismo si saben robar. Estos financieros saquearán las riquezas del país y los mexicanos no podrán protestar porque no entenderán nada. Desgraciadamente su amiga tuvo razón y Carlos fue testigo del saqueo de los bienes nacionales y de las riquezas del país perpetrado por el monopolio financiero global asociado con los empresarios de la elite mexicana. Escribir “la rebelión de los Indignahuas” fue para Carlos un ejercicio de participación ciudadana a la que se siente obligado y es también el relato de una rebelión posible y necesaria.

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    La Rebelion De Los Indignahuas - Carlos Rigoberto Luna

    Copyright © 2015 por Carlos Rigoberto Luna.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:      2015907163

    ISBN:         Tapa Dura                              978-1-5065-0402-5

                      Tapa Blanda                           978-1-5065-0401-8

                      Libro Electrónico                   978-1-5065-0400-1

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Algunos de los personajes mencionados en esta obra son figuras históricas y ciertos hechos de los que aquí se relatan son reales. Sin embargo, esta es una obra de ficción. Todos los otros personajes, nombres y eventos, así como todos los lugares, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Imagen de portada: Pintura mural de José Clemente Orozco en el antiguo Colegio de San Ildefonso*

    *REPRODUCCION AUTORIZADA POR EL INSTITUTO NACIONAL DE BELLAS ARTES Y LITERATURA. 2015.

    El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

    Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia.

    Fecha de revisión: 29/05/2015

    Palibrio

    1663 Liberty Drive,

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    711549

    ÍNDICE

    Promesas De Los Presidentes De Mexico Para Combatir La Pobreza

    Nota Del Autor

    EL ATENTADO AL PRESIDENTE

    La Represion Del Gobierno

    La Oportunidad Para La Venganza

    El Zocalo

    Se Inicia La Rebelion

    La Amenaza Al Presidente

    SE EXTIENDE LA REBELION

    La Cadena Nacional De La Radio Y La Television

    Los Universitarios Exigen Juicio Politico Para El Presidente

    El Apoyo De La Sociedad Civil

    Las Grabaciones Clandestinas

    Los Agricultores Y Camioneros Protestan Por El Alza Del Diesel Y La Gasolina

    Los Jornaleros Agricolas Exigen Condiciones Dignas De Trabajo

    Los Vecinos Del Bordo Del Canal De Aguas Negras Exigen Que Lo Entuben

    Los Burocratas Exigen Equidad En Los Salarios

    Los Fieles Catolicos Se Rebelan En La Catedral

    EL PUEBLO ORIGINARIO

    La Gran Tenochtitlan De Los Aztecas

    Las Profecias De Quetzalcoatl

    La Bula Del Papa De Los Borgia

    FIN A LA IMPUNIDAD DE LOS FUNCIONARIOS CORRUPTOS

    La Oficina Para La Recuperacion De Activos Robados

    El Virus De La Corrupcion

    Las Claves De Las Cuentas Bancarias

    Nombre Y Apellido De Los Funcionarios Corruptos

    LA ESPERANZA DE UNA NACION PARA TODOS

    La Imagen Del Mexico Indigena

    La Sesion En La Camara De Diputados

    Mensaje De Los Diputados

    SE RECTIFICA EL RUMBO

    Las Noticias De Mexico

    El Nuevo Presidente De Mexico

    Las Exigencias De Los Poderes Facticos

    El Tesoro De Heraclio Lozada

    LA CONTRAREBELION

    La Reaccion De La Casa Blanca

    El Bloqueo De Alimentos Ordenado Por El Presidente Americano.

    El Alza Del Precio De La Gasolina

    La Protesta De Los Burocratas De Salario Disminuido

    Los Ataques Terroristas

    El Atentado Al Edificio Del World Trade Center

    LA GLOBALIZACION DE LA REBELION

    Francois Joseph

    El Internet Y La Robotizacion Precipitan El Desempleo

    El Sobrepuesto De Los Indigenas Mexicanos.

    Las Pequeñas Historias Que No Cuenta La Gran Historia Oficial

    La Television Controla El Conocimiento Y La Voluntad De La Gente.

    La Herencia De Francois Joseph Y El Mensaje Del Papa.

    La Inutil Legalidad De Las Elecciones Democraticas

    La Rebelion De Los Chicanos

    La Reunion Con El Presidente Altamirano

    El Valor De La Produccion Agricola Y El Fragil Valor Del Dólar Americano

    A mis hijos Veronique y Marc.

    A mi esposa Christiane; Mujer de mirada limpia y franca sonrisa.

    Cortés y Doña Marina (la Malinche) son el Adán y Eva de México: los fundadores. El símbolo del origen es también un símbolo de violencia: la sexualidad no es inocente sino criminal y la historia no comienza con la unión del Adán español y la Eva india sino con la muerte y el asesinato.

    Octavio Paz.

    PROMESAS DE LOS PRESIDENTES DE MEXICO PARA COMBATIR LA POBREZA

    CARLOS SALINAS DE GORTARI. 1988-1994

    El bienestar de cada familia tendrá que ser la medida de la prosperidad de la nación; el gran propósito de equidad es que todos eleven su nivel de vida, pero los que menos tienen deberán ser los más beneficiados, y los que más han alcanzado, menos. Recobremos la capacidad de indignación ante la pobreza y la desigualdad que todavía extienden su sombra en diversas partes del país. Terminó su gobierno con 50.49 millones de pobres. (54% de la población total)

    ERNESTO ZEDILLO. 1994-2000

    Como presidente de la republica mi mayor deber y mi más firme compromiso es la lucha contra la pobreza en la que viven millones de mexicanos. La pobreza es el lastre más poderoso de nuestra historia y nos enfrenta cada día a lo mucho que falta por hacer.

    Tenemos un deber histórico, un mandato popular y un compromiso ético para combatir la pobreza. Terminó su gobierno con 55.69 millones de pobres (53.6% de la población total)

    VICENTE FOX. 2000-2006

    México ya no quiere ni puede sobrevivir entre islas de riqueza y prosperidad rodeadas por mares de miseria. Trabajaré con todos y por todos, pero buscaré atender siempre primero a quienes esperan la justicia desde tiempo inmemorial; a quienes cotidianamente sufren la miseria, el abandono, la ignorancia y la violencia. Terminó su gobierno con 48.09 millones de pobres (42.9% de la población total)

    FELIPE CALDERON. 2006-2012

    Una de las mayores exigencias de los mexicanos ha sido la de vivir en un país de leyes y libre de violencia. Una de las prioridades de e este gobierno es abatir la pobreza y la desigualdad que siguen afectando a millones de mexicanos. Terminó su gobierno con 63.17 millones de pobres (52.3% de la población total).

    NOTA DEL AUTOR

    Desde la época de la Nueva España virreinal el pueblo mexicano ha estado dividido. Por una parte están los españoles peninsulares y criollos y por la otra parte están los indígenas y los mestizos. Los primeros siempre se han beneficiado de las riquezas del país y a los otros los vemos todos los días haciendo los trabajos sucios del campo y las ciudades por un salario de hambre.

    En México los indígenas y los mestizos representan la gran mayoría de los 50 millones mexicanos que viven en la pobreza. Ellos también representan la mayoría de los 70,000 muertos y los 20,000 desaparecidos de la guerra del presidente contra el narcotráfico y también la de los miles de inmigrantes ilegales que mueren en su viaje a Estados Unidos. Todos los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapan son hijos de indígenas.

    EL ATENTADO AL PRESIDENTE

    LA REPRESION DEL GOBIERNO

    El lunes 8 de mayo en el Foro de la Reforma Energética organizado por la UNAM, Alejandro Misi Bernal presentó la ponencia Defensa del empleo en los contratos de PEMEX y la CFE. En la ponencia de Alejandro se advertía del peligro que representaba para el empleo de los ingenieros mexicanos los proyectos de llave en mano, pues si bien es cierto que con ellos se obtenían los equipos de alta tecnología que nosotros no teníamos, desafortunadamente también se importaba la mano de obra extranjera especializada.

    Los funcionarios de PEMEX y CFE intervinieron en la discusión y comentaron que estábamos en un mundo globalizado en el que hay libre tránsito de dinero y mercancías. Luego comentaron que los mexicanos también deberíamos aceptar el libre tránsito de trabajadores extranjeros pues los ingenieros y técnicos mexicanos no tenían la experiencia ni conocimientos necesarios para los trabajos de alta tecnología que se requieren en PEMEX y la CFE.

    Otro funcionario de PEMEX dijo que los contratos con las compañías extranjeras con los que se compartía la renta petrolera eran indispensables pues era la única forma de acceder a las modernas tecnologías para la extracción del petróleo ya que las compañías transnacionales eran las dueñas de esas tecnologías que muy bien protegían con las respectivas patentes y nosotros los mexicanos no teníamos el derecho a usarlas.

    Esto enardeció a la audiencia. Alguien señaló que las tecnologías son patrimonio de la humanidad y deberían ser libremente usadas por quien las necesitara. Alguien más afirmó que el libre tránsito de trabajadores solo es de allá para acá, pues mientras ellos trabajan libremente en México en sus países se persigue y caza a los mexicanos que emigran para buscar trabajo.

    A gritos los estudiantes exigieron a los funcionarios del gobierno que explicaran por qué no daban la oportunidad a los mexicanos para que se entrenaran en las nuevas tecnologías. Pero los funcionarios alegaron que no podían perder tiempo en este entrenamiento pues había urgencia para extraer el petróleo y de inmediato exportarlo para obtener el dinero necesario para cubrir el gasto público y ayudar a los pobres.

    Alejandro les contestó que era un terrible error caer en la trampa de lo urgente, sobre todo en lo que se refiere a la explotación del crudo, pues no deberían olvidar que el petróleo ha estado allí por millones de años y mientras más tiempo pase, el petróleo será más codiciado y será más bien pagado. También les dijo que era un mal negocio exportar petróleo sin valor agregado pues es bien sabido que un barril de petróleo procesado por la industria petroquímica vale más de 40 veces de lo que vale el barril de crudo.

    El director de la Facultad de Ingeniería propuso crear una comisión de alumnos y profesores para tratar este asunto con las autoridades y exigirles que se cambiara la política de energéticos tomando en cuenta lo que allí se había discutido.

    Igualmente se propuso hacer una campaña para divulgar estas propuestas en todas las escuelas preparatorias, vocacionales y facultades de la República Mexicana. Los estudiantes mexicanos deberían saber que al terminar sus estudios no encontrarían trabajo pues los empleos de calidad que son creados con los proyectos de infraestructura del gobierno, se dan a los extranjeros con la trampa de lo urgente y de los perversos proyectos de llave en mano. La conferencia se terminó con el tradicional Goya universitario y con el grito:

    ¡PEMEX y la CFE para los mexicanos!

    Se programó otra conferencia para el día viernes 12 de mayo a las 8:00 p.m. en el Instituto Politécnico Nacional. Al principio las autoridades del IPN había aceptado que la conferencia se presentara en el auditorio W. Massieu del edificio de la Dirección General en Zacatenco pero el martes 9 de mayo informaron a los organizadores de la conferencia que debido a compromisos de última hora la conferencia no podía presentarse en ese auditorio de Zacatenco. Tampoco aceptaron facilitar las instalaciones de la vieja Escuela Superior de Ingenieros en las calles de Allende argumentando que no era un tema de educación continua.

    Laura Macías era la organizadora de la conferencia y desesperada y ofuscada buscaba opciones. Habló con el presidente de la Asociación Mexicana de Ingenieros pero este no quiso facilitarle su auditorio y tampoco quiso el presidente del Colegio de Ingenieros. Alejandro le propuso que hablara con el presidente de la Asociación de Ex Alumnos de la Escuela Superior de Ingenieros pero el presidente de esa asociación, ni siquiera le tomo la llamada. Las ONG mexicanas no eran independientes y no eran tan No Gubernamentales, pues eran controladas por el gobierno y con total servilismo le obedecían.

    Un día antes de la fecha programada para la conferencia, Laura recibió una llamada de Emiliano Batres Altamirano, Secretario de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de México, quien le dijo que la conferencia podía llevarse a cabo en el auditorio del ayuntamiento de la Ciudad de México, ofreciéndole además todo el apoyo necesario para la promoción y divulgación del evento.

    El día viernes 12 de mayo a las 8:00 p.m., no solamente el auditorio y los pasillos del edificio del ayuntamiento estaban llenos, sino que también había una gran cantidad de gente en la misma plancha del zócalo en donde se habían colocado altavoces y varias pantallas que proyectaban el evento.

    Una unidad remota de televisión estaba estacionada atrás de la catedral. Las cámaras que filmaban los incidentes de la conferencia estaban instaladas en la torre poniente de la catedral y en el techo del sagrario. La señal de las cámaras era enviada al cuarto de control del Centro de Investigación y la Seguridad Nacional CISEN.

    —Esto no podemos permitirlo, dijo el asesor americano de seguridad.

    —Claro que no, pues puede salirse de control dijo Genaro García Cueto Mendiolea quien era el Director de la Policía Federal. Enseguida llamaron al responsable del grupo especial de investigaciones encubiertas que había sido entrenado en Estados Unidos y le dieron las instrucciones precisas para la represión.

    ¡Amigos! Empezó diciendo Alejandro Misi Bernal

    ¡Este es un asunto de la defensa del empleo! Porque hasta ahora los empleos de calidad creados con los proyectos de PEMEX y la CFE se asignan ilegalmente a los extranjeros en lugar de asignarlos a los ingenieros y técnicos mexicanos, muchos de los cuales están desempleados.

    ¡Este es un asunto de hacer cumplir nuestras leyes! Porque nuestras leyes protegen los empleos para nosotros los mexicanos y debemos obligar a nuestros gobernantes a que las cumplan en lugar de cumplir las reglamentaciones de los organismos internacionales que están hechas para proteger los intereses de las transnacionales.

    ¡Es un asunto de romper las cadenas del neocolonialismo! Las cadenas de este nuevo colonialismo disfrazado de modernidad y globalización que nos condena a la dependencia tecnológica, al subdesarrollo y a una injusta distribución de la riqueza.

    ¡De eso se trata esta lucha amigos! ¡Se trata de exigir nuestros derechos y defender la legalidad y los empleos de los mexicanos!

    ¡Nadie nos va a dar nada gratis! ¡Nosotros somos los que debemos pelear hasta las últimas consecuencias para lograr que las cosas cambien y podamos salir de la pobreza a la que nos tienen condenados!

    ¡¡¡¡Unidos, con valor y dignidad triunfaremos!!!!

    El despliegue de las fuerzas de intervención inmediata se dio con la prontitud y cobertura necesaria para bloquear simultáneamente todas las calles de acceso al zócalo capitalino en donde se llevaba a cabo la conferencia.

    Con camiones antimotines bloquearon las calles de 20 de Noviembre, Pino Suárez, Moneda, Justo Sierra, 5 de Mayo y Madero. Avanzaron controlando la natural desbandada de la gente que intentaba abandonar el zócalo al reconocer el operativo represivo de la policía federal.

    Gracias a la cordura de los organizadores quienes inmediatamente pidieron al público no resistirse y comportarse sin violencia, la gente ordenadamente se replegó hacia el centro de la plancha del zócalo, en donde los agentes represores hicieron varios corredores con mesas de control donde interrogaban y tomaban fotografías a los asistentes antes de dejarlos ir.

    Por su parte Alejandro y Laura, al advertir la presencia de los agentes represivos, corrieron hacia las escaleras donde fueron dirigidos por un par de compañeros hacia un corredor interno del edificio del ayuntamiento donde se habían instalado las enormes columnas para reforzar la estructura del viejo edificio después del temblor del 85. Tomaron ese corredor que al final conecta con la estación del metro Pino Suarez, pero al entrar al área comercial fueron sorprendidos por un grupo de agentes del operativo, quienes al descubrirlos se fueron detrás de ellos.

    ¡Deténganse, cabrones! les gritaban los agentes.

    Pero ellos corrieron por entre los locales comerciales y se tiraron en un pozo que tenía conexión directa con los andenes de la línea dos del metro que corre del Toreo a Taxqueña. Corrieron a lo largo del andén y luego brincaron a las vías y continuaron su apresurada huida corriendo a unos cuantos centímetros del riel de alta tensión de 750 voltios.

    Antes de la primera curva se escucharon los primeros disparos y los fragmentos de concreto desprendidos por los balazos se estrellaron en el rostro de Alejandro pero éste siguió corriendo con todas las fuerzas de sus flacas piernas. Le faltaba el aliento y sentía que sus pulmones debilitados por los muchos años de fumador empedernido iban a explotar.

    No sabía qué había pasado con sus compañeros, no podía ver en esa oscuridad y su mente sólo estaba ocupada en huir, en salvarse y no dejarse abatir por ese grupo de asesinos. Fue entonces cuando sintió en su cuerpo el agudo y ardiente dolor de los balazos que lo hicieron trastabillar, pero siguió corriendo con el pavor de no poder mantenerse en pie, perder sus fuerzas y caer en el riel de la muerte. Adelante vio un nicho donde los trabajadores de mantenimiento guardan sus herramientas y allí se tiró un clavado al escuchar el dramático tacataca de la ametralladora y los gritos de dolor de sus compañeros.

    ¡Párate, Pinchi cabrón! Hasta aquí llegaste puerco anarquista gritaban los agentes. En ese instante Alejandro vio la deslumbrante luz de los dos faros del metro que se aproximaba con el ensordecedor ruido de las toneladas de aire que se desplazan al paso de los vagones del tren y alcanzó a oír a los agentes gritar ¡Ahora sí, ya vámonos antes de que nos agarre el tren! Córranle cabrones, vamos a los andenes al cabo que a estos ya se los cargó la chingada.

    Alejandro escuchó el chirrido de los frenos de los vagones del metro, luego el ruido ensordecer del choque de los vagones, uno contra otro, el de atrás encajándose en el de adelante, llevándose consigo los pedazos de los cuerpos de los pasajeros entre los fierros retorcidos de los vagones. Después se escuchó el indescriptible estruendo de la explosión que convirtió en escombros el tren, la estación y el túnel y con ello la inevitable muerte de los pasajeros, los policías asesinos y la de sus compañeros.

    El nicho de herramientas de los trabajadores de mantenimiento del metro lo había protegido de la salvaje explosión. Con el rostro ardiéndole y con apenas un leve resuello Alejandro trató de incorporarse y agarró con sus dos manos la canastilla de cables que corre a lo largo de todo el túnel pero de inmediato pegó un grito desaforado al sentir que la piel de sus manos se quedó pegada a las canastilla que estaba al rojo vivo. El dolor y el olor a piel chamuscada le hicieron vomitar pero se incorporó lentamente, se pegó a la pared del túnel y siguió caminando.

    Más adelante encontró el entronque de otro túnel y pensó que era el de la línea que va a Observatorio y se dijo que por allí llegaría a la estación Isabel la Católica. Juzgó que esa estación seguramente estaría completamente controlada por los agentes y decidió seguir por el mismo túnel por el que llegaría a la estación San Antonio Abad y estaría más lejos del zócalo.

    Después de más de una hora de caminar finalmente vio la luz de la estación San Antonio Abad. El andén de abordaje a los trenes estaba desierto, subió las escaleras de servicio y buscó la salida. Se dijo que lo mejor sería tomar la salida de Lorenzo Boturini que lo llevaría hacia el oriente de la ciudad y que lo alejaría todavía más del zócalo. Al salir de la estación empezó a caminar por la banqueta sintiendo más dolor en su cara y manos quemadas por la explosión que en las heridas de bala del costado derecho que no habían dejado de sangrar.

    No había recorrido ni media cuadra cuando de repente se topó con un par de policías que habían salido de la parte de atrás de un estanquillo. Sin mediar palabras le dieron sendos bastonazos en las piernas que hicieron que cayera de hinojos a la vez que le preguntaban:

    ¿Quihubo cabrón? ¿Dónde fue la fiesta? ¿Porque vienes todo jodido?

    El miedo, el dolor de las heridas y la fatiga le impedían a Alejandro pronunciar palabra alguna. Los agentes siguieron golpeándolo con rudeza y mientras que uno de ellos le daba de patadas el otro le propino un bastonazo en el rostro haciendo que Alejandro lanzara un rugido de dolor al sentir la fractura de su quijada. Cayó de costado en un charco de sangre en donde escupió los dientes desprendidos de sus encías. En eso llegó el sargento y preguntó qué estaba pasando.

    —Pues este güey que se resistió al arresto y tuvimos que darle un bastonazo en legítima defensa.

    ¿Y cómo está?

    —Pues yo creo que ya se lo llevó la chingada, pues cuando le pegué para defenderme, sonó como si se le hubiera quebrado la cabeza. Además, mire usted cómo en el charco de sangre están partes de sus sesos.

    El sargento miró el cuerpo de Alejandro y en la tenue luz de las lámparas también confundió los blancos pedazos de dientes con masa encefálica. Asintió con la cabeza y dijo:

    —Un Pinchi anarquista menos. Aquí lo dejamos para que lo levanten los del turno de la mañana y ellos se encarguen de todo el papeleo. Vámonos de volada pues ya me pidió mi comandante Galván que nos vayamos al zócalo pues allá las cosas se pusieron muy feas.

    Anacleto Jiménez Acevedo había permanecido inmóvil detrás de un poste de luz y desde allí observó la tremenda golpiza que los policías le estaban dando a ese cristiano. Su instinto de sobrevivencia de viejo soldado cristero le hizo permanecer al margen del asunto y sin hacer ruido observó la brutal golpiza.

    Después de que los agentes se retiraron todavía permaneció un buen rato sin moverse. A la distancia alcanzó a percibir un breve movimiento de Alejandro y luego escuchó un leve gemido. Finalmente se acercó y sin pronunciar palabra intentó tomarle le mano pero Alejandro la retiró con brusquedad, más debido al reflejo ante el dolor que con la conciencia de protegerse.

    Entonces Anacleto observó más detenidamente las múltiples heridas de Alejandro y aunque su primer pensamiento fue el de pedir ayuda médica, su instinto le aconsejó que lo mejor para ese cristiano no era precisamente llamar a la policía o a la cruz roja y mejor decidió llevarlo a su casa. En la bolsa del pantalón encontró una tarjeta de presentación de Antonio Ocàdiz y Anacleto se preguntó si el muchacho allí tendido sería Antonio Ocàdiz. No había forma de saberlo y se prometió averiguarlo por la mañana.

    Cuando llamó por teléfono tuvo dificultades para conseguir hablar con el Sr. Ocàdiz. Finalmente y quizá porque le dijeron a Toño que la persona que hablaba era una persona mayor, aparentemente humilde y que hablaba de una emergencia, Toño tomo el teléfono y preguntó despacio y con mucha calma:

    ¿Qué sucede? ¿Quién habla?

    —Mire, señor, aquí tengo a una persona que necesita ayuda. No lo conozco, anoche lo encontré tirado en la calle en donde fue golpeado por policías. Creo que huyó del evento del zócalo y entre sus ropas lo único que encontré fue una tarjeta de Multiservicios con sus datos y pensé que debía hablar con usted.

    —Bien hecho, le dijo Toño.

    ¿Qué otra cosa me puede usted decir de esa persona que necesita ayuda?

    —Bueno, pues parece un señor de unos 40 años, es alto y delgado, moreno, de pelo negro lacio y una barba de candado con largos bigotes entrecanos, se ve como indio del norte del país.

    Toño, que conocía los trabajos y las ideas de Alejandro y sabía de la conferencia-mitin en la que iba a participar en el zócalo, inmediatamente pensó que bien podría tratarse de él, y preguntó:

    ¿Me puede decir dónde vive usted?

    Una vez que le dio su dirección Anacleto le dijo ¡Apresúrese! pues es urgente que esta persona sea atendida por un médico.

    Ya en su automóvil Toño hablo con René su médico y amigo de juventud a quien le pidió que se encontraran en el domicilio que le habían dado por teléfono. Le pidió que fuera preparado para un problema grave de traumatología.

    En la banqueta de la calle Zoquipa de la colonia Lorenzo Boturini Anacleto recibió a Toño que ya venía acompañado con el médico. Abrió el portón exterior y los condujo por un corredor que daba al patio central de la vivienda en donde se encontraban en un lado los lavaderos donde las mujeres lavaban la ropa y en el otro el excusado común para todos. Caminaron entre los vestidos, pantalones y camisas que colgaban de mecates amarrados a las paredes de los cuartos y que en la semioscuridad que envolvía el interior de la vecindad, parecían fantasmales muñecos que cobraban vida cuando los movía a su antojo el fresco viento de la mañana. Así eran también los dueños de esos trapos que la pobreza convierte en guiñapos humanos y que deambulan sin rumbo por la ciudad buscando trabajo para ganarse unos cuantos pesos y poder comprar algo de comida.

    Llegaron hasta el fondo de la vivienda en donde estaba el cuarto en el que por más de 40 años Anacleto Jiménez había vivido precariamente. En sus manos temblorosas Anacleto sostenía la llave que penosamente introdujo en la cerradura del candado Master que aseguraba la puerta. Entró primero y accionó el interruptor para prender el foco de 40 watts que colgaba del techo y que iluminaba con una amarillenta y opaca luz el reducido cuarto de 4x3 metros en donde se encontraba el camastro en el que Alejandro permanecía inconsciente.

    En una de las esquinas estaba la mesa en donde Anacleto se sentaba a comer los escasos alimentos que preparaba en una estufa eléctrica de hornilla de ladrillo. Sobre un cajón de madera colocado a un lado de su camastro estaba su viejo radio Majestic en el que con devoción escuchaba el programa del padre Concha que cada noche transmitía la Radio Universidad. En la pared en la que se apoyaba la cabecera del camastro había colgado un cuadro con la imagen de Jesucristo crucificado y en la pared opuesta había colocado su viejo y emblemático sombrero de palma y anchas alas que tenía enfrente una estampa de la virgen de Guadalupe y a los lados, con pintura roja, la leyenda VIVA CRISTO REY.

    A lo lejos se escuchó la sirena de la ambulancia que ya antes había pedido René quien luego dio las órdenes precisas para que los camilleros trasladaran al herido con la celeridad y el cuidado necesario. Al salir del cuarto Toño le tendió la mano al viejo soldado cristero y le dijo:

    —Le agradezco lo que usted ha hecho por mi amigo. Ya tiene mi dirección, no dude en buscarme si alguna vez necesita algo.

    Anacleto los acompañó hasta la puerta de la vecindad y vio con preocupación que algunos de los vecinos con curiosidad miraban el traslado del herido. Regresó a su cuarto y al cerrar la puerta vio sobre la mesita un fajo de billetes. Eran mucho más de los 2000 pesos que mensualmente le pagaban como velador en las oficinas del partido católico y conservador que estaba en el poder. Anacleto era uno de los 6.3 millones de trabajadores asalariados que según la Secretaría del Trabajo, tenían ingresos de un salario mínimo que les alcanzaba para comprar 1/3 de la canasta básica.

    Por la tarde René llamó a Toño para decirle que Alejandro estaba grave pero fuera de peligro. Además de las fracturas en quijadas, costillas y piernas tenía lesiones en órganos internos que tardarían meses en sanar. Los pulmones estaban severamente afectados por la inhalación de humo, y sería necesario que se rehabilitara en un lugar tranquilo y lejos de la contaminación de las ciudades.

    En las noticias de la tarde se dijo que los agentes de investigación habían encontrado la casa de uno de los terroristas que habían causado la explosión del metro en la estación Pino Suarez. En esa casa habían encontrado productos químicos para

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