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Trilogía De Los Objetos:: El Manto Sagrado Chino
Trilogía De Los Objetos:: El Manto Sagrado Chino
Trilogía De Los Objetos:: El Manto Sagrado Chino
Libro electrónico567 páginas7 horas

Trilogía De Los Objetos:: El Manto Sagrado Chino

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Triloga de los objetos libro segundo: el manto sagrado chino.
Tres objetos deben ser encontrados y sustrados en treinta das. Uno de aquellos objetos ha sido robado en las mismas narices de la mafia talo americana y por supuesto, habr consecuencias nefastas. Carmen, ahora desconectada de la realidad y sus acompaantes, un periodista desahuciado, un sinlogo experto en todo menos en el robo y un retrasado mental con fuerza demencial, huyen ahora hacia el continente asitico, donde tendrn que suplicar la ayuda del demonio. Lo que no saben y tendrn que aprender con dolor, es que con el diablo uno se puede asociar pero no deshacer la alianza.

Tiene usted en sus manos el segundo libro de la triloga de los objetos, el manto sagrado chino. Crueles sorpresas le esperan a un grupo inexperto en la delincuencia e ingenuo en el mundo del crimen organizado, el cual deber sortear las peores pruebas y resolver el enigma ms complejo de la bsqueda: Qu hay detrs del robo extorsivo de los objetos ms sagrados de la mafia internacional? Pero nada los preparar lo suficiente para evitar ser atrapados por quien se constituir en su peor enemigo, el cabeza de dragn de la triada de los faroles negros, Mo Xiang Gai.

Tres objetos.
Tres continentes.
30 das para conseguirlos. Quedan quince das nada ms para encontrarlos.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento2 mar 2015
ISBN9781463398552
Trilogía De Los Objetos:: El Manto Sagrado Chino
Autor

Juan Ricardo Orduz García

Juan Ricardo Orduz Garca ha ensamblado los hilos de la triloga a travs de un profundo relato que combina ficcin y realidad. Psiclogo organizacional, consultor, empresario, tuitero (@juansistemico) y amante del tarot; ha dedicado a la triloga de los objetos cerca de tres aos. Vive en Bogot.

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    Trilogía De Los Objetos: - Juan Ricardo Orduz García

    Trilogía de los objetos:

    el manto sagrado chino

    Juan Ricardo Orduz García

    Copyright © 2015 por Juan Ricardo Orduz García.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2015900592

    ISBN:   Tapa Dura                  978-1-4633-9854-5

                  Tapa Blanda               978-1-4633-9856-9

                  Libro Electrónico      978-1-4633-9855-2

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 04/02/2015

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    703830

    Índice

    (lo creativo)

    (la alimentación)

    (el aumento)

    (abrirse paso)

    (empujar hacia arriba)

    (la limitación)

    (la abundancia)

    (la retirada)

    (la dispersión)

    (la insensatez de la juventud)

    (la marmita)

    (el comportamiento)

    (antes de la consumación)

    (el conflicto)

    (lo receptivo)

    Para Juan Felipe.

    ADVERTENCIA ACERCA DE LA OBRA

    La presente historia y sus personajes son total responsabilidad ficcional del autor. Cualquier parecido con la realidad es una ocurrencia paradójica o coincidencia fortuita.

    El Autor

    So efficient were these secret societies that they gave rise two telling Chinese sayings: Armies protect the emperor, secret societies protect the people and The officials draw their power from the Law, the people from the secret societies"

    Terry Gould, Paper Fan

    _________

    _________

    _________

    _________

    _________

    _________

    (lo creativo)

    El detective Vicente Whorf de la división de investigaciones especiales se había fijado con particular atención en la filmación del edificio de prensa donde había muerto el vigilante de seguridad. Repetía varias veces la película para grabar en su mente las imágenes de los dos hombres y la mujer. El periodista William Harris de Times le había repetido de muchas formas que los desconocidos eran dos personas que habían acudido a él a denunciar un caso de extorsión, supuestamente no los conocía de forma previa, habían acudido a él de forma incidental, apenas estaba siendo detallado el motivo de la extorsión cuando tuvieron que huir de la escena perseguidos por dos matones orientales. William Harris insistía en su inocencia en todo el asunto y en verdad, después de varios ejercicios de comparación con la información obtenida, no existía forma de vincularlo a la muerte del vigilante salvo como un testigo más del caso. No obstante, la reiterada negativa de Harris a conocerlos anteriormente, y viendo las imágenes de forma repetida, Vicente tenía la impresión que la relación entre Harris y el hombre de la filmación era mucho más que algo accidental, como lo quería hacer ver Harris. La forma como se miraban en el video era demasiado familiar, se decía Vicente. Por ese lado tendría que volver a hablar con Harris.

    Sin embargo, lo interesante emergía cuando los mismos dos testigos del edificio de Times aparecían nuevamente en un incidente aislado donde estaban involucrados dos agentes de la mafia de New Jersey. Allí, Vicente empezaba a revisar cuidadosamente qué relación tenían estos dos personajes con aquel oficial de la policía herido, la mujer obesa muerta en la casa y el mafioso con la cara desfigurada y en coma en la clínica. Todo esto apenas a unas cuantas horas de un atentado a un capo frente a su restaurante, y la sospechosa muerte de su agresor en el hospital. Viendo el video, Vicente sabía que tenía demasiados cabos sueltos en una historia donde los puntos comunes eran dos extraños pidiendo protección a un periodista.

    Vicente había pedido apoyo a un agente del FBI que era de su confianza. Matheus había acudido para resolver algunos elementos relacionados con el caso y estaba interesado, al igual que Vicente, en los detalles. Luego que el detective especial le contara lo que apenas sabía, Matheus, quien venía siguiendo a los capos de la mafia por bastantes años, no pudo evitar lanzarle una mirada de escepticismo.

    - El agente de la mafia se llama Rodolfo Carpino, Half Smiley para sus amigos. Lo máximo que podemos hacer con él es tenerlo unos días en la cárcel. Los testigos que tenía retenidos en la casa están desaparecidos. La mujer del servicio que trabajaba en la casa del profesor Bender Lasarius Brombherg está en pánico y no dirá nada en contra de Half. Conclusión: Half estará en la calle con una caución pagada por sus amigos en dos días. El agente de la policía está fuera de peligro y el otro agente puede atestiguar daños a un bien ajeno, pero sin demandantes, estamos como al principio- contestó Matheus. Luego agregó con mayor escepticismo- el otro capo estará en coma por lo menos un buen tiempo, total, sólo tenemos de testigos a un capo mudo, a un oficial que llevaba a esa casa a una mujer en estado de shock, y al hombre que se la llevó junto con el profesor Bender a un lugar que desconocemos. ¿Qué opinas?

    - El profesor Bender conocía al hombre y a la mujer porque los tenía hospedados desde hacía dos días. La pregunta es quiénes son ellos. ¿Quién es aquella mujer perdida en estado de shock que encuentran los oficiales, la cual horas antes habían recogido en un parque bastante nerviosa? ¿Qué hacía en esa casa con un profesor erudito que ahora se esfuma sin dejar huella? ¿Y por qué las mafias los asedian: primero unos asiáticos en la mañana del domingo y en la mañana del martes los italianos? ¿Qué esconden?

    - Half no ha hablado ni hablará. Está bien respaldado por sus colegas. Mangino está en coma. Jamás sabremos quién lo agredió si permanece en coma el resto de su vida. ¿Has averiguado algo de la mujer que murió dentro de la casa?

    - Está vinculada con un hombre que murió en Miami la noche del sábado. Un tal Albert Gate, importante representante y cabeza visible de organizaciones criminales de Florida. Recuerda que lo descuartizaron y dejaron sólo su oreja, junto con los restos, en igual forma, de cuatro de sus escoltas y hombres de confianza.

    - No sé si has notado lo mismo que yo he notado. En los tres eventos hay mafias reaccionando.

    - ¿En el periódico también?

    - Por supuesto. ¿Qué motivo tendría una organización criminal para tomarse las oficinas de un periódico y ser filmados, sino fuera más importante apoderarse de las personas que quieren atrapar?

    - ¿Entonces esto es una vendetta?

    - Lo es, Vicente. Desde que comenzó en Miami, luego se toman el periódico y finalmente, se toman la casa del profesor. Lo curioso es que el profesor es un investigador de temas orientales y sinólogo. ¿Qué relación tendría él con estas mafias?

    - Quizás protegía al hombre y la mujer sin identidad que huyeron del periódico y luego de la casa. ¿De qué huyen? ¿Qué sentido tiene que un profesor del nivel de Bender huya con ellos?

    - ¿Huyeron o los atraparon?

    - Dímelo tú, ¿qué observas en todo este cuadro de anormal?

    - El descuartizamiento es marca de una organización criminal llamada la décima. A ellos les podemos atribuir los hechos de Miami. La mujer asesinada en la casa del profesor Bender custodia o protege a la otra mujer y al hombre desaparecidos. La mafia italiana los persigue hasta la casa. Indudablemente no tiene el mecanismo de violencia tan sangriento de la décima, pero estaban tras ellos. Si están atrapados, están en manos de uno u otro. Si están huyendo, huyen de ambos. ¿Por qué?

    - Dinero. Mercancía extraviada. Qué se yo. Total, tengo que poner a mis hombres en la búsqueda de tres personas: un profesor prestigioso, una mujer en estado de shock y un hombre mayor que se escapa con ellos. Cualquiera de ellos tres nos ayudaría a entender este rompecabezas.

    - El oficial Frost vio muy golpeado a este último hombre el día de ayer- y Matheus señala al hombre que está frente a William Harris en la filmación de Times- lo reconoció de forma inmediata. Pudo haber huido de alguna de las dos mafias. Si la mafia italiana está con un hombre en coma y otro en la cárcel, quiere decir que están ahora escapando de la décima.

    - O están en manos de ellos. ¿Qué sabes del cartel de la décima?

    - Muy poco, Vicente. Son despiadados y retorcidos. Manipulan y humillan a sus víctimas. Han creado un nuevo modo de extorsión basado en juegos sádicos. Quieren ser los nuevos dueños del mercado del tráfico. Tienen mucho odio a los demás sistemas.

    - Otra guerra donde me imagino que nos sentaremos a ver cómo se acaban

    - Sí. Pero es posible que el hombre y la mujer que están ahora desaparecidos, junto con el profesor Bender, de acuerdo a los hechos que me has relatado, sean víctimas de la extorsión de la décima. Están atrapados en una de sus misiones sádicas.

    - ¿Misiones sádicas?

    - Te convierten en ladrón, violador, sicario, traficante o mercenario. Te involucran en acciones donde tienes que hacer algo o morir en el intento. En Detroit atrapamos a un hombre que tenía que violar a siete mujeres para que le fuera liberada su esposa. Lo atrapamos cuando acababa de ultrajar a la tercera. No nos dijo nada. Se ahorcó en la cárcel. Su hijo nos contó luego la extorsión. La esposa apareció muerta a los quince días. Con la oreja cortada encima de su cuerpo. Ese es su sello.

    - He escuchado que son un mito urbano. Que son las mismas mafias jugando entre ellas, midiéndose su poder- exclamó Vicente observando el video, devolviéndolo nuevamente.

    - La INTERPOL no piensa lo mismo- reclamó Matheus- hay indicios que señalan que se están ubicando en todos los países donde existe presencia de alguna organización mafiosa importante. Así como el hombre de Detroit que estaba vinculado a The Outfit fue sometido a un juego depravado, con los nombres de las mujeres lista en mano, hay muchas otras personas que pueden estar involucradas dentro de este caso. El muchacho que atentó contra el viejo mafioso de New Jersey era un inexperto e inútil tirador de armas. Es factible que sea otro actor más sujeto a extorsión.

    - ¿Qué más cosas ha hecho la décima? Ilústrame por favor…

    - Rituales de iniciación donde civiles tienen que hacer daño colateral a personas inocentes. Asesinatos. Violaciones como la que te conté hace un momento. Robo de objetos de museos. En México una persona tenía que hurtar una figura sagrada del museo antropológico. Jamás el ladrón pudo hurtar la figura, algo que la décima daba por descontado. Su padre aparece muerto y con la oreja cortada. Piden la ejecución y el cumplimiento en un plazo determinado de cosas absurdas a cambio de la liberación de personas secuestradas o en poder de ellos. En todos los casos alrededor del mundo las personas extorsionadas han incumplido sus tareas y los castigos son todos iguales. Es una especie de juego inútil, que jamás se cumplirá. Si la pareja de la filmación estaba involucrada con la décima, están en una misión absurda e inútil, con la muerte de ellos y de su secuestrado al final del camino. Créemelo.

    - Ayúdame a entender algo: ¿por qué lo hacen? Las personas extorsionadas imagino que le han hecho alguna clase de daño a la décima.

    - Es posible. Nunca ha quedado claro. Aunque el precio del incumplimiento es la muerte de todos los involucrados, generalmente las personas prisioneras de la misión de la décima están mudas y sordas. Prefieren morir en el intento de cumplir la tarea encomendada que hablar. Cuando acuden a la policía están cometiendo una especie de suicido. Un hombre en Londres, hombre por el cual conocimos el nombre de la organización, tenía que atentar contra el ministro de comercio exterior. Se entregó a la policía, dio un testimonio que nos permitió conocer algunos rostros. ¿El precio?: le mataron a toda su familia. Ya sabes cómo.

    - ¿Tienes nombres…?- solicitó Vicente acercándose a su computador personal.

    - Sólo tenemos retratos hablados. No hay nombres.

    - ¿Razones de su existencia? ¿Probable origen?

    - Sabemos que algunas de sus acciones, a través de terceros, siempre civiles inocentes o personas relacionadas con la mafia, van encaminadas a robar objetos de importancia, atentar contra figuras importantes, asesinar a figuras de resonancia en el alto mundo delincuencial. Cuando operan para matar, lo hacen ellos mismos descuartizándolos. Y cortan la oreja derecha o izquierda. Existe la probabilidad de que sean expatriados de otras organizaciones mafiosas.

    - ¿País de origen?

    - Asiáticos, se piensa. Los rostros de las personas descritas son todos orientales. No tenemos un país definido.

    - No me queda clara la razón de los juegos.

    - Tampoco a nosotros. Puedes tener una teleconferencia con Guillaume de la INTERPOL que te puede dar más datos. Hasta ahora los rodea un halo de terror tan grande que ni siquiera la policía nuestra quiere enfrentarlos.

    - ¿Crees que los tres estén en manos de la décima?

    - Recuerda que son dos los asiáticos que irrumpen en el periódico. Albert Gate es asesinado bajo el estilo de la décima. La respuesta hipotética es sí.

    - ¿Entonces qué tienen que ver los italianos con todo esto?

    - Posiblemente la décima los obliga a robar algo de la mafia italiana. Ellos lo hacen, algo sale mal y tienes el asalto a la casa.

    - ¿Pero entonces cómo logran escapar de la mafia italiana?

    - Buena pregunta. Nos falta un cuarto hombre. El que casi mata al capo Mangino. El que los ayuda a desaparecer. Que desconocemos para quién trabaja.

    - Entonces tenemos que estar atentos a los movimientos de los italianos.

    - ¡Claro! Ellos nos llevarán a los tres que se encuentran desaparecidos y muy probablemente a la décima.

    - Ojalá antes de que los maten –suspira Vicente, deteniéndose en una imagen congelada de los tres. Señala a Harris.- Nuestro amigo periodista tiene muchas cosas que contarnos. Si él quiere verlos con vida, nos tendrá que ayudar.

    - Eres un optimista irredimible, Vicente. Él los está protegiendo y protegiéndose al mismo tiempo. Tener a la décima encima es algo que nadie querrá reconocer, so riesgo de perder la vida de alguien querido o la vida misma. Nadie querrá exponerse o exponer a otros, tendrás que ir por fuera de tu rango oficial y quizás…

    - No me conoces, Matheus, llegaré de una manera que no podrá oponerse.

    La conversación es interrumpida por un auxiliar de Vicente que le entrega un documento y sale. Vicente lo estudia, muestra un rostro de total malestar.

    - No sabemos aún la identidad de la mujer. Según el informe de mi auxiliar, el otro hombre de la filmación responde al nombre de Orlando Rivas. Es periodista.

    - Ya tienes muy buenos motivos para visitar a Harris.

    - ¡Todo el tiempo Harris estuvo negándonos la identidad de su colega y lo conocía!

    - Ya te dije. Quería protegerlos.

    - ¡Los expuso a un riesgo peor!

    - Aún no has entendido, Vicente. No te imaginas qué clase de cosa es la décima. Es algo peor que todas las mafias reunidas.

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    Tokio, día quince

    Los tres hombres caminan con ritmo apresurado en medio de la muchedumbre de un jueves normal laboral. Llovizna. Aunque acaban de ducharse y de comer, su ropa es la de hace tres días. Aunque han dormido, sus rostros muestran el desgaste del jet lag al que han estado sometidos para cumplir contra reloj con la cita que acordaron desde Hawai con Tetsuo Araki, mientras el avión recibía un aprovisionamiento de gasolina. El tiempo sigue corriendo, piensa Orlando, quien lleva la delantera en su caminar apresurado rumbo a las oficinas de los chicos, quienes los esperan ya desde hace una hora. El retraso se inició quizás en el momento en que tuvieron que entrar furtivamente al país para evitar los trámites de inmigración, donde les hubieran pedido una visa obligatoria. Pero, piensa Orlando, el piloto es un hombre curtido en transgresiones, por lo que se inventó un aterrizaje de emergencia y permitió el descenso de todos en un lugar libre de problemas. Total, el avión tuvo que irse y ahora están sin ese recurso tan importante que era el avión privado de Gate y el osado piloto que en tiempo record los transportó hasta esta ciudad que parece diseñada para robots. Carmen se quedó sola en el hotel, con su miradita perdida en la nada, escasamente recibe algo de comida, pero en su gesto denota un estado de deterioro gradual, quizás no sobreviva, piensa Orlando quien se voltea para saber si le siguen en ese andar apresurado donde chocan contra toda clase personas. Bender está caminando contra su voluntad y ya se percibe agotado, piensa Orlando. Quien es una valija de sorpresas es Greencard, quien responde a las ordenes de forma maravillosa, se limita a sonreír y a asentir, se le tiene que decir todo en inglés y lo hace; come, se le dice, y él come, dúchate, y él se ducha, vístete, él se viste, es realmente una máquina de seguir ordenes. Han pensado en alquilar algún vehículo pero es tal el nivel de congestión y densidad de los carros, que desistieron ahora en la mañana. Están algo perdidos y la preocupación es que la yakuza se acoge a tiempos estrictos. Quizás la demora sea causal de nuevos problemas. El tema es que para orientarse han acudido a un Bender que ha tenido que recordar sus lecciones de japonés y en la primera orientación los envió hacia el extremo sur. Abordaron el tren equivocado y ahora están intentando recomponer la ruta a pie, como tienen que hacerlo para evitar caer en el apretujamiento del metro donde no cabía nadie ya y tuvieron que desistir. En un instante Bender le pide a Orlando que le baje al ritmo, está agotado. Orlando acepta y Bender le dice a Greencard que es hora de descansar, y el rubio y siempre sonriente niño grande, asiente y se detiene. Tienen que hacerse a un lado para no ser arrastrados por la horda de transeúntes que camina en ambas direcciones. Lo único claro es que ya llegaron tarde a la cita, piensa Orlando con el cuerpo sudoroso y su rostro atribulado de temores.

    - ¿Cuánto falta?- pregunta Bender apoyándose contra la pared y con la respiración entrecortada, sobándose sus piernas encorvado por el cansancio.

    - Estamos muy lejos. Y no te imaginas lo delicados que son con los horarios.

    - Pues tendrán que esperar. Estoy muerto. Realmente muerto- tosió agotado.

    - Okay- dijo Greencard refiriéndose a sí mismo, mirando encantado la marabunta de japoneses que pasaban de largo sin siquiera mirarlos.

    - Eres mi traductor oficial, no puedo llegar sin ti. Total, ya llegamos con una hora de retraso o quizás más.

    - Pues que esperen. Nosotros somos el cliente!

    - Puede que cuando lleguemos no estén. Son tipos muy ocupados.

    - Pues conseguimos otros. ¡El dinero del casillero podría comprar la isla entera!

    - Toma tú aire, recupérate, no hables. Yo reviso mientras tanto las distancias- y se asomó para revisar la línea que debían seguir.

    Tokio es cuadriculado y se suponía que estaban al menos a unas diez cuadras de la oficina de Tetsuo. El punto de referencia es el súbito cambio de zona, se acaban los rascacielos y comienzan un conjunto de casas que disfrazan las plataformas de los chicos. En no menos de toda una manzana se agrupan de forma segura y secreta al menos diez diferentes oficinas. Cada una tiene su escudo y su nombre. El sello que las convierte en algo extraño, al menos a los ojos de un neófito, es la ausencia de mujeres. Pero todos sus habitantes lucen corbatas, trajes elegantes y son bastante respetuosos. Los recibirán de forma amable. Contrario a lo que piensa la gente, la yakusa es muy gentil y cordial con su clientela, sobretodo cuando hay un buen dinero de por medio. El trato violento y desdeñoso es para los incumplidos y desleales, recuerda Orlando mientras retoman el camino en línea recta rumbo a los "headquarters".

    Y en efecto, solía ser muy serena y tranquila, la mirada de un caballero de los negocios. Y dado que hasta ahora es él quien tiene la sartén por el mango al aceptar las condiciones económicas de la protección, Orlando se tranquiliza un poco. Es muy seguro que los deben estar esperando. Es difícil negarse a un acuerdo por quinientos mil dólares. Tetsuo debe estar muy dispuesto a recibir a sus invitados, de hecho les ofreció recogerlos en el hotel. Orlando se negó. Quiere permanecer discreto hasta llegar al real acuerdo. Porque desconoce cuál sea la reacción de la yakusa cuando les diga que tienen que meterse en el territorio de la triada. Por ahora augura que el dinero sea suficiente atractor. Mientras, deciden escoltar a un grupo de jóvenes escolares que caminan en paquete y abren espacio a medida que avanzan. Así es como llegan al cabo de media hora y al menos siete semáforos a la zona que visitó Orlando hace cinco años para su primer libro.

    El edificio parece una estructura regular de piedra donde se almacenaran libros y viejos manuscritos. Cuando están adentro los corredores y las entradas identifican las diferentes oficinas de los hombres de la yakusa. Tienen que encontrar el nombre que les dio Tetsuo y en efecto, después de deambular por varias líneas frías e impersonales, donde salen y entran personas que apenas si les dan el saludo, descubren la firma y timbran. Les abre la puerta un chico que inclina la cabeza ligeramente y hace el saludo formal. Pasan a una recepción en donde un sofá con piel de oso polar es al parecer lo más normal en medio de insignias y diferentes carteles que muestran información. Es una oficina común y corriente, piensa para sí Orlando, mientras Bender le contesta al muchacho, con un blazer negro y un escudo en el brazo uniformado a la usanza del ejército, quien les ha preguntado si desean tomar algo. Luego les trae de la cocina una bebida fuerte, cuya procedencia Orlando se rehúsa a preguntar. Ya su primera vez en Japón le enseñó que no debía preguntar mucho, de hecho, sin preguntar las respuestas llegaban a su cara como una bofetada. Greencard se lleva un sorbo de la infusión y lo escupe. El muchacho se torna violento y lo reprende de forma fuerte, Bender le dice a Greencard que jamás vuelva a hacerlo, pero ya es tarde, el chico sigue reprendiendo al grandulón y el tono de voz va creciendo tanto que Greencard abandona su angelical rostro de estúpido e imbécil para tornarse en un amenazador matón que de repente se levanta del sofá y empuja al chico, quien se desploma en el piso. El chico emite un grito seco y gutural y del fondo de la oficina emergen tres figuras siniestras, una de ellas un personaje absolutamente ataviado de blanco, quienes vociferan y hacen un escándalo aún peor. Bender mira a Orlando y Orlando le dice a Bender en español que tiene que hacer algo de inmediato con Greencard o de lo contrario la misión quedará sepultada por los tres aniki que no tendrán ningún problema en matarlos allí mismo, dado el insulto de escupir la bebida por parte de su guardaespaldas.

    Bender empieza a decirle a Greencard que lo necesita calmado y lo invita a sentarse, mientras Orlando se interpone entre Greencard y los hermanos mayores del aprendiz atropellado, una señal que puede ser interpretada por los hermanos mayores o aniki como expulsión del recinto y por qué no, de la ciudad. Orlando les explica en inglés tres o cuatro cosas pero la mirada del aniki de blanco es gélida y poco dada a entender las razones. De repente un grito en el fondo emerge y un Tetsuo enardecido vocifera preguntando qué es todo ese escándalo. El aniki de blanco le explica, o al menos eso cree entender Orlando, que el salvaje gigante ha empujado al piso al shatei o hermano menor, además de haber escupido la bebida que se le ofreció. Tetsuo dice algo fuerte y de repente los cuatro, incluido el shatei inclinan la cabeza y se quedan a un lado, obedientes ante la voz del kambu o jefe. Se retiran del salón sin chistar o reponer alguna cosa. Tetsuo sonríe y mira con curiosidad a Greencard, quien aún no ha abandonado su mirada básica de estar a punto de saltar sobre el cuello de quien se le atraviese por delante. Tetsuo es un hombre bajito y pequeño, menudo como una porcelana. Tiene gafas, parece un ejecutivo o empresario de alto nivel, está ataviado de un blaizer de paño negro y Orlando no dudaría en pensar que el traje es un Armani. Los zapatos negros brillan como azabache y la corbata es una elegante Carnaval de Venecia naranja. Su sonrisa reduce a nada la beligerancia de Greencard quien se siente más bien empujado por Bender, quien suda a mares y mira con resignación a Orlando, quien se siente a su vez un poco más sosegado. En un inglés lento y tranquilo saluda a su contacto con una venia ligera. Tetsuo le da la mano con una cordial sonrisa y les dice que sigan, pero de repente se voltea y en un inglés magistral le dice a Greencard que se quede atento en la entrada cuidando a sus jefes. Greencard asiente y se vuelve a sentar orondo en la ostentosa piel de oso polar que adorna la entrada.

    - Les daré ordenes a mis hombres para que no se les acerquen- dijo en inglés a Orlando- sigan. Por favor, primero explíquenme dónde obtuvieron a su escolta.

    - New York- dice rápido Orlando mirando a un Bender que aún transpira colérico.

    - El único problema con él es que lo deben mantener alejado de mis hombres. El jun kosei in buscará por todos los medios alguna clase de reparación por ser empujado en nuestra casa. Y fuera de ella puede que quiera hacerle daño- dijo como si estuviera narrando un acontecimiento deportivo.

    - Lo tendremos en cuenta- reparó Bender sentándose en una oficina con escritorio, donde estaban muchas fotos y carteles adicionales. La insignia de la entrada lucía brillante y reluciente sobre la cabeza de Tetsuo, quien se recostó en su silla de alto ejecutivo y de repente los miró muy serio

    - Caballeros, qué podemos hacer por ustedes…- dijo apretando los dedos con una seriedad unívoca con la cual ahora emergía el empresario, luego de haber esbozado hace unos minutos el sombrero de relacionista público.

    - Seré muy directo- se adelantó Orlando- necesitamos protección en Taiwán.

    Tetsuo se recostó en la silla y los miró detenidamente sin decir una palabra. Los estudiaba con curiosidad.

    - Es muy importante que me describas el objetivo de tu misión en Taiwán.

    - Vamos a investigar a la Triada.

    - Por años hemos permanecido en Taiwán cercanos a ellos. La tolerancia es recíproca. La 14 K y nosotros estamos bien y no nos gustaría perder esa buena relación. ¿Otro libro?

    - Sí- repuso cortante y nervioso Orlando- estamos escribiendo un libro y tenemos que hacer muchas preguntas. Ustedes nos pueden proteger, creo que eso es posible.

    - Debo consultar con mi Oyabun.

    - Por teléfono me habías hablado de un precio y estoy dispuesto a pagarlo.

    - Ese no es el único problema. Ojala fuera tan simple. Debo pedir autorización de mi Oyabun para siquiera mover un dedo en Taiwán. No quiere decir que no te pueda ayudar…- terminó diciendo con una sonrisa ladina y siniestra.

    - ¿A qué te refieres?- contestó nervioso Orlando.

    - En caso que mi Oyabun se opusiera, tenemos que contemplar todos los escenarios, podemos buscar otras salidas.

    - Como sea, debe ser rápido. Queremos estar pronto en la isla.

    - Ese sí que es un problema. Mi Oyabun estará hasta dentro de tres semanas en el país. Está fuera.

    - Bueno, creo que puedes llamarlo. Es un negocio que involucra dinero importante.

    Tetsuo los miró con esa nueva mirada curiosa del principio.

    - Mira, tenemos unos recursos escasos. No podemos quedarnos toda la vida en Tokio. Lo sabes.

    - Entiendo- repuso sonriente. Pero de repente su rostro se puso sombrío, estudiándolos con detenimiento- Mientras sus acciones no comprometan nuestras relaciones con la 14 K, podríamos apoyarlos en lo que quieran. ¿Está claro?

    Orlando pasó un trago largo de saliva. Bender lo miraba con mucha intranquilidad. Después hubo un espacio largo de silencio, que de nuevo fue llenado por el kambu con una nueva pregunta. O una afirmación.

    - Me imagino que deseas que esos recursos económicos sean administrados de forma cuidadosa por nosotros.

    - No te entiendo- reaccionó Orlando muy nervioso.

    - El maletín que está guardado en un casillero de la estación del aeropuerto.

    - ….

    - Estamos siendo muy cuidadosos en apoyarlos a ustedes en esta ciudad. Sabemos que entraron de forma ilegal a nuestro país. Sabemos que vienen acompañados de una mujer. Es muy sospechoso que, para escribir un libro, traigan a sus espaldas a un matón de poca monta. Y tanto dinero. Es mucho dinero, Mr. Rivas.

    - Greencard no es matón, en primer lugar. En segundo lugar estamos trabajando muy bien financiados.

    - ¿Por qué ingresar de forma ilegal a Japón? ¿Qué ocultan ustedes?-interrogó Tetsuo de forma aún más precisa y certera.

    - Creo que debes decir la verdad- sugirió Bender en español, sudando a mares en una oficina fría por el aire acondicionado tan fuerte.

    - Está bien, está bien, nos has descubierto- respondió Orlando de forma rápida- Venimos financiados por una editorial que quiere mantener en secreto nuestra investigación. No nos autorizaron la entrada a Japón y…

    - Mentiras…-espetó Tetsuo mirándolos recostado contra el sillón- Podemos colaborar al Sr. Rivas pero necesitamos toda la verdad- dijo al final de forma tan amable que parecía de verdad serlo.

    - Queremos obtener un objeto de la Triada- dijo Orlando de una sola vez- esa es la verdad.

    - Obtener…, negociarán ese objeto directamente con ellos, supongo…

    - Así es.

    - Nuestra intermediación puede ser completa: protección, negociación.

    - ¿Está incluida dentro del dinero que estamos pagando?

    - Es posible. Siempre y cuando no haya que robar o hurtar nada a la Triada. Como imaginarán, no queremos dañar nuestra excelente relación.

    Bender pasó saliva ahora. Estaba tan nervioso que le dijo en español que era conveniente terminar la conversación y hablar un minuto entre ellos. Orlando le solicitó a Tetsuo unos minutos a solas. Tetsuo se retiró haciendo una venia muy elegante, sin dejar de regalar la sonrisa espectral del comienzo.

    - Orlando, estos hombres nos han seguido desde que ingresamos a Tokio. Conocen el maletín con dinero, saben de Carmen, reconocen que estamos por algo más que el libro. ¿Te parece inteligente seguir con esto?

    - Desconozco de qué otra manera podemos ingresar a Taipei y conocer el manto. Quizás podamos negociar con ellos el valor del objeto.

    - ¿Negociar?, es muy probable que nos extorsionen para quedarse con todo el maletín!

    - ¿Quieres que les diga la verdad?

    - No. Quiero entender qué clase de protección nos brindarán en Taipei.

    Orlando se quedó en silencio y de forma automática, sin ser llamado, Tetsuo ingresó de nuevo a la oficina.

    - ¿Qué clase de protección podemos esperar de ustedes en Taiwán?

    - La protección necesaria para no morir, por ejemplo.

    - Y permiso para dialogar con la Triada, ¡espacios para poder investigar!

    - Eso depende de ustedes. Directamente no se nos permite hacer preguntas. Ustedes tendrán los contactos. Lo demás correrá por cuenta de ustedes mismos.

    - ¿Cómo sabemos que no tendremos sorpresas?- preguntó Bender de forma directa en japonés.

    - De la misma forma que usted ya nos conoce. Somos caballeros de negocios. No somos unos delincuentes, ¿Señor…?

    - Bender.

    - Señor Bender, somos hombres de palabra.

    - ¿Cuándo tendremos el visto bueno de su Oyabun?

    - Quizás hoy mismo. Quizás mañana. Los conduciremos a su hotel. Adviertan a su muchacho de mantenerse alejado de las calles. No podría responder por una reacción de Kabuko. Descansen. Me imagino que ustedes querrán relajarse un poco con algunas chicas. Eso corre por nuestra cuenta.

    - No. Usted entenderá que queremos dormir un poco.

    - Si desean hacer algo en la noche, nos llaman. Hay chicas latinas, si prefieren.

    Bender y Orlando sonrieron con una negativa respetuosa. Tetsuo no esperó demasiado la negativa de ambos y contrarreplicó:

    - En Japón no es muy bien visto rechazar una invitación- y lo dijo sin su tenebrosa sonrisa, estudiándolos con paciencia.

    - Hemos viajado todo el día anterior- dijo Bender en japonés, procurando ser cortés- estamos todavía con el Jet lag presente, tenemos una mujer bajo nuestra responsabilidad…

    - Piénsenlo- dijo levantándose de su escritorio y llamando al hombre de blanco, un tal Otokogi, quien los condujo por los mismos corredores de entrada a un lugar en donde se encontraba un vehículo que los sacó de la edificación.

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    Para Carmen el tiempo transcurría en una tenue niebla que apenas si era disipada por algún ruido externo, un pájaro en la ventana, o el paso de un lejano avión en la distancia. Estaba sentada en el cuarto y miraba por la ventana del hotel ese pequeño jardín que desentonaba con el mismo hotel y con la zona. Era una especie de santuario sintoísta que Bender conocía desde hacía mucho tiempo. La vista era lo mejor, porque el espacio era reducido, a los cuatro les tocaba acomodarse en la misma habitación, aspecto que pareció no molestar al recepcionista, acostumbrado a ver turistas europeos apiñuscados como sardinas en lata en espacios aún más reducidos. Les habían suministrado la mejor habitación, puesto que daba, no a la ciudad, sino al jardín sintoísta, desde donde se practicaba el culto. Por lo demás, Carmen se había quedado vestida con la misma ropa que llevaba desde Nueva York. Para Orlando y Bender era muy comprometedor pretender tocarle el cuerpo, por eso seguía sin bañarse, sin lavarse los dientes, despeinada y abandonada, con su mirada abstraída y detenida en cualquier lugar del infinito. ¿Qué pasaba por su cabeza?, la respuesta más exacta sería nada. Simplemente, el dolor era demasiado fuerte como para que existieran pensamientos en su cerebro. No se podría hablar de nada diferente a una indiferencia absoluta que por supuesto la defendía del dolor y del grito que estaba por emitir desde la última conversación con el coreano.

    Por supuesto, tampoco escuchó el teléfono del cuarto repiqueteando desde la salida de los tres del cuarto. No ha pasado siquiera unos diez minutos, cuando el teléfono había empezado a sonar. Timbraba cada hora. Para la salud de Carmen, no lo contesta, no lo contestará. Demasiado enajenada de una realidad que apenas si comprende, el coreano intenta inútilmente que ella conteste su llamada, sus nuevas instrucciones. Pero esto no pasará. Carmen está demasiado perdida en su mismo vacío. El jardín que ella ve podría ser también una pared, sería exactamente la misma mirada.

    De fondo, entretanto, el teléfono seguirá sonando de forma repetida hasta que ingresa Orlando al cuarto y lo escucha. En efecto entiende que debe levantarlo, mientras atiende a una Carmen que sigue en el mismo lugar donde la dejo a la salida de la mañana.

    - Carmen, por favor- dice una voz en perfecto español al otro lado de la línea. Orlando comprende que es el coreano.

    - Carmen está enferma y no puede atender su llamada.

    - Está bien, dígale que sabemos dónde está. Dígale que la llamaremos en caso de…

    - ¡Un momento!- interrumpe Orlando salido de casillas- Ella está desconectada de la realidad gracias a ustedes. Está loca, ¿entiende?, ¡¡¡se desconectó!!!

    - Es lamentable que ella no haya sido capaz de manejar la presión. Como supongo, entonces, usted está ahora al frente de la misión. ¿Es así?

    - ¡Desde que salimos del país!

    - Entonces le recuerdo las reglas…

    - ¡Las conozco!

    - Le recuerdo las reglas- continuó en automático, ignorando la aclaración de Orlando- en primer lugar la misión es de ustedes, de nadie más. No involucren a la policía. Sean discretos. Jamás nos mencionen.- en ese momento Orlando sintió el escalofrío obvio de lo que ya habían hecho- espero pronto nos entreguen el segundo objeto. Estaremos en contacto.

    - Sólo una cosa más. ¿Dígame qué le dijo a Carmen para que haya quedado como quedó?- preguntó Orlando de forma cortante y directa.

    - Sólo le pasé al hijo para que tuviera una corta conversación con ella, nada más- hubo una tos larga y una risa menuda y burlona. Luego la llamada se cortó.

    Orlando miró a Carmen. Ahora entendía el shock en el que se encontraba. Bender estaba detrás de él, le puso la mano en el hombro. Orlando le contó su corta conversación con el coreano.

    - Que maravilla- dijo Bender sentándose en la cama- ¡ahora todos saben dónde estamos!

    - Tenemos que ir por el dinero. Ya no confío en ese lugar. Y la invitación…

    - ¿Qué quieres hacer primero? ¿Comprar ropa o tomar el maletín?

    - Maletín- dijo Orlando mirando a Greencard que estaba sentado al lado de Bender esperando instrucciones.

    - Puedes ir al baño- le dijo Bender a Greencard en inglés. Greencard asintió y fue en efecto al baño.

    - No sé tú- dijo Orlando a Bender- pero entre Carmen y Greencard podemos alquilar un manicomio.

    - Pues este es el sanatorio que elegimos. ¿Qué hacemos con Carmen?, requiere atención básica, está desquiciada por culpa del secuestro de su hijo, es apenas lógico…

    - Greencard se quedará esta noche con ella. Esa es la instrucción que le darás. Intentaremos darle algo de comer. Pero por lo pronto, vamos por el maletín.

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    Apuntes en la cabeza para un libro jamás escrito

    Mientras nos movilizamos a recuperar ese dinero, recuerdo cómo siempre me había preguntado cuál sería mi reacción cuando estuviera en frente de un yakusa. Bueno, ya lo estuve. Hace dos días casi me matan, casi muero en manos de unos gángsteres de la mafia ítaloamericana. Y luego de saber que no hay precio suficiente que pueda pagar verse cara a cara con el mal, puedo decir que el señor Tetsuo me genera sentimientos encontrados. La sensación inicial es la de un joven ejecutivo que administra finca raíz y sector inmobiliario. Su corbata, su elegancia, su compostura. No se le mueve una ceja. Parece un hombre de negocios. Atención, lo es. Más con el tiempo la percepción es la de un hombre felino. Sí. Es un gato angora que puede, y tiene, la capacidad de metamorfosearse en una pantera negra y, sin embargo, es amable y cordial. Ese es el mal, en esencia. Un ser de varios rostros. No sabes a quién tienes. Debes ser capaz de leer sus niveles y sus jerarquías. Orlando me explicaba en el avión los diferentes niveles, la simbiosis maravillosa entre sociedad, negocios y delincuencia. Cómo son empresas, por encima de todo. El mal convertido en un sistema edificado para sobrevivir a sus representantes, el mal como estructura. El mal al que todos deberíamos temer, el soy legión del nuevo testamento, la red de redes, la obra maestra. En efecto, estoy ahora ante una de esas obras magnas del mal. Cualquiera me dirá que estoy equivocado, que el mal es mucho más complejo que la suma de todas las estructuras delincuenciales juntas, mas, para ser sinceros, yo pertenezco a la filosofía oriental, pragmática, de jugar dentro de los hechos y los actos. Puede ser llamativo que Tetsuo juegue con nosotros, ese personaje

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