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No somos tan diferentes
No somos tan diferentes
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Libro electrónico290 páginas3 horas

No somos tan diferentes

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Información de este libro electrónico

Cuando somos adolecentes y nos queremos comer al mundo, estamos plenamente seguros de lo que debemos hacer de cuales son los pasos a seguir para alcanzar el éxito. Pero luego cuando nos enfrentanmos al mundo real descubrimos en realidad cuan poco preparados estamos. De alli nacen muchas de las frustraciones de nuestra vida adulta. Este libro es la hoja de ruta hacia una vida consciente y plena en la que desarrollaremos todo el potencial que tenemos para poder cumplir nuestros sueños y metas.
IdiomaEspañol
EditorialSoftandnet
Fecha de lanzamiento23 ago 2021
ISBN9789807964005
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    No somos tan diferentes - Armando Iachini

    No somos tan diferentes

    © Armando Iachini 2021

    © Cámara de Editores 2021

    © Derechos Reservados

    Espacio Duida

    P.O. Box 490097 FL 331678

    Telf: (1)(305) 554 8609

    Key Biscayne - USA

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni almacenada en ningún sistema de grabación, ni transmitida de manera alguna, así sea por medios electrónicos, mecánicos, de fotocopiado, de grabación o cualquier otro, sin el previo consentimiento por escrito del propietario de los derechos de autor.

    Primera Edicion: Agosto 2021

    ISBN: 978-980-7964-00-5

    Depósito legal: MI2021000364

    Diseño y diagramación

    Peterssendesign.com

    Diseño de portada: Susana Santos

    Fotografía del autor: Oriana Milu Lozada

    Diseño de lámina representación del Sistema: Alessia Iachini

    Armando Iachini

    www.armandoachini.com

    Instagram: @nosomostandiferentes2020 | Facebook: nosomostandiferentes

    Impreso en Venezuela por Gráficas Lauki

    Diseño epub:

    Hipertexto–Netizen Digital Solutions

    Pasaje de

    No somos tan diferentes

    Armando Iachini

    Es posible que este material esté protegido por copyright.

    Dedicatoria

    La vida está hecha de etapas por las cuales debemos transitar desde el mismo momento en que somos concebidos hasta que podemos ver qué tan importante es ir superando cada una de éllas de la mejor forma posible. No es algo sencillo, aunque parece tan natural y suele ocurrir sin darnos cuenta. Ya de por sí nacer es un milagro, apenas superar la etapa en la que damos el primer respiro es un triunfo. Vivir una vida larga, lo más.

    De cada etapa de la vida hay que sacar lo mejor. Pero para lograr esto debemos visualizar cada peldaño a escalar, saber cuál es y donde está. Una vez lleguemos allí debemos visualizar el otro y luego el siguiente y así, hasta ir avanzando con el transcurrir del tiempo.

    Para mí, llegar a esta etapa de mi vida representa entre otras cosas la constante búsqueda de producir y superarme profesionalmente más y más, pero pensando también en ir construyendo el legado que quiero dejar a las generaciones que me siguen, a mis hijos, sobrinos y jóvenes en general. Escribir este libro siempre lo vi como el peldaño siguiente que visualicé, el inicio de otra etapa, donde ya con mis canas, que no son precisamente de viejo, sino de experiencias, alcance de metas, sabiduría y aprendizaje que me ha ido dejando el transcurrir de la vida.

    Estoy eternamente agradecido. Me siento afortunado y satisfecho de haber podido vivir mi vida tal como se presentó: con necesidades, dificultades, logros y triunfos, altos y bajos, angustias y alegrías. Me siento feliz de vivir en este mundo a plenitud. Agradezco haber tenido unos padres maravillosos: Pasquale y Grazia, rígidos y exigentes que me dieron todo, incluso lo que no había. Unos hermanos: Antonio y Gabriel, insuperables, amigos y compañeros, aliados incondicionales. Mi esposa María Andreina, hermosa compañera, pilar de apoyo. Mis hijos: Alessia, la Reina de Todos, tal como la llamaba mi papá, su Abuelo Pasquale; mi hijo Armando, mi símil masculino, de igual signo acuario, gran entusiasta del arte y la música al igual que yo. Agradezco a mis socios, con los que he podido construir y desarrollar juntos infinidad de proyectos, unos fallidos y otros con éxito. También contar con una gran familia que me apoya a toda prueba y me brinda amor y respeto. Agradezco tener tantos buenos amigos y estar rodeado y acompañado siempre de gente bella y especial. Finalmente, agradezco a Dios por esta vida, la que he sabido vivir, querer, apreciar y disfrutar, desde su más absoluta sencillez hasta su complejidad.

    CONTENIDO

    Presentación

    Capítulo I

    La naturaleza humana lleva al progreso

    Potenciando al individuo

    Venciendo el temor

    Capítulo II

    El sistema

    Grupos de poder

    El sistema financiero (La banca)

    El sistema educativo

    Los medios de comunicación y la publicidad

    Las iglesias

    El Estado

    Los Panamá Papers nos pueden enseñar sobre el sistema

    En profundidad

    La otra lección

    Capítulo III

    ¿Cómo prepararnos?

    La formación

    ¿Entrar al mercado laboral?

    Fortaleza personal

    Hacer algo extraordinario

    Capítulo IV

    ¿Cómo emprender?

    Reputación crediticia

    Formar un equipo de trabajo

    Motivarlos

    Dominio

    Autonomía

    Misión

    Darles las herramientas para hacer lo correcto

    Juzgar los resultados y las intenciones de los demás

    Enfrentarnos a nuestras propias deficiencias

    Celebrar los éxitos

    Ganarse a los clientes

    Ser un mensch

    Presentarse, venderse, hacer una imagen propia

    Hacer la torta más grande

    Posicionarse, crear el propio prestigio

    Capítulo V

    El mundo en que vivimos

    México: un país extraviado

    Luces y sombras de la esperanza brasileña

    El desafío asiático China/ Corea del Sur/ Japón/ Taiwan

    ¿Qué pasa con China desde el punto de vista geopolítico?

    El caso de Corea del Sur

    El milagro chileno

    La apertura y la microeconomía

    Era democrática

    En 2019 estudiantes se revelan

    ¿Que resolvió el Foro de Sao Paulo en Caracas sobre Chile?

    Estados Unidos: imperio, ley y decadencia

    La primera república exitosa

    Las dos caras de Estados Unidos

    La guerra y la difícil neutralidad

    La lucha por los derechos civiles

    Décadas 1960-1980

    La crisis de los misiles

    Guerra de Vietnam

    El programa espacial

    Los años de Jimmy Carter

    La elección de 1996 y su secuela política

    Acecha el terrorismo

    Elecciones del año 2000 y la guerra contra el terrorismo

    La elección presidencial de 2004

    Donald Trump

    Elecciones igual a confrontación

    Un coloso que muestra sus cicatrices

    El 6-E que modificó la historia

    Paz en la transmisión de mando

    Poderes institucionales y poderes reales

    ¿Qué ha hecho este sistema con nuestras vidas?

    El sueño americano

    La llegada del outsider

    ¿Qué papel podrían cumplir esas empresas en el sistema norteamericano

    Venezuela: el país (a veces) posible

    ¿Somos el país más hermoso del mundo?

    Capítulo VI

    La responsabilidad empresarial

    Capítulo VII

    ¿Cómo lograr ver un gigante invencible?

    Notas al pie

    PRESENTACIÓN

    Al nacer en la década de los 60, sabía que si estudiaba, me esforzaba y ahorraba, tenía un futuro productivo y feliz. Hoy, cuando alcanzamos 20 años del siglo XXI, las personas y, fundamentalmente, los jóvenes, tienen una gran inquietud respecto a su futuro. Todo parece dominado por el nihilismo¹. Fruto de la perpetuidad del hombre moderno frente a los vertiginosos cambios que ha vivido el planeta en los últimos años y que han modificado nuestra forma de comprender el entorno y de asirnos a la realidad.

    Anteriormente, cuando salíamos de la universidad u obteníamos un título de doctor, licenciado o técnico nos esperaban ofertas laborales que, con trabajo, disciplina y formación, nos permitían aspirar a una vida mejor y construir familia y bienestar. Esa época ha pasado. El mundo es cada vez más rápido y avasallante. La tecnología, aunque nos informa e interconecta rompiendo fronteras, nos hace correr el riesgo de aislarnos y ser más impersonales. La economía se maneja con una rapidez inaudita que nos impide, por su vertiginosidad, velocidad y frenetismo, visualizar el progreso y la prosperidad.

    Pareciera que estamos ante la disyuntiva de montarnos en un veloz tren que circula a toda máquina o quedarnos atrás y ver cómo el mundo nos pasa por encima. Frente a estas opciones, algunos han respondido con la desesperanza, entregándose a la anomia y quedándose de brazos cruzados.

    Hoy es común escuchar a jóvenes hablar con un enorme desencanto del mundo que los rodea, un lugar que ya no les da respuestas, incluso, parece no valorarlos demasiado. Médicos, arquitectos, ingenieros, comunicadores, administradores o técnicos superiores se preguntan si valió la pena el esfuerzo de estudiar y graduarse. Toda la energía y la perseverancia en su juventud, parecieran en su adultez, atadas a un trabajo sofocante, viviendo al día y lidiando con la vida.

    Al llegar a mis sesenta años de vida, con experiencia empresarial y social, que me permitió relacionarme, escuchar inquietudes y puntos de vista de amigos y colegas, de economistas, banqueros, políticos, estudiantes y profesionales, así como de obreros y trabajadores provenientes de mis relaciones laborales y de participación en foros y congresos en diversas áreas, aunado a la lectura de libros referidos al análisis de situaciones de la vida, economía y filosofía, me llevaron a ver la evolución del mundo y a sentir que compartía muchas ideas con personas cercanas.

    Con frecuencia me veía respondiendo preguntas como ¿Qué piensas? ¿Qué crees que va a pasar? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué debemos hacer? Desde entonces, comencé a considerar compartir las respuestas y opiniones. No estaba seguro cómo hacerlo, si a través de un libro o en foros y reuniones, pero sí consciente de que tenía que ordenar mis ideas.

    Parto del conocimiento de la vida, del día a día, no necesariamente, académico y teórico, pero sí, cargado de la experiencia vivida, de la intuición, del manejo de información y del análisis de la vida práctica, que suele ser muy cercana a los sucesos que acontecen a nuestro alrededor. Ello ha contribuido a que sea previsivo, a escudarme, llevar un paso adelante y ayudarme en nuestras acciones.

    Décadas de actividad económica al frente de mis empresas me han dejado momentos que formarían un buen anecdotario, pero que al trascender, en realidad conforman un cumulo de aprendizaje que podría ser de utilidad a personas alrededor del mundo que, aunque no estén en mi red de contactos, podrían tener las mismas inquietudes y que, en algunos casos, estarían agobiadas por no tener claro cómo montarse en el frenético tren.

    Aclaro que no es un texto académico, no por desprecio a la academia. Más bien, podría leerse como un testimonio personal. Las ideas, por muy complejas que sean, pueden ser difundidas en un lenguaje llano y cercano a la gente, a fin de que puedan entenderse en forma directa. Mi obra no busca ser un manual o decirles qué hacer. Se trata de compartir concepciones e inquietudes porque también he sentido inseguridad e incertidumbre ante el camino que ha tomado el mundo. Preciso entenderlo para poder vivir en él, pero si la meta es muy ambiciosa, que por lo menos, esté mejor preparado en el entorno para desarrollar mi potencial y alcanzar mejor calidad de vida.

    CAPÍTULO 01

    La naturaleza humana lleva al progreso

    La condición natural del ser humano es la evolución. Al ser competitivos, buscamos mejorar cada día para convertirnos en ganadores y alcanzar el progreso. Aun siendo todos seres humanos, tenemos distintas condiciones. Entre ellas, la raza, religión, condiciones físicas, entorno socio cultural y nivel socioeconómico, entre otros. Somos seres humanos pensantes, pero también discurrimos en formas diferentes aun cuando tenemos como fin una naturaleza de progresión constante.

    En el mundo moderno algunos parecieran ser conformistas y han preferido no hacer nada. ¿Por qué? ¿Cómo se suprimió una de las características del ser humano que es evolucionar? La respuesta podría ubicarse en que esa actitud ha sido provocada por el sistema en que vivimos, que pareciera estar diseñado para que renunciemos a nuestras potencialidades y nos integremos como piezas en un engranaje, que repite la misma función hasta su desgaste, sin posibilidad de cambiar o evolucionar.

    Considero, en primer lugar, que el sistema tiende a aislar a las personas. La tecnología nos coloca solos frente a una pantalla que nos separa unos de otros. Nos incomunica con el entorno más próximo y de nuestros problemas cotidianos. Poco a poco vamos perdiendo nuestra capacidad de comunicar, compartir, dialogar o discutir. Va disminuyendo la habilidad para interpretar, analizar y decodificar los mensajes que recibimos a diario, que en ocasiones, nos hacen daño al vendernos antivalores y convertirnos en compradores impulsivos, mutantes del sistema.

    En segundo lugar, nos hace conformistas. El sistema aniquila la capacidad de interpretar la realidad circundante con criterio crítico. Nos vamos acostumbrando, nos rendimos y aceptamos la reducción de nuestra naturaleza.

    En tercer lugar, nos convierte en consumistas. No es que alguien compre mucho porque tiene y gasta dinero. Al contrario, se trata de quien tiene poco y dilapida más de lo que gana, vive al límite de sus necesidades y derrocha con poco criterio y sin planificación.

    Esta actitud la observo, principalmente, en adolescentes. Hay un impulso natural en jóvenes que salen del liceo con ganas de estudiar. Se esfuerzan en la universidad durante los primeros años. Es probable que tengan un trabajo a medio tiempo, pero a medida que empiezan a avanzar en sus estudios, los va invadiendo la duda.

    Antes, sabía que después de la universidad venía un empleo. Mi principal preocupación era si encontraría un trabajo en una buena compañía, en una transnacional o en una gran empresa. Mi brega era obtener las mejores calificaciones para lograrlo. Era la meta más inmediata que podía tener. Después, me haría camino con más formación y experiencia.

    Ya no es posible. Ahora, los jóvenes perciben que, probablemente, no consigan ese buen trabajo. Podría, quizás, ser un empleado mal pagado, subvalorado y hasta maltratado. Su realidad es que saldría a un mercado de trabajo empobrecido, en un mundo que lo mantendría dependiente, aislado y con solo sus necesidades básicas cubiertas, si tuviera suerte.

    En estas circunstancias sus posibilidades de crecimiento son pocas. Pronto tocará techo y eso lo saben los estudiantes universitarios por lo que es probable que, en plena formación, comiencen a desmotivarse, a desanimarse o al menos, a convertirse en presas de incertidumbre respecto a qué va a ser de ellos cuando cumplan este ciclo. Y si se suma la falta de recursos, podrían en algunos casos, conducirlos a la deserción en sus estudios, agravando la situación personal, lo que ocurre en muchos países.

    Desde niños les dijeron que estudiar, trabajar, ahorrar y ser honrados es el deber ser de las personas, por lo que es posible que los jóvenes sientan desesperanza o rabia al percatarse de que esa no es su realidad. Pueden sentirse frustrados o estafados. Han sido arrojados a un mundo en el que eso no es suficiente. Probablemente de pensar y actuar como el deber ser los coloca en un estado de indefensión ante las dificultades que tienen que afrontar.

    Puede ocurrir que si alguna persona tiene suerte y consigue un buen trabajo, pasará sus días sirviendo a los sueños de otros. Le asignarán una actividad que, probablemente, realizará bien, pero sus habilidades creativas y el impulso de su progreso natural se estancarán. Como dicen los deportistas: músculo que no se ejercita, se atrofia. El cerebro es similar a un músculo que requiere mantenerse activo. En paralelo, en su vida laboral comenzará a pagar impuestos, y entre los directos e indirectos, podrán pecharle hasta la mitad de su salario. Se incluye también un seguro de pensión por vejez, vehículo y vivienda, entre otros.

    Del mismo modo, adquirirá una tarjeta de crédito y una deuda en un banco para pagar la casa y el vehículo, luz, agua y condominio, entre otros. Paulatinamente gastará su dinero en satisfacer sus necesidades básicas. Dejará su ingreso salarial, bonos laborales y utilidades para honrar sus compromisos con los bancos acreedores, compañías de seguros e impuestos al Estado. Así se dará cuenta a final de mes, que el dinero percibido no le alcanza para cumplir con todas las obligaciones.

    Todo esto sucede mientras el tiempo transcurre y los hace mayores, más viejos, más lentos. En consecuencia, es factible que esta persona se mire al espejo y, cual conejillo de Indias, se descubra dando vueltas en un laberinto del cual no saldrá, pero que le da la ilusión de estar en constante movimiento, aunque no sea cierto. La realidad es que está estancado.

    Existe una conocidísima fábula para mostrar nuestra dificultad de adaptación a los cambios incrementales; aquellos que no son súbitos. Incluso, se dice muchas veces que está basada en probados experimentos. Hay dos autores, realmente solventes (a ambos los considero maestros), que la publican en dos de sus libros: Primero fue Peter Senge, en La Quinta Disciplina y, algunos años más tarde, Manfred Kets de Vries, la incluyó en Life and Death in the Executive Fast Lane.²

    Si echamos una rana en una olla con agua hirviendo (a veces dicen agua muy caliente), esta salta inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio si ponemos una olla con agua fría (a veces dicen temperatura ambiente) y echamos una rana esta se queda tan tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona sino que se va acomodando a la temperatura hasta que pierde el sentido y, finalmente, morir achicharrada.³

    Estoy persuadido que esto se debe a que los batracios tienen la habilidad de modificar la temperatura de su sangre para que se adapte al entorno. Por lo tanto, la rana podrá hervirse hasta morir y nunca se dará cuenta de ello.

    Lo mismo ocurre con el ser humano. Las personas tenemos algo llamado resiliencia⁴, que es la destreza para habituarnos al entorno, por muy rudo que sea. Es más sencillo acostumbrarnos si se impone en forma progresiva.

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