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Historias curiosas de un mundo en cortocircuito
Historias curiosas de un mundo en cortocircuito
Historias curiosas de un mundo en cortocircuito
Libro electrónico196 páginas2 horas

Historias curiosas de un mundo en cortocircuito

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Este volumen contiene una colección de ensayos breves o muy breves, con los temas más dispares, que provocan la sonrisa, el miedo, el asombro y a menudo la identificación. Describen un mundo contemporáneo con mil facetas y extraño, analizan personajes a veces fantásticos, muy a menudo familiares o parte integrante de la sociedad.

Un hilo común une estos relatos del mundo en cortocircuito: una veta constante de ironía y grotesco, que hace de la lectura un viaje a un universo desorientador y curioso.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento2 jul 2021
ISBN9781667405889
Historias curiosas de un mundo en cortocircuito

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    Historias curiosas de un mundo en cortocircuito - luca giovanni caneva

    Luca Giovanni Caneva

    ––––––––

    Historias curiosas de un mundo en cortocircuito

    Youcanprint

    Título | Historias curiosas de un mundo en cortocircuito Autor | Luca Giovanni Caneva ISBN | 978-88-31678-23-0

    © 2020. Todos los derechos reservados al autor

    Este libro es publicado directamente por el Autor a través de la plataforma de autoedición Youcanprint y el Autor es titular exclusivo de todos los derechos sobre el mismo. Ninguna parte de este libro puede reproducirse sin el consentimiento previo del autor.

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    Via Marco Biagi 6, 73100 Lecce www.youcanprint.it info@youcanprint.it

    El mundo se divide en buenos y malos. Los buenos duermen mejor, pero los malos despiertos se divierten más

    Woody Allen

    ORUGAS VS EDEN 10-0

    ––––––––

    Perfume de bosque en flor. Un ruiseñor se posa sobre una hoja húmeda para beber gotas de rocío. Las mariposas agitan sus alas rompiendo los rayos del sol mientras descansan sobre la plácida vegetación. Los colores de los árboles son cada vez más cambiantes a medida que avanza el otoño y dejan caer su manto de pétalos amarillentos sobre el suelo, lo que convierte el paseo en un sueño relajante sobre esa dulce y suave alfombra. Rápidas y sigilosas, dos ardillas de oscuro pelo castaño saltan entre las raíces, corriendo de aquí para allá en busca de un rápido bocadillo. Mientras, desde su nido amoroso una urraca otea a su alrededor, esperando salir a buscar provisiones para su pequeña prole.

    La paz indiscutible de la densa vegetación, inesperadamente es violada hasta la muerte por el ruido de diez gigantescas excavadoras, que avanzan enloquecidas una al lado de la otra, con un grito colectivo de chatarra asesina, talando todos los árboles y aplanando el paraíso natural que, hasta hace poco, solo anhelaba vivir otro día de paz. Tras el paso de los maxi monstruos acorazados quedan escombros, que luego son removidos por cuadrillas de leñadores y por grandes camiones, sobre los cuales los árboles talados son cargados. En pocos instantes la mega-autopista de conexión rápida se ha abierto paso, y al día siguiente, la obra para su construcción cobrará vida.

    Cuánto sufrimiento impone nuestro progreso...

    5

    DAME UNA AZADA Y LA VIDA SERÁ MARAVILLOSA

    Giorgio Maria Filiberto Gustavo Di Bretogna era el designado heredero al trono de la más antigua monarquía del mundo, conocida por sus obras filantrópicas a favor de los periquitos de Tocagatos y de las ostras verdes de la isla oceánica de Picacuernos. Eran amados profundamente por sus súbditos que, aunque agobiados por pesados aranceles e impuestos que permitían una vida suntuosa a una rica corte de holgazanes, se enorgullecían de vivir en el país gobernado por el último rey todavía universalmente reconocido: Estegidio III Di Bretogna, casado con la reina Isa, ex modelo, ex bailarina, ex aspirante a showgirl, ex aspirante a cantante, ex aspirante.

    Giorgio, como lo llamaremos de ahora en adelante, era hijo único. No particularmente alto, no particularmente guapo, no particularmente inteligente, no particularmente y ya.

    Mujeres nunca vio en su vida cortesana, que lo obligó a frecuentar una serie de personajes muy distantes de su persona, falsos, preconcebidos y oportunistas. Él cumplía lo mejor que podía con sus compromisos monárquicos, obviamente en contra de su voluntad.

    La única persona que amaba frecuentar y con quien pasaba mucho tiempo era el jardinero principal, Astolfo. Era un hombre viejo de espesa barba roja que cuidaba el inmenso verde que rodeaba el antiguo castillo en la cima de la colina, la modesta casa de familia visible desde todos los rincones del reino. Giorgio hablaba de buena gana con el jardinero, porque era una persona sincera y franca, llena de sabiduría y buen humor. Le pedía su opinión antes de hacer cualquier cosa. Sobre cualquier tema

    6

    lo encontraba preparado y pronto a sugerir soluciones y dar consejos, siendo él extremadamente inseguro y ansioso.

    A Giorgio le encantaba seguir a Astolfo en su trabajo diario en los jardines familiares, y aprender todos los secretos de su profesión, ya fuera podar, cortar el césped o cuidar flores y plantas. A lo largo de los años, a veces había hecho algunas de esas tareas bajo la mirada complacida del viejo, que no escatimaba nunca nuevas sugerencias y explicaciones relacionadas con la jardinería.

    El padre de Giorgio le recordaba a menudo que se ocupara más de los asuntos familiares y dejara de pasar todo su tiempo siguiendo al viejo. Pero el joven tenía un carácter cerrado y refractario a frecuentar esa plétora de portabultos lamepies y pusilánimes que zumbaban por el castillo y la casa real más poderosa de todos los tiempos.

    En definitiva, Giorgio soñaba con tener una vida normal fuera del castillo y con ser jardinero. Quizás en un lugar donde nadie supiera quién era, y donde pudiera dar rienda suelta a sus aspiraciones de construir los más bellos y suntuosos jardines, con multicolores flores, exuberantes plantas, fuentes, estanques, pequeños riachuelos que habrían atravesado extensiones de prados hasta donde alcanzase la vista, donde ancianos, niños y familias enteras habrían disfrutado los frutos de su amado trabajo.

    Claramente sus aspiraciones chocaban con lo que la casa le imponía por costumbre. Siendo además hijo único del Rey, su destino estaba sellado. Heredaría la corona y guiaría al país cuando su padre pasara a mejor vida.

    7

    Estegidio, el amado Rey, tenía ya cierta edad, y algunas dolencias y problemas de salud. Caminaba con bastón, pero su actitud seguía siendo orgullosa y autoritaria, tanto con sus subordinados como con su amada familia, a quienes comandaba sin perdonar el más pequeño error.

    Un día, durante una fastuosa recepción oficial en el castillo real, se difundió una noticia que pronto alteraría al reino y a sus súbditos...

    Se trataba de la desaparición del principito Giorgio, visto por su madre yendo al baño para luego nunca regresar a la recepción, donde lo esperaban para dar un discurso oficial en el que tendría que anunciar impuestos aún más pesados para los habitantes del reino, que habrían financiado la construcción de una gigantesca estatua del Padre Rey en la colina frente al castillo, con la consiguiente demolición de una docena de casas de trabajadores pobres.

    Se hicieron las conjeturas más disparatadas sobre la desaparición. Quién habló de secuestro, quién de una fuga de amor (inmediatamente excluida), quién de crisis mística que pudo haber golpeado al príncipe llevándolo a realizar gestos temerarios. O quizás un desalojo voluntario por razones oscuras para la mayoría, ya que Giorgio siempre fue muy escaso en declaraciones sobre sí mismo.

    Siempre había cumplido sus deberes con diligencia. Había obedecido las órdenes del Rey y cumplido con los asuntos que su rol requería, aunque muchos lo consideraban falto de personalidad para recibir la herencia de su padre. Los más maliciosos asumían que era homosexual, debido al desinterés perezoso en cualquier mujer de alto rango que le habían presentado a lo largo de los años con el propósito de un compromiso matrimonial.

    8

    En realidad, Giorgio se sentía asfixiado por el mundo de la corte, donde era un alma perdida en un río de hipocresía generalizada. Se mostraba reacio a entablar relaciones con personas que no tenían nada que compartir con él. Solo el viejo Astolfo seguía siendo el único punto fijo en su triste vida, y le había abierto su corazón y confiado amarguras y aspiraciones.

    La fuga del castillo fue rápida y pasó desapercibida. Gracias a los años en los que había seguido las labores de jardinería, Giorgio había aprendido cada pasaje, camino y túnel de la inmensa finca real, y podía salir sin ser interceptado por cámaras o servicios de seguridad.

    Había robado del cobertizo de herramientas algunas

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