La Suramérica Que Recorrí: Memorias De Un Viaje En Motocicleta
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lugares
nicos en el mundo, cultura indgena. Esto y mucho ms es
Suramrica.
El autor comparte sus numerosas aventuras personales,
no siempre
agradables para l, durante cinco meses y a lo largo de casi
cuarenta mil
kilmetros por el continente. Pero la jornada haba comenzado
treinta y
cuatro aos antes, imaginando un viaje que nunca se pudo forjar.
Durante
ese tiempo la llama se atenuaba cclicamente, pero nunca se
extingui.
Este libro invita a visitar las maravillas de una
tierra que est an por revelar.
Tambin lo invita a que usted tampoco deje apagar la llama que
lo puede
llevar algn da a cumplir con esa promesa de recorrer
Suramrica.
Santiago Lema Londoño
SANTIAGO LEMA, Ingeniero por educación, ha sentido que el motociclismo en su vida es una manifestación heredada de su abuelo experto en caballos. Las motos han estado presentes desde 1974 cuando amigos y familiares eran también motociclistas. Ha tenido tamaños desde 100 cc hasta 1.050 cc. Ha usado las motos por transporte, por necesidad, por trabajo, por diversión, en competencias y por turismo. Ha recorrido, además de la ruta suramericana, extensamente las carreteras colombianas y parte de USA y Canadá. Está felizmente casado y tiene tres hijos.
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La Suramérica Que Recorrí - Santiago Lema Londoño
LA SURAMÉRICA
QUE. RECORRÍ
Memorias de un Viaje en Motocicleta
Santiago Lema Londoño
Copyright © 2012 por Santiago Lema Londoño.
Fotografía de la Portada: Tierra del Fuego - Chile
por Juan Carlos Posada Roa.
Diseño de la Portada: Santiago Lema Londoño
Dirección electrónica santiago.lema@gmail.com
Ver más de 1.000 fotografías en www.horizonsunlimited.com/tstories/lema
Acompañamiento www.youroute.co
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2012910898
ISBN: Tapa Blanda 978-1-4633-3172-6
Libro Electrónico 978-1-4633-3171-9
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
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Fax: +1.812.355.1576
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412784
Este libro lo dedico a la memoria de dos personas quienes tuvieron al Motociclismo como una verdadera pasión en sus vidas:
• FERNANDO LEMA MEJÍA, quien nos despertó el interés desde que éramos niños y siempre estuvo pendiente de que no se apagara.
• TIBERIO JARAMILLO LEMA, quien nos compartió siempre sus conocimientos y recursos y del que recibí especiales consejos para el viaje.
Mi especial reconocimiento a mis hijos HELENA MARÍA y RICARDO, quienes desde el principio me apoyaron incondicionalmente para realizar el viaje.
Mis agradecimientos a mis padres FIDEL Y HELENA por acompañarme en la jornada de múltiples maneras, excepto físicamente.
Mi amor a mi esposa MARTA ELENA, quien a pesar de inicialmente no compartir la pasión del viaje, respetó mi decisión y me apoyó con su actitud.
Mi esperanza porque nuestra hija SABINA encuentre en éstas páginas un desafío para la aventura de su vida.
Mis deseos para que usted, amigo lector, pueda realizar sus proyectos de turismo en motocicleta, que lo llevarán a nuevas dimensiones en su existencia.
Contents
PRÓLOGO
PRESENTACIÓN
1 El COMIENZO
Antecedentes
Mi primera motocicleta
¿ A dónde ir ?
Preparación
Ruta
Equipo
2 Los ANDES
Colombia
Primera etapa
Por fin salí
Ecuador
La mala energía de las fronteras
Dejando atrás la mala energía
Empieza la aventura
Perú
Bloqueado
Territorio Mochica
El milagro de la irrigación
Muere una cultura
Ruta libertadora
El día más duro
Rápido diagnóstico
Terremotos y avalanchas
Dominar con el sonido
Más ruinas
Rascacielos
Leña y estrellas
Tierra caliente
Por el lomo de la cordillera
Suzi a 5.100 m
No todo es bueno
Ayacucho
Chiara
El centro del Tahuantinsuyu
La vertiente de la selva
Machu Picchu
En las fuentes del Amazonas
El vuelo del cóndor
3 El ALTIPLANO
Hacia el Lago Titicaca
Bolivia
En el Titicaca
La Paz
Ya no lo es
Volcán Sajama
Sin combustible
Salar de Uyuni
Arena, volcanes y lagunas
Chile
Argentina
Inesperadas dificultades
4 El PIEDEMONTE
Por los valles Calchaquíes
Año Nuevo 2009
De nuevo solo
El rally Dakar
Territorio Mapuche
El Distrito Lagos
El final de la espera
Chile
"Cuando pa´ Chile me voy…..
Termales nó,….. ¡fría!
Recordando el Milo
Amigos de última hora
Una vueltica por el Pacífico
5 La PATAGONIA
La esperada Carretera Austral
Una original solución
Dejando Chile
Argentina
De nuevo en la Ruta 40
Las maravillas del sur
Los confines de la Patagonia
Chile
Dos imprevistos encuentros
Tierra del Fuego
Argentina
La cola del mundo
Chile
La tierra del viento
Argentina
Ruido y viento
Ahora a 36°C
Florencia
6 La PAMPA
Cambio de clima
Motos, autos y … argentinas
"Mi Buenos Aires querido…….
Uruguay
En la tierra de la yerba mate
Gauchos
Brasil
Otra lengua, pero bellamente musical
Playas y alcohol
Pocos curys quedan
Otra noche en la comisaría
Hacia el agua-grande
La Maravilla de las maravillas
Un gigante sobre el Paraná
Cataratas otra vez
El gran Paraná
Tacaño en Bonito
Hacia El Pantanal
El Pantanal
Bolivia
Temas de fronteras
En tierra de chiquitos
Santos y arcángeles
En tierra de Cali
Ché
El Bañadito
Dinosaurios
Le explotó ahí
El momento de las decisiones
7 El PACÍFICO
Sin problemas
Chile
Acepto los gritos
Cargando baterías
Perú
El desierto
Nazca
De nuevo en la Comisaría
Toreando novillitos
Más desierto
Lemas
Asuntos por resolver
La esperada frontera
Ecuador
Botellas y botellitas
Ecuador en un día
El día final
Colombia
Arepas
De regreso después del viaje
8 EPILOGO
9 APÉNDICES
A. Notas Complementarias
1. Cámara Funeraria del Señor de Sipán
2. Sitio Arqueológico Chavín de Huántar
3. El Tahuantinsuyu
4. Resumen del viaje hasta Huánuco
5. El Cóndor Pasa
6. La Batalla de Junín
7. La Batalla de Ayacucho
8. Saqsaywaman
9. Machu Picchu
10. Río Amazonas
11. Tiwanaco
12. La Atlántida
13. Coordenadas de la travesía en el desierto Siloli
14. Los Mapuches
15. Resumen del viaje hasta Bariloche
16. Cueva de las Manos
17. Resumen del viaje hasta Ushuaia
18. Armada de Molucas - motín, solución y castigo
19. Atención a los detalles.
20. El Gaucho
21. Resumen del viaje hasta Florianópolis
22. Geología de las Cataratas del Iguazú
23. Localidades santas
del Circuito Misiones
24. Las líneas de Nazca
25. Resumen del viaje total
B. Equipo
1. Ropa
2. Equipo General
3. Camping
4. Motocicleta
5. Farmacia
6. Documentos
C. Comentarios Adicionales
1. Motocicleta
2. Ropa
3. Maletas y Equipaje
4. Frío
5. Altitud
6. Hoteles
7. Camping
8. Dinero
9. Licencia de Conducir
D. Tabla Resumen
Índices de Costos, en dólares de los Estados Unidos.
E. Créditos
PRÓLOGO
SURAMÉRICA: una larga palabra, un gran continente, amalgama de maravillosos países, diferentes pueblos, esplendorosos paisajes, inolvidables experiencias.
Suramérica puede significar diferentes cosas. Para algunos puede ser tan sólo un tema en la asignatura Geografía del colegio. Para otros puede ser una oportunidad de mercado. Alguien verá una región en donde se han cultivado y experimentado diferentes matices políticos, desde ultraderechistas hasta populistas, pasando por una gama intermedia de tonos en diferentes épocas de cada país. Para los menos afortunados puede ser una región inalcanzable e inexplorada, de la cual sólo conocen el terruño en donde nacieron, crecieron y han pasado la mayor parte de su vida. Para personajes elevados como Simón Bolívar, el continente fue su motor para vivir y morir. Los viajeros aventureros tienen en Suramérica una excelente oportunidad para experimentar emociones. Muchos encontrarán un poco de todo lo anterior. Otros encontrarán eso y mucho más. Hay para todos los gustos e intereses.
Los Andes, como una banda lateral, influyen tremendamente en el continente. Los pueblos que la habitan se las han ingeniado para sacarle su mayor provecho: canales llevando el agua desde donde abunda hasta donde escasea; redes de caminos empedrados para mover el comercio y el ejército, y productos altamente energéticos como la papa y la quinua.
Y más allá la Amazonía, por milenios habitada. Allí el hombre construyó gigantes plataformas agrícolas evitando inundaciones, y cultivó el bosque para producir el más complejo -y a la vez simple- sistema agrícola, capaz de producir la mayor cantidad de frutas y plantas que se haya conocido y el mayor catálogo de maderas del mundo. Y el eje de esa vasta región, el Río Amazonas, el mayor en todos los aspectos.
Pirámides y otras obras de ingeniería se hicieron en Suramérica siglos antes que las pirámides de Egipto. Cultivos se cosecharon mucho antes que en Mesopotamia. Dos de los tres sitios más antiguos habitados por el hombre en América, se encuentran en América del Sur. La aún incomprendida forma de cortar rocas sin usar metales duros, rocas que después ajustan perfectamente entre sí, dando pié a la leyenda de una sustancia ablandadora.
Cortos ejemplos de lo especial que es nuestro continente, que merece ser conocido. Y cuando usted empieza a darse cuenta y a pensar que ese maravilloso continente se extiende delante del faro de su motocicleta, todo lo anterior y mucho más empieza a agitarse dentro de usted.
Eso le pasó a Santiago Lema. Por muchos años queriendo conocer esos caminos que ya habían caminado los chavín, los wari, los incas, Pizarro, Bolívar, caminos en los que se escribió nuestra historia y se talló la prehistoria. Hasta que le llegó la oportunidad, así como a usted le llegará si vive para ella.
Este rutero tomó su motocicleta para recorrer en el tiempo que disponía, la parte del continente que más le atraía: los Andes, la Patagonia y la Pampa. Pero su viaje no terminó cuando se bajó de la moto por última vez: el deseo de compartir esa inolvidable experiencia quedó plasmado en este libro.
La historia de Santiago Lema es la de un verdadero viajero, que se sale de los caminos principales y de los lugares turísticos que aparecen en las guías, para buscar otros destinos, menos famosos y más escondidos, pero no por ello menos encantadores. Son destinos de gran interés que nos permiten, como lectores, ver un continente diferente, de grandes contrastes y de gran riqueza histórica, cultural y natural. Y allí es cuando una moto se convierte en la compañera ideal para descubrir esos incontables tesoros que siguen ahí esperando a que verdaderos aventureros se atrevan a buscarlos.
Santiago y Suzi nos llevan por un viaje en la historia, en la cultura, en la geografía y en los sabores de un continente que sigue siendo uno de los destinos más apetecidos por los aventureros que están dispuestos a todo. Santiago no tiene problema en rodar por las carreteras más solitarias y hostiles, bajo climas inclementes o dormir a la intemperie, disfrutando a plenitud y con lo mínimo de los lugares más hermosos de Suramérica.
Sumergirse en la historia de esta pareja es sufrir un contagio inevitable del virus del motoviajero aventurero, un mal que sólo se puede curar con elevadas dosis de carretera, moto y buenos paisajes. Por eso debo advertirles que están a punto de comenzar a padecer una enfermedad que puede incluso llegar a ser incurable…
Juan Carlos Posada Roa
PRESENTACIÓN
Entre octubre 28 de 2008 y abril 9 de 2009, hice un recorrido en motocicleta por el continente suramericano, con Colombia como punto de partida y de llegada.
Dicho viaje había sido pensado por treinta y cuatro años y planeado durante dos y medio.
No era mi intención recorrer todo el continente ni conocer todos sus detalles y bellezas. La idea general era pasar por las siguientes grandes zonas geográficas:
• La cordillera de los Andes en toda su extensión.
• La Patagonia.
• La Pampa.
Colombia y Ecuador fueron países de tránsito porque previamente los había recorrido. Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Uruguay y Brasil fueron los países en donde el viaje tuvo su esencia, a partir de una ruta generada por los sitios que escogí conocer.
No pretendí cubrir en mi visita zonas completas, ni todas las zonas de un país, ni todos los países del continente, sería imposible en tan corto tiempo.
Mi excelente compañera de viaje fue Suzi, una Suzuki DR-650, modelo 2008, matrícula NGG-79B, ensamblada en Colombia. Su desempeño en todo tipo de carreteras fue perfecto, tanto en las de alta montaña a 5.100 m, como a nivel del mar a alta velocidad,
Siempre pensé que el producto del viaje sería un libro de fotografías. Pero una vez en la carretera, tuve que aceptar que no lograría ese propósito. Se requiere tiempo para lograr buenas fotos: tiempo previo para aprender (no he aprendido lo suficiente), y tiempo esperando con paciencia el momento oportuno. Entonces decidí que no iba a preocuparme por tratar de obtener las mejores fotografías, sino que iba a disfrutar el viaje, y al tiempo iba a tomar algunas fotografías. No más.
Tampoco pensé que iba a escribir las memorias algún día. Durante el viaje escribí en mi blog para participar a familiares y amigos de lo que estaba recorriendo, pero no tenía ninguna intención futura.
Me preocupé sí por llevar una bitácora con los detalles del día, gastos, distancias y tiempos, sin ser absolutamente maniático por completarla. Obtuve un buen documento, aunque sospecho que muchos detalles y sentimientos se quedaron sin registrar.
La idea vino cinco meses después de terminar el viaje mientras escribía un pequeño reporte que me había encargado la revista DeMotos.
Mientras escribía el reporte vinieron a mi memoria pasajes ya olvidados, entonces me pareció interesante tratar de escribir todo lo que iba recordando con el fin de tener para mí y para mi familia un registro completo de las experiencias. Así los nietos, o los nietos de ellos, podrían leer algún día el relato del abuelito loquito que andaba en moto.
Así entonces empecé a escribir las memorias en el mismo orden del viaje. Las fotografías, la bitácora y los textos del blog complementaron los recuerdos que llevo en mi cabeza.
Pero a pesar de haber tomado más de 4,000 fotografías y cierto número de videos, muchísimas veces pasé por alto sacar la cámara en el momento oportuno. Así, muchas anécdotas no quedaron fotografiadas e ignoro cuántas están aún escondidas en mi memoria esperando el momento de aflorar, y cuántas pueden haberse perdido definitivamente.
Cuando ya llevaba adelantado el relato, me apreció que podía compartirlo además con quienes también están esperando esa oportunidad que yo esperé por tantos años, es decir, con usted amigo lector.
El haber empezado a escribir para mí mismo es la razón por la cual se encuentra información personal en los primeros temas (Antecedentes y Mi primera motocicleta), información que al lector le parecerá extraña e irrelevante. Esa información puede ser saltada o pasada sin mayor detalle, sin menoscabo del relato principal. Muy saltado dentro del texto, también hay cortas referencias familiares que pueden obviarse o pasarse sin atención.
Volviendo a la finalidad del libro, él hoy se presenta para ser leído no sólo por motociclistas a quienes les gusten los viajes, sino por cualquiera quien tenga afinidad mínima con la aventura; pero aventura real, no de ficción.
En La SURAMÉRICA que recorrí me limité a hacer un relato de lo que vi y de cómo fueron mis sentimientos en algunos momentos de la experiencia, resaltando algunos temas con notas complementarias que se encuentran en los Apéndices.
En general evité hacer comentarios políticos y análisis de cualquier clase que no tuvieran que ver con el simple hecho de movilizarse. Ofrezco desde ahora mis disculpas si algo de lo que escribí pueda molestar.
Tampoco pretendí presentar una guía turística ni un tratado profesional de ninguna clase. Son sólo… experiencias.
En un principio pensé incluir gran cantidad de fotografías y en colores, pero comprobé que ello elevaría tremendamente su costo. Sin embargo pueden verse más de 1.000 fotografías en mi blog desde la carretera, el cual tiene índices (arriba a la derecha) por entradas, por meses y por países.
Escogí como capítulos de la narración seis grandes regiones geográficas, sin que ello signifique que los límites entre ellas sean absolutos y marcados. Por el contrario, entre dos regiones generalmente hay una inmensa transición, así como tampoco las regiones están limitadas por los países.
Al principio de cada capítulo presento un esquema a manera de mapa con la ruta recorrida para hacer más entendible la lectura.
En el Apéndice A presento notas complementarias de varios de los temas.
El Apéndice B tiene la lista del equipo que porté o portaría en mi próximo viaje.
En el Apéndice C se hacen comentarios al equipo y otras sugerencias.
El Apéndice D incluye una tabla resumen con los gastos del viaje.
Y finalmente, el Apéndice E es el índice de términos importantes.
Dado que muchos sustantivos tienen sinónimos en cada país, traté de mencionar al menos una vez el correspondiente. Por ejemplo:
• policía, gendarme y carabinero, representan la misma autoridad
• surtidor de combustible, se llama bomba (de bombear, no de explosión), gasolinera, grifo, o estación de servicio dependiendo del país
• gasolina, combustible, nafta, y petróleo
• policía acostado (¿?) en Colombia, es sinónimo de resalto, giba, lomada, y rompe-muelle
• despertadores y serruchos se llaman los rizados que se instalan antes de cruces peligrosos para llamar la atención del conductor. En Norteamérica se llaman rumble strips (franjas rumbadoras)
016_a_arch.pdfAvisos preventivos.
Usé las siguientes contracciones, quizás no normalizadas por Real Academia de la Lengua española:
am = antes del meridiano, por la mañana
pm = pasado el meridiano, por la tarde.
m = metros sobre el nivel del mar
km = kilómetro
m = metro, medida de longitud
cm = centímetro
kg = kilogramo
°C = grado centígrado o Celsius
AC = antes de Cristo
DC = después de Cristo
US$ = dólares de los Estados Unidos
PN = Parque Nacional
BA = Buenos Aires
No dude usted amigo lector de escribirme a mi correo si tiene alguna duda o algún comentario de su interés.
1
El COMIENZO
Antecedentes
Todo empezó en mi juventud por los deseos de ser independiente, un estado que todos experimentamos en algún momento de la vida, unos desde la adolescencia o casi desde la pubertad, mientras que otros sólo en la madurez.
Empezamos a ver el mundo exterior, a conocer, a experimentar, a disfrutar, y a veces a sufrir todas esas cosas que están fuera de casa. Empezamos a adquirir nuestra personalidad, vamos haciendo uso de nuestro carácter y queremos ser nosotros mismos, algunas veces con la venia de nuestros padres pero frecuentemente en contra de ellos.
Se producen a veces grandes tragedias como consecuencia de ese choque generacional donde unos señalan en una dirección mientras los otros apuntan a otra. En mi caso no hubo tragedia, tan sólo los deseos de empezar a valerme por mí mismo, aunque todavía sin abandonar las bondades y el calor del hogar donde crecí. Era algo así como los primeros aleteos de los aguiluchos en los vientos ascendentes matinales que les permiten flotar y experimentar lo que después va a ser el vuelo, pero sin abandonar el nido.
Ya había perdido un poco el interés y la disciplina para practicar la natación competitiva, es decir, no tenía ya muchas ganas de entrenar. Pero la natación me permitió dar ese primer paso para empezar a ser independiente, no en el ámbito competitivo sino en la enseñanza.
Cierta vez Fernando Duque, quien había sido mi primer entrenador regular (porque el primero fue mi amigo Rafael Pérez en el club El Rodeo de Medellín, quien los domingos nos ponía a nadar varias piscinas a quienes en ese momento apenas estábamos aprendiendo, y luego fue Javier Gómez), me pidió el favor de que lo reemplazara en las clases que él dictaba para la Liga de Natación de Antioquia en la piscina del Colegio San José.
Como yo nunca había dado clases pero tenía los conceptos mecánicos más o menos claros, Fernando me escribió en un papel todos los ejercicios que debería indicar a los alumnos y cómo conducir las clases para su normal desarrollo.
Salí feliz de casa hacia la piscina con el pecho templado pues ahora iba a enseñar lo poquito que sabía. También salí feliz de la piscina al final de la tarde por sentir que había cumplido con las metas en cada una de las clases según el entusiasmo de los alumnos. Pero más feliz me puse el día que Fernando me pagó, eran los primeros pesos ganados con mi trabajo.
Después vinieron nuevos reemplazos, no sólo a Fernando sino a otros profesores como Carlos Ramírez, Emilio Acosta y Mario Longas. Entonces me asignaron cargo de profesor permanente en la Liga, a veces los sábados, a veces los domingos, y a veces ambos días. Durante varios años en el futuro las clases de natación iban a seguir financiándome, pero esa es otra historia.
Después de algunos meses ya tenía un pequeño capital recogido y fue cuando se me ocurrió comprar una bicicleta. Ella me iba a garantizar parte de esa independencia que tal vez quería pero que todavía no era muy manifiesta.
Todos hemos experimentado el placer que produce la primera vez que nos desplazamos de un punto a otro por un medio diferente a nuestras piernas. Aunque ya sabía montar en bicicleta desde hacía mucho tiempo, ya no lo iba a hacer sólo por montar
, sino por desplazarme a los sitios que ahora estaban dentro de mi agenda, especialmente la universidad y la piscina.
Compré la bicicleta, pero pronto me dí cuenta de lo peligroso que era compartir las calles con un tráfico que no estaba diseñado para bicicletas; todo el mundo te tira el carro, no se enteran de las señales que haces, y pronto terminas o bajo las ruedas de un camión o sobre un imprudente peatón.
No pude disfrutar la bicicleta como creía que lo iba a hacer y empecé a sentirme algo frustrado. Pero no pasó mucho tiempo hasta que la solución llegó por cuenta de mi hermano Julián.
Mi primera motocicleta
Julián vino un día a casa contando que su entrenador de polo acuático, Mario Aljure, había comprado una moto nueva en unos términos muy fáciles. Era el año de 1974 y ya el mercado japonés se imponía en Colombia; Auteco ensamblaba la Kawasaki-100 de 2 tiempos que empezaba a hacer presencia en las calles, Ferretería Belga vendía las marcas Honda, Suzuki y Yamaha.
No se me había ocurrido antes pensar en adquirir una motocicleta porque mis ingresos no me lo permitían, pero para ese entonces, si vendía la bicicleta, tendría para la cuota inicial, y las cuotas mensuales podría pagarlas con el salario de profesor que ya era estable.
Hummm….., era algo nuevo para mí, ya no sería la lenta bicicleta sometida al pesado tráfico que nunca las respeta, sino al menos un vehículo en el que podría ir a la misma velocidad del tráfico y tendría la capacidad de responder rápido y a tiempo. Una motocicleta, oh!!!
Iría entonces tras las huellas de nuestro tío Fernando quien en su BMW-500 nos picó la emoción cuando 10 años antes nos había dado a Julián y a mí la primera palomita desde la Clínica Soma en Medellín hasta la Facultad de Agronomía, en la mañana, y hasta el alto de Las Palmas en la tarde.
Como además nos tenía convencidos de que él corría a tanta velocidad que la aguja del velocímetro le daba dos vueltas al tablero, la emoción y el orgullo fueron dobles ese día.
Claro que para 1974, hacía ya mucho tiempo que yo ya era consciente de la pequeña exageración con la que Fernando nos descrestaba, sabía que tampoco lo haría en una Kawasaki-100 y además me causaba cierto temor el hecho de llegar a abusar de la velocidad.
Tal vez por eso nunca he tenido accidentes graves, fui consciente y temeroso del abuso de la velocidad desde antes de adquirir mi primera motocicleta. Decidí entonces poner en venta la bicicleta y empezar el lobby para adquirir la motocicleta.
La primera en oponerse fue mi mamá. Que cómo se me ocurría, que eso era muy peligroso, que me la podían robar, etc. etc. Don Fidel también se opuso un poco al principio comentando que "¿motos?…. ¡donde no llueva!"
Pero con qué autoridad podía oponerse mi papá si él también tuvo motocicleta en su tiempo, nuestro tío Fernando era el ejemplo indiscutible para todos los sobrinos, y además nuestro primo Tiberio ya andaba también montado en una Honda XL-250.
De todos modos necesitaba la venia de mi papá porque él sería el fiador, la cual no se hizo esperar mucho tiempo para fortuna mía.
Aún recuerdo cuál fue la ruta que recorrí la primera noche después de sacar la moto de Mercóvil a las seis de la tarde: fui hasta donde terminaba la Avenida de las Vegas, en ese tiempo en construcción, un poco al norte de Eafit.
Y después fue Julián quien se antojó. Dos meses después también sacó una Kawasaki 100 que pintó con colores diferentes de tal manera que era fácilmente reconocible.
En la piscina ya varios profesores y entrenadores tenían moto o la adquirieron en un corto tiempo, produciendo un ambiente motociclístico único.
Horacio Longas tenía una Honda-175 que cambió después por una Honda Four-500, el descreste de todos nosotros. Después tuvo una Yamaha RD-400, rescate de un incendio en el barco, y luego una Yamaha XT-500.
Carlos Ramírez ascendió desde Suzuki TS-90 a TS-125 y finalmente a TS-250.
Nelson Zapata tenía una Vespa que luego cambió por la Suzuki TS-125 de Carlos Ramírez.
Emilio Acosta tenía una Lambreta que sólo él apreciaba.
Carlos Castaño andaba en una Guzzi-125.
Fernando Duque tenía una Honda-175 que le cedió a Jorge Gallego.
Fernando Pérez alternaba diariamente con su hermano Mauricio una Bultaco-250 que le habían comprado a Horacio Longas después de que éste se accidentara subiendo a Santa Helena mientras entrenaba para una Trepadores.
Alberto Builes se contentaba con una Vespa muy caminada.
Sergio Pérez fundió su Suzuki-90 en las sabanas de Sincelejo tratando de ir al paso de Julián Lema quien para entonces tenía una Suzuki TS-250.
Mario Álvarez tenía una Honda XL-175.
Luis Carlos Correa empezó con una Yamaha-175 y tiempo después andaba en una Ninja-1000, de las pocas que había en Medellín.
Además los iniciadores de la corriente, Raúl Hincapié, entrenador del Club Campestre con Triumph y el más duro de todos, Javier Gómez, quien frecuentemente actualizaba al último modelo BMW.
Yo cambié mi Kawasaki-100 por una Yamaha Enduro-175 que me robaron en la Universidad poco tiempo después (es curioso que 30 años después también me robaran otra moto, una BMW-1050 en los Estados Unidos); entonces mi tío Fernando, en el colmo de la generosidad, me puso un dinero disponible con el que compré mi Suzuki TS-250. Bueno, y no sigo relatando porque me voy saliendo de tema. Sólo déjenme decirles que en cierto momento, entre dos generaciones en mi familia (tíos y sobrinos), éramos 14 motociclistas.
¿ A dónde ir ?
Sucedió entonces que para finales de ese año de 1974, Julián y yo empezamos a pensar a dónde podríamos ir en motocicleta durante las vacaciones que se acercaban.
Los 70 fueron unos años excepcionales porque además de las vacaciones universitarias establecidas en Semana Santa, y mediados y finales de año, sucedía que por la anormalidad académica el final de los semestres académicos era a mediados de ambos semestres calendario, por lo que nos manteníamos en vacaciones; con el inconveniente de que siempre tenía suficiente dinero para las humildes diversiones. ¡Qué tiempo aquel de 1974!
Se nos ocurrió pensar en Suramérica. Sabíamos del desierto de Perú y Chile, de Machu Picchu, y de otros sitios………, pero no más. Como en ese tiempo no mucha gente viajaba por carretera a los países del sur, especulamos que Atacama, que aparecía en los mapas como una gran barrera, sería imposible para motocicletas………, tal vez de noche………, pero no más.
Entonces medí distancias sobre un mapa de Suramérica editado por la Esso que había en casa. ¡Huy!, qué fue eso, qué enorme cantidad de kilómetros había desde Medellín hasta Santiago de Chile, que fue la ciudad que pusimos como referencia.
Necesitábamos al menos un mes para ir y volver rodando todos los días. Tuvimos que aceptar que ese paseo era demasiado ambicioso para nuestro presupuesto.
Entonces empezó el SUEÑO. Y el futuro se encargó de mantener ese sueño durante 34 años porque cuando había tiempo no había plata, cuando había plata no había tiempo, y cuando había tiempo y plata, algún compromiso impedía hacer el viaje.
Es que un viaje completo por Suramérica, o por cualquier continente, que es diferente a ir hasta cierta parte y devolverse de prisa, es muy exigente en cuanto al tiempo que requiere.
En corto tiempo, o se va lejos sin detallar, o se va cerca detallando. Pero no se puede ir lejos y detallar en corto tiempo, es imposible. Es más, nunca se alcanzará el nivel de detalle suficiente como para poder afirmar que un país se conoció completamente, a no ser que lo que iba a ser un viaje se convierta en una permanencia.
Todas las ciudades, tanto las antiguas como las modernas, tienen numerosos atractivos; museos e historias aquellas, entretenimientos éstas. No era mi intención conocer y visitar todos los atractivos en cada sitio; para ello se requiere de mucho tiempo y dinero, que no los tenía.
Para mi viaje simplemente escogí algunos sitios de mi interés, nunca pretendí cubrir todo en todas partes. Quería ir hasta el extremo sur de América en un viaje de cinco o seis meses, entonces debería repartir la distancia en el tiempo, de la manera que más gusto le sacara.
Preparación
A principios de 2006 empecé a pensar seriamente acerca de este viaje, aspirando rodar por los Andes, la cordillera más larga del mundo y segunda en altura.
Empecé a leer reportes en el Internet. Los que tuve como guía fueron:
• Robert Bielesch, Grant Guerin & Julie Rose, y Hamish Oag & Emma Myatt, todos en horizonsunlimited.com.
• Mariela Cichón (therideoftheheart.com) quien sufrió un terrible accidente en África.
• Hubert Kriegel (thetimelessride.com)
También tuve como referencia a los manizaleños Julián Restrepo y Harvey Molina (viajandoenmoto.com), Jeremiah St. Ours, Mike Jacobs, Brad Houghton, Simón Gandolfi, Andy Tiegs, y Arno Backes & Sian McKenzie.
Hice una ruta tentativa e investigué acerca de lugares interesantes, carreteras, tiempo, motocicletas y equipo.
En esos estimativos previos obtuve unos números que fueron la base para definir mejor el programa.
Mi ruta tentativa sumaba 32.000 km.
Detallé los tipos de carreteras y su recorrido por valle o montaña para estimar una velocidad de crucero en cada tramo. Al dividir la distancia por la velocidad, encontré los tiempos de viaje para cada tramo, y sumando los tiempos de todos los tramos, pues obtuve el tiempo total viajando. A ese tiempo le sumé tiempos muertos y, considerando rodar únicamente 7 horas diarias, hallé el tiempo total de viaje, que fueron 115 días.
Después de eso, estimé costos de gasolina, hoteles, alimentación, fronteras, tiquetes de entradas a sitios, repuestos, y obtuve cerca de US$ 5.000. Ya tenía los números, que aunque aproximados, ya eran algo.
Y esos números de distancia, tiempo y costo, eran consecuentes con los reportados por otros viajeros, lo cual me dio la seguridad para seguir adelante.
Investigué también acerca de la mejor época, pero eso estaba casi definido. Yo quería aprovechar el invierno canadiense para escaparme, y eso coincidía con el verano en el sur.
Hice consideraciones de lluvia y temperatura, pero una vez en la carretera lo que se ha planeado con mucha meticulosidad no siempre se cumple.
Por ejemplo, quería estar en el Salar de Uyuni para noviembre o máximo principios de diciembre, antes de que llegaran las lluvias. Pues llegué el 21 de diciembre, época en que ya debería estar inundado, pero por esas cosas del clima, y para mi suerte, estaba aún seco.
Con todo lo anterior definí mi ruta, que fue una compilación de las de otros viajeros. Sin embargo en Perú, no encontré reporte para algunos de mis tramos.
En Año Nuevo de 2008 consideré que ya tenía el viaje lo suficientemente definido y estructurado como para poder fijar una fecha. Me dije que iba a estar iniciándolo al final del año.
Y era que el destino me estaba permitiendo esa agenda. Más aún, en mis 54, no podía dejar que la habilidad y condiciones se redujeran por debajo del umbral necesario para este largo viaje por carreteras secundarias.
Al envejecer, las habilidades se van agotando hasta que finalmente los viajes se reducen a uno típico de agencia de viajes con itinerarios de avión, haciendo fila detrás de otros menos canositos, menos sorditos y menos encorvaditos que uno mismo.
Ese año me dediqué, además de la preparación directa, a leer sobre historia y geografía del continente, y a repasar los principios fotográficos pues creía que me iba a volver fotógrafo profesional durante el recorrido.
Ruta
La ruta recorrida estuvo muy cerca de ruta programada, con ciertos recortes no fundamentales y con un cambio en la dirección de giro al continente a partir de Bolivia.
Tenía especial interés en algunos temas, por lo que la ruta fue diseñada teniéndolos en cuenta.
A continuación listo los temas principales de la ruta; en negrilla los visitados.
025_a_arch.JPGEquipo
Lo principal del equipo de conducir ya lo tenía: chaqueta, pantalones, guantes y casco. También tenía lo básico de camping: carpa y saco de dormir. Tenía además muchos accesorios que me iban a servir, pero aún me faltaban otras cosas.
Durante los dos últimos años antes de partir, fui completando los elementos que me acompañarían, escogiéndolos cuidadosamente para mantener un balance entre precio, utilidad y durabilidad. Entre ellos, conseguí la Guía (South American Handbook 2008, de Footprint), que me sirvió enormemente como fuente de datos, tanto antes del viaje como durante él.
Desde un comienzo mi preocupación en cuanto al equipaje fue que debería ser pequeño, pero alcanzando un mínimo de comodidad.
La frase "entre más lleves, más cómodo estarás cuando llegues, pero entre menos lleves, más cómodo estarás mientras viajas", resume el asunto, pero no completamente.
La aplican quienes pueden llegar a hoteles en donde el espacio dentro de las habitaciones es amplio, así pueden abrir y desplegar todo el equipaje que deseen, sin que les estorbe para estar cómodos. Además que habrá botones y carrito para movilizar el equipaje de varias maletas desde el parqueadero hasta la habitación y viceversa. Estas personas generalmente viajan en motos grandes, que tienen menos problemas con equipaje pesado, y por carreteras pavimentadas.
También la pueden aplicar quienes llegan a camping para quedarse muchos días, poseen carpas grandes, así también podrán sacar todos los accesorios que usarán durante la larga temporada, haciendo de la acampada una comodidad.
Pero si se debe llegar a hoteles de bajo precio, las habitaciones serán pequeñas y el desplegar un excesivo equipaje es un estorbo. Tampoco será muy cómodo estar cargando las maletas cada día desde la moto hasta la habitación, algunas veces en un cuarto piso, y viceversa.
En los campings, indudablemente que será más cómodo manejar pocas cosas, de lo contrario el equipaje revolcado no dejará entrar a la carpa.
Y el tema de desempacar y empacar es crucial. Entre más artículos se lleven, más difícil será su manejo, y lo que es más grave, más tiempo tomará diariamente el abrir y organizar nuevamente.
Esto es crítico porque viajando el tiempo es oro. Si cada día el empacar toma media hora más de lo normal, al final del mes se habrán perdido quince horas, o sea dos días de camino. Y si el viaje es de seis meses, pues serán casi dos semanas perdidas.
Por eso yo mejor digo que "entre menos lleves, más cómodo al viajar y al llegar".
La motocicleta también tiene derecho a opinar cuando de equipaje se trata. El raciocinio es semejante. Si se va en una moto grande y por carreteras buenas, pues no hay inconveniente. Pero si se van a recorrer carreteras sin pavimento y la moto es pequeña, ella va a sufrir mucho, especialmente la suspensión. Reportes hay de muchas motos con el marco reventado.
Como mi recorrido incluía mucha carretera sin pavimento, entonces era prioritario mantener el peso del equipaje al mínimo. Con ese criterio seleccioné mi equipo, al cual le fui controlando el peso para mantenerme en lo posible por debajo de los 30 kg. Y aún así salí con 40 kg.
En los Apéndices B y C se encuentra la lista completa del equipo que llevé con el correspondiente comentario.
2
Los ANDES
Colombia
Primera etapa
Tenía un grande recorrido por hacer antes de emprender realmente el viaje en motocicleta. Diez horas de viaje en avión desde Calgary-Canadá me separaban de Medellín-Colombia en donde debería recoger a Suzi.
Suzi iba a ser mi permanente compañera y quien me iba a conducir por todos esos caminos de sueño que había ya percibido de alguna manera pero que ahora iban a ser realidad delante de los sentidos. Suzi es una Suzuki DR-650 ensamblada en Colombia. Sus extraordinarias características para el manejo en destapado eran una garantía para recorrer las duras carreteras que tenía planeado, y su condición de nueva era también una garantía para no quedarme varado en algún solitario camino.
031_a_arch.JPGEn Medellín conseguí los repuestos de rigor, parrilla trasera y además un baúl plástico que instalé. Hice algunos recorridos para habitarme con su manejo y salí una semana después de haber llegado. Pero no definitivamente pues aún tenía otras tareas por hacer.
032_b_arch.jpgDespidiéndome de mis padres en Medellín
Quería subir al Parque Nacional de los Nevados para ensayar a Suzi en altura y con toda la carga, prueba que resultó casi inútil porque Suzi ni se mosquió. La única pequeñísima falla fue que acelerándola muy fuerte a más de 100 km/h en el Páramo de Letras, ella tuvo una corta duda, consecuencia lógica de la menor cantidad de oxígeno. Eso no iba a ser un serio inconveniente, aunque yo llevaba boquereles de altura en caso de necesidad. Pero en el destapado, a bajas revoluciones o en cortas exigencias en alta, Suzi marchó bien, lo que me hizo sentir muy satisfecho.
032_a_arch.jpgLas bellas montañas de mi tierra
Pude así celebrar en Manizales donde mis primos el primer día de viaje. Todo había empezado a marchar bien, una buena cábala.
Sin embargo mientras movía a Suzi para partir al día siguiente, entendí que ella iba un poco (léase muy) pesada y además la percibía alta para mi estatura. Era algo en lo que debía pensar y resolver antes de partir definitivamente en Cali.
El viaje por el tantas veces recorrido Valle del Cauca no tuvo sorpresas pero sí satisfacciones pues Suzi no rodaba sino que quería volar, mientras yo tenía que contenerla frecuentemente.
En esta etapa previa debía yo recordar, adaptarme y ajustarme a la a veces no muy segura forma de manejo de nuestros países. Diez años viviendo en Norteamérica podían haber permitido que yo olvidara un poco la malicia indígena que se requiere algunas veces para sobrevivir.
016_a_arch.pdfEn Cali dediqué algunos días a organizar todo lo que debería llevar y eliminar, así como a instalar las barras para apoyar el equipaje. Cambié aceite en el concesionario del Norte, donde muy gentilmente me obsequiaron el manual de mantenimiento y el catálogo de partes, ambos en PDF.
Por fin salí
Martes, octubre 28, 2008. Salí de Cali después de despedirme de Ricardo, Margarita y Salomé en el parqueadero del colegio. La emoción estuvo un poco