UN MUNDO DE HIELO SE DERRITE
UN BOTE INFLABLE se detiene cerca de la costa nevada; los pingüinos papúa de puerto Neko ven personas por primera vez en casi un año.
En vez de una tropa de turistas (ausentes por la pandemia de coronavirus) sube Tom Hart, biólogo de pingüinos de la Universidad de Oxford, y muchos otros científicos que regresan a la península Antártica en enero de 2021. Los graznidos y llamados forman ondas en la colonia de casi 2 000 papúa cuando una de las aves de 75 centímetros de alto deambula en busca de su nido. En cambio, los pingüinos ignoran a Hart cuando se dirige hacia una cámara de rastreo montada en un tripié y fijada con piedras para recuperar la tarjeta de memoria del interior de la carcasa a prueba de agua.
Desde hace cuatro meses que los papúa se asentaron en la colonia de anidación para poner huevos y criar a sus polluelos. La cámara ha tomado fotografías de estas aves a cada hora desde el alba hasta el anochecer; es una de las casi 100 dispuestas en los 1 340 kilómetros de largo y 70 de ancho de la península que han monitoreado las colonias de anidación de tres especies de pingüinos durante la década
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