En la quietud del mármol

Por Teresa Wilms Montt

Dedicado a su amante Anuarí, "En la quietud del mármol" acompaña el duelo de la poeta, desde sus primeros y difíciles días posteriores a su muerte hasta su lenta superación. Trabajando el luto como un proceso, y dándole al lector la posibilidad de acompañarlo por completo permite entender la dedicación absoluta de esta autora a su amante, que perdió a los veinticuatro años. La elegía de Wilms Montt es trágica pero renovadora a la vez, permitiéndonos entender a la muerte del otro como una consciencia del valor de nuestras propias vidas.-

• Idioma: Español
• Editorial: SAGA Egmont
• Fecha de lanzamiento: 8 jul 2021
• ISBN: 9788726641103

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En la quietud del mármol

Copyright © 1918, 2021 SAGA Egmont

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ISBN: 9788726641103

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

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Thérèse de la

Los que la ven pasar, esbelta y rítmica, con sus pelos cortados y su bastoncillo insolente, se preguntan si es una bailarina de los bailes rusos, o una parisiense fantástica, o una norteamericana tan millonaria que hasta para sus ojos ha comprado las dos esmeraldas más grandes y más puras que hay en el mundo.

Yo, en realidad, no sé de dónde es a punto a fijo. Pero sé, eso sí, que no es de aquí, que viene de tras los mares, de tras los cielos, de tras las razas, tal vez de tras las almas, y que, como un personaje de Maeterlinck, parece buscar una corona en el fondo de una fuente milagrosa de oro y de bruma.

¡Teresa!... ¿o Thérese?... ¡Y de la Cruz!... Y sin que ella lo piense, sin que ella lo quiera, detrás de la cruz, el diablo. Porque ahí está, para nosotros, pobres hombres sensibles, el compañero malo de San Antonio, con todas sus tentaciones y todos sus halagos. Mas ella sabe decir a los que se le acercan pidiendo una limosna de labios: ¡Ché, que somos compañeros!

Y es cierto... Esta mujer que lleva a cuestas la maldición de su belleza no es sino una escritora, una gran escritora que si fuese hombre y tuviese barbas formaría parte de todas las Academias y llevaría todas las condecoraciones.

Sólo que, ¡ay!, es una mujer, y es lo más bonito de las mujeres. ¿Quién no ha estado enamorado de ella?... ¿Quién no ha sentido ante su boca de lobo adolescente la terrible emoción del infinito?... ¿Quién no la ha ofrecido su