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El pagano
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Libro electrónico33 páginas28 minutos

El pagano

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La historia arranca a partir de un portento de huracán que hace naufragar al Petite Jeanne, el carguero en el que viajan. Otoo y el protagonista, el anglosajón que cuenta la historia, se salvan asiéndose de un madero. A partir de ese momento, de vida y muerte, la relación de ambos se afianza. Llegan a intercambiar nombres. El pagano será Charley y el blanco Otoo, en una ceremonia muy importante en esas regiones, "que establece entre dos hombres vínculos más estrechos que los de la sangre". A lo largo de diecisiete años recorren juntos distintos puertos y efectúan distintos trabajos, incluido el comercio de perlas en Tuamotú. Charley agradece a su amigo esa compañía: "Yo soy obra suya. De no haber existido él, hoy sería yo un sobrecargo, un reclutador de negros y un simple recuerdo". "El pagano" es un tributo a esa camaradería ("me atrevería a decir que nunca hubo algo parecido entre un hombre blanco y uno moreno") que ofrece, al final, mediante el último de los sacrificios y con un tiburón de por medio, un desenlace que para mí cuenta como uno de los más logrados en la obra de London.
IdiomaEspañol
EditorialEditorial Cõ
Fecha de lanzamiento3 jun 2021
ISBN9786074576245
Autor

Jack London

Jack London (1876-1916) was an American novelist and journalist. Born in San Francisco to Florence Wellman, a spiritualist, and William Chaney, an astrologer, London was raised by his mother and her husband, John London, in Oakland. An intelligent boy, Jack went on to study at the University of California, Berkeley before leaving school to join the Klondike Gold Rush. His experiences in the Klondike—hard labor, life in a hostile environment, and bouts of scurvy—both shaped his sociopolitical outlook and served as powerful material for such works as “To Build a Fire” (1902), The Call of the Wild (1903), and White Fang (1906). When he returned to Oakland, London embarked on a career as a professional writer, finding success with novels and short fiction. In 1904, London worked as a war correspondent covering the Russo-Japanese War and was arrested several times by Japanese authorities. Upon returning to California, he joined the famous Bohemian Club, befriending such members as Ambrose Bierce and John Muir. London married Charmian Kittredge in 1905, the same year he purchased the thousand-acre Beauty Ranch in Sonoma County, California. London, who suffered from numerous illnesses throughout his life, died on his ranch at the age of 40. A lifelong advocate for socialism and animal rights, London is recognized as a pioneer of science fiction and an important figure in twentieth century American literature.

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    El pagano - Jack London

    Portada

    El pagano

    Editorial

    El pagano (1900)

    Jack London

    Editorial Cõ

    Leemos Contigo Editorial S.A.S. de C.V.

    edicion@editorialco.com

    Edición: Abril 2021

    Imagen de portada:

    Prohibida la reproducción parcial o total sin la autorización escrita del editor.

    Índice

    Portada

    Página Legal

    .

    .

    Lo conocí en una tempestad, y aunque la capeamos en la misma goleta, sólo lo vi cuando ésta se hizo pedazos bajo nuestros pies. No cabe duda de que lo había visto con el resto de la tripulación kanaka a bordo, pero no tuve conocimiento consciente de su existencia, pues la Petite Jeanne se encontraba más bien atestada. Además de sus ocho o diez marineros kanakas, su capitán blanco, el primer oficial y el sobrecargo, y sus seis pasajeros de camarote, zarpó de Rangiroa con algo así como ochenta y cinco pasajeros de cubierta, gente de las Paumoto y tahitianos, hombres, mujeres y niños, cada uno con una caja de mercancías, para no hablar de las esteras para dormir, las mantas y los atados de ropas.

    La temporada de pesca de perlas en las Paumoto había terminado y todos los pescadores regresaban a Tahití. Los seis pasajeros de camarote éramos compradores de perlas. Dos eran norteamericanos, uno era Ah Choon (el chino más blanco que jamás conocí), uno alemán, uno judío polaco y yo completaba la media docena.

    Había sido una temporada próspera. Ninguno de nosotros tenía motivos para quejarse, y tampoco ninguno de los ochenta y cinco pasajeros de cubierta. A todos les había ido bien y todos anhelaban un descanso y pasarla bien en Papeete.

    Es claro que la Petite Jeanne estaba sobrecargada. Sólo tenía setenta toneladas y no podía llevar un diezmo de la multitud que trasportaba a bordo. Debajo de las escotillas se hallaba repleta de madreperla y copra. Era un milagro que los marineros pudieran manejarla. Imposible moverse por los puentes. Se trepaban a las barandas y circulaban por ellas de un lado a otro.

    Por la noche caminaban sobre los durmientes, quienes alfombraban la cubierta, lo juro, en una doble capa. Ah, y además había en cubierta cerdos y gallinas, y sacos de ñame, en tanto que todos los lugares concebibles se hallaban festoneados de hileras de cocos

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