Joseph, el café y el japonés
Por Alfred C. Pinto
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Alfred C. Pinto
Alfred C. Pinto (Barcelona, 1973). Estudió Dirección de Marketing y MBA entre Madrid yBarcelona, sus dos ciudades de residencia. Trabajó para algunas multinacionales, hasta quecon posterioridad fundó su propia empresa. Se recuerda escribiendo. Antes de darse a conocercomo escritor, colaboró en distintas publicaciones. Es autor de dos libros de poesía.Apasionado contador de relatos en Josep, el café y el japonés recopila por primera vez unaselección de los mismos. Elocuente, irónico, mordaz con una gran dosis de fino humor.
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Joseph, el café y el japonés - Alfred C. Pinto
El gato
Me regalaron un gato comunista. Es la primera vez que tengo un gato a mi cuidado, hasta ahora tuve un perro testigo de Jehová, unos peces veganos y cuando murió mi tía Lourdes, cuidé de su periquito surfista.
No sé mucho de gatos, pero sí sobre el comunismo, soy aficionado a la historia y he leído bastante sobre la Revolución rusa y los hechos acontecidos años después. Aún no tuve tiempo de averiguar si su referente es Lenin, Stalin o alguien con una mente más aperturista modelo Gorbachov. Sus ideas políticas no me preocupan, pero preferiría no llenar la casa de gatos, hay muchos por el barrio y tengo miedo de que conviertan mi jardín en la sede donde realicen las asambleas del partido.
Días después vi algunos carteles en la zona, convocando al Primer Congreso Constituyente del Partido Comunista del distrito 3.º de la ciudad, como temía, transcurrirá en el patio de mi casa. El cartel hace mención de que el lugar conserva un espacio con árboles, fuentes y lagos donde «los camaradas se sentirán como en la madre patria». No cabe duda de que mi gato es todo un líder de la mejor estirpe soviética, al referirse así a mi viejo ficus, el grifo donde lleno el cubo de fregar y al charco de lluvia creado gracias a un suelo desigual.
Sus reuniones, tengo entendido, acostumbran a ser muy acaloradas y en no pocas ocasiones terminan con más que palabras. Para mayor seguridad, he tirado unas peladillas con sabor a vodka guardadas en la cocina.
De todos modos y siguiendo la tradición de los partidos comunistas, en unas semanas se habrán creado tantas facciones dentro del grupo, que lo normal es que terminen siendo cuatro gatos.
La casa
A mi primo Patrick le van muy bien los negocios y se ha comprado una casa enorme. Es tan grande que abarca dos husos horarios distintos.
Dispone de varios salones principales que emplea para comidas y cenas con invitados, los más pequeños son de uso privado, hay dos grandes bibliotecas y un sinfín de habitaciones y baños, en cada una de las zonas, existe una puerta de acceso. La parte este de la finca tiene una hora más que la del oeste.
Cuando celebra un evento, en muchas ocasiones ha tenido lugar una confusión de horario. Si, por ejemplo, estaba fijado a las ocho de la tarde en el salón de la zona oeste, los invitados aparecieron a las ocho, pero en la zona este, de tal forma que en realidad aún eran las siete en la oeste, lugar donde se celebraba el banquete. Eso supone un gran problema, sobre todo en la cocina, mantener los platos calientes una hora más de lo previsto no resulta sencillo. Patrick debe tener ocupados a los invitados esta hora añadida. Al principio, le tocó improvisar, pero ya está habituado a ello y ahora tiene un cuarteto de cuerda alojado en la casa, la espera la amenizan con alguna suite de Bach o sonata de Schubert.
Si prevé que la celebración pueda alargarse, utiliza el salón del ala este, de esta manera cuando se hace tarde, dirige los invitados a la parte oeste y ganan una hora más de fiesta. Por el contrario, cuando le visita una poco amigable tía segunda de su esposa, hace el camino inverso y sin saber cómo, la buena señora debe marcharse apresurada para no perder el tren de vuelta.
Una de las cosas que más irrita a Patrick es observar a su mujer cambiar de zona, para ver antes que él cómo termina la película y contarle el final.
La tierra
Hoy por fin tendremos resuelto el misterio, sabremos si la Tierra es plana o redonda. Parecía que Galileo ya lo dejó claro hace unos cuantos siglos atrás, pero ha surgido una corriente de los denominados terraplanistas, con argumentos que contradicen la creencia generalizada de que la Tierra es redonda.
Para despejar todas las dudas, se iniciaron dos expediciones, salieron de Viena con una semana de diferencia en dirección este. Los que quieren demostrar que la tierra es redonda, lo harán volviendo al punto de inicio desde el oeste, después de recorrer todo el globo terráqueo. En cambio, los que pretenden probar que la Tierra es plana, no conseguirán regresar al punto de partida, en algún lugar encontrarán el límite del mundo desde donde no podrán continuar.
Hay mucha expectación en saber cuál de las dos teorías es la correcta. Si confirman que nuestro planeta es un astro esférico, todo continuará igual, es la opción con la que estamos conviviendo ahora, en cambio, si prueban que la Tierra es plana, viviremos una auténtica revolución.
Todas las bolas del mundo que tenemos en casa, de adorno o para estudio, empezarán a ocupar espacio en el trastero. Tendrán que volver a grabar la famosa escena de Chaplin en El gran dictador, sustituyendo el globo terráqueo por una gran hoja plana. También el libro de Julio Verne, La vuelta al mundo en ochenta días, deberá llamarse a partir de ahora algo así como: El paseo al mundo plano en ochenta días.
Asistiremos a un gran cambio en el sector de la aviación. En la actualidad, aprovechando la creencia que la Tierra es redonda, los pilotos podían ir hacia el este u oeste según mejor les convenía, si confirmaran que es plana, en un punto del recorrido deberán dar media vuelta.
El responsable de la expedición que debe reafirmar que la Tierra es redonda ha llegado desde el oeste, al punto de encuentro establecido en Viena, esto, en principio, probaría su teoría. Pero la expedición que apostaba por que la Tierra es plana no ha aparecido, de esta manera, también demostrarían su hipótesis de que llegados a un límite ya no se puede seguir.
En este punto, empieza a surgir con fuerza una tercera conjetura, la Tierra tiene forma de cono de vainilla.
El atraco
Debería ser el atraco perfecto. Escogeríamos una sucursal alejada del centro, con espacio para dejar el coche en marcha y largarnos lo antes posible.
El primer paso era constituir la banda. Además del conductor que nos esperaría fuera, necesitaría a alguien que vigilara los posibles clientes, otro para controlar a los empleados y yo, que me llevaría al director del banco hasta la caja fuerte.
Nunca había atracado un banco, ni una licorería, tintorería, frutería…, en realidad, este sería mi primer golpe. Tampoco quería nadie en el grupo con experiencia, seguro que tendrían malos hábitos que arruinarían la operación. Busqué gente de confianza en mi entorno, esta supondría una decisión muy importante, no cabían las prisas.
Mi primo Dante fue al primero que recluté, sabía que andaba mal de dinero desde la boda. Se casó con una mujer mucho mayor que él, pero rica y sin familia. Parecía una gran jugada, pero se confundió de número, la mujer adinerada vivía en el 77 de la Avda. Lincoln y él llamó al 67. Estuvo cortejando durante meses a la mujer equivocada, pero no lo descubrió hasta una semana