El Misterio De Copper Beeches: (Los Misterios De Sherlock Holmes 12)
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Es el duodécimo de los 56 relato o historias cortas de Sherlock Holmes.
De Que Trata Este Capítulo
Sherlock Holmes y el doctor Watson se encuentran charlando una fría mañana de primavera, después del desayuno, y Holmes se lamenta de que los criminales han perdido audacia y originalidad. Dice literalmente: "En cuanto a mi pequeño consultorio, parece que está degenerando en una agencia de recuperación de lápices perdidos y de consejos a jovencitas de internados escolares. Creo que, al fin, he tocado fondo".
Holmes muestra a Watson una carta que le envía una tal señorita Hunter en la que pide que le aconseje si debe aceptar un empleo de niñera. Watson intenta consolarle diciéndole que las cosas muchas veces no son lo que parecen, y en ese momento anuncian a la señorita Violet Hunter. Contra todo pronóstico, la joven le gusta a Holmes, ya que detesta los fingimientos y le agrada la gente clara y decidida. Acepta el caso, y así se inicia The Adventure of the Copper Beeches, que en España se tituló La Aventura de la finca de Copper Beeches.
La señorita Hunter está asustada. Niñera de profesión, tras quedarse sin empleo al abandonar Inglaterra la familia del coronel Spence Munro para la que ha trabajado durante cinco años, recibe una sospechosa oferta. El señor Rucastle habita, con su mujer y su hijo, en una finca, llamada Copper Beeches, en el corazón de Hampshire. Hasta ahí todo resulta normal. Pero Rucastle está dispuesto a pagarle tres veces lo que gana normalmente, por ocuparse de su salvaje hijo y, además -y aquí empiezan los problemas- por satisfacer algunos caprichos de su mujer, tales como cortarse el pelo y ponerse los vestidos que ella le indique. Holmes no ve claro el asunto, y le indica a la muchacha, a la que tienta sobremanera la excelente paga prometida, que no dude en avisarle a la menor sospecha de que corre algún peligro.
Transcurren quince días, y llega un telegrama que pone de inmediato en acción a nuestros dos amigos. Holmes resolverá el caso con su habitual elegancia, y el malvado Rucastle, que mantenía prisionera a su propia hija, recibirá un merecido castigo. La desgraciada señorita Rucastle inicia una nueva y feliz vida junto a su perseverante pretendiente, y Violet acaba dirigiendo un colegio privado en Walsall.
Arthur Conan Doyle
Arthur Conan Doyle (1859-1930) was a Scottish author best known for his classic detective fiction, although he wrote in many other genres including dramatic work, plays, and poetry. He began writing stories while studying medicine and published his first story in 1887. His Sherlock Holmes character is one of the most popular inventions of English literature, and has inspired films, stage adaptions, and literary adaptations for over 100 years.
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El Misterio De Copper Beeches - Arthur Conan Doyle
Beeches
El Misterio De Copper Beeches
–– El hombre que ama el arte por el arte ––comentó Sherlock Holmes, dejando a un lado la hoja de anuncios del Daily Telegraph–– suele encontrar los placeres más intensos en sus manifestaciones más humildes y menos importantes. Me complace advertir, Watson, que hasta ahora ha captado usted esa gran verdad, y que en esas pequeñas crónicas de nuestros casos que ha tenido la bondad de redactar, debo decir que, embelleciéndolas en algunos puntos, no ha dado preferencia a las numerosas causes célebres y procesos sensacionales en los que he intervenido, sino más bien a incidentes que pueden haber sido triviales, pero que daban ocasión al empleo de las facultades de deducción y síntesis que he convertido en mi especialidad.
–– Y, sin embargo ––dije yo, sonriendo––, no me considero definitivamente absuelto de la acusación de sensacionalismo que se ha lanzado contra mis crónicas.
–– Tal vez haya cometido un error ––apuntó él, tomando una brasa con las pinzas y encendiendo con ellas la larga pipa de cerezo que sustituía a la de arcilla cuando se sentía más dado a la polémica que a la reflexión––. Quizá se haya equivocado al intentar añadir color y vida a sus descripciones, en lugar de limitarse a exponer los sesudos razonamientos de causa a efecto, que son en realidad lo único verdaderamente digno de mención del asunto.
–– Me parece que en ese aspecto le he hecho a usted justicia ––comenté, algo fríamente, porque me repugnaba la egolatría que, como había observado más de una vez, constituía un importante factor en el singular carácter de mi amigo.
–– No, no es cuestión de vanidad o egoísmo ––dijo él, respondiendo, como tenía por costumbre, a mis pensamientos más que a mis palabras––. Si reclamo plena justicia para mi arte, es porque se trata de algo impersonal... algo que está más allá de mí mismo. El delito es algo corriente. La lógica es una rareza. Por tanto, hay que poner el acento en la lógica y no en el delito. Usted ha degradado lo que debía haber sido un curso académico, reduciéndolo a una serie de cuentos.
Era una mañana fría de principios de primavera, y después del desayuno nos habíamos sentado a ambos lados de un chispeante fuego en el viejo apartamento de Baker Street. Una espesa niebla se extendía entre las hileras de casas parduzcas, y las ventanas de la acera de enfrente parecían borrones oscuros entre las densas volutas amarillentas. Teníamos encendida la luz de gas, que caía sobre el mantel arrancando reflejos de la porcelana y el metal, pues aún no habían recogido la mesa. Sherlock Holmes se había pasado callado toda la mañana, zambulléndose continuamente en las columnas de anuncios de una larga serie de periódicos, hasta que por fin, renunciando aparentemente a su búsqueda, había emergido, no de muy buen humor, para darme una charla sobre