Chistes judíos que me contó mi padre
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La serie de chistes y cuentos breves que aquí ofrecemos habla de la capacidad autocrítica de un pueblo, pero también de una pasión por mantener viva una práctica oral constitutiva de la cotidianidad familiar. Como huellas de generaciones pasadas, estos pequeños cuadros humorísticos llegan hoy hasta nosotros, gracias a la puntillosa labor de salvaguarda realizada por Abrasha Rotenberg, trovador moderno de la cultura judaica.
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Chistes judíos que me contó mi padre - Abrasha Rotenberg
Abrasha Rotenberg
Chistes judíos
que me contó mi padre
Imagen de tapa
Marc Chagall, La Vie paysanne, 1925.
© Room of Contemporary Art Fund.
© Libros del Zorzal, 2007
Buenos Aires, Argentina
Printed in Argentina
Hecho el depósito que previene la ley 11.723
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Índice
Palabras preliminares | 9
Antes de reír | 11
El valor de una mujer | 13
A Dios, lo que es de Dios | 13
Algunos hijos de Dios tienen alas | 14
Una larga, aunque no triste, historia de amor | 14
Un padre que da consejos… | 16
Un padre que pregunta | 17
Recuerde el alma dormida | 17
Como decía Einstein, todo es relativo | 18
Más relatividad | 19
El misterio del espía | 19
Más vale prevenir | 21
El bufón del rey | 21
Una solución inteligente y tierna | 22
Un loro judío | 24
Nada más que un corazón solitario | 25
Un regalo inesperado | 26
Todos los tambores no son de hojalata | 27
El enigma del loro | 28
Aunque la mona se vista de seda… | 29
Haz el bien sin mirar a quién | 30
Errar es humano | 31
Obedecerás a tu padre | 32
El protocolo lo exige | 33
Una caperucita roja judía | 34
Maldición judía | 35
Cincuenta es la mitad de cien | 35
Virtudes insospechadas | 36
Un judío orgulloso | 37
Un cuento chino | 38
Sobre héroes y tumbas | 39
Amistades particulares | 40
Y el sábado descansarás | 40
La historia se repite | 41
En boca cerrada… | 41
Gozar en la eternidad | 42
Libertad de acción | 42
Problemas de identidad | 43
Tú me quieres blanca | 43
Finanzas | 43
Nadie es perfecto | 44
Violines sin trompetas | 45
Todo depende del cristal… | 46
Madre no hay más que una | 46
Una imagen vale más que cien palabras | 47
Que los niños vengan a mí | 47
Nunca es tarde si… | 48
Cuentas claras | 49
Desde que te fuiste… | 49
Un judío diplomático | 50
Galopando | 51
La ley de la oferta | 51
Ser o no ser | 52
Vive como quieras | 52
Todas las virtudes | 53
El movimiento se demuestra… | 54
Demóstenes | 54
Business | 54
Hay razones de la razón… | 55
Higiene | 56
El saber no ocupa sitio | 56
Cada cosa en su lugar | 57
Telón | 58
Las apariencias engañan | 58
Antisemitismo felino | 59
Reloj que marcas las horas… | 60
Aprendí filosofía | 62
Carné de baile | 63
Un caso clínico | 64
Juventud divino tesoro | 65
Resistencia de materiales | 65
Sherlock Holmes era judío | 67
El gato sobre el tejado de zinc | 70
El cartero no llama dos veces | 71
Hay que ayudar a la suerte | 72
Hay ojos que no siempre ven | 73
Sólo los ricos pueden ser pobres | 75
La casada (judía) infiel | 77
La viuda alegre y la otra | 78
Resurrección obligatoria | 79
No toquen a la suegra | 82
Para Dina Rot, compañera de risas.
Palabras preliminares
En el año 1979 yo había caído en una ciénaga de la cual no podía liberarme. En esa época no abundaban, como hoy, los extraordinarios libros de autoayuda que en cuatro páginas te arrancan de la depresión y en dos días te convierten en el hombre más feliz del universo. Tampoco podía recurrir a mi psicoanalista. En primer lugar, porque carecía de suficientes medios como para mantenerlo; además, porque me enteré que tampoco él transitaba por el mejor de los mundos posibles, acuciado por una crisis que permanentemente cuestionaba la eficacia terapéutica de su actividad profesional. Después de treinta años de análisis, sus pacientes todavía tenían dudas acerca de si habían optado por el pecho bueno o malo de sus madres. Con semejante duda no se puede vivir.
Encontrándome en mi despacho, cierta mañana sucumbí a un prodigio similar al de aquel personaje de Cortázar que expelía de su boca –sin poder contenerse– una sorprendente cantidad de conejitos. De pronto