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Yo soy vegetariana. Dieta fácil para cambiar de vida
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Yo soy vegetariana. Dieta fácil para cambiar de vida
Libro electrónico100 páginas1 hora

Yo soy vegetariana. Dieta fácil para cambiar de vida

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Información de este libro electrónico

Soy vegetariana, y hasta ahora he tenido que disculparme por serlo. Si a tí te pasa lo mismo, que sepas que es posible estar orgullosa de lo que haces y de lo que eres. Dí basta. Soy vegetariana por salud y por convencimiento. No pienso pedir disculpas nunca más a mis amigos o en un restaurante. Son ellos los que no aprecian la auténtica vida sana, con su forma de comer.

IdiomaEspañol
EditorialMJ. ESPEJO
Fecha de lanzamiento9 ene 2021
ISBN9781393457138
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    Yo soy vegetariana. Dieta fácil para cambiar de vida - MJ. ESPEJO

    CAPITULO I

    ¿POR QUÉ HE ESCRITO ESTE LIBRO?

    He escrito este libro porque he experimentado un milagro en mi vida, y lo quiero compartir contigo porque si a mí me ha ocurrido, también te puede ocurrir a ti. Aquí te explico qué me pasaba, qué necesitaba y qué me ha sucedido para que me atreva a afirmar con total rotundidad que ha ocurrido un milagro en mi vida.

    Somos los creadores de nuestra vida. Con nuestra forma de pensar, sentir, actuar y comer, no creamos nuestro presente, sino nuestro futuro, puesto que el presente lo creamos en el ayer. Si deseamos que se produzca un cambio en nuestra vida no podemos seguir haciendo lo mismo, porque no se producirá ningún cambio.

    Una alimentación consciente se basa en alimentos naturales, originarios del campo, de lo que nuestra madre tierra nos proporciona. Alimentos primarios, sin procesar: cereales integrales, legumbres, proteínas vegetales, verduras, frutas, semillas, frutos secos y verduras del mar.

    Una alimentación consciente y sostenible es la base para conseguir el equilibrio y la salud integral, ayudándonos a estar en nuestro presente con energía, paz y salud y, así, creando nuestro futuro.

    Ahora me parece muy fácil, pero no debo engañaros, ha sido un camino no exento de alguna que otra complicación.

    Tengo 35 años y desde muy joven tuve problemas de salud. Mi estómago no funcionaba correctamente. Aunque, realmente, la que no funcionaba correctamente era mi vida, estaba perdida en todos los sentidos: familia, amigos, trabajo, amores.

    Tras muchas pruebas, el médico se limitó a decir que me encontraba mal debido al estrés; posiblemente era el motivo por el cual mi estómago no trabajaba de forma efectiva, es decir, no me veía nada. El estrés es el cajón de sastre para todos los médicos, así no se tienen que preocupar de indagar o estudiar más profundamente todos los casos.

    Se limitan a darte una serie de recomendaciones y una lista de alimentos y da igual que te sienten bien, mal o regular.

    Resumiendo: Según el médico, el pescado al vapor o a la plancha y la ternera me tenían que sentar bien; el resto de alimentos bastante peor.

    Así que me pasé meses siguiendo sus recomendaciones y comiendo ternera y pescado con alguna verdura, todo triturado.

    Más tarde el médico, me dijo que podía añadir cualquier cosa a la dieta. Mis análisis seguían bien, pero yo me encontraba fatal.

    No solo mi salud sino mi vida en general también empeoraron. Por supuesto yo también cogí el camino fácil, y responsabilicé a los médicos de todo lo que me ocurría.

    Por fin me cansé de sentirme tan mal y empecé a investigar por mi cuenta. Comencé por ojear revistas de salud y, de pronto, viendo aquellas maravillosas fotos, me entró una obsesión curiosa por la comida sana. Verduras, legumbres, frutas y demás.

    Nunca había comido demasiado de nada de eso. Mi dieta, como la de muchos, se basaba en productos animales aderezados con algo verde. Me comía una manzana a media mañana por aquello de que hay que comer fruta.

    Pero ya no me conformaba con revistas, y empecé a comprar libros. Vegetarianos todos ellos. Empezaba a percibir que el vegetarianismo, más que una dieta, era un modo de vida.

    Las recetas vegetarianas me empezaban a sentar bien. Quizá era porque empecé poniendo un poquito de todos los ingredientes: mezclaba arroz con verduras o con legumbres, por ejemplo, o con tofu o seitán. Me sentía ligera y mucho mejor. Probé cereales que antes ni sabía que existían, como el mijo o la quínoa. Ahora ir a la frutería

    del barrio y a la tienda de dietética, como yo la llamo, es maravilloso.

    Al final del libro he puesto las recetas que más me gustan y que me sientan bien. Las he utilizado cientos de veces. Porque la cocina vegetariana, como la tradicional, es de práctica.

    Había pasado más o menos un año desde que empecé con mi búsqueda y a cuestionármelo todo, cuando pude decir y proclamar que era vegetariana por principios y ética animal y que, además, me sentía mucho mejor tanto mental como físicamente.

    Siendo vegetariana como mucho más sano dado que estoy mucho más atenta a que no me falte ni un solo nutriente. He aprendido nutrición y he descubierto nuevos alimentos, nuevas recetas y nuevas técnicas de cocina que no sabía que pudieran existir.

    Pero, como os decía, ser vegetariana no ha sido un camino fácil. Adaptar esta nueva filosofía de vida resulta incómodo a muchos niveles. Desde un punto de vista práctico y del día a día, es incómodo tener que leer la composición de los alimentos, fijándome en cada uno de los ingredientes para comprobar que no haya ningún rastro animal.

    Antes era mucho más fácil llegar al supermercado y echar productos al carro sin tener que preocuparme de su composición, solo guiándome por su apariencia; cosa que es un error seas o no vegetariana.

    Ahora me preocupo de comprar lo que necesito, pero ha de estar producido de la forma más sostenible posible y en el lugar más cercano a mi localidad. Sobre todo presto la mayor atención a los productos de temporada y casi, he desterrado de mi cesta los productos que vienen de cualquier otro lugar del mundo. Tal vez sea un poco más caro, pero lo

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