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La revaloración del patrimonio arquitectónico: Una mirada holística a sus componentes tangibles e intangibles
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La revaloración del patrimonio arquitectónico: Una mirada holística a sus componentes tangibles e intangibles
Libro electrónico463 páginas5 horas

La revaloración del patrimonio arquitectónico: Una mirada holística a sus componentes tangibles e intangibles

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El autor analiza distintas maneras como la sociedad otorga significado a los objetos, particularmente a los edificios públicos con una larga historia. Para ello emplea conceptos de diversas disciplinas, como la neurobiología, la fenomenología, la semiótica y la crítica literaria. A partir de tres estudios de caso -el Panteón de Roma, la Pirámide del Sol de Teotihuacan y la Alhambra de Granada- la metodología de análisis aborda los distintos cambios y alteraciones físicas de los sitios y establece una correlación con grandes transformaciones sociales e intelectuales.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2018
ISBN9786071654045
La revaloración del patrimonio arquitectónico: Una mirada holística a sus componentes tangibles e intangibles

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    La revaloración del patrimonio arquitectónico - Ilan Vit Suzan

    Ilan Vit Suzan es un arquitecto egresado de la unam que ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional a la salvaguarda del patrimonio cultural, especialmente el prehispánico. Cuenta con una maestría en conservación de monumentos por parte del inah, y realizó sus estudios de doctorado en la Universidad de Texas, en Austin. Durante varios años colaboró en la conservación de la Pirámide de la Serpiente Emplumada junto con el director de la zona, el restaurador Rogelio Rivero Chong. En México ha sido responsable académico de la maestría en conservación del inah.

    LA REVALORACIÓN

    DEL PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO

    Arte Universal

    Traducción

    Ilan Vit Suzan

    ILAN VIT SUZAN

    La revaloración

    del patrimonio arquitectónico

    una mirada holística a sus componentes

    tangibles e intangibles

    Primera edición en inglés, 2014

    Primera edición en español, 2017

    Primera edición electrónica, 2017

    Diseño de portada: Paola Álvarez Baldit

    Título original: Architectural Heritage Revisited. A Holistic Engagement of its Tangible and Intangible Constituents

    D. R. © 2014, Ilan Vit Suzan

    This translation of Architectural Heritage Revisited is published by arrangement with Ashgate Publishing Limited / Esta traducción se publica por acuerdo con Ashgate Publishing Limited.

    D. R. © 2017, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5404-5 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    Este libro surge del Amor por quienes nos precedieron

    y la Esperanza en los que vendrán.

    Prefacio

    El concepto de patrimonio adquirió popularidad internacional a partir de la segunda mitad del siglo xx, cuando se realizaron atractivos proyectos de conservación moderna, como la reubicación de los templos egipcios de Abu Simbel o la restauración de la Capilla Sixtina. Desde entonces este tipo de proyectos ha cautivado la imaginación del público. Su presencia se ha vuelto ubicua en programas de televisión dedicados a la exploración arqueológica, la historia o los viajes. Este nivel de difusión revela cómo el patrimonio se ha tornado en una seductora fuente de entretenimiento. Más aún, se ha transformado en un poderoso recurso para estimular el sentimiento nacionalista, incrementar el prestigio de corporaciones y explotar el turismo global, entre otros impulsos de tinte consumista. En pocas palabras, el patrimonio se ha convertido en una mercancía. Esta situación deja un mal sabor de boca en personas que todavía reconocen el valor del patrimonio como una referencia a la condición espiritual de la vida. María Zambrano, heredera del legado filosófico de Ortega y Gasset, piensa que [las] ruinas son lo más viviente de la historia, porque sólo vive históricamente lo que ha sobrevivido a su destrucción. En esta poderosa declaración se vislumbra la dimensión trascendental del patrimonio, ya que, desde una perspectiva freudiana, todos somos sobrevivientes de nuestra propia historia. Como lo sugiere la poesía de un lugar arruinado, un sitio que provoca fuertes sentimientos de continuidad con el pasado, ¿acaso no encontramos ahí una promesa de trascendencia? El surgimiento de estos sentimientos suele venir acompañado de una cierta noción de solidaridad con las generaciones previas, ya que dicha noción tiende a emanar del reconocimiento subconsciente de nuestra propia mortalidad. Para Zambrano, una persona es lo que ha sobrevivido a la destrucción de todo en su vida y aún deja entrever que […] un sentido superior a los hechos les hace cobrar significación y conformarse en […] la afirmación de una libertad imperecedera a través de la imposición de las circunstancias.

    Desafortunadamente el tratamiento que damos hoy en día al patrimonio cultural termina oscureciendo este significativo nivel de apreciación. Para reconocerlo sólo hay que pensar en las calles aledañas a la Fuente de Trevi o las barricadas policiales alrededor de la Mezquita Alamgir en Varanasi. Quizá sea éste el momento de recuperar el valor fundamental del patrimonio, secuestrado por intereses comerciales y políticos. Ya que el patrimonio ha producido siempre una peculiar fascinación, sólo explicable si […] contiene algún secreto de la vida, de la tragedia que es vivir humanamente y de aquello que alienta en su fondo; de algún ensueño de libertad aprisionado en la conciencia.¹

    Actualmente existe un gran riesgo de transferir dicho tratamiento a una nueva categoría de patrimonio, la que se asocia directamente con lo intangible, como festivales, rutas culturales, tradiciones culinarias o danza, entre otros. Esta situación también deja un mal sabor de boca. El peligro reside en la inercia deontológica de los conservacionistas. Si transferimos los estrictos métodos de la conservación contemporánea al involucramiento que necesitamos tener con el patrimonio intangible terminaremos fosilizándolo y perderá su dinamismo orgánico. Además, si esta nueva categoría empieza a incluir entidades vitales, como creencias religiosas, aspiraciones ideológicas, principios filosóficos o paradigmas científicos, estaremos en serio peligro de paralizar el progreso de la humanidad. Tarde o temprano, todo ello será reconocido como parte integral del patrimonio intangible. Empero, no podemos olvidar la facilidad con la que hemos osificado el patrimonio tangible, como le sucede a un objeto que se convierte en pieza de colección, en las vitrinas de un museo, o la facilidad con la que un inmueble se convierte en un fósil urbano, en cuanto se reconoce como monumento histórico. Esta forma de valorar el patrimonio —como algo que debe aislarse del proceso dinámico de la vida— tal vez sea adecuado para ciertos objetos, pero no debe transferirse a entidades vivas que pertenecen al ámbito intangible. La tradición o la fe no deberían cristalizarse, como un escarabajo encapsulado en acrílico que se convierte en llavero o medalla. En cambio, deberían mantener suficiente flexibilidad para afrontar los retos de la evolución humana.

    Esta forma de pensar el destino del patrimonio constituye la principal motivación del libro que el lector tiene en sus manos. Su punto de partida es relativamente sencillo: se basa en el recuento de edificios con larga vida, mediante el cual reconoceremos el tratamiento que las generaciones previas dieron al patrimonio. Por extensión, dichos recuentos permitirán imaginar alternativas flexibles para involucrarnos con el patrimonio. Este objetivo surge de la necesidad por encontrar mejores formas de adaptarnos al tsunami de la modernización, un maremoto que tomó por sorpresa a la humanidad, cuyos efectos siguen destruyendo formas de vida tradicionales en todo el planeta. Esta es una de las consecuencias más dañinas del largo siglo xix, mientras que durante el corto siglo xx tratamos de encontrar algo de lo perdido, algunos restos de nuestra humanidad desgastada que permitan crear un mejor futuro. Éste es el aspecto más ambicioso del libro, ya que busca integrarse a con esa filosofía que hemos dado en llamar sustentabilidad. Dicha ambición se basa en una creencia relativamente sencilla: una mejor comprensión de la historia —y, por ende, un mejor involucramiento con el patrimonio— puede permitirnos crear una base sólida para alcanzar un sueño compartido: la idea de que otro mundo es posible.

    La versión en inglés de este libro fue producto de la colaboración significativa de varias personas: su comprensión general de la historia, así como la de los límites de la narrativa historiográfica, provienen de Christopher Long; su habilidad para distinguir diversas maneras de entender los procesos mentales de significación —a través de la semiótica, la fenomenología y la hermenéutica— fue esclarecida por Danilo Udovički-Selb; su anhelo por transformar la manera en que tratamos al patrimonio actualmente es producto de una revisión exhaustiva por parte de Mirka Beneš y Francesco Passanti. Agradezco especialmente su generosa ayuda. De igual manera, cada estudio de caso logró un nivel óptimo de comprensión gracias a la guía de grandes expertos. Los capítulos dedicados al Panteón en Roma no tendrían la forma actual sin el tenaz apoyo de Rabun Taylor. Aquellos consagrados a la Pirámide del Sol se beneficiaron de mi amistad con Rogelio Rivero Chong, Juan Miró, María Teresa Uriarte y Guillermo Espinosa. Mi sensibilidad por la cultura semita, especialmente la que floreció en la península ibérica, se desarrolló en mi infancia cuando me preparaba para el Jidon Ha-Tanaj con Efy Cohen. El libro también se enriqueció al conversar con Michael Holleran sobre la conservación del patrimonio, Bob Paterson sobre temas de sustentabilidad, Jim Hankinson sobre filosofía antigua y Tom Pangle sobre ciencia política.

    La versión en español existe gracias a la generosa ayuda de Fernando Macotela, quien llevó el libro al Fondo de Cultura Económica, donde un amplio equipo de trabajo dirigido por José Carreño realizó la publicación. Agradezco especialmente a Max Gonsen, quien gracias a su tenacidad logró que el acuerdo con Ashgate llegase a feliz término. Fiorella Remus me prestó su ayuda invaluable para recordar la belleza del español. Finalmente, los años de trabajo que dieron vida a este libro los dedico a mis queridos padres, Laura y Pedro, sin cuyo cariño y apoyo nada de esto hubiera sido posible.

    ¹ María Zambrano, El hombre y lo divino (

    fce

    , México, 1986), 251-252.

    ABREVIATURAS

    Introducción

    Pocos analistas de la realidad dudan que los retos afrontados por la humanidad actualmente —como el cambio climático, pandemias, desigualdad, escasez de recursos, migración de refugiados, etc.— pronto exigirán un duro proceso de adaptación similar al de la última glaciación o el surgimiento de la revolución urbana. Uno de los factores que podrían ayudarnos a solventar dichos retos es desarrollar una forma alternativa de relacionarnos con el patrimonio. Para ello necesitamos generar una perspectiva renovada, ya que dicha relación está íntimamente asociada con un importante estado mental, la conciencia del pasado. Al evaluar juiciosamente las maneras en que el pasado provee una influencia positiva o negativa sobre el presente obtenemos la flexibilidad necesaria para imaginar un futuro alternativo. Por ende, no debemos permitir que el patrimonio se osifique. En este contexto ofrecemos una serie de comentarios y reflexiones para propiciar un involucramiento holístico con el patrimonio. Esto es, un acercamiento en el cual los componentes tangibles e intangibles que lo constituyen puedan entenderse bajo una visión coherente. Esta enunciación particular hace eco a una terminología globalizada, dominada por el idioma inglés, que define esta forma de acercarse al pasado como a holistic engagement of heritage. A mediados de los años sesenta, la Carta de Venecia exigió la conservación de monumentos históricos bajo una premisa inusual, al plantear que cualquier objeto heredado merece un tratamiento respetuoso ya que está cargado con un mensaje espiritual del pasado.¹ Desafortunadamente la carta no explica con claridad la naturaleza de dicha carga o la del mensaje que contiene. Aun así, la intuición poética de dicha frase posee validez, ya que el valor del patrimonio reside en su poder de significación. Por tanto, un replanteamiento contemporáneo de la proposición filosófica de la carta debería reconocer que el poder significativo de todo lo que heredamos del pasado subyace en la relación de dos ámbitos íntimamente entrelazados, uno de los cuales concentra lo tangible (objetos concretos = edificios, pinturas o manuscritos) y el otro lo intangible (entidades abstractas = creencias, costumbres o sistemas de pensamiento). Para involucrarnos con ello de forma holística necesitamos comprender la correlación que existe entre dichos ámbitos, sobre todo si la comunidad global anhela un futuro sustentable en el que las raíces de nuestras tradiciones milenarias no sean truncadas.

    Las repercusiones de estos planteamientos exigen una revaloración inteligente del patrimonio, de tal suerte que podamos afrontar sus efectos positivos y negativos de forma coherente. Mientras que los primeros deberían extenderse, los últimos deberían eliminarse. Un entendimiento mayor de los principios filosóficos que rigen el comportamiento de la conciencia histórica, así como de su capacidad de acción, puede acercarnos a un involucramiento holístico con el patrimonio. Desde las primeras expresiones de la cultura humana, el valor del pasado ha jugado un papel fundamental en la elaboración de narrativas que explican la realidad, el origen del universo, la naturaleza humana, etc.² En pocas palabras, estas narrativas motivan el proceso continuo de adaptación humana.³ El éxito de temas relevantes o topoi, como los llamaban los oradores y retóricos clásicos, ha hecho que se mantengan presentes en el centro de múltiples narrativas. Algunos ejemplos de ellos son la creencia en fuerzas sobrenaturales capaces de afectar el curso de la vida terrestre o la aspiración de una vida venidera, entre tantos otros.⁴ La resistencia al cambio de estos temas conforma la esencia de un patrimonio intangible compartido, cuya existencia ha sido capaz de cruzar barreras históricas para conformarse en un núcleo duro del pensamiento humano. Su capacidad para esparcir concepciones del mundo dominantes y, por ende, detonar acciones concretas, refleja la poderosa interacción que existe entre el idealismo y el materialismo, entendidos como sustratos básicos de la realidad.⁵

    En este contexto, el interés global por la sustentabilidad podría encontrar un poderoso aliado en la reevaluación de nuestras ideologías heredadas, es decir, concepciones del mundo dominantes, como base para imaginar un mundo distinto. Por desgracia dicha oportunidad está parcialmente limitada por los principios teóricos y métodos prácticos con los que la conservación contemporánea trata la herencia material de la humanidad.⁶ Para muchos especialistas dicho tratamiento representa una conservación del patrimonio tal como es hallado o tal como es recibido. Para otros hay un acercamiento más flexible y significativo, donde se reconoce la posibilidad de manejar el cambio. Sin embargo, para lograr un distanciamiento de las influencias negativas del patrimonio —impuestas por ideologías heredadas que no han sido evaluadas críticamente— es necesario examinar la forma en que tratamos al patrimonio actualmente. Los principios de conservación aplicados a objetos materiales (patrimonio tangible) no deben transferirse al nexo que tenemos con entidades abstractas (patrimonio intangible). Este libro trata de esclarecer la diferencia que existe entre estos ámbitos de involucramiento con el patrimonio. Para ello se examinará su correlación en tres casos de estudio. El punto de partida es el análisis de distintos tratamientos aplicados a importantes edificios públicos a lo largo de la historia. En ellos encontramos distintas manifestaciones de dicha correlación. Estas últimas suelen estar íntimamente ligadas a procesos de enculturación suprarregionales o globales. La evoución de un legado abstracto y el tratamiento de objetos heredados tienden a ir de la mano. Para ilustrar el potencial de dicha correlación se presentan tres estudios de caso: el Panteón de Roma, la Pirámide del Sol de Teotihuacan y la Alhambra de Granada. Su valor como monumentos de patrimonio mundial permite analizar la evolución de tres grandes civilizaciones: Occidente, Mesoamérica y la Iberia medieval, entendida esta última como el producto de una vigorosa interacción multicultural, desarrollada en un sitio que los musulmanes llamaron al-Ándalus, los cristianos Hispania y los judíos Sefarad. Individualmente reflejan distintas vías de enculturación. Juntas revelan algunas de las raíces culturales más importantes de Latinoamérica (lo clásico, lo autóctono y lo bíblico). De esta manera, el libro ilustra una manera de confrontar los efectos positivos y negativos del legado latinoamericano.

    El punto de partida es la intuición poética con que inicia la Carta de Venecia, donde se plantea que los monumentos históricos están cargados de un mensaje del pasado. Metodológicamente dicha aseveración se asocia con dos campos de estudio complementarios. Por un lado, permite analizar la transformación del patrimonio tangible en su devenir histórico, esto es, como importantes edificios públicos con una larga y continua existencia. Por otro lado, incita al estudio del patrimonio intangible y su evolución en el tiempo, esto es, las concepciones del mundo dominantes y los sistemas de pensamiento en los que se basan. En otras palabras, estos edificios pueden examinarse como objetos materiales que forman parte de un contexto cultural más amplio que determina su posible significación. En tanto que los edificios se analizan como entidades concretas, los mensajes se examinan como una expresión abstracta, complementaria. Los primeros son entes materiales, accesibles a la percepción sensorial. Los segundos son representaciones mentales, susceptibles de interpretaciones subjetivas. Juntos constituyen la forma y el contenido del patrimonio. Mientras que la estructura del inmueble define una forma concreta, el contenido abstracto se halla en significados asociados con dicha forma a lo largo del tiempo. Cada uno de estos ámbitos cambia de distinta manera. La forma muestra un rango de permanencia mayor, mientras que el contenido es más frágil y elusivo. Para Donald Preziosi estas diferencias permiten establecer distintos rangos de significación, principalmente cuando se trata de objetos arquitectónicos con cierta antigüedad:

    Uno de los aspectos más llamativos de los códigos de significación asociados con la arquitectura —inducidos por la forma en que se fabrica— es la capacidad de permanencia del objeto. Esto significa que la forma arquitectónica manifiesta una permanencia en la transmisión de significado distinta a la de otros sistemas de connotación, como el lenguaje verbal […] Una forma arquitectónica continuará transmitiendo significado por más tiempo que la efímera transmisión de una comunicación verbal […] Así, cualquier forma arquitectónica puede servir como un contexto o base para otros tipos de producción semiótica, ya que su señal de transmisión decaerá a un ritmo más lento que estos otros.

    La interacción que puede existir entre la transmisión de significado de un inmueble y el ritmo al que dicha transmisión decae presenta múltiples variables, puesto que cada generación o grupo étnico que recibe un inmueble antiguo establece distintos paradigmas de significación. A veces, el grupo distingue el objeto arquitectónico del mensaje contenido reformulando este último sin destruir el primero. En otras ocasiones, el objeto permanece relativamente intacto, mientras que el mensaje se pierde. En raras, el mensaje sobrevive a la destrucción del objeto. De esta manera, en cada caso hallamos procesos de transformación únicos, que suelen responder a tendencias históricas sumamente influyentes. Los inmuebles examinados en este libro ilustran esta diversidad. En el caso del Panteón, el edificio fue cuidadosamente restaurado por varias generaciones que exitosamente transfirieron su mensaje de una generación a otra, haciendo que éste alcanzara un alto índice de continuidad. En el caso de la Pirámide, el edificio fue abandonado por siglos, hasta que la modernidad reconstruyó su núcleo arruinado a principios del siglo xx. Aunque parte de su mensaje se haya perdido desde su abandono inicial, las siguientes generaciones produjeron interpretaciones significativas, tal vez basadas en una antigua tradición oral. Desafortunadamente este legado fue sustancialmente alterado por la conquista española, lo cual significó un infausto nivel de pérdida. En el caso de la Alhambra, aunque el edificio está parcialmente conservado tras siglos de innumerables intervenciones, la capacidad para visualizar el contexto original es prácticamente inalcanzable. Aun así, por más que la Inquisición española trató de eliminar la fuente de su significado, generaciones de exiliados andalusís dispersos por todo el Mediterráneo lograron mantenerlo vivo, infuso con la nostalgia del paraíso perdido. De esta manera, la Alhambra refleja un permanente estado de exclusión.

    A partir de la caracterización de largas tendencias históricas podemos confrontar importantes cuestiones metodológicas. ¿Qué tipo de tratamiento deberíamos dar a la correlación que existe entre el patrimonio tangible (objetos) y el intangible (significados), si cada uno de ellos despliega distintos ritmos de cambio? ¿Cuál es la naturaleza de dicha correlación? ¿Podemos tratar objetos y significados de manera holística? Para David Lowenthal la naturaleza de esta correlación genera una paradoja, sobre todo cuando el patrimonio está inmerso en la lucha política para conformar la identidad cultural de un grupo:

    Cuando reconocemos el impacto del presente sobre el pasado, confrontamos de nuevo una paradoja implícita en la conservación. Salvaguardamos los vestigios para diferir su decaimiento, destrucción y remplazo, así como para mantener un patrimonio prístino. Empero, la propia conservación revela cuán ilusoria es la permanencia […] No deberíamos engañarnos con la posibilidad de mantener un pasado estable y segregado […] Ya sea mediante la restauración o la abstención de ella, es imposible evitar que el pasado sea reconfigurado […] Cuando reconocemos que el pasado y el presente no se excluyen mutuamente, sino que en realidad son inseparables, entonces podemos deshacernos de la insistencia autodestructiva de la conservación, basada en la creencia de que el pasado es fijo y estable.

    Uno de los aspectos más dañinos de esta paradoja se manifiesta como una parálisis histórica, íntimamente asociada con los objetivos de la conservación patrimonial. Esta última se ha vuelto el tratamiento dominante para cualquier objeto heredado, sobre todo aquellos que batallan con la acumulación de múltiples estratos históricos. Es un síntoma de la inhabilidad de nuestro tiempo para involucrarse con el pasado de manera orgánica y efectiva. Si mantenemos esta condición terminaremos transfiriendo esta rígida metodología —relativamente útil para administrar monumentos históricos enmarañados en confrontaciones políticas, sociales y económicas asociados con procesos de identidad cultural— al nexo orgánico que deberíamos tener con el patrimonio intangible. Claramente la estricta conservación de un objeto heredado tal como nos fue entregado esquiva las complicaciones impuestas por dicha controversia. Esto sucede siempre que el patrimonio es identificado como un recurso en disputa. Empero, si el rigor deontológico de la conservación contemporánea se transfiere al involucramiento con el patrimonio intangible, terminaremos fosilizando la flexibilidad que por siglos guió su inmensa capacidad de adaptación.

    Estas preocupaciones adquieren relevancia al contrastarse con los retos de la era global, secuestrada por un fundamentalismo religioso y un secularismo recalcitrante.⁹ Prácticamente no hay lugar para visiones intermedias. Este terrible nivel de polarización surge de un uso irresponsable de la retórica cultural, sobre todo en aras de homogeneizar una identidad étnica. Por ello se vuelve imperativo controlar el patrimonio para manipular la acción política. En este contexto, no debería sorprendernos que especialistas en conservación eviten un involucramiento emotivo con el patrimonio. Sin embargo, al favorecer el camino más fácil —el que genera menor fricción— terminamos paralizando nuestra capacidad de respuesta. Dicha circunstancia generará controversia a largo plazo. Émile Cioran, con su usual templanza nihilista, reconoce la tragedia en esta relación con el pasado: Por mucho que me aferre a los instantes, eluden mi alcance: no hay ninguno que no me sea hostil, que no me rechace y no me manifieste su negativa a comprometerse conmigo […] Cuando nos abandonan, carecemos de la energía indispensable para generar un acto […] desamparados, sin capacidad para aprehender las cosas, confrontamos una tragedia inusitada: la de no tener derecho al tiempo.¹⁰ Esta condición ocupa prácticamente el núcleo, el sentido, de la modernidad. Cioran lo llama caer fuera del tiempo. La conservación de monumentos es uno de sus síntomas más recurrentes.¹¹ Un involucramiento holístico con el patrimonio podría ser su antídoto. ¡Un retorno a la historia! El primer paso requiere un profundo conocimiento de nosotros mismos, particularmente por medio de una conciencia histórica sensible. Esto es, un estado de pensamiento que ilumine la condición actual. Antonio Gramsci, en sus Quaderni dal carcere, considera que el punto de partida de cualquier elaboración crítica es la toma de conciencia de lo que uno realmente es; es decir, la premisa ‘conócete a ti mismo’, en tanto que uno como individuo es producto de un proceso histórico que ha depositado infinidad de huellas sin dejar inventario. En otras palabras, el presente surge de una gradual yuxtaposición de condiciones que conforman una estratigrafía histórica que debe ser cabalmente comprendida antes de plantear un futuro alternativo. Por ello se vuelve imperativo comenzar por recopilar ese inventario.¹²

    El método analítico de este libro se basa en dicha noción de inventario, tal como Gramsci la plantea. La historia de cada estudio de caso será examinada en dos inventarios complementarios. Para ambos, la premisa de la Carta de Venecia será el punto de partida. El primero expone la historia completa del edificio público a lo largo de su existencia, esto es, un objeto que forma parte de la cultura material. El segundo se concentra en conjuntos de significados relacionados con el inmueble durante periodos concretos, esto es, entes abstractos que pertenecen a la cultura intelectual de una época. El primer inventario utiliza métodos de análisis tradicionales en el estudio de la arqueología, filología e historia. El segundo emplea métodos relacionados con la historia de las ideas y la crítica literaria, entre otros. Dicho acercamiento ilustra la transición que actualmente está llevando a la disciplina de la conservación de monumentos hacia un nuevo campo de conocimiento, conocido como Estudios de Patrimonio o Heritage Studies. Por ello, el primer inventario analizará la sucesión de estratos de intervención registrados en la estructura del inmueble para identificar tendencias culturales dominantes. El segundo inventario examinará la evolución de diversos legados intelectuales, a partir de conceptos clave que dieron fundamento a concepciones del mundo dominantes o sistemas de pensamiento influyentes. Su objetivo es ilustrar la evolución dialéctica del patrimonio tangible e intangible, así como la correlación que existe con tendencias históricas de mayor amplitud. La búsqueda de formas alternativas de involucramiento con el patrimonio emana de una conciencia histórica particular, basada en una actitud crítica y creativa.¹³ El segundo tipo de inventario ilustra la naturaleza de esta peculiar forma de acercarse al pasado. En el caso del Panteón, examinará la continuidad de conceptos teológicos asociados con el simbolismo de la esfera y la rosa, a partir de textos influyentes cuya temporalidad va de la filosofía presocrática (siglo vii a.C.) a la poesía renacentista (siglo xiv d.C.). En el caso de la Pirámide, analizará importantes transformaciones en la reacción del pueblo mexicano a la pérdida sustancial de significado, prevalente a lo largo del periodo prehispánico y exacerbada con la conquista española. Dichas transformaciones serán rastreadas en escritos de pensadores influyentes que van del positivismo (década de 1890) al posmodernismo (década de 1980). En el caso de la Alhambra, confrontará la exclusión recurrente de concepciones del mundo heterodoxas que fueron perseguidas por un oscuro empleo de la razón desde el inicio del califato omeya (siglo ix) hasta la Inquisición española (siglo xvi). El objetivo de estos inventarios es ilustrar la forma en que ciertas ideas, creencias y aspiraciones (en términos técnicos, actitudes propositivas) conforman un patrimonio intangible que recorre grandes tramos de historia, dejando infinidad de efectos, algunos positivos, otros negativos.

    El análisis histórico de estos inmuebles permite confrontar el pasado en busca de formas de atenuar los efectos negativos e incrementar los efectos positivos que subyacen en todo aquello que heredamos del pasado. Conforme el libro avance, se presentarán recomendaciones para alcanzar dicho objetivo, explicando por qué la continuidad de Occidente debería extenderse, la pérdida de Mesoamérica aceptarse y la exclusión de Iberia revertirse. El primer paso hacia un involucramiento holístico con lo que heredamos del pasado se asemeja a la terapia psicoanalítica, un proceso también fundado en la realización de un inventario del pasado. En este caso, es el legado de Latinoamérica —y, por extensión, su futuro— quien ocupa el diván de Sigmund Freud. A partir de este contexto, la historia de importantes edificios públicos permite preguntarnos: ¿Cómo es que llegamos a este momento? ¿Qué huellas dejó el devenir histórico? ¿Cuánto de lo acumulado a lo largo del camino merece conservarse? ¿Qué herencia exige su engrandecimiento, cuál su erradicación, cuál su revisión? Estos edificios en conjunto reflejan la unión de distintos legados culturales para dar vida a una de las principales expresiones de la comunidad global. No sólo eso, ilustran también cómo algunos principios heredados —entendidos como parte esencial de un patrimonio intangible— pueden ser bien recibidos, mientras otros exigen una severa revisión crítica.

    Para conducir semejantes evaluaciones analizaremos la enigmática acción referida por la Carta de Venecia, descrita como el acto de transferir una carga, esto es, an act of charging. Empero, ¿qué tipo de acción es ésta? ¿Quién o qué la lleva a cabo? ¿De dónde surge? ¿Es acaso una expresión sociopolítica de redes neuronales en la mente humana? Tal vez, si reconocemos la transferencia de dicha carga como un acto históricamente contingente, podamos liberarnos de la influencia que nos hereda. Si la carga se basa en una concepción del mundo anterior, entonces, al comprender la forma en que se desarrolló históricamente, tal vez podamos manejar su influencia de mejor manera hoy en día. Estas premisas forman parte de un acercamiento fenomenológico a la transferencia de la carga, entendiéndola como una operación mental, no como un código asociado específicamente con un objeto en el pasado. Este acercamiento surge de lo que pronto pudiera ser una gran síntesis de la ciencia cognoscitiva, la neurobiología y la psicología, entre otros. El advenimiento de dicha síntesis podría revigorizar el viejo debate filosófico obsesionado con dotar al pensamiento humano de un mejor cimiento epistemológico. La fenomenología trascendental de Edmund Husserl tiene potencial para influir en dicho esfuerzo, especialmente si atiende a la crítica de Jacques Derrida por concentrarse principalmente en el estudio de la conciencia.¹⁴ Para Derrida es imposible conocer plenamente las operaciones mentales del ser humano, ya que gran parte de ellas no están disponibles al escrutinio racional. Según él, el subconsciente sólo deja huellas de una presencia diferida.¹⁵ Afortunadamente la neurociencia actual empieza a reconocer la multiplicidad de formas en que la mente humana combina operaciones conscientes, subconscientes e inconscientes.¹⁶ El modelo analítico que da sustento a los inventarios empleados en este libro se basa en dichos avances científicos. Cada uno de ellos examinará el comportamiento de dos procesos cognitivos complementarios, representados por cada inventario.

    Por consiguiente, el modelo replantea los términos de la Carta de Venecia de la siguiente manera: los monumentos históricos serán descritos como edificios del pasado y los mensajes espirituales como conjuntos de significación. Ambos serán estudiados desde una perspectiva fenomenológica. Aunque la mente realiza operaciones conscientes, subconscientes e inconscientes simultáneamente, el modelo que utilizaremos en este libro establece un orden de operación que permita desarrollar una descripción narrativa. El punto de partida es la percepción consciente, donde se conjuntan datos sobre la estructura del inmueble, esto es, su materialidad. Entre ellos destaca la composición geométrica del espacio, el sistema estructural del inmueble, el color y textura de los materiales, la incidencia de la luz, etc. También incluye datos relacionados con la experiencia cinética, como la aproximación al inmueble, las vías de circulación o la relación con el paisaje, entre otros. Dicha información provee una primera impresión del potencial significativo del inmueble. Por ende, el acercamiento inicial será considerado una denotación básica del edificio, basado en la terminología semiótica con la que Umberto Eco caracteriza el inicio de un discurso de varios niveles.¹⁷ Aunque la siguiente proposición es epistemológica y empíricamente riesgosa, este nivel de denotación podría considerarse universal. En otras palabras, es una experiencia común a todos los seres humanos en cualquier momento histórico; en otras palabras, no es contingente a las categorías del espacio, tiempo o cultura. Por ejemplo, una puerta es simplemente-una-puerta para

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