Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

La disminución de la desigualdad en la América Latina: ¿Un decenio de progreso?
La disminución de la desigualdad en la América Latina: ¿Un decenio de progreso?
La disminución de la desigualdad en la América Latina: ¿Un decenio de progreso?
Libro electrónico527 páginas6 horas

La disminución de la desigualdad en la América Latina: ¿Un decenio de progreso?

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El libro pone de manifiesto los factores principales que pueden determinar la disminución de la desigualdad, así como la dificultad de la reducción sostenida de ésta y el rezago que existe en comparación con los países industrializados. Advierte sobre los retos que se deben vencer para lograr que una redistribución del ingreso contribuya a la disminución de la desigualdad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 jun 2016
ISBN9786071638373
La disminución de la desigualdad en la América Latina: ¿Un decenio de progreso?

Relacionado con La disminución de la desigualdad en la América Latina

Libros electrónicos relacionados

Desarrollo de negocios para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para La disminución de la desigualdad en la América Latina

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    La disminución de la desigualdad en la América Latina - Luis F. López Calva

    español.

    1. LA DISMINUCIÓN DE LA DESIGUALDAD

    EN LA AMÉRICA LATINA: CAMBIO

    TECNOLÓGICO, EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA*

    Luis F. López-Calva y Nora Lustig**

    INTRODUCCIÓN

    La América Latina siempre llama la atención por su alta y persistente desigualdad. Con un coeficiente de Gini de 0.53 a mediados del decenio del 2000,¹ la América Latina era 18% más desigual que África subsahariana, 36% más desigual que Asia y 65% más desigual que los países avanzados (véase la gráfica 1). Sin embargo, después de haber aumentado durante los años noventa, entre 2000 y 2007 la desigualdad en América Latina mostró una clara tendencia a la baja. En particular, la desigualdad disminuyó en 12 de los 17 países para los cuales se tienen datos comparables a un ritmo promedio de 1.1% anual (véase la gráfica 2).²

    La reducción de la desigualdad ocurrió tanto en países con desigualdad alta (Brasil) como en países con desigualdad —para estándares latinoamericanos— baja (Argentina); en países con crecimiento alto (Chile y Perú) y en países con crecimiento modesto (Brasil y México); en países con estabilidad macroeconómica (Chile y Perú) y en países que estaban saliendo de grandes crisis económicas (Argentina y Venezuela); en países con una gran proporción de población indígena (Bolivia, Ecuador y Perú) y en países con una proporción baja (Argentina); en países gobernados por regímenes de izquierda (Brasil y Chile), y en países gobernados por partidos que no son de izquierda (México y Perú); en países con una política social universal (Argentina y Chile), y en países con un Estado históricamente excluyente (Bolivia y El Salvador).³ Como gran parte de la desigualdad en la América Latina es resultado de fuerzas negativas, como son las imperfecciones del mercado de capitales, la desigualdad de oportunidades (en particular en el acceso a una educación de calidad), el apoderamiento del Estado por parte de las élites, la segmentación del mercado laboral y la discriminación contra las mujeres y la población indígena o afrodescendiente;⁴ esta disminución de la desigualdad en tantos países de manera simultánea es indudablemente una buena noticia.

    GRÁFICA 1. Coeficiente de Gini por región (2004)

    FUENTE: Cálculos de los autores con base en Ferreira y Ravallion (2008).

    Dado lo novedoso y generalizado del fenómeno, es importante conocer las fuerzas que lo causan y si éstas continuarán vigentes en el futuro. Este libro es uno de los primeros análisis de los factores que explican la caída de la desigualdad en la América Latina durante el pasado decenio. El análisis se hará, principalmente, mediante estudios en profundidad para Argentina, Brasil, México y Perú (capítulos 5, 6, 7 y 8, respectivamente).⁵ Esta muestra, de alguna manera, representa a los países de ingresos medios de la región, ya que incluye uno de los cinco países con mayor desigualdad en la región (Brasil) (véase gráfica 3); dos países que han crecido a tasas altas (Argentina y Perú) y dos a tasas modestas (Brasil y México); un país que tradicionalmente ha tenido baja desigualdad y que registró el mayor aumento de la desigualdad en la región en los pasados tres decenios (Argentina); tres de los países más grandes de la región en términos de población y PIB (Argentina, Brasil y México); dos países donde se han aplicado transferencias monetarias condicionadas innovadoras y a gran escala (Brasil y México), y un país con una gran población indígena (Perú). También contiene países gobernados por regímenes de izquierda (Argentina y Brasil) y países gobernados por regímenes de centro o centro-derecha (México y Perú).⁶

    GRÁFICA 2. Cambio en el coeficiente de Gini por país (circa 2000-2006)a, b

    FUENTE: Cálculos de los autores con base en datos de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial), agosto de 2010 (http://sedlac.econo.unlp.edu.ar/eng/).

    a Los datos para Argentina y Uruguay incluyen únicamente las zonas urbanas. En Uruguay las zonas urbanas cubiertas por la encuesta representan 80% de la población total, y en Argentina, 66%. El cambio promedio en el coeficiente de Gini para cada país se calcula como el cambio porcentual entre el último año y el primero, dividido entre el número de años; el promedio del total es el promedio simple de los cambios por país (12 países en los cuales disminuyó la desigualdad). Los años empleados para estimar el porcentaje son los siguientes: Argentina (2006-00), Bolivia (2007-00), Brasil (2006-01), Chile (2006-00), Costa Rica (2007-00), República Dominicana (2007-00), Ecuador (2007-03), El Salvador (2005-00), Guatemala (2006-00), Honduras (2005-01), México (2006-00), Nicaragua (2005-01), Panamá (2006-01), Paraguay (2007-02), Perú (2007-01), Uruguay (2007-00) y Venezuela (2006-00). Empleando el método bootstrap, con una significancia de 95%, no se encontró que los cambios fueran estadísticamente significativos para Bolivia, Ecuador, Guatemala, Honduras y Nicaragua (representados en la gráfica mediante barras grises).

    b Las diferencias respecto a la publicación en inglés se deben a que la base del SEDLAC fue corregida en agosto de 2010 y los datos cambiaron para algunos países. En particular, hubo un cambio importante para Ecuador y por ello dejó de ocupar el primer lugar. Es importante destacar que las conclusiones principales no cambian. Asimismo, los capítulos sobre Argentina, Brasil, México y Perú utilizan su propia base de datos y por tanto no son afectados por las modificaciones del SEDLAC.

    GRÁFICA 3. La América Latina: Coeficiente de Gini por país (circa 2007)a

    FUENTE: Cálculos de los autores con base en datos de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial), agosto de 2010 (http://sedlac.econo.unlp.edu.ar/eng/).

    a Para facilitar la comparación entre las diferencias de los coeficientes de Gini, el eje vertical comienza a partir de 40%, en lugar de 0. Los años empleados para estimar el coeficiente de Gini son los siguientes: Argentina (2006), Bolivia (2007), Brasil (2006), Chile (2006), Costa Rica (2007), República Dominicana (2007), Ecuador (2007), El Salvador (2005), Guatemala (2006), Honduras (2005), México (2006), Nicaragua (2005), Panamá (2006), Paraguay (2007), Perú (2007), Uruguay (2007) y Venezuela (2006). La diferencia entre la gráfica 1 y esta cifra en términos del promedio para la región se debe a que la gráfica 1 emplea los coeficientes de Gini para circa 2005, mientras que los coeficientes que se emplean aquí corresponden a años posteriores. El total es el promedio no ponderado de los coeficientes de Gini de cada país.

    Los cuatro países también introdujeron reformas promercado importantes en los años noventa (en el caso de México, desde los ochenta). En particular, el comercio y la inversión extranjera se liberaron, muchas empresas estatales se privatizaron y, en un sentido más general, los mercados se desregularizaron. Estos cuatro países también atravesaron por crisis macroeconómicas significativas entre 1995 y 2006 y, tal vez con la excepción de Argentina, han seguido políticas fiscales y monetarias que, en términos generales, fueron prudentes, particularmente a partir de 2000. En 2003, después del aumento en los precios de las materias primas, los términos de intercambio de Argentina y Perú mejoraron y, en consecuencia, entre 2003 y 2006 ambos países gozaron de altas tasas de crecimiento per cápita (7.8 y 5.2% anual, respectivamente). En cambio, el crecimiento del PIB per cápita en Brasil y México (2.7 y 2.8% anual, respectivamente) fue modesto.

    El análisis indica que la disminución de la desigualdad en estos cuatro países durante el decenio pasado se explica fundamentalmente por dos factores. Por un lado, hubo una disminución de la brecha de ingresos entre trabajadores calificados y no calificados; por otro lado, hubo un incremento en las transferencias gubernamentales dirigidas a los pobres. La disminución de la brecha de ingresos parece haber sido resultado de la expansión de la educación básica que empezó en los años ochenta,⁸ pero también podría ser consecuencia de la erosión del efecto desigualador de los cambios tecnológicos de los noventa asociados con la apertura comercial y de capitales que beneficiaron a los trabajadores calificados. En todo caso, parecería que entre mediados de los años noventa y mediados del decenio de 2000, en la carrera entre el cambio tecnológico sesgado en favor de los trabajadores calificados y el aumento en la escolaridad de los trabajadores, este último tomó la delantera.⁹ Finalmente, la contribución igualadora de las transferencias gubernamentales parece estar asociada con la aplicación o expansión de grandes programas de transferencias monetarias condicionadas en Argentina (Jefes y Jefas de Hogar), Brasil (Bolsa Escola/Bolsa Família y BPC) y México (Progresa/Oportunidades)¹⁰ y con transferencias en especie en Perú.¹¹ A continuación hacemos una presentación de la evolución de la desigualdad y sus determinantes. Más adelante se presenta una síntesis de los principales hallazgos de los capítulos que comprende este libro.

    I. EL AUMENTO DE LA DESIGUALDAD EN LOS AÑOS OCHENTA Y NOVENTA

    Durante la llamada década perdida de los ochenta y las reformas estructurales de los noventa la desigualdad aumentó en la mayoría de los países.¹² A pesar de que la disponibilidad de datos impide hacer una comparación extensa,¹³ la evidencia sugiere que la crisis de la deuda de los años ochenta fue desigualadora. En concreto, debido a que los pobres tuvieron menos capacidad de protegerse de la alta inflación y que los programas de ajuste ortodoxos con frecuencia resultaron en sobreajustes,¹⁴ las personas pobres y con ingresos medios se vieron afectadas desproporcionadamente, mientras que la participación del decil más rico de la población aumentó (Lustig, 1995). Además, el efecto desigualador de la crisis se intensificó porque los programas para amortiguar el efecto de la crisis en la población pobre y vulnerable estuvieron ostensiblemente ausentes (o estaban mal elaborados o eran demasiado pequeños) en los programas de ajuste estructural propiciados desde el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en el decenio de los ochenta (Lustig, 1995).

    La evolución de la desigualdad de los cuatro países que se analizan aquí se observa en la gráfica 4. Tanto en Argentina como en México se observa claramente una U invertida. Éste no es el caso de Brasil, y los datos comparables de Perú no son suficientemente extensos (los coeficientes de Gini para 1984 y 1991 no son estrictamente comparables, por ejemplo). Sin embargo, como sostienen Jaramillo y Saavedra en el capítulo 8, hay indicios de que la desigualdad en los ingresos aumentó durante el periodo de reformas a principios del decenio de los noventa (1991-1993 en la gráfica 4).

    GRÁFICA 4. Cambio en los coeficientes de Gini de Argentina, Brasil, México y Perú (1981-2006)a

    FUENTE: Argentina: Gasparini y Cruces, capítulo 5 de este tomo; Brasil: Barros et al., capítulo 6; México: Esquivel, Lustig y Scott, capítulo 7, y Perú: Jaramillo y Saavedra, capítulo 8.

    a Los datos para Argentina incluyen únicamente las zonas urbanas (que representan alrededor de dos tercios de la población). Los coeficientes de Gini se calculan para el ingreso familiar corriente total per cápita. El concepto de ingreso que se emplea es el siguiente: Argentina: ingreso corriente monetario (sin contar el valor imputado a viviendas ocupadas por sus dueños ni el autoconsumo), después de impuestos en el caso de los asalariados y antes de impuestos en el caso de las demás categorías, y después de transferencias monetarias gubernamentales. Brasil: ingreso corriente monetario más el valor imputado a los ingresos en especie (sin contar el valor imputado a viviendas ocupadas por sus dueños ni el autoconsumo), antes de impuestos y después de transferencias monetarias gubernamentales. México: ingresos monetarios corrientes (sin contar el valor imputado a viviendas ocupadas por sus dueños ni el autoconsumo), después de impuestos y transferencias monetarias gubernamentales. Perú: ingreso corriente total (incluye el valor imputado a los ingresos en especie, las viviendas ocupadas por sus dueños y el autoconsumo, así como algunas transferencias gubernamentales en especie como alimentos y servicios de salud), después de impuestos y transferencias monetarias gubernamentales.

    GRÁFICA 5. Rendimientos relativos de la educación en Argentina, Brasil, México y Perúa

    FUENTE: En el caso de Argentina, Brasil y Perú, las proporciones se obtuvieron de los cálculos de los autores con base en datos de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial), julio de 2009 (http://sedlac.econo.unlp.edu.ar/eng/); en el caso de México, se basan en López Acevedo (2006).

    a Las proporciones de los rendimientos de la educación se calcularon a partir de las variables de educación para las ecuaciones mincerianas (empleando únicamente los salarios de la ocupación principal de los hombres). Se incluyeron las variables de grados de escolaridad (universidad, escuela secundaria y escuela primaria), experiencia potencial y regiones geográficas. La variable omitida fue sin estudios o primaria incompleta. Las remuneraciones incluyen los salarios de los hombres en todos los segmentos del mercado laboral, incluyendo asalariados, trabajadores independientes y patrones. Los cálculos se realizan para el grupo etario de 25 a 55 años. Los datos para Argentina incluyen únicamente las zonas urbanas; las zonas urbanas abarcadas por la encuesta representan 66% de la población total. Las encuestas anteriores a 1991 cubren el Gran Buenos Aires; las encuestas entre 1992 y 1997 abarcan únicamente 15 ciudades, y las encuestas de 1998 a 2006 cubren 28 ciudades.

    Durante el periodo en que se intensificaron las reformas estructurales promercado en los años noventa, la desigualdad siguió creciendo, impulsada en parte por un aumento significativo en los rendimientos relativos de la educación superior (véase la gráfica 5). Pero eso ocurrió al mismo tiempo que aumentó la oferta de mano de obra calificada y semicalificada (véase la gráfica 6). ¿Cómo se podría explicar el incremento en los rendimientos de la educación con una oferta de mano de obra calificada creciente? Sencillamente porque aun con una oferta creciente la demanda de mano de obra calificada se incrementó a mayor velocidad. Existe evidencia de que tanto la reasignación sectorial de la producción y el empleo, como la intensidad del capital humano al interior de los sectores, cambió en favor de la mano de obra calificada, sobre todo de los trabajadores con grado universitario. Por tanto, los resultados son congruentes con la presencia de un cambio tecnológico sesgado hacia el trabajo calificado, en particular después de la apertura de las economías en los decenios de los ochenta y noventa. En Argentina (Gasparini y Cruces, capítulo 5 de estas Lecturas), México (Cragg y Eppelbaum, 1996, y Esquivel y Rodríguez López, 2003) y Perú (Jaramillo y Saavedra, capítulo 8) el efecto directo de la liberación comercial en la desigualdad salarial parece haber sido modesto. Sin embargo, el efecto indirecto de la apertura —por su repercusión en la adopción de nuevas tecnologías de producción y organización intensivas en trabajo calificado— parece haber sido relevante. Éste no es el caso de Brasil, en donde la liberación comercial no sólo no aumentó las remuneraciones relativas de trabajadores calificados sino que la redujo, como sugieren Ferreira et al. (2007). Ésta podría ser la principal razón por la que la desigualdad en Brasil no aumentó durante el periodo de reformas y no muestra la pauta de U invertida que se observó en otros países.¹⁵

    II. LA DISMINUCIÓN DE LA DESIGUALDAD EN LOS AÑOS 2000

    La tendencia al aumento de la desigualdad se detuvo hacia fines del decenio de los noventa o, a más tardar, a principios del de los 2000, dependiendo del país (véase la gráfica 4). A partir de entonces y hasta la crisis financiera mundial de 2008-2009, la desigualdad disminuyó en la mayoría de los países latinoamericanos (y en la mayoría esta tendencia continuó o no hubo cambios durante la crisis). En los cuatro países que se analizan aquí la desigualdad comenzó a bajar en momentos distintos: 1994 en México, 1997 en Brasil, 1999 en Perú y 2002 en Argentina (véase la gráfica 4). En total, el coeficiente de Gini cayó en 5.9 puntos porcentuales en México (1994-2006), 5.4 puntos porcentuales en las zonas urbanas de Argentina (2002-2006), 5 puntos porcentuales en Perú (1999-2006) y 4.8 puntos porcentuales en Brasil (1997-2007).¹⁶

    GRÁFICA 6. Composición de la población adulta por escolaridad en Argentina, Brasil, México y Perúa

    FUENTE: Cálculos de los autores con base en datos de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial), julio de 2009 (http://sedlac.econo.unlp.edu.ar/eng/).

    a Los grupos por capacidades se formaron según los años de estudios formales. Los grados de escolaridad corresponden a estudios terminados de primaria, educación media y media superior, y educación superior. En Argentina, la primaria se completa después de siete años de estudios formales, la educación media y media superior después de 12, y la educación superior después de 15 o más; la primaria incompleta incluye seis años de estudios o menos y la ausencia de estudios. En Brasil, la primaria se completa después de cuatro años de estudios formales, la educación media y media superior después de 11 y la educación superior con 15 o más; la primaria incompleta incluye 3 años de estudios o menos y la ausencia de estudios. En México, la primaria se completa después de 6 años de estudios formales, la educación media después de nueve, la educación media superior después de 12 y la educación superior con 15 años o más; la primaria incompleta incluye cinco años de estudios o menos y la ausencia de estudios. En el Perú, la primaria se completa después de cinco años de estudios formales, la educación media y media superior después de 11 y la educación superior con 14 o más; la primaria incompleta incluye cuatro años de estudios o menos y la ausencia de estudios. En 1997, la educación media en el Perú se completa después de 10 años. Las proporciones se calcularon únicamente para los adultos (en el grupo etario de 25 a 65 años).

    ¿Qué factores explican esta reducción de la desigualdad? ¿Fueron las fuerzas del mercado como, por ejemplo, los cambios en la oferta y demanda de mano de obra con distinta calificación/escolaridad? ¿Han cambiado las instituciones del mercado laboral como son el poder de los sindicatos o los salarios mínimos? O ¿han sido las políticas redistributivas de los gobiernos las que han cambiado? Los capítulos del libro están dedicados a responder estas preguntas para los casos específicos de Argentina, Brasil, México y Perú. En particular, los autores analizan cuál fue la contribución de los factores demográficos como los cambios en la proporción de adultos en el hogar, por ejemplo, al cambio observado en la desigualdad en los ingresos familiares per cápita y cuánto de la caída de la desigualdad se debe a un descenso de la concentración del ingreso laboral y no laboral. Si la reducción de la desigualdad del ingreso laboral fue un determinante significativo, el análisis se traslada a otra serie de preguntas. ¿Qué papel desempeñaron los cambios en la distribución del logro educativo (años de escolaridad), los rendimientos de las características personales (particularmente, los de la escolaridad), el empleo, las horas trabajadas o la ocupación (por ejemplo, trabajo asalariado o trabajo independiente)? Si los cambios en los tres factores fueron importantes ¿qué los hizo cambiar? ¿El aumento en la cobertura de la educación básica, el cambio en la demanda relativa de mano de obra calificada, las condiciones macroeconómicas o el fortalecimiento de los sindicatos? Si el papel del ingreso no laboral también fue igualador ¿cuán importante fue la política de transferencias gubernamentales?

    La metodología para responder a estas preguntas varía según el capítulo, pero todos los autores utilizan métodos paramétricos o no paramétricos para estimar la contribución de los llamados determinantes inmediatos de la distribución del ingreso de los hogares.¹⁷, ¹⁸ El análisis de descomposición a su vez se combina con evidencia indirecta y narrativas históricas para armar el rompecabezas multidimensional de los factores determinantes fundamentales (en contraste con los inmediatos) de la evolución de la desigualdad. A partir de los análisis de descomposición se encontraron varios factores en común. En primer lugar, en los cuatro países, la tasa de dependencia —producto de la reducción en la tasa de fecundidad que había comenzado en decenios anteriores— disminuyó más en las familias más pobres, lo cual tuvo un efecto igualador. En segundo lugar, en los cuatro países se presentó una reducción del ingreso no laboral y en todos, menos el Perú, también se observó una reducción de la concentración del ingreso laboral per cápita en el hogar. En tercer lugar, para los trabajadores individuales la desigualdad del ingreso laboral disminuyó en los cuatro países. A continuación se resume el análisis de los factores que determinaron la evolución de la desigualdad del ingreso laboral y no laboral.

    1. La desigualdad de los ingresos laborales: la carrera entre la expansión educativa y el cambio tecnológico

    La reducción de la desigualdad de los ingresos laborales individuales puede haber ocurrido por dos razones principales. La distribución de atributos (por ejemplo, años de escolaridad) puede haberse tornado más equitativa. Asimismo, la diferencia en los rendimientos relativos de dichos atributos (por ejemplo, en los rendimientos de la educación terciaria) puede haberse reducido. En los cuatro países, y sobre todo en Brasil, México y Perú, se observa un aumento de la escolaridad media y una reducción de la desigualdad en la escolaridad de la fuerza laboral. La gráfica 7 muestra los coeficientes de Gini de los años de escolaridad de la población entre 25 y 65 años de edad. Como se observa, éste cayó 5 puntos porcentuales en Brasil (1998-2007), 7 puntos porcentuales en México (1996-2006) y 4 puntos porcentuales en Perú (2001-2007). En Argentina, la disminución fue menor (2003-2006), ya que en ese país el periodo analizado fue más corto y la población ya de entrada tenía más años de escolaridad.

    En otras palabras, la desigualdad en la distribución del ingreso laboral posiblemente cayó por el efecto cantidad de la expansión educativa. Sin embargo, este efecto no siempre resulta en una reducción de la desigualdad. De hecho, en Argentina y México, estudios previos¹⁹ mostraron que en los años noventa el coeficiente de Gini de la escolaridad se redujo al mismo tiempo que la desigualdad en los ingresos laborales aumentó. Bourguignon et al. (2005) muestran que este resultado aparentemente paradójico no lo es. En realidad es mera consecuencia de que la curva de los rendimientos de la educación tenía grandes rendimientos crecientes: es decir, años adicionales de escolaridad tenían, proporcionalmente, mayores rendimientos y, por tanto, durante parte del proceso de igualación de años de escolaridad, la desigualdad de los ingresos laborales aumentaría hasta llegar a un cierto punto en que comenzaría a bajar.²⁰ Una razón que explicaría la caída observada en Argentina y México podría ser entonces que se sobrepasó dicho punto. Sin embargo, otro factor que conviene analizar es si también ha habido una disminución de los rendimientos relativos de escolaridad superior (o sea, si la pendiente de la curva de rendimientos se hizo menos pronunciada aun cuando los rendimientos continuaron creciendo). La respuesta es afirmativa: los rendimientos relativos de la mano de obra con educación terciaria disminuyeron (véase la gráfica 5).²¹ Es decir, el efecto precio del atributo escolaridad también fue igualador.

    GRÁFICA 7. Coeficientes de Gini para educación (años de escolaridad) en Argentina, Brasil, México y Perúa

    FUENTE: Cálculos de los autores con base en datos de SEDLAC, julio de 2009 (http://sedlac.econo.unlp.edu.ar/eng/).

    a Los datos corresponden al grupo etario de 25 a 65 años. Los datos para Argentina incluyen únicamente las zonas urbanas; las zonas urbanas cubiertas por la encuesta representan 66% de la población total. Las encuestas de 1992 a 1997 abarcan 15 ciudades; las encuestas de 1998 a 2006 abarcan 28 ciudades.

    Éste es un hallazgo importante porque indica que se revirtió una tendencia presente durante el periodo en que la desigualdad aumentó. ¿Fue resultado de una reducción de la oferta relativa de mano de obra no calificada o, por lo contrario, de una reducción de la demanda relativa de mano de obra calificada, o de ambas? En este libro no se estima un modelo formal y completo del mercado de trabajo y por tanto no es posible dar una respuesta rigurosa incluyendo órdenes de magnitud a la pregunta planteada. Sin embargo, con ayuda de las gráficas anteriores se pueden sugerir ciertas conclusiones. Según se observa en la gráfica 6, la oferta relativa de mano de obra con educación terciaria y secundaria (primaria, primaria incompleta y sin instrucción) ha ido en aumento (disminuyendo). Sin embargo, esta tendencia ya lleva presentándose desde principios de los años noventa. Esto hace pensar que en los noventa, la demanda relativa de mano de obra calificada (con educación terciaria) creció a mayor velocidad que su oferta relativa (sobre todo en Argentina y México) pero que en los años 2000 la demanda lo hizo con menor rapidez que la oferta. De hecho, el caso de México es el más claro de que un fenómeno de esta naturaleza ha estado ocurriendo ya que los rendimientos relativos de la mano de obra con educación terciaria crecen más (menos) en el periodo en que la oferta relativa de dicha mano de obra aumenta más (menos) rápido.

    En la gráfica 8 se observa lo que ocurrió en México y también en los otros tres países. En Argentina, Brasil y Perú se observa que la reducción en la prima a la calificación (rendimiento relativo de la educación terciaria) se redujo a raíz de la expansión de la oferta relativa de la mano de obra calificada. Sin embargo, como la oferta relativa también creció en el periodo en que los rendimientos relativos aumentaron, factores de demanda deben haber desempeñado un papel también. En el caso de México esto es evidente porque los rendimientos relativos cayeron, aun cuando el incremento en la oferta relativa fue mucho menor en los años 2000 que en los noventa. Si la demanda hubiese continuado con el mismo ritmo que en los noventa los rendimientos relativos tendrían que haber subido más, no menos, de lo que lo hicieron. En los otros tres países queda pendiente determinar la contribución relativa, porque como la oferta creció mucho más en los años 2000 que en los noventa, la caída en los rendimientos relativos bien pudo haber sido el efecto de que la expansión educativa alcanzó a cubrir la mayor demanda de mano de obra calificada generada por el cambio tecnológico, y el efecto del cambio tecnológico respecto a la demanda de mano de obra calificada se fue atenuando.

    GRÁFICA 8. Cambios en la oferta de trabajadores con estudios superiores y rendimientos de la educación superior (en relación con la educación primaria) para Argentina, Brasil, México y Perúa

    FUENTE: En el caso de Argentina, Brasil y el Perú los resultados se obtuvieron de los cálculos de los autores con base en datos de SEDLAC, julio de 2009 (http://sedlac.econo.unlp.edu.ar/eng/); en el caso de México, se basan en López Acevedo (2006).

    a Las proporciones de los rendimientos de la educación se calcularon a partir de las variables de educación para las ecuaciones mincerianas (empleando únicamente los salarios de la ocupación principal de los hombres). Se incluyeron las variables de grados de escolaridad (universidad, escuela secundaria y escuela primaria), experiencia potencial y regiones geográficas. La variable omitida fue sin estudios o primaria incompleta. Las remuneraciones incluyen los salarios de los hombres en todos los segmentos del mercado laboral, incluyendo asalariados, trabajadores independientes y patrones. Los cálculos se realizan para el grupo etario de 25 a 65 años. Las proporciones de los grupos de oferta educativa se formaron según los años de estudios formales. Los niveles de escolaridad corresponden a estudios terminados de primaria, secundaria y educación superior. La primaria se completa después de seis años de estudios formales, la educación media superior después de 12 y la educación superior con 15 o más. La primaria incompleta incluye cinco años de estudios o menos y las personas sin ninguna instrucción. Población considerada para el grupo etario de 25 a 65 años. Los cambios porcentuales se dividieron entre el número de años de cada periodo. Los años considerados para los cálculos son los que se incluyen en la gráfica. Los datos para Argentina incluyen únicamente las zonas urbanas; las zonas urbanas cubiertas por la encuesta representan 66% de la población total. Las encuestas de 1992 a 1997 abarcan 15 ciudades; las encuestas de 1998 a 2006 abarcan 28 ciudades.

    Como muestra Jaime Kahhat en el capítulo 2, en teoría, la presencia de cualquiera de estos factores podría ocasionar una reducción en la desigualdad salarial. Una revisión de los modelos del cambio tecnológico exógeno y endógeno revela que a menudo los efectos del cambio tecnológico son desigualadores al principio, mas no en el largo plazo. Por ejemplo, una vez que termina la fase de aprendizaje y los trabajadores se tornan realmente eficientes en el empleo de las nuevas tecnologías, las empresas sustituyen la mano de obra calificada y relativamente costosa con mano de obra no calificada y más económica.²² Estos modelos suponen mercados de capitales perfectos, lo que permite que la oferta de mano de obra calificada y el tipo de calificaciones se ajusten a los aumentos de la demanda. Incluso si la demanda de mano de obra calificada no disminuyera, la desigualdad salarial caería si la oferta de mano de obra calificada alcanzara a la demanda. Pero ¿qué pasaría si las imperfecciones del mercado de capitales impidieran o disminuyeran la velocidad con la que los trabajadores pueden adquirir mayor calificación (por medio de la educación terciaria, por ejemplo)?

    Empleando un modelo estilizado de imperfecciones del mercado de capitales, Kahhat muestra que cuando las decisiones de inversión en educación son restringidas por el acceso al crédito, entonces la proporción de mano de obra calificada en el estado estacionario es subóptima: el ingreso per cápita es menor de lo que sería si los mercados de capitales fueran perfectos y no existieran restricciones crediticias. Lo que es más importante para nuestro análisis es que, en estado estacionario con imperfecciones del mercado de capitales, una economía que parte de una distribución desigual de la riqueza (y de restricciones crediticias) en el equilibrio de largo plazo tendrá una distribución de la riqueza también desigual. En un mundo así, la política redistributiva que aumenta la proporción de mano de obra calificada (por ejemplo, una expansión considerable del acceso a la educación que lleva a un aumento de la oferta de la mano de obra calificada) incrementaría el salario relativo de la mano de obra no calificada, lo que a su vez representaría una oportunidad para que esos trabajadores invirtieran en educación. Por consiguiente, caerían tanto la prima salarial a la mano de obra calificada como la desigualdad en el acceso a educación (años de escolaridad), lo que a su vez reduciría la desigualdad de los ingresos laborales. Por tanto, las políticas que mejoran la igualdad de oportunidades en el presente mediante la ampliación de los servicios educativos subsidiados en las zonas marginadas (comunidades rurales y barrios urbanos pobres), el mejoramiento de la calidad de la educación y/o el establecimiento de programas de transferencias monetarias condicionadas (como Bolsa Família en Brasil o Progresa-Oportunidades en México) permiten que una fracción mayor de la población acumule suficiente riqueza para invertir en mejorar su calificación y por tanto aumentar potencialmente sus ingresos en el futuro. Este proceso puede generar un círculo virtuoso que lleve a una mayor equidad y crecimiento en el largo plazo.

    Como se dijo líneas arriba, no contamos con estimaciones precisas de hasta qué punto la reducción que ocurrió en la prima a la mano de obra calificada en Argentina, Brasil, México y Perú sea resultado de factores de demanda o de oferta (aunque en México es evidente que la demanda en los años 2000 debe haber crecido menos). No obstante, quedó claro que entre mediados de los ochenta y mediados del primer decenio del siglo XXI, la composición de la mano de obra por grado escolar experimentó un cambio importante. Es posible que esta expansión del acceso a la educación de manera masiva a grados básicos haya sido consecuencia del regreso de la democracia²³ y del mejor manejo macroeconómico que permitió generar el espacio fiscal necesario para ampliar el acceso a la educación. En el ámbito educativo se presentó un incremento considerable en la cobertura de la educación básica, y a medida que la mano de obra poco calificada se tornó relativamente escasa (véase la gráfica 6), esos trabajadores pudieron mejorar su remuneración en términos absolutos y relativos.

    Como sugieren Barros et al., Esquivel et al. y Jaramillo y Saavedra, en los capítulos 6, 7 y 8, respectivamente, el aumento en el gasto por estudiante en educación primaria y el esfuerzo por incrementar el acceso a la educación en las poblaciones rurales de Brasil, México y Perú disminuyeron las restricciones respecto a la oferta. En Argentina el panorama es más heterogéneo. Gasparini y Cruces (capítulo 5) argumentan que la reducción de la brecha salarial entre la mano de obra calificada y la no calificada parece estar asociada con varios hechos: el incremento de precios relativos de las materias primas después de 2002 aumentó el empleo total; la devaluación del peso en 2002 cambió la demanda en favor de los sectores más intensivos en trabajo no calificado; los aumentos generales de salarios decretados por el gobierno (incluyendo el salario mínimo) y el fortalecimiento de los sindicatos favorecieron a los trabajadores de menor calificación. Al parecer, también en Brasil pero no en México ni en Perú, el aumento de los salarios mínimos tuvo algún efecto (véase la capítulo 6).

    Antes de pasar al análisis de los cambios en la distribución del ingreso no laboral, queda un tema interesante por explorar. El análisis previo se refirió al ingreso laboral de los individuos. Sin embargo, también nos interesa saber qué papel ha desempeñado la evolución de la distribución del ingreso laboral a nivel del hogar. Una disminución de la desigualdad de los ingresos laborales de las personas no forzosamente se traduce en una disminución de la desigualdad de los ingresos laborales de los hogares. En el caso de Argentina, Brasil y México, ambas apuntaron en la misma dirección. Sin embargo, no fue así para el Perú, donde a pesar de que los cambios en los rendimientos de la educación fueron igualadores en términos de los ingresos laborales individuales, estos cambios fueron

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1