El arte de tener siempre razón
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Arthur Schopenhauer
Arthur Schopenhauer
Nació en Danzig en 1788. Hijo de un próspero comerciante, la muerte prematura de su padre le liberó de dedicarse a los negocios y le procuró un patrimonio que le permitió vivir de las rentas, pudiéndose consagrar de lleno a la filosofía. Fue un hombre solitario y metódico, de carácter irascible y de una acentuada misoginia. Enemigo personal y filosófico de Hegel, despreció siempre el Idealismo alemán y se consideró a sí mismo como el verdadero continuador de Kant, en cuyo criticismo encontró la clave para su metafísica de la voluntad. Su pensamiento no conoció la fama hasta pocos años después de su muerte, acaecida en Fráncfort en 1860. Schopenhauer ha pasado a la historia como el filósofo pesimista por excelencia. Admirador de Calderón y Gracián, tradujo al alemán el «Oráculo manual» del segundo. Hoy es uno de los clásicos de la filosofía más apreciados y leídos debido a la claridad de su pensamiento. Sus escritos marcaron hitos culturales y continúan influyendo en la actualidad. En esta misma Editorial han sido publicadas sus obras «Metafísica de las costumbres» (2001), «Diarios de viaje. Los Diarios de viaje de los años 1800 y 1803-1804» (2012), «Sobre la visión y los colores seguido de la correspondencia con Johann Wolfgang Goethe» (2013), «Parerga y paralipómena» I (2.ª ed., 2020) y II (2020), «El mundo como voluntad y representación» I (2.ª ed., 2022) y II (3.ª ed., 2022) y «Dialéctica erística o Arte de tener razón en 38 artimañas» (2023).
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Comentarios para El arte de tener siempre razón
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- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Espero que despues de leer este libro me ayude en el día a día en las dialecticas y controversias que se encuentran en la vida familiar, laboral y social que donde uno se desarrolla.
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El arte de tener siempre razón - Arthur Schopenhauer
Arthur Schopenhauer
El arte de tener siempre razón
Traducción de
Laura Fólica
Título original: Die Kunst, Recht zu Behalten. In 38 Kunstgriffen dargestellt
Traducción del francés: Laura Fólica
© Libros del Zorzal, 2015
Buenos Aires, Argentina
Libros del Zorzal
Printed in Argentina
Hecho el depósito que previene la ley 11.723
Para sugerencias o comentarios acerca del contenido, escríbanos a: info@delzorzal.com.ar
Asimismo, puede consultar nuestra página web:
Índice
Fundamento de toda dialéctica | 15
Estratagema 1 | 18
Estratagema 2 | 21
Estratagema 3 | 24
Estratagema 4 | 26
Estratagema 5 | 27
Estratagema 6 | 28
Estratagema 7 | 29
Estratagema 8 | 30
Estratagema 9 | 31
Estratagema 10 | 32
Estratagema 11 | 33
Estratagema 12 | 34
Estratagema 13 | 36
Estratagema 14 | 37
Estratagema 15 | 38
Estratagema 16 | 39
Estratagema 17 | 40
Estratagema 18 | 41
Estratagema 19 | 42
Estratagema 20 | 43
Estratagema 21 | 44
Estratagema 22 | 45
Estratagema 23 | 46
Estratagema 24 | 47
Estratagema 25 | 48
Estratagema 26 | 49
Estratagema 27 | 50
Estratagema 28 | 51
Estratagema 29 | 53
Estratagema 30 | 55
Estratagema 31 | 60
Estratagema 32 | 62
Estratagema 33 | 63
Estratagema 34 | 64
Estratagema 35 | 65
Estratagema 36 | 67
Estratagema 37 | 70
Última estratagema | 71
Apéndice | 74
Suplemento de las primeras páginas | 74
Segundo suplemento | 75
Notas de las primeras páginas | 77
Notas de las páginas 16 y 17 | 78
Suplemento de la página 16 | 80
Nota de la página 113 | 84
Este breve tratado, redactado por Schopenhauer en Berlín en 1830 y 1831, fue publicado por primera vez por Julius Frauenstädt en Arthur Schopenhauers handschriftlicher Nachalaß, Brockhaus, Leipzig, 1864.
La dialéctica erística es el arte de la controversia, dirigida de tal manera de tener siempre razón, o sea, per fas et nefas [ya sea que se tenga razón o se esté equivocado]; puesto que uno puede tener objetivamente razón respecto al propio objeto del debate al tiempo que persevera en su equivocación ante los ojos de los asistentes, e incluso a veces de sí mismo. En efecto, cuando mi adversario rechaza mi prueba, parece que rechazara mi propia tesis, mientras que ésta puede ser sostenida por medio de otras pruebas. Por supuesto, en tal caso la relación se invierte en lo que concierne al adversario: él termina triunfando aunque objetivamente esté equivocado. Entonces, la verdad objetiva de una proposición y el valor de ésta, tal como aparece en la aprobación de los opositores y del auditorio, son dos cosas diferentes. (Hacia esto último se orienta la dialéctica.)
¿Cuál es la causa? Tan sólo la perversidad natural del género humano. Si ésta no existiera, si fuésemos fundamentalmente honestos, sólo buscaríamos que la verdad emergiera de su pozo en cualquier debate, sin preocuparnos demasiado por saber si tal verdad es acorde con la primera opinión que mantuvimos o con la opinión del otro; algo que resulta indiferente, o al menos que tendría una importancia completamente secundaria. La vanidad innata, en especial susceptible en todo lo relativo a las facultades intelectuales, nos impide admitir que nuestra afirmación original se revele falsa, ni que la del adversario resulte exacta. Por consiguiente, es indudable que todos deberíamos buscar sólo la formulación de juicios justos: para eso habría que empezar reflexionando y, después, abrir la boca. Pero, en la mayoría de los hombres, la vanidad innata se ve acompañada de incontinencia verbal y de una deshonestidad natural. Hablan antes de reflexionar, e incluso si luego advierten que su tesis es falsa y que están equivocados, es necesario igualmente que parezca lo contrario. El interés de la verdad, si bien en general debiera ser el único motivo para afirmar la tesis probablemente justa, cede terreno entonces al interés de la vanidad: lo verdadero debe parecer falso y lo falso verdadero.
Sin embargo, esta deshonestidad, la obstinación por mantener una proposición que incluso nos parece falsa a nosotros mismos, tiene una excusa: al principio generalmente estamos muy convencidos de la verdad de nuestra tesis, pero luego el argumento de nuestro adversario parece refutarla. Entonces si enseguida renunciamos a defenderla, solemos descubrir después que teníamos razón