Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

DE LA PESTE NEGRA AL CORONAVIRUS: LAS EPIDEMIAS QUE LOS LIBROS NOS CUENTAN
DE LA PESTE NEGRA AL CORONAVIRUS: LAS EPIDEMIAS QUE LOS LIBROS NOS CUENTAN
DE LA PESTE NEGRA AL CORONAVIRUS: LAS EPIDEMIAS QUE LOS LIBROS NOS CUENTAN
Libro electrónico104 páginas1 hora

DE LA PESTE NEGRA AL CORONAVIRUS: LAS EPIDEMIAS QUE LOS LIBROS NOS CUENTAN

Calificación: 5 de 5 estrellas

5/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Con una narrativa clara y contundente, Marco Antonio Mendoza Bustamante nos lleva de la mano por diversos pasajes presentes en la literatura universal, que hacen referencia a la manera en que la humanidad ha superado a lo largo de la historia diversas pandemias semejantes a la del coronavirus que azota al mundo en este siglo XXI.Acompaado de diversas reflexiones acerca de las constantes del comportamiento humano ante las pandemias en la historia, el autor nos invita a redescubrir diversas joyas literarias como Diario del ao de la peste de Daniel Defoe, El ltimo hombre de Mary Shelley, La mscara de la muerte roja de Edgar Allan Poe, La peste escarlata de Jack London y La montaa mgica de Thomas Mann, entre otras.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 jul 2020
ISBN9786078469956
DE LA PESTE NEGRA AL CORONAVIRUS: LAS EPIDEMIAS QUE LOS LIBROS NOS CUENTAN

Relacionado con DE LA PESTE NEGRA AL CORONAVIRUS

Libros electrónicos relacionados

Crítica literaria para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para DE LA PESTE NEGRA AL CORONAVIRUS

Calificación: 5 de 5 estrellas
5/5

1 clasificación0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    DE LA PESTE NEGRA AL CORONAVIRUS - Marco Bustamante

    autor

    Las pandemias en la historia

    Desde la antigüedad, las pandemias han marcado el curso de la historia como un enemigo silencioso e invisible que acecha a nuestra especie. Son múltiples las referencias de estos acontecimientos que nos muestran la fragilidad humana, el valor de la solidaridad y la fortaleza que nos ha permitido sobrevivir y progresar como parte de un sistema de vida en el que los virus y las bacterias son elementos indisolubles del entramado biológico.

    Recordemos, por ejemplo, la peste antonina desatada allá por el siglo II d.C., cuando el Imperio romano atravesaba su época de esplendor. De nada sirvió el poderío y la gloria del César ante los embates de esta enfermedad que cobró la vida de más de cinco millones de personas y puso a prueba la organización social y política del Imperio. Incluso el sabio emperador Marco Aurelio moriría a causa de la viruela en el año 180 d.C.

    Esta pandemia, también llamada la plaga de Galeno –célebre médico, quien reformuló la medicina hipocrática cuando enfrentó este mal– se extendió por todo el Imperio que en aquel entonces era tan inmenso que se pensaba que el orbis terrarum (globo terráqueo) era igual que el orbis romanus (mundo romano); se extendía desde los límites de los ríos Rin y Danubio hasta las inconmensurables arenas del Sahara, ocupando gran parte de lo que hoy es Alemania, Inglaterra, España, Portugal, Suiza, Italia, Croacia, Montenegro, Albania, Bulgaria, Grecia, Rumania, Siria, Turquía, Armenia, Palestina, Israel, Egipto, Libia, Marruecos y Argelia. Desde luego que una pandemia de estas proporciones contribuyó a definir el destino del mundo occidental.

    Siglos más tarde, en el año 541 d.C., la peste de Justiniano se apoderó de Constantinopla, una metrópoli de casi 800 mil habitantes, ocasionando la muerte de 40% de su población. De ahí se extendería a todo el Imperio contagiando también al mismo Justiniano, quien, a diferencia de Marco Aurelio siglos atrás, logró recuperarse. Fueron tan fatídicos los efectos de dicha pandemia que murieron cerca de 4 millones de personas y llegó un momento, según los relatos de la época, en que el número de muertos superaba a los sobrevivientes.

    Para el siglo XIV, la peste negra se propagó por toda Europa a través de barcos que transportaban ratas o piojos infectados. Cobró la vida de 30 millones de personas entre los años de 1347 y 1353, y de nuevo los decesos equivalieron a casi el 40% de la población total del continente.

    En una época en la que la humanidad aún no desarrollaba la ciencia moderna, se buscaban toda clase de explicaciones sobrenaturales a este mal. Finalmente se concluyó que el contagio se debía a las secreciones de los enfermos, a los cuerpos en estado de descomposición y al agua estancada, por lo que, para protegerse de ella, los médicos hacían uso de máscaras llenas de infusiones aromáticas. Esta pandemia, que se cree tuvo su origen en Asia y llegó a Europa gracias al comercio marítimo, fue fundamental para catalizar el comienzo del Renacimiento que permitió la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna, en la que las artes y el estudio de las disciplinas del conocimiento contribuyeron a que floreciera la humanidad.

    Paul-Fürst, doctor Sachnabel de Roma, c. 1659.

    Hasta el día de hoy, la peste negra sigue en la conciencia histórica de la humanidad por sus efectos. Éstos se prolongaron a través de los siglos, incluso durante el siglo XIX se presentaría nuevamente matando a más de 12 millones de personas, y no sería sino hasta 1920 que se le daría por extinta. Sin embargo, todavía en la década de los 50 se registraron algunos casos aislados.

    El siglo XX, marcado por el progreso tecnológico en el que ser humano conquistó el espacio, acortó distancias y abatió fronteras a través de las nuevas tecnologías de la información. Las pandemias también se hicieron presentes dejando una profunda huella en la vida de nuestra sociedad. La gripe española, ocasionada por el virus H1N1, afectó principalmente a personas jóvenes de entre 20 y 40 años de edad. Esta pandemia surgió en la base militar de Fort Riley, Kansas, Estados Unidos, y debido al desplazamiento de soldados a Europa a causa de la primera Guerra mundial logró esparcirse por todo el mundo. Adquirió su nombre porque fue España quien publicó información sobre la pandemia, mientras que los países involucrados en el conflicto armado la censuraban.

    En tanto la pandemia se apoderaba de la humanidad y las grandes potencias del mundo se encontraban en plena guerra, México y Rusia vivían sus revoluciones, contribuyendo a agravar esta etapa nada gloriosa de la humanidad. En nuestro país, las muertes ocasionadas por la Revolución mexicana se vieron incrementadas por cientos de soldados que morían abandonados a su suerte a casusa de una misteriosa fiebre.

    En 1958 una nueva epidemia, que se conocería como la gripe asiática, causada por el virus H2N2, surgiría y cobraría la vida de cerca de dos millones de personas. Se trataba de un virus cuyos efectos podrían ser similares a los del actual coronavirus, ya que en plena Guerra Fría este virus –también procedente de Asia, concretamente de la provincia de Yunnan, al sureste de China– se extendió por varios rincones del planeta y se convirtió en un reto en materia de salud pública. Ésta fue quizá la primera pandemia enfrentada desde un enfoque global, toda vez que para entonces existía la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuerpo colegiado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) encargado de las políticas de prevención, promoción e intervención mundial en materia de salud, que fue creado en Ginebra en el año de 1948; lo que permitió la clasificación internacional de estos virus, el desarrollo de vacunas anuales adecuadas a la mutación y la implementación de una política de vacunación efectiva contra enfermedades infecciosas, así como una constante vigilancia epidemiológica en todo el mundo.

    Otras pandemias a menor escala –pues no fueron globales–, se harían presentes como sería el caso de la risa de Tanganica, en el actual territorio de Tanzania, surgida en 1962; la gripe de Hong Kong de 1968, que mató a cerca de un millón de personas, y el brote de ébola de 1976, que registró una tasa de letalidad de 83% en Sudán y Zaire.

    La década de los ochenta estaría marcada también por su propia pandemia, ese fue el caso del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) que ha causado la muerte de más de 30 millones de personas en todo el mundo, una cifra que sigue creciendo puesto que aún no se conoce ningún medicamento que lo cure o una vacuna que lo prevenga, ya que se adquiere por transmisión sexual.

    Veamos que el común denominador en éstas y otras pandemias que se han registrado a lo largo de la historia, es el impacto social que ocasionan a grado tal que han tenido la capacidad de modificar el destino de la humanidad.

    Sin embargo, a diferencia de otros padecimientos, el covid llega a un mundo globalizado. Contrario a la sociedad que enfrentó la peste negra, la nuestra es una

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1