PANDEMIA UN VIEJO ENEMIGO
Un nuevo virus amenaza a la humanidad. El recién descubierto SARS-CoV-2, un tipo de coronavirus, emergió en Wuhan, una ciudad con casi 11 millones de habitantes y capital de la provincia de Hubei, China, a finales de 2019. Solo tres meses después había más de 786,000 infectados en 169 países y más de 38,000 fallecidos*, por lo que el 11 de marzo el brote de COVID-19, la enfermedad que provoca este virus, fue catalogado como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta es la segunda que el mundo enfrenta en el siglo XXI (la primera fue la pandemia de gripe A (H1N1) entre 2009 y 2010). La situación ha ameritado medidas extraordinarias como el cierre de fronteras, la aplicación de distanciamiento social e incluso de rigurosas cuarentenas que han paralizado la vida pública y trastocado la economía mundial. Aunque para algunos estas reacciones podrían parecer exageradas debido a la relativa letalidad del virus –su índice de mortandad según la OMS no supera el 2%–, los expertos saben que la capacidad de SARS-CoV-2 para propagarse fácilmente, junto a la falta de inmunidad de la población y lo poco que se conoce sobre él, son razones más que suficientes para tomar acción.
Estamos en un momento único. Nunca la humanidad había estado mejor preparada para actuar en conjunto y hacer frente a una enfermedad como esta. Piénselo así: hace unas décadas casi nada habríamos podido hacer para detener los efectos de la veloz expansión del virus. No sin motivo las enfermedades epidémicas o de masas (que una vez que se han propagado por el mundo adquieren el apelativo de “pandemia”)
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