Trampa de ilusiones

Por Juan Manuel Casanova

Aparte de indagar las múltiples teorías cuánticas acerca de la Percepción de la Realidad y de co-crear esta última con el poder de tus pensamientos, “Trampa de Ilusiones” nos da las herramientas necesarias para descifrar –mediante el ejercicio de la Consciencia- los oscuros intríngulis de una ingeniería social encaminada a construir una Sociedad más confusa, aborregada y llena de temores. Tú eres la realidad y sólo con tu amor podrías cambiarla.

• Idioma: Español
• Editorial: Juan Manuel Casanova
• Fecha de lanzamiento: 7 may 2020
• ISBN: 9780463319321

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Notas del Autor

PARTE I. Cada cual crea su propia realidad

I

II

III

IV

V

VI

VII

VIII

IX

X

XI

XII

XIII

XIV

XV

XVI

XVII

XVIII

PARTE II. Más allá del ADN

XIX

XX

XXI

XXII

XXIII

XXIV

XXV

XXVI

XXVII

PARTE III. Fragmentación

XXVIII

XXIX

PARTE IV. La Consciencia del No-Yo

XXX

Referencias

Notas del Autor

Después de la publicación exitosa de mi libro La Sanación Anticipada, me propuse la idea de escribir otro ensayo de autoayuda, enfocado en la connotación de la compleja realidad y en la significación del fenómeno de su percepción individual.

Aludiendo a la Realidad, el poeta español Ramón de Campoamor (1817-1901), retomándolo quizá de Shakespeare, dijo que En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira.

Aparte del relativismo y subjetivismo que encierra la frase, la metáfora del poeta asturiano lleva implícita una desconfianza hacia la realidad porque ella depende —en gran medida— de los filtros mentales interpuestos en la lectura perceptual.

Un psiquiatra amigo me refirió una anécdota sobre un furtivo paciente que había entrado a su consultorio quejándose de lo oscuro que estaba aquel lugar, sin darse cuenta que aún llevaba puesto sus espejuelos solares.

Los filtros son como esos lentes con los que inconscientemente vemos la Realidad, distorsionando la forma, el color o sabor de lo que estamos buscando en ella. Muchas veces nuestra atención queda atrapada en algo que no nos interesa, o simplemente no encontramos lo que tenemos frente a nuestros ojos porque tenemos nuestra atención secuestrada en otra parte. A esto le llaman captura o ceguera cognitiva, y está también relacionada a los sistemas de creencias, pudiendo ser el origen de nuestra falta de visión de cambio del mundo auto limitante en el que solemos estar sumergidos.

Al percibir, cometemos un acto de transducción y transgresión de la Realidad Objetiva que desemboca en una versión de las señales medioambientales que llegan a nuestras entradas sensoriales, moduladas por los colores de los cristales de los pensamientos, sentimientos, emociones y creencias con las que interpretamos a las personas o a ese mundo de allá afuera.

Además de los temas relacionados con el Universo Cuántico —implicado y holográfico—, la obra trata acerca del papel co-creador que tiene el observador sobre lo observado en la Realidad Participativa, donde el Mundo existe como una expresión de nosotros mismos. Se habla de los tonos, las frecuencias, de los efectos fantasmas y la sintonía de las auras celulares en el concierto cósmico de tu salud; del Multiverso, de las Realidades Paralelas, donde nos encontramos muchas veces, en diferentes lugares, con nosotros mismos; de las adopciones de las formas en la resonancia mórfica; de la permanencia del tiempo en el legado de Akasha. Se trata de esa inmortalidad surgida de una combinación de todos los campos de información y energía reunidas en el vacío, entrelazándose en la subyacente Matriz Cuántica.

Otros asuntos que se abordan son el dominio de los interruptores que apagan y encienden la existencia, en la expresión génica y en el resto de los ámbitos, y las misteriosas conexiones ambientales (epigenética) que acompañan el nacimiento y sirvieron de entorno emocional al embrión, y del sufrimiento, trasladado al presente en términos de rasgos heredables a los descendientes.

En fin, Trampa de Ilusiones indaga y pone al relieve los milagros realizados con los poderes de la intención, atención, convicción e imaginería mental enfocada en la sanación y en una biología diseñada por nuestras propias creencias. Después de todo, tú eres todo lo que piensas que eres.

"Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería al hombre como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna"

William Blake

(1757—1827)

Parte I

Cada cuál crea su propia realidad

I

Cuando despierto, abro los ojos y miro a mi alrededor, no es el mundo real lo que estoy mirando, sino las aparentes cosas de allá afuera; una ilusión inventada por mí, que observo desde las rendijas de mi percepción.

Para el hinduismo —una de las corrientes filosóficas más antiguas— lo que consideramos realidad no es tal. Eso que percibimos y no es, todo ese universo de cosas fenoménicas que como telaraña se teje a nuestro alrededor se llama Maya (Maia), la diosa del engaño que gobierna con su energía la ilusión y el sueño de la dualidad. Sin darte cuenta percibes lo que quieres pensar y le tiendes una trampa, y te conviertes en un cazador delirante de tus propias ilusiones.

Tanto la percepción como la imaginación son factores que se complementan y que son utilizados para la interacción, interpretación y para dar respuestas a los sucesos y situaciones que experimentamos, mientras tomamos conciencia y participamos en la interpretación y colapsación de la realidad, seleccionando, clasificando y configurando las señales medioambientales e integrándolo con los datos ya percibidos, provenientes de historias anteriores. La realidad es producto de la imaginación, que es un proceso creativo superior que permite al individuo manipular la información generada con vistas a crear una representación percibida por los sentidos y que se ha formado dentro del organismo en ausencia de estímulos del ambiente. Es un proceso mental que no necesita de un objeto presente en la realidad para representarla y se sirve de la memoria para manipular la información, transformándola en nuevos estímulos y realidades. Sociológicamente, la realidad es un constructo que el ser humano construye de acuerdo a como percibe por medio de los sentidos, y a la influencia que recibe de la dinámica institucional y los ámbitos de interacción social a los que está expuesto. Es un delirio colectivo.

La cantidad de información que ingresa por las entradas sensoriales del cuerpo humano y por las innumerables redes neuronales alcanzan la cifra de cuatrocientos mil millones de bits por segundos, pero solo dos mil llegan a nuestra conciencia. Es un mecanismo que excluye una cantidad billonaria de información hasta solo dejar los datos más útiles. La neurocientífica norteamericana Dra. Candace Pert (1946-2013), señala que son las emociones las encargadas de decidir qué vale la pena prestarle atención y, finalmente, solo toma una pizca de esa realidad que representa la mitad de una millonésima de uno por ciento de lo que está allá afuera.

De acuerdo a las teorías del neurocientífico Karl Pribram, la única razón por la que sentimos que estamos en la realidad, en lugar de percibiéndola es que nuestro cerebro se vincula holográficamente con el allí afuera y entonces nuestra percepción no solo se procesa en el cerebro, sino también se engancha y sale para interactuar con el allá afuera.

Otros de los inconvenientes que se presentan en nuestra relación con la supuesta realidad, es que el proceso de percepción se produce con cierto retraso con relación al momento de llegada de las señales o estímulos exteriores que la produjeron o, en otras palabras, no tenemos acceso directo al presente. Podría decirse que mientras nuestro cuerpo-mente lidia conscientemente con la realidad con cierto retraso, el subconsciente lo graba en un tiempo más apegado al presente inmediato.

La mente subconsciente procesa alrededor de veinte millones de estímulos por segundo, mientras que la mente consciente procesa cuarenta estímulos en ese mismo tiempo.

Lo que percibimos es el resultado de un proceso muy complejo en el cual el cerebro transforma la información contenida en el espacio hasta dar lugar a algo que podamos comprender, como lo puede ser una imagen visual o auditiva del mundo. La disciplina sintérgica, que es una aproximación teórica a la percepción, afirma que la realidad es producto de la interacción entre las distorsiones de un campo neuronal y otro campo de información y decodificación del espacio.

Los comportamientos aprendidos, las creencias adquiridas de otras personas, las ideas y emocionalidad que formaron el entorno prenatal (influencias epigenéticas) constituyen —en gran medida— el contenido de las programaciones subconscientes que las células se ven forzadas a seguir.

En general, nuestras ideas y pensamientos actuales están conformados y se alimentan con más de tres cuartas partes de la información que ya está subconscientemente grabada como rutas de acceso del pasado acumulado para abordar el presente.

Para lograr conseguir los cambios que deseamos en nuestras vidas, debemos darnos cuenta de cuántas etiquetas negativas y zonas erróneas de esa programación subconsciente vieja trasladamos a la nueva lista de propósitos.

Algunas estadísticas indican que la franja que representa los comportamientos inconscientes de tu cuerpo-mente-cerebro rebasa el 90%, mientras que los comportamientos conscientes apenas alcanzan el 10%. Muchos de los aspectos del subconsciente que están relacionados con los símbolos del Poder, el Dinero, la Política y la Religión, entre otros, son ponderados por las instituciones y sus programaciones sociales. Actuamos— mentalmente hundidos— en las referencias del pasado. Tu mente consciente es solo una pequeña punta de un vasto iceberg de información que flota y se esconde dentro de ti en el misterioso océano de tu subconsciente.

El teórico cuántico y profesor de la Universidad de Pricenton John von Newmann profundizó acerca de la naturaleza dual de la realidad y afirmó que la misma tiene un componente psicológico que la envuelve y se colapsa cuando la observas. Igualmente, el físico austríaco Erwin Schrodinger, Premio Nobel en 1933, describió cómo el factor psicológico tiene un carácter trascendental en la interpretación de la realidad que excluye la existencia de un mundo externo