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DESEO Y SABER EN PSICOANÁLISIS: LACAN, WINNICOTT Y BION
DESEO Y SABER EN PSICOANÁLISIS: LACAN, WINNICOTT Y BION
DESEO Y SABER EN PSICOANÁLISIS: LACAN, WINNICOTT Y BION
Libro electrónico239 páginas3 horas

DESEO Y SABER EN PSICOANÁLISIS: LACAN, WINNICOTT Y BION

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Este libro constituye un auténtico esfuerzo de integrar las diversas concepciones posfreudianas respecto a la clínica en un único volumen, que explora como pocos las generalidades de tres grandes autores psicoanalíticos: Lacan, Winnicott y Bion. A lo largo del presente volumen, el lector encontrará una descripción detallada de los principales conce
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 abr 2020
ISBN9786078738045
DESEO Y SABER EN PSICOANÁLISIS: LACAN, WINNICOTT Y BION
Autor

Hugo Toro

Licenciado en psicología por la Universidad Juárez del Estado de Durango. Maestro en Psicoterapia Psicoanalítica por el Instituto Universitario Eleia. Actualmente atiende en su consulta privada y es profesor de psicología para la Universidad Panamericana al nivel Medio Superior. Ha dado charlas y conferencias vinculados a la psicología, el psicoanálisis y la filosofía. Miembro fundador de la plataforma de difusión cultural Distrito-Psicoanalítico.

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    DESEO Y SABER EN PSICOANÁLISIS - Hugo Toro

    INTRODUCCIÓN

    Nunca la ignorancia es virtud, aunque pueda ser una pasión de los humanos, es una frase que el psicoanalista argentino Néstor Braunstein me dijo durante una entrevista que sostuvimos en 2015 y, por supuesto, tenía la razón que da la experiencia y la confrontación con un saber que trata, precisamente, de lo que no se sabe.

    La presente tesis ha surgido con una motivación inicial muy distinta de la motivación ulterior; en un inicio surgió como una intención de demostrar lo erróneo de los planteamientos kleinianos y poskleinianos en comparación con las estructuras teóricas y prácticas del análisis lacaniano. Mi ignorancia era evidente y conforme la investigación avanzó pude dar cuenta de que en realidad ni uno era tan omnipotente ni el otro era reprochable, de esa integración surgió en mí la necesidad de plantear y de indagar, por lo menos en algunos aspectos, aquellos puntos de intersección que en Klein y Lacan podían establecerse, de manera más correcta debería decir las intersecciones que entre esas dos escuelas psicoanalíticas podrían establecerse pues no únicamente terminé revisando ambos autores. Así, finalmente el trabajo final tuvo por objetivo y motivación ese encuentro entre las dos tradiciones psicoanalíticas más importantes luego de Freud, por supuesto partiendo del deseo en el sentido freudiano y lacaniano como una base a partir de la cual ambas escuelas podrían encontrar en cierto modo sus puntos de encuentro.

    Así pues, comprendiendo el deseo como parte esencial del ser humano y constituyente de una afrenta constante en nuestras vidas por lo que nos implica y a lo que nos sujeta, a una falta irreductible, bordeable, pero no rellenable; a una renuncia, depresiva diría Klein, que nos sacude y nos instaura, nos habilita mejor dicho, para la reparación y la integración, para el amor. Pues finalmente como diría Lacan en su seminario X dedicado a la angustia: el amor es lo único que permite al goce condescender al deseo.

    Siendo un efecto de lo humano sujetado al inconsciente es llamativo que la época contemporánea se encuentre particularmente sometida al imperativo de goce que le imprime el discurso capitalista y no tanto a la estructura deseante que prevaleció en todos los periodos anteriores del ser humano. La época contemporánea se encuentra sucintamente influida por ese imperativo de gozar, el sujeto está cada vez más arrojado a un goce que no comprende y que le genera amplias dosis de malestar que no se acaban sino que se refuerzan y terminan por aniquilarlo a la larga.

    Las expresiones culturales y tecnológicas de nuestra época son una prueba de ello, lo pasajero, lo efímero y banal son expresiones que se perciben cada vez más en las artes. Artistas como Jeff Koons, Demian Hirst, Yayoi Kusama y tantos otros expresan este goce social que enajena al sujeto, que le hace sentir, aunque sea en la ilusión, que tiene acceso al goce más allá del otro, más allá de la renuncia. Hoy más que nunca preguntarnos acerca del deseo se vuelve un imperativo categórico para recobrar y respaldar la creatividad, el vínculo con el dolor y la responsabilidad personal. Los analizantes llegan cada vez más evasivos al dolor mental y a las renuncias que imprime la vida en el diario vivir y que son necesarios para desarrollar una vida creativa y en expansión constante.

    Es precisamente ese olvido del deseo bajo el ominoso manto del goce impuesto por el mercado lo que se convierte en el origen de este trabajo que busca examinar el tema del deseo en la práctica analítica que es, esencialmente, la práctica clínica que más permite al sujeto renunciar y declarar esa falta necesaria para la salud y la estabilidad. Preguntarnos por el deseo, la falta y la renuncia depresiva (en el sentido de Klein), es una tarea necesaria en estos tiempos en que la promesa vacía de completud es el slogan del ritmo de vida occidental contemporáneo. Finalmente, pocos dispositivos quedan para descolocar al sujeto de la diada con su goce.

    Por lo demás y en lo que se refiere a la estructura del presente trabajo el abordaje corresponderá en principio en la revisión del concepto de deseo en Freud para pasar posteriormente a las elaboraciones de Lacan al respecto. Posteriormente se establecerán algunas propuestas en lo que se refiere al desarrollo del deseo y su vinculación con el desarrollo psíquico del sujeto, partiendo de las consideraciones de Melanie Klein y Winnicott en vinculación con los autores anteriormente mencionados. Finalmente, corresponderá dar lugar a un capítulo dedicado al saber y al deseo, tratando de establecer los vínculos y paralelismos entre Lacan, Bion y Meltzer.

    Así pues, este trabajo constituye un intento de diálogo y encuentro entre escuelas que tradicionalmente han sido contempladas como distantes e incluso oponentes, aún cuando los representantes de estas escuelas tuvieron posiciones respetuosas entre sí. ¿Qué es el deseo y cuáles son sus implicaciones en la clínica y en la comprensión del sujeto respecto a su propia verdad? serán las preguntas que trataremos de responder en lo sucesivo.

    Creo que siempre es preferible la neurosis a la imbecilidad

    (Rubén Darío)

    CAPÍTULO I. EL DESEO Y SUS VICISITUDES

    Como hemos dicho en la sección previa, la tesis que sustenta este trabajo es que el deseo debe ser reconocido como el eje fundacional de la clínica psicoanalítica tanto en su comprensión de la patología como en la normalidad, así como los paralelismos que en este concepto se encuentran entre los diversos autores del psicoanálisis. La técnica que habrá de seguirse persigue la intención de que el sujeto reconozca su propio deseo involucrando el concepto de verdad como estatuto referente y central de la práctica clínica psicoanalítica.

    Naturalmente, antes de comenzar las disertaciones que en lo sucesivo haremos con respecto al deseo en la práctica clínica psicoanalítica, debemos hacer un espacio necesario a la contemplación y puntualización del concepto de deseo, de tal suerte que pueda quedar claro a lo que nos estaremos refiriendo en las siguientes páginas al hablar de este, así como para esclarecer el origen y la dirección que el concepto posee en psicoanálisis.

    La cuestión terminológica y conceptual del deseo ha sido uno de los temas centrales del pensamiento humano desde hace mucho tiempo debido a que ningún individuo puede constituirse en una existencia separada o en la que se encuentre ausente este elemento. Me atrevo incluso a formular el enunciado: donde hay humanidad hay deseo. Son dos conceptos que irremediablemente están implicados y no se puede prescindir de uno en la existencia del otro; solo acontece el deseo en lo humano y lo humano nunca puede desentenderse de su condición deseante (se reconozca el propio deseo o se rehúse, como en las neurosis, perversiones y psicosis). Las concepciones filosóficas, psicológicas y psiquiátricas en cuanto al significado del deseo y su aplicación en la vida cotidiana, o bien, su intrínseca presencia en la existencia del ser humano, lo vuelven un tema coyuntural desde las perspectivas fenomenológica y ontológica, de modo que varios autores se han ocupado del tema, desde Aristóteles y Epicuro hasta Freud y Lacan, y las consideraciones sobre el deseo han permeado el lenguaje cotidiano y suscitado intensos debates en la academia internacional. Insisto, el deseo nos es personal, existe de manera permanente en nosotros y existirá en cuanto exista lo humano; todo acontecer humano, incluida la muerte, es un acontecimiento de deseo, tanto en el sentido de omisión como en el sentido de lo positivamente acontecido.

    1. El deseo en Freud.

    El deseo revela sus muestras y su poder sobre nosotros en sus singulares facetas y es justamente Freud quien da al deseo un lugar en la comprensión científica del ser humano, al menos en el funcionamiento psíquico de este. Siendo precursor del psicoanálisis, no podremos hacer otra cosa que remitirnos en primera instancia a su obra para la consecución de los objetivos planteados en el presente capítulo.

    Así pues, la obra inaugural en la que Freud dedica al tema del deseo amplias reflexiones, quizá la obra en la que más se ocupará del tema, es La interpretación de los sueños (1900). Este libro constituye un parteaguas en las consideraciones psiquiátricas de la época así como sobre el entendimiento que se tenía del hombre hasta entonces, no siendo pues sorpresa que el texto sea el punto de partida de lo que denomino giro freudiano en comparación al giro copernicano kantiano. Sobre esto último, me limitaré a decir que si Kant ha creado su giro copernicano invistiendo al sujeto y no al objeto del foco del conocimiento, Freud ha desinvestido al sujeto para ponerlo en dominación del inconsciente. Antes de revisar el concepto de deseo en esta obra, debemos anticipar al lector que estaremos realizando nuestro análisis a partir de las traducciones de López-Ballesteros y de la edición de Amorrortu de suerte que podamos comparar de manera profunda ambas traducciones con miras a que nuestro entendimiento del concepto de deseo sea el más cercano a la visión freudiana. Como es costumbre en cualquier revisión teórica psicoanalítica, la traducción es fundamental pues la posición desde la que se lea repercutirá de manera definitiva en la consolidación de la obra en sí misma; incluso, partiré de la consideración de la palabra alemana Wunsch que fue traducida al inglés Wish, vertida ulteriormente al español como deseo, contemplando varias acepciones de la palabra original alemana de suerte que podamos establecer medianamente una aproximación a lo que el concepto alemán se refiere.

    Echemos luz primeramente al vocablo en sí mismo para luego establecer lo que el vocablo en sí refiere y así construir la noción que Freud plantea en La interpretación de los sueños respecto al deseo. Wunsch es el vocablo alemán que Freud utiliza y que a nosotros nos ha llegado en su forma traducida: Deseo. Sobre esto el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis (2013, p. 96) refiere:

    "1º. Ante todo señalemos que la palabra deseo no corresponde exactamente al término alemán Wunsch, o al término inglés ‘wish’. Wunsch designa más bien el anhelo, el voto formulado, mientras que la palabra deseo evoca más bien un movimiento de concupiscencia o de codicia que en alemán se expresa por Begierde o incluso por Lust."

    Por otro lado, Roudinesco y Plon (2011, p. 216-217) exponen:

    "[…] En este sentido, el deseo es la realización de un anhelo o de un voto (Wunsch) inconsciente. […] En Freud, el deseo (Wunsch) es ante todo el deseo inconsciente. Tiende a cumplirse (Wunschfüllung) y a veces realizarse (Wunschbefriedigung). Por ello desde un primer momento está ligado a la nueva concepción del sueño, el inconsciente, la represión y el fantasma. De allí la definición siguiente, que no cambiará: el deseo es deseo inconsciente y realización de deseo. En otras palabras, la definición freudiana del deseo está en el sueño: el sueño es la realización de un deseo reprimido, y el fantasma, la realización alucinatoria del deseo en sí."

    No podríamos obviar las repercusiones que la traducción conlleva antes de pasar de manera definitiva al análisis del vocablo deseo y establecer el significado de deseo al que nos referiremos en lo sucesivo. El diccionario Langenscheidt de Alemán-Español¹ ofrece tres traducciones posibles al vocablo Wunsch: deseo, anhelo y aspiración. De estas tres palabras bien podemos afirmar una característica esencial que parece ser constitutiva de la palabra alemana y la cual, como veremos, caracteriza lo que Freud trata de dar a entender con respecto a Deseo; dicha característica es la tendencia, es deseo, anhelo y aspiración en tanto es una tendencia a la consecución de algo. Se trata de una fase de inclinación hacia un aspecto, una especie de impulso hacia una dirección determinada.

    Habiendo revisado las tres consideraciones anteriores sobre la palabra en sí misma (Wunsch) y el sentido en el que fue usado por Freud en La interpretación de los sueños, pasemos al análisis del concepto en el texto, revisando primeramente la definición que da Freud tanto en la traducción efectuada por López-Ballesteros como la de Editorial Amorrortu, de tal modo que desconozcamos lo mínimo las diferencias de ambas traducciones.

    En la traducción de Luis López Ballesteros y de Torres de La interpretación de los sueños Freud señala:

    "La aparición de cierta percepción (el alimento en este caso), cuya imagen mnémica queda asociada a partir de este momento con la huella mnémica de la excitación emanada de la necesidad, constituye un componente esencial de esta experiencia. En cuanto la necesidad resurja, surgirá también, merced a la relación establecida, un impulso psíquico que cargará de nuevo la imagen mnémica de dicha percepción y provocará nuevamente esta última, esto es, que tenderá a reconstituir la situación de la primera satisfacción. Tal impulso es lo que calificamos de deseos. La reaparición de la percepción es la realización del deseo, y la carga psíquica completa de la percepción, por la excitación emanada de la necesidad es el camino más corto para llegar a dicha realización" (Freud, 1900, p. 689).

    Comparemos ahora con la traducción de la Editorial Amorrortu del mismo fragmento:

    Un componente esencial de esta vivencia es la aparición de una cierta percepción (la nutrición, en nuestro ejemplo) cuya imagen mnémica queda, de ahí en adelante, asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación producida por la necesidad. La próxima vez que esta última sobrevenga, merced al enlace así establecido se suscitará una moción psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción y producir otra vez la percepción misma, vale decir, en verdad, restablecer la situación de la satisfacción primera. Una moción de esa índole es lo que llamamos deseo; la reaparición de la percepción es el cumplimiento de deseo, y el camino más corto para este es el que lleva desde la excitación producida por la necesidad hasta la investidura plena de la percepción (Freud, 1900, p. 557-558).

    Se contempla de manera clara en este breve pasaje, tanto en la primera como en la segunda traducción, que constituye la esencia de la definición freudiana del deseo, la naturaleza, dirección y el sentido del concepto de deseo para Freud. Intentaré una explicación más amplia a continuación.

    Existe pues una necesidad que en tiempos primitivos dejó una huella mnémica en la forma de imagen ligada a la excitación del aparato psíquico que se produjo hasta que fue satisfecha y percibida por el sujeto dicha necesidad satisfecha. De este modo, la próxima ocasión en la que el sujeto deseante se encuentre frente a una necesidad similar, acontecerá un impulso (una moción) psíquico destinado a investir (cargar libidinalmente, entiéndase libido como energía libre, libre en cuanto despejada de apropiación) la huella de imagen mnémica que dejó como rastro dicho suceso en el aparato psíquico y querrá, por lo tanto, repetir la percepción efectiva de aquella satisfacción a la necesidad. La reaparición de dicha percepción—la percepción de la necesidad satisfecha—será lo que llamamos cumplimiento del deseo. Elaboremos un ejemplo burdo a fin de clarificar un poco más lo que aquí se ha planteado: pongamos por caso que en algún momento dado surgió en mí la sed (una necesidad de líquido), la cual se satisfice tomando una soda fría sabor fresa. La satisfacción de la necesidad y la excitación (sed) del aparato psíquico han quedado ligadas a la imagen mnémica de la soda de fresa que tomé. Otro día, me encuentro en un terreno árido y sin sombra, merced al calor insoportable del sol, y cae sobre mí la excitación de una necesidad: la sed. Impulsivamente surge en mí el deseo de poseer una soda sabor fresa helada (un impulso de investir la huella mnémica de la soda y repetir la satisfacción) que en aquella ocasión cumplió con la satisfacción de la necesidad. Así, en el momento en que me haga de una soda igual y me encuentre tomándola, habiendo reproducido la percepción de la satisfacción de la necesidad, habré, por tanto, cumplido el deseo.

    Debemos ahora hacer ciertas puntualizaciones sobre lo que aquí se ha expuesto. En primer lugar, debemos diferenciar el deseo de la necesidad, en tanto el segundo posee un grado de excitación o tensión interna cuyo objeto de satisfacción es específico (la soda fresca sabor fresa en el primer momento de nuestro ejemplo) y, al contrario del deseo, que de manera definitiva se encuentra

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