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Entre sueños: una mirada gestáltica
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Libro electrónico331 páginas3 horas

Entre sueños: una mirada gestáltica

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Este libro resume la experiencia de más de 25 años del autor como terapeuta y facilitador de trabajo de sueño con enfoque Gestált. Originalmente fue su tesis de Maestría en Orientación y Facilitación de Grupos "Un Modelo de Trabajo Gestáltico de Sueños en Grupo", posteriormente, tras una concienzuda revisión incluyó otros aspectos sobre el tema tom
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 ene 2022
ISBN9786078535965
Entre sueños: una mirada gestáltica
Autor

Arturo Enrique Etienne Garza

Arturo Enrique Etienne Garza es un psicólogo y psicoterapeuta mexicano con más de 35 años de experiencia. Tiene dos maestrías, una en Ciencias de la Educación y otra en Orientación y Facilitación de Grupos. Ha tenido diversos entrenamientos en Psicoterapia Gestalt y desde que incurrió en esta formación ha realizado investigación sobre el trabajo gestáltico de sueños, lo cual le ha permitido impartir seminarios en Argentina, Perú y Guatemala, además de México.

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    Entre sueños - Arturo Enrique Etienne Garza

    PRÓLOGO

    Me gustaría comenzar con el comentario al contenido de este libro desde dos ópticas: por una parte lo que sé acerca de su autor, por otra, el contenido temático del mismo.

    El autor

    Conozco a Arturo desde hace muchos años y he visto cómo ha ido formándose hasta lograr ser un estupendo facilitador y maestro, especialmente en el área de los sueños. Su pasión por el tema es enorme y si hay alguien que yo conozca que ha investigado a fondo el mundo onírico y cómo utilizarlo a favor del desarrollo humano, es él. En este libro, Arturo se muestra transparente y abierto.

    Son variadas las anécdotas acerca del proceso personal que él ha tenido durante la investigación del tema y puede verse con nitidez el estupendo ser humano que está detrás de la vivencia.

    Admiro su entrega a lo que hace, el excelente maestro que es. De la misma manera reconozco su extraordinaria capacidad de sortear los obstáculos con los que se ha topado en su vida.

    El texto

    Dicho lo anterior, es de suponer que en las páginas de este libro hay profundidad y detalle: como sin querer dejar nada en el tintero. Generosamente vierte una gran cantidad de ideas y experiencias para que quien lo lea tenga una visión clara y vasta de qué son los sueños, cómo se trabajan desde la perspectiva del Enfoque Gestalt y por qué trabajarlos así significa un verdadero arte.

    Contiene temáticas poco profundizadas con anterioridad por otros autores. Las ideas se bordan de manera fina y penetrante. Ejemplos de esto son los temas del elemento ausente o el de la integración del trabajo del mundo experiencial del soñante y la visión de campo.

    Este libro cubre un vacío que se tenía en el trabajo gestáltico de los sueños y es sin duda el libro más vasto, escrito en español, hasta ahora publicado.

    Por último veo en este documento un libro de texto que será de gran utilidad para los terapeutas Gestalt interesados en ahondar en el trabajo y la exploración del mundo onírico de sus consultantes y el propio.

    Myriam Muñoz Polit

    México D.F.

    septiembre de 2012

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    INTRODUCCIÓN

    Sistematizar mi experiencia en el trabajo gestáltico de sueños ha sido una labor ardua y enriquecedora. Ardua, porque durante veinte años he desarrollado textos de diversos calibres y grados de profundidad acerca del asunto, dependiendo de cómo andaban mis intereses en cada momento, así que tratar de articularlos en un todo más o menos coherente no ha sido una tarea fácil. Incluso dejé de lado algunos que, lejos de ayudar a completar este abigarrado rompecabezas, parecían no adecuarse a la estructura de las ideas principales del modelo que propongo, lo cual no quiere decir que posteriormente no encuentren su sitio en un desarrollo teórico posterior más abarcante. Enriquecedora, porque no es lo mismo tener textos sueltos que encontrar los enlaces que los articulen. Nunca como en esta ocasión comprendí el adagio gestáltico El todo es más que la suma de sus partes. Sobre todo porque además de los insights teóricos que esta revisión me produjo, hubo un acercamiento honesto y profundo a mis temas existenciales. Acepto que los conceptos elegidos, la forma de relacionarlos y de emplearlos para explicar los fenómenos que se dan alrededor del trabajo de sueños, revelan en buena medida el eje de mi biografía que, por fortuna, no resulta ser tan diferente a otras vidas y, así, me permite entenderlas.

    Este libro propone un modelo de trabajo gestáltico de sueños en grupo. Entendiendo que un grupo de esta naturaleza no necesariamente es de índole psicoterapéutica. Antes bien, abro esta posibilidad de intervención a un nivel de grupo de sensibilización Gestalt. Este modelo emerge a partir de una hipótesis de base: el manejo de la frustración de los deseos es crucial para la permanencia de la esperanza en la vida de las personas. El deseo es visto como una construcción cognitiva-emotiva a partir de cuatro aspectos: una necesidad de base, un objeto-satisfactor, una identidad del sujeto deseante y un contexto en el que tiene lugar la interacción de éste con su entorno para la consecución del objeto. El cómo construyamos este deseo afectará nuestro posterior manejo de la frustración, que puede tener tanto una dimensión eugénica como otra patogénica, dependiendo del período de desarrollo en el que nos encontremos, el valor asignado al deseo, la intensidad de la reacción emocional, el nivel de apoyo general brindado por el medio, nuestros recursos de afrontamiento y el realismo con que construyamos nuestra identidad.

    Parto de la base de que el sueño es un intento por resolver un problema (frustración de uno o más deseos) durante una etapa en la que el cerebro tiene un funcionamiento diferente al de la vigilia, por lo que los lenguajes que se emplean para plantear dicho problema (o incluso resolverlo) son preverbales, basados en secuencias de imágenes cargadas de signifi cados emocionales. Considero que el abordaje de este tipo de procesos debe trascender la mera técnica para incluir:

    1. La dimensión relacional que se da entre facilitador, soñante y grupo en el momento en que se cuenta y trabaja el sueño.

    2. El paradigma existencial del soñante del que emana la estructura afectiva subyacente al sueño.

    3. El invaluable papel que desempeña el clima grupal de aceptación, congruencia y empatía en la contención, estimulación y resolución de los procesos emocionales emergentes en el trabajo de sueños.

    Espero que los lectores encuentren en este texto una fuente inagotable de dudas e interrogantes porque eso indicará que, en primer lugar, el tema no está agotado en mi exposición y además les interesó; en segundo, hay pistas para la comprensión de dimensiones más sutiles que coexisten a la hora de trabajar un sueño y que revelan un universo maravilloso, bastante renuente a la palabra escrita, tejido entre lo que sentimos, la forma en que lo simbolizamos y la manera en que nos relacionamos con el mundo.

    A. E. G.

    Querétaro, a 23 de agosto de 2013

    I

    OMNIPOTENCIA Y FRUSTRACIÓN: MI PROPIO VAIVÉN

    Foco y orígenes del libro. Propósito. ¿A quién va dirigido?

    ¿Cuál es su carácter? Ejercicio introductorio.

    Éste es un trabajo que trata sobre sueños, específicamente de cómo descifrar los significados que puedan aportarle a nuestra vida, en aras de una mejor comprensión de nosotros mismos, de nuestra relación con el entorno y, por lo tanto, de una mejor capacidad para tomar decisiones. No sirve para interpretar sueños. Es un libro que recoge mis experiencias a lo largo de 20 años trabajando los sueños desde el enfoque Gestalt. Tiene un carácter exploratorio. Mi propósito es generar interés para que otros ofrezcan visiones similares, complementarias o antagónicas sobre el complejo mosaico onírico. Va dirigido a todos los apasionados de los sueños, con especial interés en aquellos que, como yo, los consideran como la expresión espontánea de nuestras verdades más íntimas en un idioma que de momento desconcierta, atemoriza, sorprende y cautiva pero que, finalmente, es más certero que todas las palabras juntas. Para aquellos con el valor de contarlos y de arriesgarse a desentrañar el tesoro que encierran y que tal vez no los haga más felices pero sí más congruentes. La verdad es que después de autores como Freud y de Jung es casi imposible generar desarrollos teóricos originales al respecto, por lo que es factible que el lector encuentre en mis líneas las huellas de ellos, entre otros. Esta obra, además, pretende llegar a gestaltistas con inquietudes similares a las mías e invitarlos a realizar más investigación sobre este tipo de fenómenos que tanto pueden apoyar al trabajo psicoterapéutico.

    Este proyecto surge también por una necesidad académica: debía realizar un trabajo de investigación para obtener el grado de Maestría en Orientación y Facilitación de Grupos. Como el tema de sueños me ha apasionado durante años decidí hacerlo sobre el mismo. Sin embargo, no consideré que el modelo de investigación del instituto donde me formé, además de cualitativo, era eminentemente existencial. Esto me llevó a vivir un proceso de mucha frustración y descubrimientos, antes de lograr entender por qué los sueños eran importantes para mí; por qué a veces los trabajos de sueños tenían una gran repercusión en la vida del soñante y a veces el efecto iba de moderado a nulo; por qué me sentía teóricamente limitado para entender mucho de lo que ocurría entre el soñante, el grupo y yo; y por qué me estaba costando tanto trabajo concretar un trabajo de investigación. Creo que no exponer lo anterior hace que lo escrito quede sólo como una pequeña punta de iceberg. Por tal motivo empezaré por agregar algunos párrafos que elaboré cuando empecé a cristalizar algunos de mis insights a finales del 2007:

    "Creo que este proceso de definir el problema y darle forma a la investigación ha seguido en mi caso un curso irregular y poco lógico, desde una perspectiva rigurosa, pero natural y congruente con mi forma de ser. A continuación lo describiré desde la recuperación de mi vivencia, pues lo encuentro sumamente pertinente con el tema a tratar.

    »La primera etapa podría denominarla como de "resistencia primaria". La base emocional fue un sentimiento de urgencia y búsqueda del camino fácil. En vista de mi experiencia con el trabajo gestáltico de sueños, lo más lógico para mí era hacer un planteamiento que tuviera que ver con ello, por lo que la importancia del grupo en el trabajo gestáltico de sueños fue mi primera propuesta. Había una "excesiva confianza" en que podría hacerlo en poco tiempo porque al final de cuentas yo era el experto en sueños. Dos expresiones podrían resumir con claridad esta etapa: la obediencia aparente hacia los requerimientos académicos y la omnipotencia.

    »La segunda etapa yo la titularía como la resistencia secundaria. Un trabajo de esta naturaleza, en tanto que me la exigía una instancia ajena a mí y con lineamientos muy claros a seguir para su desarrollo, me producía de inmediato una aparente distancia emocional, pues en el fondo, para procesar la experiencia, me sentía presionado a seguir un patrón, que no era el mío. Luego fueron emergiendo de manera más clara el enojo y la frustración, porque los capítulos que entregaba eran refutados en vista de que no seguía el proceso que marcaba la curva del desarrollo (Figura 5) y no fluía en los cuadros de acceso (Figura 3), instrumentos metodológicos obligados que, al principio, me fueron difíciles de entender. Noto que, como en otras situaciones de mi vida, la imposición me generaba un sentimiento de rebeldía no explícita en el que, aparejada a la falta de comprensión, hubo una exacerbada y desarticulada generación de textos sobre el tema... como si una parte mía estuviera muy comprometida a producirlos, pero desde sus propios términos.

    »A la frustración y rebeldía siguió, como tercera etapa, un periodo de evitación y pérdida de interés. Dejé de escribir; postergaba la entrega de avances; la bitácora se me hizo imposible, aunque cuando la escribía, algo cambiaba en mí a nivel emocional. Además de la apatía, empezó a surgir un sentimiento de inadecuación, de no ser lo suficientemente inteligente, paciente, comprometido, honesto, etcétera.

    »La cuarta etapa tuvo que ver con un aparente brote de entusiasmo cuando le doy un giro diferente al trabajo y entonces lo que me interesó fue determinar cuáles eran las condiciones que influyen para que un trabajo de sueños sea o no pertinente y profundo. Este replanteamiento se debió a que los asesores de investigación aflojaron un poco la exigencia y permitieron que en una sesión pudiéramos escribir más desde lo que vivenciábamos que desde el método fijado. Yo creo que ahí volví a la etapa número uno (resistencia primaria) y repetí el ciclo.

    »No fue sino hasta una sesión en octubre del 2004, a casi un año de haber iniciado la maestría, cuando se empezaba a hablar de las categorías existenciales, donde experimenté una gran sacudida que, a mi juicio, abrió la posibilidad de continuar con este trabajo, aunque no sería tan fácil debido a las inercias emocionales que venía arrastrando y a que ignoraba por qué tenía que hacer las cosas de la manera en que me lo indicaban. El sentido no emergía y por lo tanto las resistencias mutaban pero no desaparecían. En esa sesión descubrí que trabajo los sueños desde mi vulnerabilidad y mi necesidad de darle sentido a tanto dolor. Por tal razón podía empatizar más con cierto tipo de soñantes y ofrecerles un mejor apoyo. La gratificación tenía sentido. Duré varios días con una sensación de estupor y tristeza vieja. Comencé a hacer mis esquemas –no mis curvas de desarrollo– porque desde ahí sentía que profundizaba, comprendía y me comprometía a estudiar eso que estaba emergiendo y que no necesariamente tenía que ver con el trabajo de sueños. Vislumbré que desde esta forma de investigar tenía que partir de mí mismo y asumir las implicaciones emocionales con ciertos temas que no eran, necesariamente, los que pensaba. El origen estaba en otra parte, pero todavía no emergía con claridad la figura.

    »A los pocos meses de esa sesión ocurrió lo inesperado. La respuesta llegó a través de un sueño: Yo estaba frente a una especie de máquina de escribir en un escritorio antiguo (tipo secreter) cuando otro yo se acercaba y me decía: El tema no es el trabajo de sueños, sino la manera en que te interrumpes. Desperté agitado y con una extraña certeza. Sí, efectivamente, la interrupción era un tema de vida. Infinidad de ocasiones, sucesos no controlables por mí habían echado por la borda planes importantes, generándome al principio una profunda frustración y luego una resignación prematura para no sufrir más por algo a lo que no le hallaba sentido: mis fracturas patológicas (mal llamadas espontáneas). Con el tiempo, yo mismo empecé a abortar proyectos; a diversificarme en mis intereses; a pretender que podía realizar muchas cosas... aunque no concretaba ninguna. La postergación, pérdida súbita de interés y sensación de estar atorado y no avanzar se volvió costumbre. Vivir el aquí y ahora me venía como anillo al dedo, pero no me hacía más feliz.

    »A lo anterior siguió una etapa de resistencia racional. ¿Cómo es posible que llevara tanto avanzado en el proyecto de sueños y lo fuera a desechar para dar cabida a un nuevo proyecto de investigación? Paradójicamente era caer en el mismo círculo vicioso que mi sueño me señalaba. Necesitaba seguir adelante, lo cual no ocurrió por muchos meses. De repente, desde la culpa y la euforia del momento, escribía algunos de los descubrimientos realizados en los talleres de sueños que daba. Incluso diseñé instrumentos, los apliqué y tabulé datos que nunca aportaron algo significativo a lo que se supone estaba investigando. La dispersión estaba en todo su apogeo. Entre los productos de esa etapa estaba un mapa de categorías donde palabras como omnipotencia, rebeldía, sentido, diferenciación, identidad, entre otras, habían encontrado un lugar seguro dentro de mi computadora. El tiempo avanzaba.

    »Después de meses de abandono, mi jefa me propuso cederme un tiempo de trabajo administrativo para que lo dedicara a la tesis. Un cambio de asesor metodológico de mi investigación y un replanteamiento del proyecto fueron motivos para creer que esta vez sí podría concretarlo. Las resistencias racionales cada vez más persuasivas me propusieron la elaboración de Un manual para entrenar psicoterapeutas en el trabajo gestáltico de sueños. Con un carácter mucho más concreto, el proyecto prometía trabajo, pero gran parte del mismo básicamente era poner orden y articular documentos ya escritos. Puedo decir que regresé un poco a la comodidad omnipotente.

    »Sin embargo, mi asesora de investigación aportaba opiniones que comenzaron a batir mi fondo. Terapeuta Gestalt, compañera del entrenamiento en grupos, soñante, entrenada en el trabajo de sueños por mí y escritora, los esquemas que comencé a presentarle recibían un eco que al devolvérseme fueron fracturando esa comodidad. Un día, casualmente, encontré un mapa de categorías que tenía como dos años guardado y no eran sino rectángulos con palabras, sin ninguna conexión. El proceso reactivado fue inquietante. Lo dejaba por días y luego inevitablemente regresaba y encontraba otras palabras, nuevas conexiones, significados más claros y poco a poco emergió un sentido que vertebraba no sólo mis creaciones relativas al trabajo gestáltico de sueños, sino también esclarecía lo que me sucedía en innumerables situaciones de vida, lo que pasaba cuando trabajaba un sueño, lo que experimentaba el soñante cuando se atrevía a narrarme su experiencia onírica, lo que había vivido durante este trabajo de investigación... ¡uf!

    »En lenta cascada, a veces turbia, a veces cristalina, comencé a establecer las conexiones entre experiencias aparentemente distantes. Entonces recordé mi frustración cuando trabajé el sueño de Andrea en el 2004 (capítulo VIII), pero también la frustración de ella y del grupo. Me fue quedando más claro que las expectativas de todos, al no verse cubiertas, nos llevaron a hacer compensaciones a través del manejo omnipotente. Al final del trabajo, le dije a Andrea que simplemente se caía muy bien a sí misma y el grupo le aconsejó que tomara terapia. En un encuentro posterior, ella me contó que fue a ver a otro terapeuta y que había encontrado lo que esperaba. En contraposición, cuando en otros trabajos de sueños me abandonaba al proceso sin comprometerme con un resultado espectacular, el soñante entraba al trabajo aceptando lo que surgiera y el grupo confiaba en ambos, sin tejer fantasías anticipatorios, y todo fluía. Al parecer, si aceptábamos (soñante, grupo y yo) que no podíamos controlar el proceso, que sólo podíamos participar desde nuestro recursos y limitaciones, todos salíamos beneficiados. Si empatizábamos entre nosotros, respetábamos lo que se presentaba y nos arriesgábamos, paradójicamente, nos sentíamos más vivos, más serenos. Así, empezaron a gravitar por mi mente dos palabras: esperanza y desesperanza.

    »En resumen, considero que la frustración de nuestros deseos nos lleva a un estado de inconformidad desde que nos encontramos con un problema. ¿De qué depende el que lo resolvamos o no? Primero, de que debemos plantearlo como tal; segundo, de qué tanto aceptemos nuestra vulnerabilidad o no, con todo lo que implica: conciencia de finitud, miedo a la libertad, conciencia de la responsabilidad y aceptación de la soledad. En el primer caso se desencadena un proceso de esperanza que incluye, entre otras, la capacidad para aceptar lo dado, la renuncia ante lo imposible, la implicación activa en el desarrollo de opciones posibles, la disposición para fluir, la capacidad para manejar la incertidumbre, incluirnos en un nuevo orden de cosas e integrarnos al contexto desde ahí. En el segundo, predomina la omnipotencia, nos aferramos a lo imposible, creemos que podemos emprender cualquier cosa que se nos ocurra y lograr el buen éxito. La pasividad (postergación, espera del salvador, pensamiento mágico, justificación, etc.), el aislamiento y el egotismo (yo puedo solo, todo depende de mí, nadie debe saber cómo me siento), la autoexclusión de otro orden (empecinamiento y ceguera a nuevas opciones), la victimización (sentimiento de minusvalía) y la vergüenza se acomodan como piezas del mismo rompecabezas. Desesperanza, en el sentido que le da Fromm (2000), vendría a ser el nombre de este proceso.

    »La creatividad (arte, ciencia, sentido del humor, sueños) se puede poner al servicio de cualquiera de estas dos vertientes: se constituye como un epítome de la libertad que nos lleva al aprendizaje fluido y con sentido, o sea al desarrollo, o se vuelve un grupo de manifestaciones

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